jueves, 13 de abril de 2017

ODIO.


Existe una creencia acerca de que la humanidad es una especie determinada por el amor. El odio, la violencia, la discriminación, aparecen en los imaginarios sociales como formas anómalas del “ser” humano. Para entender mejor, un violador pondría de manifiesto una forma de perversión de un humano, cuando en realidad el violador es alguien que no controla sus impulsos ancestrales, dominado por los instintos más primitivos, sale a capturar sus presas para satisfacer esos impulsos, tal como lo hizo la humanidad a lo largo de muchísimos siglos. El primer genocidio de la historia lo realizó el homo sapiens hace miles y miles de años destruyendo a otra especie en la tierra, los neardanthales. Los ejércitos de ocupación, de cualquier nacionalidad o etnia, han matado, torturado, violado, vejado, sistemáticamente y ello aun en el siglo XX. Algunos crímenes de guerra no fueron sancionados porque quién los cometió fue el ejército triunfante como es el caso del genocidio realizado por EE.UU. tirando dos bombas atómicas contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki que estaban en el territorio de un Japón absolutamente derrotado. Esta afirmación nos lleva de lleno a la pregunta: ¿Cuál es la esencia del ser humano? El ser humano es una animal salvaje, depredador, violento, que mata aun a los de su propia especie y a otras especies sin motivos, solo para satisfacer sus impulsos instintivos más ancestrales. ¿Qué es la caza de animales sino una expresión de esta violencia depredadora del ser humano?, ¿qué es la destrucción sistemática del medio ambiente para satisfacer la codicia de riquezas ilimitadas de unos pocos? Aun hoy persiste la esclavitud, aunque formalmente ilegalizada, pero que hasta hace unos pocos cientos de años era legal, primero podía ser esclavo cualquier persona (sin importar su etnia o color de piel) luego, los negros se convirtieron en especímenes esclavizables. La discriminación y el odio por cuestiones de religión, color de piel, etnia. nacionalidad fue masiva y constante a lo largo de los siglos, llevando a verdaderos genocidios como el de los armenios a manos de los turcos o los judíos a manos de los alemanes, o la matanza de bosnios fundamentalmente musulmanes a manos de los serbios aun en pleno siglo veinte. En nuestros días asistimos a una creciente ola de xenofobia en diferentes países, tanto de Europa como en Norte América (los éxitos electorales de Trump, Le Pen o las ultraderechas xenófobas de Alemania, Holanda, etc. lo demuestran). Los asesinatos masivos por cuestiones religiosas fueron una constante de la humanidad. En Francia, producto de la primera cruzada interna de la cristiandad, hubo un genocidio de Cátaros llevado adelante por la Iglesia Católica de Roma en el siglo XIII. A lo largo de los siglos la inquisición impulsó la civilización del amor cristiano a caballo de matanzas, torturas, persecuciones que realizaba la inquisición católica de la mano fundamentalmente de los dominicos, aun en América casi desaparecieron los pueblos originarios al ser exterminados por los españoles y portugueses. Aún hoy, en pleno siglo XXI asistimos a las matanzas, asesinatos, terrorismo salvaje de los grupos islámicos fundamentalistas como Al Queda o el ISIS que lanzan, como lo hicieron sus ancestros guerras santas contra los infieles, es decir los que no piensan como ellos. Si esta es la característica constituyente del ser humano ¿porque se sostiene desde las religiones, la filosofía, la política, que el ser humano es una criatura cooperativa, solidaria, amorosa, contemplativa? Esto ocurre porque la cultura ha intentado a lo largo de los siglos reprimir estos instintos violentos de los seres humanos. A lo largo de la historia humana, fundamentalmente desde que nos convertimos en grupos sedentarios, hace unos 8 a 10 mil años el ser humano ha intentado establecer un marco normativo de la convivencia, tratando de limitar la libertad de depredación contra los propios miembros de la especie. Las diferentes civilizaciones establecieron normas para penar la violencia humana, claro que a veces se combatió fuego con fuego, como el código Hammurabi, que establecía la famosa ley del talión (ojo por ojo, diente por diente) o la pena de muerte en países “civilizados como China, EE. UU, etc. La humanidad perfeccionó los mecanismos reparadores y como dice Michel Foucault reemplazó la ley del más fuerte donde las diferencias eran resueltas a punta de espada por los