Mucho se ha discutido sobre la democracia desde los griegos hasta hoy. Pero sigue sin definirse el problema fundamental, el de la resolución colectiva de los temas atinentes al bien común.
Es, a mi entender, parcial, definir a la democracia como gobierno del pueblo, la acepción generalizada nos dice, del griego demos : pueblo, kratos : gobierno. Pero existe otra etimología, que poco se discute, y casi nada se ve en las escuelas, en el griego clásico el demoi era el plural de demos, que no eran otra cosa que agrupaciones de linaje en las que estaban inscriptos los griegos atenienses varones, descendientes de atenienses por vía materna y paterna desde tiempos inmemoriales, los que los constituían una minoría en la sociedad, incluso dentro de la población libre.
Fuera de la democracia ateniense quedaban los libertos, los esclavos, las mujeres, los metecos, es decir, la mayor parte de la población.
La democracia ateniense que duró menos de dos siglos derivó en un sistema integrado por tres niveles, la asamblea del pueblo (varones que portaban armas), el consejo consultivo que estaba integrado por los ancianos y los notables, y un poder ejecutivo que estaba reservado a un rey o un cuerpo de magistrados integrantes de la oligarquía.
Es cierto que la participación en las asambleas (de aquellos que estaban autorizados) era a igualdad de derechos, todos podían expresarse y se votaba universalmente.
En Grecia existían tres espacios diferenciados, la ekklesia, o lugar público de debate de los problemas comunes, el agora o espacio semipúblico en el que se debatían problemas filosóficos y políticos (ejemplo la academia de Platón era parte del ágora) y el oikos o espacio privado. La democracia se asentaba en la ekklesia que es donde los griegos ciudadanos, mayores de 18 años debatían en pie de igualdad, nombraban magistrados, aprobaban leyes, decidían sobre la paz y la guerra o sobre litigios y problemas que planteaban los participantes que podían expresarse con total libertad.
Otra de las instituciones de la democracia griega era el consejo que estaba integrado por los ancianos y los ciudadanos más respetados.
Contaban con ejecutivos de las decisiones de la asamblea y el Consejo: los magistrados: los estrategos, los arcontes y los tesoreros. Los magistrados presidian los tribunales de justicia. Los estrategas, que eran 10, uno por cada tribu, eran los jefes de los ejércitos que, dependiendo de sus éxitos militares, podían alcanzar gran prestigio y ejercer un papel esencial en el gobierno de la ciudad. A los arcontes les estaba reservado los asuntos civiles y administrativos o presidían ceremonias religiosas. Los tesoreros estaban encargados de la hacienda
Como vemos la democracia fue desde sus comienzos un espacio restringido, tan restringido como lo es en la actualidad.
Tal vez, una de las formas más democráticas que conoció la historia humana sea la de la comuna de París, surgida de un movimiento insurreccional que gobernó la ciudad de París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, intentando desarrollar un proyecto de carácter autogestionario. La comuna es hija de la derrota del ejército imperial y el cautiverio de Luis Napoleón III a manos de las tropas prusianas.
La comuna se rebeló contra el gobierno de Thiers, quien se instaló en Versalles al no poder doblegar a los parisinos. En los dos meses que duró la misma dejó una marca imborrable en la historia de las instituciones políticas de la humanidad, al punto tal que Marx la consideraba como propia y sostenía que constituía la primera toma de poder de las clases proletarias en la historia de Europa occidental, describiéndola, según nos dice Rougerie, Jacques (Paris libre- 1871. pp. 264-270) como el primer ejemplo concreto de una dictadura del proletariado en la que el Estado es tomado por los obreros.
La comuna dividió definitivamente los caminos de anarquistas y marxistas, ya que para los primeros el signo era haber arrebatado el poder al estado francés para crear un poder revolucionario sin depender de una vanguardia organizada.
La comuna promulgó decretos revolucionarios, entre los que se contaban la autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños, la creación de guarderías para los hijos de las obreras, la separación de la iglesia del Estado, la obligación de las iglesias de acoger las asambleas de vecinos y de sumarse a las labores sociales, la condonación de los alquileres impagados e intereses de las deudas, la revocabilidad de los mandatos de los representantes, etc. Las medidas que promulgaba la comuna obedecían a la necesidad de paliar la pobreza generalizada que había causado la guerra. Asediada por el gobierno nacional, la comuna cayó rápidamente y sus defensores fueron duramente reprimidos. Tras un mes de combates, la reconquista del casco urbano provocó una fiera lucha calle por calle, la llamada “Semana Sangrienta (Semaine sanglante)” del 21 al 28 de mayo donde murieron más de 10000 personas y se incendiaron monumentos históricos y edificios, sometiéndose a Paris a la ley marcial por cinco años.
La comparación de las diversas formas de organización de la democracia nos permite visualizar al menos dos formas de la misma, la democracia como procedimientos y la democracia sustancial.
