domingo, 13 de diciembre de 2015

Los unos y los otros.


La burguesía argentina ha desarrollado un plan por etapas. En la primera etapa, mediante los medios de comunicación concentrados y el uso de sus plumas más incisivas como Jorge Lanata, edificó el imaginario de la grieta, construyó a los supuestos arquitectos de la misma (el kirchnerismo y fundamentalmente a la ex presidenta Cristina Fernández) y los acusó de ser los responsables de la supuesta división de la sociedad y del odio que habrían generado entre los argentinos (durante los últimos años asistimos a la propaganda de la idea que hacía creer a los argentinos que los responsables de sus diferencias era el estilo de gobierno del oficialismo). Todo un ejército de escribas de los principales medios de comunicación oral, escrita y televisada drenaron la gota sobre los cráneos de nuestros conciudadanos maniatados a la pira de los prejuicios. Eran esos actores de la derecha reaccionaria quienes taladraban a los ciudadanos con su agitación de que la presidenta era autoritaria, que no escuchaba, que la cámpora era la quintaesencia del mal, etc., etc. Cada día miles de spots propagandísticos disfrazados de noticias nos mostraban que en Argentina los “delincuentes” mataban a mansalva a ciudadanos indefensos, que la inflación perforaba el bolsillo de los trabajadores, que los buenos y honestos ciudadanos no podían especular con el dólar, que los trabajadores tenían que pagar ganancias, que cada vez eran más los que no tenían vivienda propia, que la Argentina circulaba por un estrecho desfiladero de la crisis, que inevitablemente el país se hundía en la bancarrota de un banco central sin reservas, que el déficit se agigantaba, que se emitía dinero sin control, que todos los funcionarios del gobierno eran corruptos, que los kirchneristas se hacían cada vez más ricos y los ciudadanos cada vez más pobres, etc., etc. Hoy por arte de magia la crisis no es tan grave, en el banco central hay 25.000 millones de reservas, la inflación no era tan alta, ya no hay tantas entraderas, ni tantos muertos en los noticiosos y el Estado está en manos de funcionarios eficientes, honestos, impolutos, todos ellos carmelitas descalzas que vienen a dejar sus vidas y fortunas para llevar al país al luminoso futuro que ya estamos construyendo. Se terminó la grieta, ya no existe, los políticos de derecha opositora (Rodríguez Saa, Stolbizer, Masa, Scioli) se suben al carro del diálogo que el nuevo prócer nacional Mauricio Macri convoca y en un pase de magia todos los argentinos volvemos a ser hermanos, con un destino común, hermanados en el diálogo fecundo, con diferencias, pero en una sociedad que ya no está crispada. Cuando ocurrió todo esto, porque ocurrió esto, milagro gritan los oficialistas, San Mauricio convocó al diálogo y los “opositores” concurrieron presurosos, para ello solo bastaron doce horas en que el terminó el mandato de Cristina y asumió el presidente cautelar Federico Pinedo, doce horas en que los argentinos dejamos de disputar, y nos convertimos en generosos hermanos dispuestos a abrazarnos los unos y los otros. Quienes son los unos y los otros de esta historia. Los unos (en otra época se llamaban gente como uno) son los que de la mano de la sociedad de clases y de la explotación capitalista acumularon riquezas sin límites en nuestro país. Son los que cometieron el genocidio contra los pueblos originarios para arrebatarles (eufemismo por robo) sus tierras y someterlos a regímenes de esclavitud, son los que asesinaron a millones de gauchos (a los que consideraban salvajes) los que se enriquecieron a expensas del Estado (como los Macri, Patrón Costa, Peres Compan, Menditeguy, Martinez de Hoz, Acevedo, Anchorena, los Hermanos Roca de Tetchin) Los capitanes de la industria, los miembros de la Sociedad Rural Argentina, los amos de las finanzas argentinas, y que no trepidan en este momento en volver a prenderse de la yugular de los trabajadores para satisfacer su avidez de ganancias sin límites. Los unos son los que participaron activamente en los golpes de estado en la argentina y fueron la pata civil de las dictaduras que asolaron nuestro país desde los años treinta. Los que avasallaron los derechos humanos, los que asesinaron a trabajadores rurales en la Patagonia a comienzos de siglo, los que acribillaron a los obreros de los talleres Vasena en la Semana Trágica. Los unos fueron el contrincante del caudillo santafesino Lisandro de la Torre en su cruzada por el negociado con las carnes que llevaba adelante el Ministro Federico Pinedo (abuelo del actual presidente de la cámara de senadores Federico Pinedo) son los que históricamente manejaron los “negociados” con el Estado. Los unos son los que manejan la prensa concentrada que machaca cada día sobre nuestro entendimiento las mentiras, difamaciones, falsedades con el objeto de construir un universo de pensamiento afín a sus intereses, son los hipócritas que dicen ser honestos, los ladrones de guante blanco que juran terminar con la corrupción, los que participan en negocios del narcotráfico, de lavado de dinero. Los unos son los dueños de la justicia, los jueces, fiscales, policías, etc., al servicio de los intereses de la burguesía más concentrada, y si un gobierno pretende modificar la estructura de la justicia inmediatamente el partido judicial será el brazo militar actual que de una estocada herirá de muerte cualquier tipo de cambio, lo hemos visto con la actual Corte Suprema de Justicia de la Nación con fallos inverosímiles que solo permiten pensar que