estrados judiciales donde el juez que reemplazaba al soberano (rey o presidente) en las diferentes regiones laudaba en los pleitos. La violación permitida en la edad media, como por ejemplo el “derecho de pernada”, que permitía al señor feudal violar a la mujer del vasallo en la noche de bodas, con el correr de los siglos fue penada, la prohibición del robo y el asesinato practicado por las bandas dominantes de seres humanos a lo largo de los siglos ingresó a los códigos, la esclavitud fue abolida en casi todo el mundo, aunque persisten formas de esclavitud como la que llevan adelante los proxenetas con las mujeres. Hay formas de violencia y terror que no fue abolidas, la violencia de las elites dominantes contra las clases dominadas, que producen genocidios invisibles por la desigualdad social, que condena a la pobreza e indigencia a miles de millones de seres humanos con sus efectos hambre, desnutrición, miseria, muerte por enfermedades curables, etc. El terrorismo de estado, como por ejemplo en Argentina entre 1976 y 1983 (como en muchos países de América Latina y África) que destruyó miles de vidas, especialmente jóvenes. Si el ser humano es amor, ¿porque persiste la desigualdad, la discriminación, la represión salvaje, aun en la llamada democracia burguesa? Es que, aunque la cultura haya intentado someter, sobre todo a través de mecanismos como la sublimación, la violencia, la carga instintiva aun domina gran parte del ser y hacer humano. La violencia está en nosotros, no es algo solamente producido por el exterior, tendemos a apoderarnos de lo que pretendemos, a dominarlo, a violentarlo. Existe una gran diferencia entre el sexo y el amor, el amor es una forma de cultura con la que los seres humanos revestimos nuestras pulsiones sexuales, el cariño, la ternura, el cuidado hacia el ser que amamos está determinado por la cultura, no es instintivo, desde que nacemos somos educados para dominar las pulsiones violentas, para ocultar el deseo de posesión, algunos lo logran, otros son violadores. Ciudadanos comunes, “pacíficos”, son capaces de cometer actos violentos inaceptables como el linchamiento público y bestial de jóvenes en conflicto con la ley que son atrapados por la horda de vecinos después de un acto de pillaje. Y así como la cultura trata de domesticar el ser violento, algunos gobiernos incentivan el odio y la violencia como herramienta de dominación política y social. En Argentina, en el último año hemos asistido a una escalada de violencia directa desde el Estado que reprime cada vez más salvajemente cualquier impugnación al gobierno del Cambiemos, heridos por la represión, presos políticos, salvajes atropellos contra sedes partidarias, manifestaciones de discriminación, etc., son moneda corriente en estos días, y si no son percibidos como tales por los ciudadanos comunes, es porque los medios de comunicación masiva ocultan, distorsionan, tergiversan estos hechos. El domingo 9 de abril de 2017 la policía reprimió salvajemente a una manifestación de docentes que pretendía instalar una carpa de protesta en Plaza de los Dos Congresos en Bs. As. Como tengo la costumbre de ver como tratan el tema los diferentes medios de noticias realicé zapping, solo el canal C5N transmitía la represión en vivo desde la plaza, el resto de los canales lo ignoraron hasta que horas después no fue posible seguir ocultándolo, entonces pusieron al aire la represión, pero en vez de designarla con este término, hablaron de la acción de la policía evitando el delito de ocupar el espacio público y acusaron a los docentes, fundamentalmente mujeres, algunas mayores, de atacar, con sus manos solamente, a los policías, que estaban armados con palos y escudos. Es como decir que la culpa de que EE.UU. tirara las bombas atómicas en Japón, fue de los japoneses (cosa que hizo el gobierno norteamericano). Pero hubo otra violencia, la de los periodistas de los medios hegemónicos que atacaron sin piedad a las víctimas, los docentes, que pretenden ganar un sueldo que, aunque mas no sea, iguale la línea de pobreza (muchos sueldos docentes en Argentina están por debajo de la línea de pobreza) con viejos argumentos falaces como que hay mucho ausentismo en la docencia, que trabajan pocas horas, que las pruebas PISA demuestran que la educación de los niños es mala, etc., argumentos que no rebatiré en este escrito porque ya han sido extensamente refutados por los propios docentes y especialistas en educación. Este discurso violento utiliza un