La democracia como procedimientos, o democracia representativa, es la que más difusión ha tenido. Según ella, los ciudadanos no deliberan, ni gobiernan, sino a través de sus representantes (como indica por ejemplo la constitución argentina), los representantes, que son elegidos por un mandato medido en años, una vez elegidos no rinden cuentas a nadie, pueden o no cumplir con sus promesas de campañas (un viejo político argentino decía que si hubiera dicho lo que pensaba hacer no lo votaba nadie y si hiciera lo que prometió el país sería inviable), En la democracia representativa el representante no rinde cuentas ni siquiera al partido por el que fue electo. Los casos de transfuguismo (ser elegido por un partido y pasarse a otro una vez en funciones) son moneda corriente. El representante, opera en su cargo según sus intereses, y raramente obedece a los intereses más generales. Los ciudadanos, tienen por única participación democrática, elegir cada tantos años a quien decidirá sobre su vida, y por lo general, nunca se enteran de las decisiones que toman aquellos por los que votaron.
La democracia como representación, no está solamente instalada a nivel de las instituciones generales de la sociedad, las instituciones particulares de la misma (universidades, clubes, etc.) también están regidas por la institución de la representación.
En la Universidad Nacional de Rosario (caso que conozco en profundidad) existe una elite burocrática (cuyas significaciones sociales imaginarias van desde la derecha hasta la izquierda) que gobierna la universidad desde 1984, excluyendo de la participación en la gestión al conjunto de los ciudadanos universitarios. Las reuniones de los cuerpos colegiados se realizan en medio de un caos normativo, donde los reglamentos de funcionamiento, o no existen, o son torsionados a gusto de los representantes. Por lo general en las votaciones de estos organismos se argumenta extensivamente, pero lo que vale es la ecuación de los números, quien más votos tiene decide, en la mayoría de los casos al margen de los reglamentos. En casi cuarenta años de docente jamás fui informado de los debates y decisiones del consejo, solo se informa aquellas decisiones con consecuencias operativas.
Si los cuerpos colegiados son arbitrarios, los ejecutivos lo son más, con una serie de herramientas (como decisiones ad referéndum) con las que soslayan a los cuerpos colegiados.
Poder participar en elecciones, el ciudadano universitario debe ser parte de las corporaciones que se disputan el poder, si no se participa en ellas, no se puede ser representante.
Esta modalidad de la democracia representativa, que también funciona a nivel nacional, es la que permite que los partidos políticos sean los que determinan las representaciones, es decir, no es una democracia de los ciudadanos, sino de los partidos. Si Ud. quiere ser diputado, senador, presidente, y no está en un partido, olvídese, a menos que tenga el suficiente dinero como para crear su propio partido. En muchos países, por no decir en la generalidad, se votan largas listas sábanas, el ciudadano ni siquiera sabe a quién vota, ni las propuestas de las corporaciones a las que vota, solo sabe que vota a un determinado partido o alianza, nada más.
En algunos lugares se han tratado de desarrollar formas más participativas, como los referéndums, los plebiscitos, la derogación del mandatos, los presupuestos participativos, asambleas populares, etc.
Es lo que se ha llamado democracia participativa, que se define como un modelo de convivencia política en el que los ciudadanos tienen mayor influencia en la toma de decisiones. Para lograrla es necesario concientizar a los ciudadanos en la necesidad de implicarse en el proceso democrático, asumiendo un papel activo en la escena de gestión.
La democracia sustancial es aquella en la que el poder de la decisión reposa en el conjunto de ciudadanos, los que a través de asambleas determinan directamente los rumbos a seguir. Aun en los países capitalistas existen formas de democracia directa como en los cantones suizos.
La tecnología podría proveer, en un futuro cercano, de herramientas en tiempo real que hagan posible este tipo de gestión, en los hechos en algunos países se está trabajando en lo que se denominan organismos de gestión participativos en tiempo real.
En América Latina hemos logrado acumular múltiples experiencias de gestión democrática en los últimos 30 o 40 años, países como Bolivia, Ecuador, Venezuela, Uruguay, Argentina, Brasil, en mayor medida y Chile, Perú, Paraguay, Colombia en menor medida, han transitado caminos de ampliación democrática.
La ampliación democrática va más allá de la participación del ciudadano como abstracción, supone la ampliación de derechos, límites al capital, sistemas impositivos progresivos, inclusión de minorías segregadas, pluralidad de medios de comunicación, y un conjunto de tecnologías políticas que constituyen un avance en el proceso de construcción de una sociedad igualitaria, cooperativa, autogestionaria y por sobre todas las cosas, basadas en valores éticos y morales como el respeto a la vida, a la opinión del otro, la honestidad, la sinceridad, el respeto al medio ambiente, para lo que las comunidades tienen una herramienta invalorable, la educación crítica y reflexiva.
Hasta la próxima.
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