sábado, 5 de noviembre de 2016

El simulacro en educación.


La educación ha sido desde el siglo XX para algunos, la estrella de la trasformación. Los diferentes regímenes políticos que se construyeron bajo la hegemonía del capitalismo proveyeron a la misma de una importancia trascendental, sobre todo en lo referente a los mitos de la eliminación de la pobreza y las desigualdades sociales. Pero a que nos referimos cuando hablamos de educación. Según el diccionario etimológico, educación proviene del sustantivo latino educatio, onis, derivado de educare. Educare ‘educar’, ‘criar’, ‘alimentar’ se formó mediante el prefijo ex- ‘fuera’ y el verbo ducere ‘guiar’, ‘conducir’, originado en el indoeuropeo deuk-. Es decir que loa palabra educación posee un doble sentido, como educare es criar, alimentar, pero como educere remite a guiar conducir. Es interesante reflexionar sobre esta doble raíz del termino porque los dos sentidos tienen que ver con el proceso educativo, ya que no es posible conducir, guiar, sino se alimenta y cría al infante en condiciones adecuadas (nutrición, salud, ecosistema adecuado, etc.) Porque puse por título “El simulacro de la educación”, porque en nuestros países no se educa, se simula que se educa. Además de los ítems que señalé respecto a lo que implica la calidad de educación, también es necesario destacar una idea que vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo desde este blog, educar no es conformar, es decir hacer conforme a un modelo, supone una operación muy compleja que en su base pivotea sobre un concepto poco presente en las escuelas y las tecnologías educativas, el pensamiento crítico. El pensamiento crítico es una forma de reflexión en la que el sujeto parte de la idea que lo que tiene frente a sí, no necesariamente es lo que le dicen que es, y por lo tanto es necesario que aplique su descernimiento para elucidar lo que en realidad la cosa “es”. Voy a trabajar a partir de un concepto, cuando hablamos de salud a que nos estamos refiriendo. Si siguiéramos a las definiciones más clásicas, por ejemplo, las primeras de la OMS, diríamos que la salud es ausencia de enfermedad, pero esta definición no contiene muchos de los elementos que hacen a una vida saludable como por ejemplo vivir en un entorno saludable, tal vez por ello es que la OMS a la definición de salud le agregó un plus de bienestar (“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social"). La página, http://concepto.de/salud-segun-la-oms/#ixzz4P9sN0ilk nos informa que para la OMS “la salud contiene una serie de factores que la componen. Para comenzar, el estado de adaptación al medio ya sea biológico o sociocultural; el estado fisiológico de equilibrio; el equilibrio entre la forma y la función de un organismo y la perspectiva biológica y social como las relaciones familiares o los hábitos. Es la estrecha relación y semejanza entre estos aspectos lo que determina el completo estado de salud de un ser particular y es la carencia de uno de ellos lo que genera cualquier estado de enfermedad. Toda enfermedad consta de una relación entre un huésped (sujeto), un agente (síndrome) y ambiente (factores que intervienen)”. Podríamos seguir buscando y encontraríamos muchas definiciones, que dependen de la perspectiva ideológica y teórica del enunciador. Lo común es que en la docencia universitaria se produzcan dos conductas simétricas de los profesores y alumnos. Por un lado, los docentes le exigen al alumno que repita sistemáticamente lo que ellos piensan, por el otro, el alumno requiere de sus docentes que le brinden definiciones para repetir en esas monstruosas maquinarias de tortura que llamamos exámenes. El acto de conocimiento es entonces, una simulación en la que el docente pregunta para que el alumno conteste precisamente lo que él desea. El alumno hace como si le interesara lo que está diciendo y creyera en ello y el docente, como si creyera la fe del alumno en lo que dice. En este simulacro, la evaluación es una parte importante del simulacro de la educación. Cuál sería la otra posibilidad, que ambos, docente y alumno, sobre la base de la lectura y análisis de los textos teóricos y de su confrontación con los datos de la realidad, debatan, en el acto de la evaluación, los diferentes pareceres que construyen por el impacto de los conceptos trabajados en la subjetividad de cada uno. Allí no importa si la reflexión del alumno es compartida por el docente, lo central es el proceso