lunes, 9 de diciembre de 2013

El camino del medio.

Escribo estas líneas desde la indignación. Y digo desde la indignación, porque si bien vivo en Rosario, ciudad en donde los saqueos son frecuentes, estuve el del tres al cinco de noviembre en Córdoba. Llegué al aeropuerto cuando hacía pocas horas había comenzado el acuartelamiento policial, la ciudad era un caos, los taxistas que llegaban al aeropuerto nos preguntaban adonde íbamos, porque a determinadas zonas no entraban. Transitamos la avenida de ingreso a la ciudad en medio del terror de que en algún momento un grupo de violentos saltara sobre el taxi, el chofer repetía sin cesar “lo dejo a Ud. y devuelvo el auto al patrón, no quiero morir por unos pesos roñosos”. Al día siguiente la ciudad fue un páramo, todo cerrado, comercios violentados en toda la ciudad y especialmente en el centro, gente aterrorizada en sus casas bajo llave. En los días siguientes se acuartelaron las policías de La Rioja, Catamarca, San Juan, Rio Negro, Buenos Aires, Santa Fé, las policías provinciales tomaron como rehenes a los ciudadanos y los sometieron a un reinado de terror para mejorar sus haberes. Sin dejar de reconocer que los salarios de los policías son bajos, que ellos también son ciudadanos, que tienen familias, la pregunta es ¿los policías son como cualquier trabajador? Evidentemente no, son una fuerza armada, el resto de los trabajadores no portamos armas, son una corporación para mantener el orden público, el resto de los trabajadores no contamos con los medios para hacerlo, están al servicio de la ley y deben velar por su cumplimiento, en cambio la infringen constantemente desde lo más mínimo como estacionar en una parada de colectivo sabiendo que ello impide que un discapacitado pueda tomar el colectivo, hasta estar comprometidos con el narcotráfico, la prostitución, el juego y los robos, generando zonas liberadas y sin responder a los mandos civiles. Frente a esta situación muy compleja de por sí, el problema de la seguridad ciudadana está muy comprometido. ¿Qué pueden hacer aquellos que tienen posibilidades de llegar al público, como por ejemplo los comunicadores?, mucho, por empezar hacer análisis críticos pensando en la gente y no en los que les pagan, hacer periodismo de verdad y no ser jornaleros a sueldo de los dueños de los medios. “Periodistas” como Lanata son una lacra social, porque en su afán desmedido por satisfacer a sus amos que les abonan jugosos haberes, (según se ha informado Lanata cobra 4 millones de pesos por mes en el grupo Clarín), que salen de nuestros bolsillos, porque el grupo no hace beneficencia y todos los costos los traslada a los precios, y como tiene una posición monopólica puede cobrar lo que quiere por sus productos, como por ejemplo la desmedida tarifa que cobra por los servicios de cable, son capaces de echar nafta al fuego, insultar a intelectuales, artistas etc., que no piensan como él o porque le hacen alguna crítica. Lanata se ha preocupado por incentivar, como correctamente lo afirmó Sietecase en la entrega de los auto premios Clarín (perdón Tato) la grieta social de enfrentamiento y difamación permanente. De lo que se trata para este tipo de “periodistas” no es de debatir sinceramente ideas. Para lo peor de los comunicadores de la derecha, se trata de destruir a quienes pueden tener algún acceso a la gente, quienes pueden llevar a los ciudadanos otro relato distinto al que ellos quieren imponer en su defensa sin concesiones del interes de sus amos. Y lo que es peor, mientras el domingo 8 de noviembre Lanata continua difamando y denostando a Pablo Echarri, Paola Barrientos y Mex Urtizberea ante el conjunto de energúmenos y descerebrados que lo sigue sin criticarlo, estos aplaudían el discurso violento, discriminador y mentiroso de Lanata. Digo violento porque continuó agrediendo a Echarri, discriminador porque sostuvo el mote de la gordita de la publicidad de Galicia contra Barrientos, y digo mentiroso porque continúo insultando a una mujer, acusándola de adultera de su marido mientras estaba embarazada sin importarle la dignidad de las personas. Entonces digo energúmenos y descerebrados, por no decir corruptos, que tal vez sería más adecuado, porque una persona que ante este discurso aplaude no está lejos de los carniceros y verduleros que aplaudían a Hitler, después se arrepintieron pero ya era tarde, para ellos y para todos los alemanes honestos, y para los 60 millones de europeos que murieron en una de las tragedias más grandes