miércoles, 24 de junio de 2015

Pueblo, nación y ciudadanía.


Algunas nociones son repetidas como si tuvieran significados unívocos, pero cuando se las analiza se pone de manifiesto que son términos polisémicos. Uno de estos términos es la noción de pueblo. La tradición populista ha trabajado en su construcción política con el pueblo como referencial, aun los sectores que se posicionan desde una perspectiva más progresista sostienen esta noción. Es frecuente que la presidenta haga llamados a la unidad de todo el pueblo, y desde la izquierda se enarbolan nociones tales como el pueblo unido jamás será vencido. La primera pregunta que surge es: Que es y como está compuesto el pueblo? Se habla del pueblo argentino, y se le otorga a esa entidad características que supuestamente son comunes a todos los argentinos, son un pueblo maravilloso, trabajador, emprendedor, y muchos otros adjetivos, porque cuando se habla de pueblo se reflexiona sobre una entidad compuesta de virtudes. No es lo mismo pueblo que población, la población son el conjunto de personas que habitan un determinado territorio, el pueblo en cambio sería el conjunto de individuos con rasgos característicos e intereses comunes. Pensemos que tan así es esta afirmación. En primer lugar los argentinos son un variopinto de sujetos con características muy diferentes. No es lo mismo el ciudadano que se levanta a las cinco de la mañana y que en invierno con grados bajo cero trabaja a la intemperie para cobrar un magro salario; que un dueño o gerente de una empresa que gana millones al año y que trabaja en una oficina lujosamente amueblada, con todas las comodidades y tecnologías y que no sufre ni el invierno ni el frio. No es lo mismo un trabajador de los medios monopólicos que cobra un salario que no le permite satisfacer todas sus necesidades; que los sicarios a sueldo de ese mismo monopolio que no matan con armas, pero que matan nuestras ilusiones todos los días con mentiras y difamaciones, desmoralizándonos y aumentando nuestro sufrimiento psíquico, solo para seguir cobrando los jugosos salarios que les pagan sus patrones por la obediencia ciega a los mismos, dejando de lado toda consideración ética, solidaria, de honestidad o vergüenza. Los llamados periodistas “independientes” son solo eso, mercenarios a sueldo de los grandes burgueses dueños de los medios de comunicación de masas, personas deleznables que confían en que la conciencia de la gente es manipulable, falseable, domesticable, y que basta con decir una mentira, lanzar una injuria, defenestrar la moral y el buen nombre de un funcionario, para destruir a los que ellos llaman oficialistas, no importa que en pocas horas se demuestre que lo que dijeron es mentira, el daño ya lo hicieron. Un proyecto de periodista como soy yo, que desde este modesto blog quiero sostener el debate de ideas y proyectos que la sociedad argentina se niega a dar, no tiene nada que ver con “periodistas” tan encumbrados como miserables de la talla de Lanata, Van der Koy, Castro, Bonelli, Roa, Blanc, Kirchbaum Biasatti, Majul, Grondona, Longobardi, Morales Solá y tantos otros que necesitaría muchas páginas para nombrarlos. En algún momento pude pensar que estos “periodistas” obraban de buena fe, pero la evidencia que nos da sus prácticas periodísticas, no permite sostener esa hipótesis, obran de mala fe, su objetivo es dañar la economía nacional y la de los argentinos más vulnerables, se alinean con los buitres que pretenden esquilmarnos, con cuanto gobierno es enemigo de la Argentina, con cuanto político extranjero denosta a nuestros gobernantes, apuestan al fracaso y la ruina del país, entonces, como puede considerárselos parte del pueblo argentino. Sinceramente, creo que es mas parte de esa entelequia que se llama pueblo un motochorro que estos rufianes de guante blanco. Tampoco puedo considerar que tengo intereses o cultura comunes a los jueces y fiscales de la dictadura que aún permanecen enquistados en el sistema judicial o a los militares que asesinaron a miles de argentinos para poder gozar de los beneficios de la corrupción que instalaron en el país. Menos aún puedo considerarme parte de un colectivo en el cual están los miembros de la sociedad rural, esos que Sarmiento denominó “oligarquía con olor a bosta de vacas”, cómplices necesario de los crímenes de la dictadura, empresarios corruptos que robaron empresas a punta de pistola como lo hicieron los directivos y dueños de La Nación y Clarín con Papel Prensa, o que robaron los ahorros de los jubilados con operaciones dolosas como lo hizo el grupo Clarín con las AFJP que controlaba, o tantos negociados que robaron el patrimonio de los argentinos durante el menemismo y el delarruismo. Se equivocan los que piensan que toda esa lacra de burgueses corruptos y sus lacayos de turno son parte del mismo colectivo que los trabajadores. Los trabajadores tenemos intereses, culturas, éticas, conductas y conciencia muy distintas. Ellos aspiran a ganar más de lo que pueden