viernes, 8 de marzo de 2013

Falacias de la democracia.

El actual sistema representativo, que el capitalismo casi ha universalizado, se construye sobre una serie de falacias. Ante de proceder al análisis del tema propuesto, creo conveniente hacer una salvedad, el peor sistema democrático, es mil veces mejor que la dictadura, aunque no por ello podemos afirmar que sea el mejor sistema de gobierno. Una de las grandes falacias, sobre la que ya hemos discurrido, es la llamada libertad de prensa, según los epígonos de la democracia, en el sistema político actual todos tienen la palabra. La verosimilitud de este aserto queda desmitificada cuando recurrimos a nuestra experiencia cotidiana, ¿Acaso cada uno de nosotros puede opinar libremente ante los mass media?, Acaso no es perfectamente constatable que en los programas de radio y televisión, que son los que realmente permiten exponer públicamente las ideas ante la masa poblacional, solo participan algunos privilegiados como los políticos, los expertos o los funcionarios. ¿En cuantos programas, en cuantas páginas de periódicos, el lector ha visto al hombre de la calle opinando? Solo puede verlo participando en encuestas pre fabricadas, orientadas a obtener un resultado preestablecido a las preguntas que se formulan y donde la veracidad de los resultados solo lo sabe quién las realiza y analiza. Esta característica de la participación mediática de solo estas categorías de “ciudadanos” es congruente con el carácter de la democracia como procedimiento que se ha instalado en argentina desde los albores de la nacionalidad. En este tópico la Constitución de la Nación Argentina es meridianamente clara “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”, lo que en buen romance debe entenderse como que el pueblo no gobierna, sino que lo hacen los representantes políticos de la clase dominante, es tal vez por esta circunstancia que ellos son denominados con cierta precisión “la clase política”. Si bien en la antigua Grecia no todos los habitantes del Ático participaban de la democracia , esos ciudadanos autorizados a participar lo hacían a través de democracia directa asamblearia y en pie de igualdad. Pero además los ciudadanos griegos tenían otras instancias de deliberación, mientras que el espacio público estaba constituido por la “Ekklesia” , la que contrastaba con el espacio privado, el “Oykos” , entre ambos se situaba un espacio semipúblico, el “Agora” , el Ágora es el lugar del debate por excelencia en la antigua Grecia, en este espacio los atenienses discutían todo y de todo. Como podemos ver, en Atenas el sujeto político por excelencia era el ciudadano que participaba en un plano de igualdad en todos los procesos de toma de decisiones. Es por supuesto algo muy distinto a lo que ocurre en nuestra democracia parlamentaria burguesa, en la que en la medida en que la ciudadanía se ha ido universalizando, ha ido perdiendo en profundidad, dando paso a una democracia cada vez más formal y cada vez menos sustancial. La circulación de la palabra, la posibilidad de que todos los ciudadanos que lo deseen tengan acceso a los medios de comunicación de masas, la posibilidad de que no se delegue en unos pocos las decisiones que afectan a la gran mayoría, es lo que en los últimos doscientos años ha conspirado contra el aumento de la igualdad, y por lo tanto, contra el mejoramiento de la calidad de vida en el capitalismo tardío. Los ciudadanos de a pie, en el mejor de los casos, pueden debatir sobre la cosa pública en sus charlas de café, en las que a pesar de tratarse todos los temas y barajar soluciones creativas a los problemas, la audiencia del ponente no sobrepasa las tres o cuatro personas. Por lo tanto la libertad de prensa es libertad para que los dueños de los medios de prensa determinen que es lo que deben y no deben decir sus empleados, los llamados periodistas independientes. Con el monopolio de la palabra y de su circulación, los medios de comunicación de masas tienen una importante herramienta para poder instalar la agenda pública de debate, y a través de la digitación discrecional de los contertulios que aparecen en los programas de radio y televisión y que escriben en la prensa escrita, determinar los temas que se deben conocer y cómo interpretar la realidad, según los intereses de la clase dominante, por lo tanto, pueden tener el monopolio de las opiniones que a los burgueses les interesa que tomen el llamado “estado público”. El lector atento, que además de visitar este blog mira tv o