miércoles, 19 de octubre de 2016

Estación añoranza.


Hoy no voy a escribir sobre política, realidad, etc., sino sobre los recuerdos. El diario “La Capital” publicó un suplemento del “Barrio de la Sexta” de Rosario con un con junto de fotos de tiempos más esplendorosos. Allí hay una fotografía de los momentos en que parte en 1911 el primer tren a Bahía Blanca desde la estación de ferrocarril ubicada en Riobamba y Beruti. Se agolparon los recuerdos de mis comienzos en la Universidad, sobre todo cuando en 1983 se hizo cargo de la Universidad Nacional de Rosario la Coordinadora, un conjunto de jóvenes radicales alfonsinistas entusiastas con ideas socialdemócratas que impusieron como decano de la Facultad de Humanidades y Artes a Fernando Prieto, un licenciado en historia con larga trayectoria en educación. Me sumé, como secretario estudiantil de la facultad, a un equipo de grandes educadores que había participado de la conducción de la educación en tiempos del primer Gobierno de Silvestre Begnis, que había ganado las elecciones en 1958, y que, en el marco del proyecto desarrollista, llevó como ministro de educación a Ramón Alcalde, un escritor muy innovador en materia de educación que había participado junto a los hermanos Viñas, León Rozitchner, Oscar Masotta, Noé Jitrik, Juan José Sebreli en el grupo que potenció la revista “Contorno”. Alcalde reunió un destacado equipo de colaboradores, entre los cuales Prieto sería una pieza clave de su equipo, acompañado en su gestión por otro legendario de la educación, el Dr. Ovide Menin. No era casualidad que Menin estuviera en esa gestión, era como Prieto un radical histórico que decantó cuando el partido se dividió en dos mitades, la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). La UCRI abandonaría posteriormente su identidad radical para refundarse como el movimiento desarrollista (MID), pero lo interesante es que Menin, Prieto y otra figura señera de la educación santafesina, Raúl Ageno constituyeron el trío que fundo una de las publicaciones educativas dirigidas a los maestros más importante de Rosario, la revista “Hacer”, que según me contara el propio Menin, llego a editar unos 29 números de pedagogía de izquierda. La revista se hizo a pulmón en largas reuniones del bar del Hotel Savoy en Rosario. En 1978 se realizó el primer encuentro de Psicología Educativa en el que participé siendo un reciente egresado, allí conocí a Raúl Ageno que en esa época contaba más de 50 años. También participaron Enrique Bares y Roberto Scagliola que por entonces realizaban una muy interesante experiencia educativa conjunta en el Hospital Centenario. Tal vez fue mi primer encuentro, pero tuvo la particularidad de anudar lazos con uno de los personajes importantes de la Psicología Educativa en Rosario, como lo era Ageno. Con Raúl entablamos una sociedad más productiva para mí que para él, y de la mano de otro entrañable personaje, Rolando Bucci, por entonces estudiante de Psicología, luego psicólogo y trabajador incansable de la causa de los más vulnerables, lo que lo llevó a fundar un complejo educativo en una villa años más tarde, ya recibido. Los tres, por iniciativa de Rolando, fundamos el Centro de Estudios e Investigaciones “Antítesis” en el que se agruparon una cantidad de maduros profesores e intelectuales progresistas perseguidos por la dictadura. En 1983, en el consultorio de Ageno, conocí a Ovide Menin, recién llegado de Costa Rica, donde había estado exilado desde 1976. Ovide era un profesional con una trayectoria extraordinaria, había participado en numerosas universidades latinoamericanas como profesor y funcionario, había estado en Canadá y también en Europa (España y Francia). Cuando Prieto tomo el control de Humanidades y Artes los convocó, como lo hizo con un conjunto de intelectuales muy destacado, entre los que recuerdo a la que fue secretaria académica Gladys Rímini, a la epistemóloga Esther Díaz de Khobila primera directora de la escuela de Filosofía en democracia, a María Luisa Aracena que se hizo cargo de la escuela de Historia, El legendario Raúl Naranjo co autor del video Tucumán arde e impulsor de la Biblioteca Vigil, la dirección de la escuela de Antropología la tuvo Germán Fernández Guizzetti y colaboraron con él Edgardo Garbulsky y Héctor Vázquez que serían directores de la escuela de Antropología, Marta Varela que se hizo cargo de la escuela de Música, Maricha Gianni luego directora de la escuela de letras y Gloria Annoni que reorganizó la escuela de Psicología. Desde el inicio se organizaron dos grupos antagónicos, Annoni, Menin, Khobila, Hernández Larguía se reunieron en torno a la “Coordinadora” cuyos referentes estudiantiles eran Gustavo Caponi, Sandra Cucurullo, Gabriela Abecasis y Dario Maiorana (futuro rector de la Universidad), y el resto formó un grupo que podríamos denominar de izquierda, muy críticos del radicalismo gobernante entre los que se contaban Marta Bonaudo, Edgardo Garbulsky, Maricha Gianni, Gladys Rimini, Hilda Abichain, etc. Prieto intentó durante esos dos primeros años hacer equilibrio entre estos dos grupos cuyo antagonismo tenia, a mi entender, más que ver con viejos antagonismos de militancia y afanes de poder, que con diferencias ideológicas marcadas. La crisis se desató cuando se normalizó la Universidad y se llamó a elecciones de decanos y rectores. La fuerte presencia de los estudiantes vinculados al partido comunista aliados al grupo estudiantil del Partido Intransigente, llevó