esos jueces han sido cooptados por los intereses más poderosos de la nación. En definitiva, los unos son el poder real del país, son los que delinquen a diario, pero casi nunca son procesados, y cuando lo son, casi nunca son condenados, y cuando lo son nunca pasan un día en la cárcel, porque las cárceles en un país capitalista como el nuestro son para rateros de baja monta, que no tienen los recursos económicos para pagar abogados, jueces y fiscales que los libren de las condenas por sus delitos. Desde la colonia unas pocas familias, concentran tanto la riqueza que, actualmente, según la revista Forbes, las 15 familias más ricas de Argentina (Bulgheroni, Roca, Perez Compan, Eurnekian, Roermmers, Lacroze, Pagani, Urquía, Rodríguez de Rey, Roman, Sigman, Liberman, Esquenazi, Blaquier, Arrieta Wollman) tienen bienes por una cifra igual a las reservas del Banco Central al 2 de febrero de 2014 (ambos sumaban 28.000 millones de dólares aproximadamente). Ellos junto a familias patricias como los Mitre, los Saguier, Los Menéndez Betty, los Anchorena, Etchevehere, y demás son los que deciden en nuestro país, y cuando algún gobierno los enfrenta, aunque mas no sea con tibias políticas distributivas, lo mancillan, lo difaman, lo injurian como hicieron con el gobierno de Kirchner a través de los medios periodísticos concentrados (Clarín, La Nación, Editorial Perfil, etc. Los unos son el poder real y ahora han logrado tener un país atendido por sus propios dueños. Los otros son los marginados del poder y de la riqueza, los orilleros de la Buenos Aires colonial, los negros sacrificados en las guerras de la independencia y en las luchas civiles del siglo XIX. Son los millones de obreros que escapando del hambre y la miseria migraron a la América para construir un futuro mejor y tuvieron que soportar la ley de residencia, la represión y la muerte cuando se rebelaron. Son los gauchos que eran asesinados en los pueblos del interior cuando no los alcanzaba una leva militar que los enviaba a morir en las fronteras a manos de los pueblos originarios que se sublevaban contra el despojo y son esos propios pueblos originarios que en la derrota conocieron la humillación y el genocidio que los hizo desaparecer como cultura y comunidades (hace pocos años murió la última Ona en Tierra del Fuego). Los otros son los jóvenes que no se resignan a un país donde reinen los privilegios de cuna, la desigualdad social, el hambre y la miseria de millones para satisfacer el lujo y el boato de unas pocas familias. Los otros son los trabajadores explotados y oprimidos de nuestro país. Explotación y opresión que se realiza con la complicidad de corruptos dirigentes sindicales, que hace mucho que dejaron de ser obreros y son parte del sistema de poder de la burguesía, verdaderos burgueses empresarios que viven en mansiones fastuosas de los dividendos que les produce su corrupción y a los cuales la “justicia” y los “periodistas” nunca los investigan, como el camionero Moyano, su hijo dirigente del gremio de peaje, el “dirigente agrario” de UATRE Momo Venegas, el gastronómico Barrionuevo, el judicial Piumato, y tantos otros que por años han usurpado las organizaciones gremiales usándolas para su beneficio propio y constituyendo una burocracia gremial poderosa que transa con los burgueses más concentrados. Los otros son las minorías sexuales discriminadas, los adictos maltratados y considerados delincuentes, los “delincuentes” que son jóvenes desesperados a los que el sistema capitalista les robó su futuro. Los otros son los que sufren la inequidad, la represión, la muerte a mano de policías de gatillo fácil envalentonados por la aceptación del discurso de la inseguridad que plantea que ellos no son humanos, son “delincuentes” y como tal deben ser eliminados, como en un momento la dictadura cívica/militar salió a eliminar los “terroristas” que no eran otra cosa que revolucionarios que se habían levantado en armas (como lo indica la constitución) contra los usurpadores del poder. Los otros somos todos los que sufrimos cada día a este sistema injusto que limita nuestras posibilidades y nos condena al ostracismo. La pregunta que queda flotando en el ambiente es, ¿Cómo podemos estar unidos los unos y los otros? De ninguna manera puede haber unidad y paz entre los argentinos mientras existan pobres e indigentes, explotadores y explotados, ricos y pobres. Perseguidores y perseguidos. El capitalismo como sistema económico dividido en clases sociales no admite la concordia, solo determina la lucha por mejores condiciones de vida, por mayor libertad, por mayor democracia, por más y mejores derechos ciudadanos, por mayor igualdad, No se confunda Sr. Presidente, Ud. ha sido elegido porque una gran parte del pueblo argentino que fue colonizado por el pensamiento burgués y lo votó, y la voluntad popular debe ser respetada, pero, así como los unos (ustedes) tienen derecho a gobernar, los otros (nosotros) tenemos derecho a resistir sus medidas de hambre y miseria, su avasallamiento de las libertades, sus intentos de retroceder al épocas de falta de democracia y políticas sociales. Los unos son el poder, y por primera vez en la Argentina el poder formal coincide con el poder real. Los otros somos el anti poder, la resistencia eterna de los humillados y sometidos, de los que no se dejan llevar por los cantos de sirena del amor y la bondad, lo que no se unen con sus verdugos, los que luchan y los que a la corta o a la larga van a triunfar. Hasta la próxima.

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