Siempre me gustó la canción de Carlos Puebla, sobre todo la parte de “seguir de modo cruel, la costumbre del garito, hacer de Cuba un garito y en eso llegó Fidel” seguida por el estribillo, “Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”, porque en esa canción se expresa el antes y después del triunfo de la revolución cubana.
Cuando me enteré de la muerte del Comandante de América escribí en Facebook: “Podemos haber tenido diferencias con Fidel, pero hoy son nada. Se fue un grande, hoy se apagó una de las llamas más potentes de la historia humana, los pobres, los desposeídos, los vulnerables de América Latina ya no tendremos esa figura ecuménica que nos daba seguridad. El Hidalgo Quijote se fue, muchos son los molinos que cayeron ante su avance, muchos más los que tendremos que derribar, pero su figura, su ejemplo, crecerá día a día como la del Che, nos acompañará siempre. Al lado de cada revolucionario, de cada humanista, de cada solidario, seguirá caminando el legendario Fidel. Hasta la victoria siempre. Comandante.”
Esa canción expresa la situación, no solo de Cuba, sino de la América Latina, tierra irredenta, despojada de su identidad y de su dignidad por los diversos imperialismos que la avasallaron a lo largo de varios siglos.
Antes de la revolución, Cuba era, efectivamente, el garito pornográfico de EE.UU. Los mafiosos americanos se habían apoderado de la isla con la anuencia de un dictador sanguinario, Fulgencio Batista.
Cuando el grupo de revolucionarios desembarco en las playas cubanas, luego de la terrible travesía del Granma, lo hizo cerca de la playa Las Coloradas, y no imaginaba que estaba empezando a escribir una de las páginas más gloriosas de la historia de la lucha de los oprimidos y explotados con el capitalismo.
En solo tres años un puñado de guerrilleros que no superaban la docena se convirtió en una fuerza imparable que derrumbó el corrupto régimen de Batista.
A lo largo de casi 60 años el castrismo gobernó la isla. Como decía en Facebook, no todos fueron aciertos, pero tampoco no todos fueron errores.
Como en todos los países en que existieron gobiernos preocupados por sus ciudadanos, que buscaron mejorar la calidad de vida de los mismos, achicar la brecha entre pobres y ricos, mejorar la educación y la salud, a Cuba se la criticó despiadadamente, y la principal crítica centro en la falta de democracia.
Claro, habría que preguntarse de que democracia estamos hablando, los que criticaron a Fidel, son los demócratas que tiraron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, son los que bombardean a diario los pueblos del medio oriente, los que cometieron un verdadero genocidio en Vietnam, los que fundaron en panamá la “Escuela de las Américas” para enseñarles a los militares genocidas de América Latina a torturar, matar, oprimir y explotar a quienes estaban en contra de los intereses de Washington y de las grandes burguesías nativas y aliadas.
Se puede discutir si en Cuba en estos últimos 57 años hubo una auténtica democracia obrera o si el régimen cubano decantó hacia un socialismo burocrático en el que una minoría dirigente y elitista fue la que tomó las decisiones en nombre del conjunto de los trabajadores, se puede discutir si hubiera o no sido posible construir un modelo democrático basado en la democracia directa, con consejos obreros y asambleas populares, por multiplicidad de actores políticos, con libertad absoluta de crítica, en definitiva, se puede discutir el grado de libertad que existió en la isla.
Algunos estarán de acuerdo con las estructuras políticas del castrismo, otros en desacuerdo y algunos acordarán con algo y criticarán el resto.
Pero lo que no se puede discutir es que un Cuba se constituyó en un estado soberano, donde las decisiones se tomaron dentro de ese estado, resistiendo la presión terrible del imperialismo americano, la crítica falaz e interesada de los medios de comunicación, y un bloqueo ilegal que condenó al pueblo cubano al sufrimiento y la carencia.
Argentina, país rico si los hay, ¿cuánto hubiera resistido un bloqueo de tal magnitud, que impidiera que entrara los más elemental y necesario al país?, ¿los que salieron a la calle pidiendo que liberen las exportaciones, que vendan dólares, que querían viajar al exterior por placer?, cuantas manifestaciones a sus gobernantes hubieran hecho por esa carencia, aun cuando ello fuera causado por la voracidad del régimen capitalista significado en EE.UU.