supuesto amor a los niños y estos periodistas dicen que los paros docentes perjudican a los alumnos más pobres porque no están en las aulas y no tienen 180 días de clase al año, pero oculta algunas cuestiones como las escuelas conteiner (niños pobres que toman clases en conteiner de mercaderías) las escuelas desvencijadas (se la caen los techos o tienen los vidrios rotos obligando a los niños a padecer frío) que son alrededor de un 40% de las escuelas del país según los expertos. Estos mismos periodistas de los medios hegemónicos (Grupo Clarín, La Nación, América, etc.) predican la violencia contra los piqueteros (ciudadanos en estado de extrema pobreza que cortan calles o rutas en afán e ser escuchados y que el gobierno les acerque soluciones a sus tribulaciones), e incitan a la violencia de las clases medias motorizadas a las que colocan como víctimas de tránsito obstaculizado por la protesta de esos indigentes. Estamos pues en un cuadro en el que el ser violento de los argentinos es incentivado a estar a flor de piel por el gobierno y los medios de comunicación, y ello tiene consecuencias, una de las más importantes es un espiral de violencia que se sabe cuándo empieza, pero nunca donde acaba. La realidad cotidiana de Argentina hoy es movilizaciones cotidianas, cortes de rutas y calles, huelgas, toma de colegios, etc., y la respuesta del gobierno a las legítimas protestas es la represión violenta y la de sus cómplices de los medios de comunicación el incentivo a tomar justicia por mano propia, a denostar a los que protestan, a ocultar o desfigurar los actos violentos del gobierno. Las primeras consecuencias se están viendo, en Santa Fe un camionero desenganchó su acoplado, se subió al camión y embistió a un piquete produciendo muerte entre los que protestaban, los manifestantes le quemaron el camión indignados. En otro piquete un motociclista embistió a los manifestantes hiriendo gravemente a una joven y hace unos días un automovilista de 50 años recibió la orden de la policía de desviarse en una calle de Rosario por una manifestación de obreros de General Motors que protestaban frente al Ministerio de Trabajo por suspensiones y la desobedeció, aceleró y embistió a los manifestantes hiriendo a tres, luego paso un semáforo en rojo e intentó huir siendo apresado por la policía. Como hemos dicho, esta violencia se desata, entre otros motivos, por la acción represiva del gobierno que naturaliza el ataque a los ciudadanos que protestan y el repiqueteo justificatorio de los medios de comunicación que atacan impiadosamente a quienes protestan por la caída de los ingresos, la pobreza y la indigencia a la que son sometidos. Estos cómplices de las políticas de humillación del pueblo argentino para aumentar la riqueza de unos pocos (de adentro y afuera) mienten a sabiendas y promueven el odio contra el otro diferente que se ve despojado de su futuro y el de sus hijos por la acción de políticas económicas codiciosas de los grandes burgueses. La paradoja es que mientras ellos cobran jugosos sueldos por su traición a sus conciudadanos mas necesitados, criticando los paros de los trabajadores, los piquetes de los indigentes, diciendo que no respetan el derecho de los demás, sin importarles que tanto son conculcados los derechos a una vida digna, a la educación de calidad, a la salud que tienen los que protestan. Esta situación es en extremo peligrosa, no debemos olvidar que tanta inequidad y violencia, llevada a cabo por sucesivos gobiernos (especialmente militares después de 1955) llevó primero a las protestas, ello a represión violenta, y luego los jóvenes se radicalizaron y todo confluyó en una escalada de violencia que se detuvo con el retorno de la democracia representativa durante la transparente gestión de uno de los pocos estadistas del siglo Raúl Alfonsín, pero que costo miles de vidas. En Argentina estamos recorriendo el mismo camino, y la responsabilidad de la violencia tiene un nombre, el gobierno de derecha de los sectores más concentrados de la burguesía con la complicidad de los medios de prensa y sus periodistas títeres y antiéticos. Está en nosotros restablecer la convivencia dominando al monstruo que llevamos adentro, retomando el proceso de construcción de una cultura de paz, igualdad y bienestar interrumpido el 10 de diciembre de 2015, y ello solo será posible si los responsables cambian el rumbo de su proyecto inequitativo de país. Hasta la próxima

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