de nuestra historia humana moderna. Pero por suerte no todos los argentinos son como ese minúsculo grupo de fascistas que sigue a Lanata, hay muchos que criticamos ese discurso y las voces son cada vez más, alcanzando a muchos que antes hacían silencio ante este poderoso comunicador de la derecha autoritaria de argentina. Pero, siempre hay un pero, esta tan instalado el discurso del miedo que Lanata, Van der Koy, Bonelli, Blanc, Castro, Morales Solá, Ruiz Guiñazú, Fontevecchia, Magneto, Kirschbaum, y tantos otros han impuesto para silenciar con el terror de ser atacados o perder su trabajo, que muchos periodistas bien intencionados cuando no soportan llevar sobre su conciencia el peso de ser cómplices de la infamia denominada operaciones de prensa, para criticar deben recurrir al camino del medio. ¡Que es el camino del medio?. Es algo que ya hemos visto durante la dictadura militar, solo que en aquél momento se denominó la teoría de los dos demonios. Ante las críticas al genocidio que cometía la dictadura, o visto desde los primeros años de la democracia el genocidio que había cometido, el temor a ser sindicado como Montonero o terrorista, llevó a que se inaugurara la teoría de los dos demonios, que no era otra cosa que decir, “Sí, la dictadura cometió crímenes atroces, pero ello se debió a los crímenes que cometieron los terroristas”. Se licuaba en la responsabilidad compartida, igualando el accionar del Estado y el de las formaciones armadas. Lo que no se decía es que la dictadura cometió un genocidio y que para ello usó la fuerza del Estado y que las formaciones armadas durante la dictadura solo hicieron uso del derecho constitucional que permite a los ciudadanos levantarse en armas cuando el usurpador rompe la constitucionalidad, como se afirma el artículo 21 “Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional”, o como dice el artículo 22 “Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste (por supuesto durante un régimen democrático), comete delito de sedición”, por lo tanto el espíritu de la constitución es otorgar el derecho de los ciudadanos a levantarse en armas contra los sediciosos, más si estos son las fuerzas armadas. Pero esto nunca fue considerado por la derecha o estos periodistas que hoy atacan sediciosamente al gobierno y ayer alabaron infamemente a la dictadura, o que hoy pregonan, como lo hace Lanata, que hay que dejar de joder con la dictadura y hay que mirar para adelante. Esta teoría de los dos demonios servía para poder criticar el accionar de la dictadura pero desmarcándose arteramente de los supuestos “terroristas” es decir los 30.000 desaparecidos asesinados por la dictadura. Algunos periodistas hay asumen esta teoría de los dos demonios, lamentablemente algunos de Rosario como Sietecase y Novaresio, y para criticar a los Lanata, tienen que agregar una crítica a 678, tratando de desmarcarse de lo que denominan el periodismo militante, sin darse cuenta que los Lanata también son periodismo militante de la derecha reaccionaria, y más aún, ellos son también son periodismo militante porque tienen posturas políticas aunque no las manifiesten tan claramente. Respeto el discurso de Sietecase, pero me hubiera gustado que se ahorrara la parte de los que justifican todo, ya que, en todo caso, en otra oportunidad, podía criticar la justificación de todo si es que piensa que ello es así, con datos y hechos concretos. Me parece interesante el artículo de Novaresio en la Capital, pero se hubiera ahorrado de echar supuestas responsabilidades al gobierno nacional por los hechos de Córdoba, porque lo sustancial del incendio fue la impericia, la desidia, la deshonestidad, la corrupción del gobierno cordobés que tiene vasos comunicantes muy profundos con su policía, que dicho y sea de paso más del 80% de la policía cordobesa fue nombrada por De La Sota en los últimos diez años y que muchos de ellos están procesados por supuestas vinculaciones con el narcotráfico. Y de la oposición mejor no hablar, salió con la inefable Carrió, y demás a criticar al gobierno nacional para tapar los desaguisados de De La Sota, que es parte de la oposición. Es necesario que los argentinos meditemos sobre la violencia que están generando estos personajes como Lanata, porque ineluctablemente en un futuro cercano vamos a padecer las consecuencias de quienes solo aspiran a que el gobierno fracase por mezquinos intereses personales o de facción. Hasta la próxima.

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