No hay que llamarse a error, Castro no estuvo solo durante estos 57 años, vivió acompañado por su pueblo que lo bancó, porque su proyecto dotó a la isla de educación, salud y previsión social a aquellos que en su inmensa mayoría tenían negados estos derechos. En Cuba no hay analfabetos, en Cuba la salud es gratuita para todos, en cuba todos tienen derecho a una vejez segura, no es precisamente lo que ocurre en el resto de los países de América Latina, y menos aún en EE.UU.
Pero Castro no se contentó con generar cambios en Cuba, tuvo una destacada acción política en América y diversas regiones del planeta, donde además de ayuda logística y militar a los movimientos de liberación nacional, otros ejércitos ayudaron a conquistar la libertad cultural e ideológica, los ejércitos de educadores, de alfabetizadores, que llevaron las letras a todo el subcontinente, los ejércitos de médicos y trabajadores de la salud que conquistaron el cariño de los desheredados del planeta, Cuba, además de hablar de solidaridad revolucionaria, la practicó efectivamente y ese es uno de los grandes aportes del castrismo al cambio cultural de la humanidad.
Castro nos deja además de sus cientos de discursos, como el que pronunció en la escalinata de la Facultad de Derecho cuando vino la última vez a Argentina, y que fue ovacionado por miles de presentes, la primer y la segunda declaración de la Habana, verdaderas piezas de referencia para los que luchan contra la opresión y la explotación capitalista y me animo a decir, que constituyen el “Manifiesto comunista” del siglo XX.
Alguien dijo que Castro no constituye una referencia para los más jóvenes, que las remeras del Che no se venden más en la ribera del Sena como hasta hace algunos años, que solo los más viejos nos acordamos de ellos, a esas personas les digo que no es el consumo capitalista el que define la grandeza de los revolucionarios y la adhesión a sus ideas, sino la claridad y la honestidad de sus objetivos, puede que en un período histórico no se mencione a algunos pensadores y revolucionarios, pero luego, en otros vuelven con más fuerza, con más ímpetu.
La generación de los setenta resucitó a Marx, Lenin y Trotsky, la burguesía tembló hasta sus cimientos ante el ejemplo de China, Vietnam y Cuba, y gastó miles de billones de dólares en guerras genocidas contra sus líderes y los pueblos como en la guerra de Vietnam, como los miles de operaciones de la CIA contra Mao, con las operaciones solventadas por EE.UU. de los sicarios mercenarios “contras” que trataron de avasallar a los sandinistas y al pueblo nicaragüense, como la financiación de Bahía de Cochinos en Cuba y los cientos de atentados fracasados contra Castro.
Castro en vida era un peligro para la opresión capitalista, Fidel muerto es un fantasma que se extiende por América Latina y el mundo aterrando la salvaje agonía eterna del capitalismo.
La Cuba de Fidel es el ejemplo histórico y actual que nos dice que se puede vencer al capitalismo, que se puede construir una sociedad mejor, sin explotadores, ni explotados. Ella le quita la significación errónea que los burgueses tratan de darle a la propiedad privada de los medios de producción, elevándola al rango de lo sagrado y absoluto.
Muchos son los “gusanos” que salieron en Miami a festejar la muerte de Castro, otros miles festejarán en América Latina y en el mundo, son los mismos que votaron el Brexit, que votaron contra el tratado de paz en Colombia, a Trump, que votarán a Marie Le Pen, que siguen a Rajoy, a Merkel, son los que se benefician del injusto régimen capitalista o los ingenuos que creen que la copa derramará algún día y que se mueren esperando una vida mejor, mientras rapiñan a los más necesitados los pocos recursos que les sirven para que sobreviva su ilusión sin saber que el infierno es el capitalismo y que el único paraíso que existe es el que podemos construir solidaria y cooperativamente en este mundo cruel e individualista.
Castro dejó de ser un ser vivo que empuñaba la llama de la libertad y la reivindicación de los humildes y desheredados de la tierra, para convertirse en una llama más potente que ilumina el faro de la lucha revolucionaria.
Creo fervientemente que miles de millones de ciudadanos del mundo (muchos de ellos jóvenes), tomarán la posta de Fidel y defenderán su legado al grito de “Fidel está vivo, Fidel no se murió, la puta madre que lo parió.”
A los 67 años no soy tan viejo como para no continuar luchando aun en un medio colonizado por el escepticismo, ni tan joven como como para poder vivir el tiempo en que la utopía se transforme en una realidad, ya que como como dijera el escritor, la revolución es un sueño eterno, tan eterno como la memoria de los revolucionarios que dejaron su vida por ella.
Hasta la próxima
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