de reflexión cooperativa y la base conceptual en la que se apoya cada uno. Dos digresiones importantes. La primera es que las definiciones, si algún valor tienen, decía Engels, es la de constituir un punto de partida para la reflexión. La segunda, en términos de Enrique Pichón Riviere, es que un conocimiento es tal cuando se incorpora al mundo interno del sujeto cognoscente y realiza un clivaje con la experiencia de ese sujeto. Repetir un concepto no es demostración de conocimiento, muchas veces me han dicho los médicos que en sus exámenes de anatomía en la Facultad de Medicina debían saber cuáles eran los 206 huesos del cuerpo humano, pero cuando interrogamos a un médico sobre este “conocimiento” en la mayoría de los casos solo recuerda aquellos que hacen a su práctica especializada. En la universidad, la más importante y extendida forma de enseñanza está constituida por la clase magistral, en la misma el profesor se para frente a los alumnos y desarrolla durante dos o más horas un tema, la interacción es casi nula y por experiencia sabemos que cuando asistimos a largas conferencias, solo una pequeña porción de las mismas, y en algunos casos nada, queda en nuestra memoria. Esto ocurre por diversos factores, a veces la gran cantidad de alumnos dificulta la interacción, otras el ego del docente impide el debate productivo, muchas veces el contenido trabajado no está en el foco de atención del alumno, o no tiene relación con la experiencia vivida por este, pero en la generalidad de los casos, una clase magistral es un dialogo inexistente, en las que las personas no escuchan, ni atienden. Otro de los problemas del simulacro consiste en la obsolescencia de los contenidos en relación a los cambios tecnológicos y sociales. Por dar un ejemplo, en la Facultad de Psicología de Rosario, se mantuvo el plan de estudios durante más de 30 años, la sociedad en ese lapso de tiempo había cambiado al punto tal que para un sujeto nacido en la década del ochenta resultaba muy difícil entender el mundo de los nacidos en décadas anteriores, pero los contenidos que se daban en la facultad eran los mismos. Los textos utilizados llegaron a repetirse en más de 37 programas, muchos de ellos correspondían al siglo XIX (mas allá de la vigencia que pudieran tener), en ese período existieron muy pocas investigaciones que produjeran nuevos conocimientos, y las publicaciones eran casi inexistentes y de bajo nivel de formalización científica. En este contexto, la fo4rmación en Psicología se constituyó en un simulacro. Pero para no cargar las tintas en esta disciplina, veamos la formación en una de las carreras de alta tecnología, la de ingeniero en sistemas. Acá encontramos un dato relevante, la mayoría de los estudiantes abandonan antes de terminar la carrera, y cuando se investiga las causas del abandono la respuesta es que en la práctica privada encuentra una mayor actualización tanto del equipamiento como de los programas. La enseñanza discurre por carriles en los que el hardware es casi obsoleto en las facultades y se enseñan software que están casi fuera del uso cotidiano. Existen pocas unidades académicas en las que se produzcan conocimientos, aunque el supuesto leiv motiv de la política universitaria sea la investigación, pero, además, encontramos el agravante que esa producción la realizan investigadores formados, con poco o nada, según los casos, de inserción de los alumnos en esos proyectos. Esta “desconexión” entre lo que se enseña en las facultades y los requerimientos del mercado laboral, tiene que ver, además del equipamiento, la actualización y la producción de conocimientos, con el carácter napoleónico de la Universidad (segmentada en facultades, carreras y cátedras con poca o ninguna conexión entre sí) y la perspectiva burocrática del proceso de formación de los futuros profesionales. El problema de las vías paralelas por las que transitan la universidad y los requerimientos de la sociedad no es solo un problema del nivel superior de la educación, incumbe a todo el sistema educativo y los problemas del mismo son muy parecidos, ya que tienen un mismo origen, el carácter burocrático de la formación. Hace tiempo que las escuelas secundarias no forman para la práctica laboral de los actores de la educación (los alumnos). El alumno que no continúa en la universidad para formarse en su desempeño laboral, debe recurrir, ya no a la educación no formal, sino a la educación informal, que es la que se obtiene