a Prieto a hacer opción por el grupo de izquierda, dejando de lado a los más cercanos a los radicales. Estos últimos se presentaron a elecciones llevando como candidato a Ovide Menin y en un consejo muy cerrado Prieto ganó por 9 votos (un graduado, 3 estudiantes y cinco docentes) a 7 votos (1 estudiante, 3 graduados y 3 docentes). Cuando gana el rectorado Juan Carlos Millet, el grupo alfonsinista organiza una movida para crear la Facultad de Psicología separada de la Facultad de Humanidades. Liderados por la directora de la escuela y el 15 de diciembre de1987, la Asamblea Universitaria de la Universidad Nacional de Rosario, crea la Facultad. El debate se centralizó en la planta docente y no docente que se llevaría la nueva facultad y el lugar donde prestaría sus servicios. La Facultad se organizó con menos de 100 docentes y 19 no docentes. Recuerdo que Gloria Annoni recorría las calles de Rosario buscando un espacio físico, en algún momento fue un ex convento la posibilidad, pero una Facultad de psicología en un ex convento era como poner un cabaret en la catedral de San Pedro (aun cuando la Facultad era un ex convento) Recalamos en unos viejos galpones que fueron construidos para que transitoriamente funcionara la Facultad de Arquitectura hasta que le construyeran su nueva sede, allí fue a parar en 1988 la Facultad de Psicología, en esos viejos galpones de techo de fibrocemento, muy precarios en los que funcionó hasta que se hizo el nuevo edificio en 2010. Como se enlaza esto con la nota de “La Capital”, pues que los galpones estaban en la llamada “Siberia” el centro universitario que funciona en la República de la Sexta, y al leer el diario tomé conciencia que allí al costado de la facultad se hallaba la vieja estación de trenes, donde ahora funciona la escuela de ingeniería mecánica. Hace poco, se remodeló el patio del bar de la facultad y allí se encontraron los adoquines del viejo complejo de la estación, y seguramente el propio local del bar era una de las dependencias de la misma. Bajo nuestros pies se encuentra la encrucijada en la que se reúnen el pasado y el presente y se proyecta el futuro. Un pasado que rememora una argentina en la que los sectores populares contaban con el ferrocarril como medio de transporte económico y eficiente, donde el populoso barrio de la sexta reunía a inmigrantes que buscaron a América como tierra de redención, porque la Argentina proponía un nuevo mundo en el que podrían escapar de las guerras y la miseria de Europa. La república de la sexta, construida en torno a esa estación ferroviaria, era una barriada obrera, tierra de trabajadores que forjaban su futuro en el día a día. Hoy se encuentra el Centro Universitario Rosario (CUR) y hasta allí llegan alrededor de 2000 estudiantes por años con la ilusión de formarse como psicólogos. Estos estudiantes son nietos o bisnietos de aquellos inmigrantes que vinieron de diferentes países de Europa buscando una nueva vida, y ellos han tomado la posta de desafiar al destino. Cada día llegaba a la Facultad en la que comencé como estudiante y hoy ejerzo como profesor, y me encontraba con psicólogos de diferentes generaciones, juntos hacíamos una amalgama de profesionales de la salud mental, juntos cultivamos ese pedacito de tierra, abonándola con el poco o mucho conocimiento que poseíamos, con las experiencias que intercambiábamos, con los saludos fraternales, porque los casi cien psicólogos que iniciamos la facultad en el lejano 1987, éramos todos amigos, conocidos o amables contendientes. En ese bar que funciona sobre los terrenos de la estación compartíamos las mañanas junto a los amigos queridos y compañeros de trabajo como Guillermo Ryan, Miguel Michelín, Ana Tosi, Marta Abonizio, y con miembros de otras cátedras como Raúl Ageno, Ovide Menin, Luis Giunípero, Jorge Beso, Juan Carlos Coria, Lucía Bertolano, Alicia Alvares, Cecilia Satriano, Enrique Barés, Norberto Boggino, Guillermo Molina, Antonio Gentile y tantos otros. Luego se comenzaron a sumar nuestros alumnos, convertidos en docentes y hoy relevo de una generación que sentó, bien o mal, las bases de la facultad. Así aparecieron mis queridos amigos y colaboradores, Víctor Quiroga, Flaviana Ponce, María Romina Cattaneo, Melisa Mandolesi, Miguel Gallego, Daniel Poyo García, Luis Turco, Marian Milicich, Brenda Turco, Mauricio Cervigni, Salvador Rizzotto, Horacio Tartaglia, que además de agregar frescura e ímpetu a los proyectos, hoy toman la posta de esa fascinante empresa del conocimiento. Tal vez sea tiempo de reflexión, tiempo para pensar y no para actuar, la facultad necesita un fuerte cambio, pero que necesariamente debe significar un retorno a sus raíces, al espíritu abierto a todas las tendencias teóricas, a todos los conocimientos. Como ocurre con los pueblos, no se puede proyectar el futuro si en el presente no somos capaces de recordar el pasado, tener una memoria activa de lo que se hizo antes que nosotros, recorrer la línea de tiempo, porque esa línea no tiene ni principio, ni fin, somos nada más que un átomo en una sucesión de acontecimientos, ni más ni menos importantes, pero también somos recuerdos encarnados, experiencias realizadas, sueños incumplidos. Si no somos capaces de recordar a los que ya no están, si creemos que solo los que estamos podemos hacer historia, el viento del olvido barrera todo. A los que estamos, a los que fueron y a los que vendrán. Hasta la próxima

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