escucha radio sabe que a los distintos programas concurren solo un grupo de ciudadanos, no mayor a las trescientas personas por año, con el agravante que se repiten hasta el cansancio de acuerdo a los intereses ideológicos de los conductores. Así en programas de periodistas de derecha como Grondona, Van Der Koy, Castro, Morales Solá, etc., siempre van Julio Bárbaro, Alfonso Prats Gay, Roberto Gargarella, Santiago Kovadloff, Carlos Melconian, Martín Redrado, la inefable pitonisa Elisa Carrió, el frustrado cineasta devenido a político Pino Solanas y el “pibe” Mauricio Macri entre otros, y es casi imposible ver a algún funcionario de gobierno. Lo mismo ocurre en los programas oficialistas a los que solo asisten aquellos actores que comulgan con el gobierno. Los investigadores, profesores universitarios, autoridades de casas de estudios, raramente son invitados a participar en los mass media, mucho menos los maestros, los albañiles, los empleados de banco, las amas de casa, etc. Es así que se producen groseras distorsiones de la realidad, por ejemplo se habla de que el gobierno actual no ha resuelto problemas como la pobreza, la inseguridad, la inflación, la deuda externa, etc., pero no se dice que esos problemas no fueron creados por esta administración sino que son cuestiones que se producen en Argentina desde la década del 70´ cuando las dictaduras militares rompieron la curva de desarrollo social inclusivo que había ido configurándose a partir del primer gobierno peronista. Tampoco se dice nada de la responsabilidad que tuvieron en el deterioro de las condiciones de vida, además de los militares genocidas de las dos últimas dictaduras, los civiles que las apoyaron y participaron de la masacre de la juventud trabajadora argentina, como por ejemplo los grandes banqueros, los miembros de la Sociedad Rural, de Conniagro, y demás entidades patronales agropecuarias, los burócratas traidores que desde hace años usurpan la representación de los trabajadores para enriquecerse a costa del empobrecimiento de sus representados, los políticos corruptos que vendieron cuanta empresa pública existía, o que levantaron los ferrocarriles, o que cometieron el otro genocidio, condenando al hambre y a la miseria a millones de argentinos que pertenecías a la clase media. Se ocultan experiencias transformadoras y revolucionarias que se dieron en nuestro país a partir de la crisis de 2001. Casi nadie habla de las empresas recuperadas, de las luchas de los trabajadores por sostener su fuente de recursos de vida ante la deserción de los patrones explotadores, ya nadie se refiere a lo que fue el movimiento de asambleas populares luego de la caída de De La Rúa en las que miles de argentinos se reunían en esas Ágoras improvisadas en parques, puertas de escuelas, etc., para debatir sobre la crisis, poco se conoce de las experiencias realizadas por diversas Ongs para paliar el problema de la desocupación en la década del 90 y en los primeros años del nuevo siglo, etc. En definitiva la llamada “opinión pública” es la opinión que publican los medios de comunicación de masas y que no es otra cosa que las formaciones discursivas que sus dueños quieren que circule, objetivo que logran gracias a la labor de los periodistas mercenarios y sumisos que obedecen al patrón, como antes lo hacía el pobre peón de estancia. La verdadera democracia, la democracia sustancial, que es aquella en la que se rompe la heteronomía y a través de la autonomía de los ciudadanos que resuelven en pie de igualdad sus asuntos públicos, todavía está por desarrollarse, mientras tanto hoy más que nunca se impone la consigna de luchar por la ampliación de la democracia burguesa y la universalización de los derechos ciudadanos. Hasta la próxima.

1 comentario:

  1. Lo que decis es parcialmente cierto, como siempre en tu sesgada vision de la realidad. También podrías comentar el elenco estable de invitados en los programas de los medios oficiales. Pero no le hace. Hay un tema que me llama la atención en los "debates", y es que nadie toma positivamente aportes de la otra parte. Es decir se expone su posición, con mayor o menor brillantez, y luego se impone o se pierde de acuerdo al numero. No he visto o no recuerdo que de algún "debate", parlamentario, en los medios, en la universidad, en la calle surja una posición superadora a la que inicialmente los actores llevaban. Creo que ese tema merece un análisis como los que vos sabés hacer.
    Un abrazo

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