de los compañeros de trabajo en la vida laboral cotidiana. Cuando la educación media utilizaba los tornos paralelos de un metro y medio de bancada, o las viejas máquinas de contabilidad, el joven que ingresaba al mercado laboral debía lidiar con tornos de control numérico o computadoras avanzadas con las que nunca había tenido contacto, con el correr de los años estas dificultades se acentuaron. La educación formal, graduada y por niveles, al igual que la universidad napoleónica constituyen formas burocráticas de impartir conocimientos que necesitan ser transformadas, Discutir el cambio en educación es discutir la ruptura de las lógicas pedagógicas y didácticas heredadas, es proponer nuevas lógicas, nuevas matrices de relación entre los actores y la educación y nuevas estructuras de organización del sistema educativo. También supone la necesidad de retornar al financiamiento educativo como una inversión y no como un gasto, una inversión no tiene topes ni límites, la formación de recursos humanos siempre requiere más. No creo equivocarme si digo que en Argentina la cantidad de patentes anuales no supera los dos dígitos. España estaba en una situación similar en las décadas de los setenta y ochenta, actualmente tiene más de dos mil patentes anuales, que son muchas menos que las más de diecisiete mil patentes anuales de Japón, pero muchas más que la nada de los setenta. Como logró este crecimiento, con inversión, donde por años el dinero fue a un agujero negro, pero que, a través de un largo período, esa “pérdida” sensible de recursos, redituó en la formación de una masa crítica de científicos que le permitió tener organizaciones de punta como por ejemplo el Centro de cirugía de mínima invasión de la Universidad de Extremadura. La escuela primaria tiene un problema adicional, no ha podido superar la impronta de la escuela en su creación, continúa con los viejos sistemas que apuntan a disciplinar la mano de obra, se limita a los niños rebeldes y críticos (como en general ocurre en los niveles posteriores, aunque en proporciones distintas y con técnicas de represión diferentes) y se obliga a los niños a realizar actividades que van contra natura de su propio desarrollo exigiéndoles absorber conocimientos que nunca van a aplicar en su vida y segmentando los conocimientos en función de los diferentes extractos sociales (a los muy pobres de escuelas marginales hay que darles de comer más que educarlos), y los más ricos de las escuelas privilegiadas tienen una erudición banal que poco sirve para poder desempeñarse como actores sociales de privilegio. En general, esto ocurre porque el diseño de las leyes, planes de estudio, programas, didácticas, etc., están en manos de funcionarios ministeriales que poco o nada saben de las necesidades educativas del medio social, o no están al tanto de las transformaciones vertiginosas de la ciencia y la tecnología y su impacto sobre el mercado laboral. Por dar un ejemplo, en menos de 50 años, las profesiones actuales (y no solo las universitarias, sino todas) serán obsoletas, ¿habrán previsto esos funcionarios este horizonte de visibilidad y organizado la formación para evitar la crisis que se avecina?, la respuesta es necesariamente que no. Y en que me apoyo para no creerlo, en el proceso de tratamiento de la ley de educación de la provincia de Santa Fe, en el que ni siquiera los docentes (ni hablar de padres y alumnos) han sido convocados para que definan criterios de los cambios en el sistema educativo (se realizan sí, simulacros participativos en los que las resoluciones están escritas de antemano). No discutimos temas centrales como cuál es la actividad formativa que deben tener los niños en relación a su desarrollo biológico y psíquico, se continúan con cuestiones que plantean mayor tiempo de los niños encerrados en las escuelas cárceles y con tareas para el hogar que les impiden disfrutar de la niñez y tener actividades propias de un infante, el resultado, los niños odian la escuela, detestan el aprendizaje, porque más que ser una aventura del conocimiento, se constituye en una rutina aburrida y tediosa que no les aporta nada, en la que lo principal es cumplir con los ritos burocráticos de la escuela. Si queremos discutir la educación, debemos empezar por discutir estas y otras cuestiones de fondo y no temas insustanciales como los que se están discutiendo en este momento. Hasta la próxima.

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