jueves, 13 de octubre de 2016

Paredes limpias, conciencias sucias


En estas últimas semanas ha recrudecido el ritmo de las protestas contra la inseguridad, en otras entradas he discutido estas movilizaciones, no porque no exista el derecho a movilizarse para exigir seguridad y reclamar justicia, sino por los contenidos de una parte de esas movilizaciones. En algunas de ellas hemos visto grupos de ciudadanos violentos, que han pretendido linchar a algún sospechoso de robo, y además existen reclamos de mayor mano dura, más represión, leyes más duras y eso si es preocupante. En primer lugar, quiero tomar algunas palabras de Michel Foucault que me fueron recordadas en Facebook en estos días. En “Redes de poder” Foucault afirma que la delincuencia tiene una cierta utilidad económico-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente "cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuantos más crímenes hayan, más miedo tendrá la población y cuanto más miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porque en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día. No dudo que es legítimo el reclamo contra la inseguridad, pero atendamos a lo que nos dice este autor, la burguesía utiliza permanentemente el reclamo de la inseguridad, agita su fantasma, para desviar la atención de todos lo ciudadanos de otras cuestiones que deberían ocuparnos y preocuparnos. Foucault sostiene que en el siglo XIX la burguesía, frecuentemente agitaba el fantasma de la inseguridad, por la presencia de salteadores de caminos, tema que también aparece en argentina, donde los frecuentes asesinatos de colonos llevaban a la prensa a solicitar una acción más represiva de parte de las autoridades. La intención de la clase dominante, no era obviamente terminar con el delito, sino contar con herramientas que les permitiera reprimir con fuerza a una clase obrera que cada vez amenazaba más su dominio de clase. El reclamo de la inseguridad, que se orienta a los delitos de arrebato, entraderas, violaciones, etc., (algunos de los cuales terminan en asesinato de las víctimas) ha calado muy hondo en los sectores medios, los que son proclives a tomar el discurso discriminatorio y represivo de los medios de comunicación. En el reciente encuentro de mujeres en Rosario, un sector de una movilización de cuarenta cuadras, realizó algunas pintadas en los muros de la ciudad. Además, se produjo un enfrentamiento entre los manifestantes y la policía que terminó con varias mujeres heridas. El accionar de la policía fue francamente delictivo, existen fotos en las que un policía patea con borceguíes a una casi niña tirada en el suelo, la policía usó balas de goma apuntadas directamente a la cabeza de las manifestantes y acometió con violencia contra las mismas. Este accionar recuerda épocas que creíamos superadas, pero presentes. La policía tuvo la misma conducta que durante las dictaduras, viendo a los manifestantes como enemigos y no como ciudadanos que protestan. Lo importante es que el gobierno provincial, en boca de su ministro de gobierno, Pullaro, lejos de criticar la actitud de los policías, salió a acusar a las manifestantes, hablando incluso de infiltrados, lenguaje siniestro muy propio de las dictaduras. Algunos periodistas, apoyaron la represión, y también se sumaron al coro de críticas reaccionarias, generando una operación de prensa destinada a descalificar a las mujeres que protestaban. Muchos ciudadanos salieron a criticar las pintadas, horrorizándose por las paredes sucias, creo que esto demuestra hasta qué punto ha calado el proceso de endoculturación llevado adelante por el relato macrista sostenido a rajatablas por los medios de comunicación y sus periodistas mercenarios. Para analizar mi análisis decidí recurrir a un documento gráfico, la foto que acompaño fue publicada por el diario La Capital en página 8 de la edición del 11 de octubre de 2016.
Si el lector observa atentamente la foto, las dos mujeres están mirando las pintadas, no creo que tomen nota del indigente que está durmiendo a la intemperie dado que esto ya es un paisaje cotidiano en la argentina de Macri. Camino toda la ciudad desde que llegué a ella en los lejanos años 70', todas las paredes estaban y están un asco por pintadas de hinchas de fútbol, partidos políticos, grafitis varios, etc., y en estos años si bien existieron protestas, sobre todo por las campañas políticas, nunca escuché que los señores periodistas se hicieran cruces por este evento ciudadano. Además, si las mujeres se expresaron dejando sus ideas en las paredes para compartirlas con todos, la municipalidad tiene siempre la posibilidad de limpiar las mismas (creo que no debería hacerlo), como ha dicho que va a hacer. Pintar consignas en las paredes es un acto de libertad de expresión de mujeres (y de todos los ciudadanos) que se juegan por ideas igualitarias. Lo curioso es que en los medios hablan de las paredes sucias, pero no de la represión salvaje de la narco-policía, se quejan de las paredes sucias y no ven, como las mujeres de la foto, a los mendigos durmiendo en la calle a la intemperie, eso sí es horrible, porque ningún ciudadano argentino debería estar en esa situación. La pregunta que surge es que hacen los gobiernos nacionales, provinciales y locales por estos ciudadanos argentinos puedan tener condiciones de vida mas dignas?. Tal vez la clase media debería comenzar a procesar sus propios pensamientos y no interesarse tanto por la estética ciudadana, pero a la pequeña burguesía que habita en el centro de la ciudad, y más recientemente en barrios cerrados o en costa norte, en suntuosos departamentos o casas muy confortables no les importa el sufrimiento de los pobres y los indigentes, importa tener paredes limpias, aunque la sociedad sea un asco. Hasta la próxima

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