gastar a costa de la miseria de la gran mayoría de la población, ellos se roban los unos a los otros en operaciones de bolsa, ellos mienten, difaman, coimean mientras nosotros trabajamos, sudamos, perdemos horas de vida para poder juntar unos pocos pesos que nos permitan vivir. Ni siquiera en la guerra de Malvinas fuimos iguales porque mientras los hijos de los trabajadores, de los campesinos iban a morirse de hambre, a ser maltratados por los milicos sangrientos que supuestamente debían conducirlos, a ser ametrallados por los ingleses, los hijos de los burgueses se quedaban en sus cómodas mansiones, yendo a divertirse mientras los más necesitados morían. Definitivamente no somos iguales, un abismo separa a la parte más rica y opulenta de la sociedad argentina de los más vulnerables y necesitados, efectivamente como dicen los sicarios de la palabra, encabezados por Lanata, hay una grieta, una grieta ancha y profunda, que fue cavada durante mucho tiempo por los capitalistas salvajes que para robarle las tierras a los pueblos originarios cometieron genocidio con ellos, que asesinaron a millones que luchaban por su dignidad como ocurrió en la Patagonia rebelde, la huelga de los talleres Vasena, en la resistencia peronista a las dictaduras, durante la última dictadura genocida, en la plaza de mayo cuando el delarruismo arrolló a la multitud que clamaba en contra de la desocupación y la miseria creciente. En realidad no existe el pueblo, lo que existen son clases sociales que están en pugna, a veces de manera abierta, a veces de manera subterránea. Aun la propia burguesía no es un colectivo monolítico, existen dentro de ella diversos intereses, a veces casi antagónicos, hay capitalistas que son explotados por los capitalistas más concentrados, por los financistas que prestan dinero con tasas usurarias, que son destruidos cuando no cumplen con los mandatos de los poderosos. Estos sicarios a sueldo (los “periodistas independientes”) defienden los intereses de los que no soportan ni un mínimo cuestionamiento a su poder. Por eso atacan sin piedad al kirchnerismo, porque representa un intento de reivindicar en parte a las mayorías marginadas y bastardeadas durante años. No son parte del mismo colectivo que integramos nosotros, los trabajadores, quienes ni siquiera pueden ocultar sus pertenencias políticas, quienes cuando entrevistan a un Macri, un Masa, o cualquier otro sinvergüenza autoritarios travestido de popular y democrático le hacen el campo orégano en la entrevista y luego tienen el tupé de difamar a los periodistas de 678 porque dicen, ahora ven a Scioli como alguien de ellos y lo alaban, cuando estos miembros de 678 lo primero que hicieron es definirse como parte del kirschnerismo pero con diferencias con Scioli, se lo dijeron en la cara, y le hicieron críticas que nunca se escuchan cuando los sicarios mediáticos entrevistas a los opositores. Lo que les molesta de los programas que ellos llaman oficialista no es que sean eso, oficialistas, sino que desde que existen ponen al descubierto su miseria, su travestismo, su infamia, su mercenarismo, mostrando archivos que muestran lo que realmente son. Les molesta no tener la impunidad que tuvieron en otro momento para mentirnos, les molesta que ya no sean los intocables, que pueden ser criticados, que sus prácticas corruptas pueden quedar a la vista. No pueden ser parte del mismo colectivo los que se asombran de la formula Scioli/Zanini que son parte del mismo espacio político, y no se asombraron ni dijeron nada del grupo A que unía a radicales, socialistas, derechistas de todo pelaje para trabar el funcionamiento institucional del país, o no dicen nada de las movilizaciones que juntan a Nazis confesos, con personajes como Pando que defienden a los militares genocidas con militantes de centro o izquierda. Saben que es un discurso mentiroso de Macri cuando habla de acompañar a la gente, de cuidar a los más débiles, que es una falacia impúdica, pero lo ocultan, cuando el lector escuchó en TN, Canal 13, Clarín, La Nación, Perfil, u otros medios concentrados alguna crítica a la oposición. Para ellos supuestamente todo lo que hace el gobierno está mal y lo que dice la oposición es maravilloso, entonces cabe la pregunta: porque fracasaron con sus proyectos neoliberales los Macri, Masa, Menem, Sáenz, etc. Es hora de separar la paja del trigo, unirnos entre los que tenemos intereses y sufrimientos en común y dejar de votar a payasos impresentables, automovilistas con Alzheimer, empresarios exitosos para robarnos lo nuestro, periodistas mentirosos y comenzar a confiar solo en los que son como nosotros. No hay pueblo, y si pudiéramos hablar de pueblo hablaríamos de los que sufren, de los que luchan, de los que son excluidos. Mientras tanto hablemos de ciudadanos, unos que viven a costa del esfuerzos de la gran mayoría y que nunca van a querer ceder sus privilegios y otros sometidos a su yugo. Hasta la próxima.

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