En los últimos meses hemos asistido a la bancarrota de un cierto
periodismo denominado “progre”, o “liberal progresista”. En esta bancarrota
impacta la figura del devaluado Sanata, otrora abanderado del periodismo
crítico a los grandes monopolios, entre ellos Clarín y “defensor de los
derechos humanos”.
En su miserable posición de amanuense del monopolio multimedio, Sanata,
utiliza algo parecido al viejo truco de Bernardo Neustadt, y como todos los
cobardes, que no se animan a hacerse cargo de sus dichos, afirma sin tapujos barbaridades
y falsedades, y sale a vilipendiar a Víctor Hugo Morales, a través de un otro, en este caso dos escritores[i],
Leonardo Haberkorn y Luciano Álvarez, que sobre la base de una supuesta amistad
del periodista con un militar, tratan de hacerlo aparecer como un sostén de la
dictadura, aunque al final del informe digan que no es así, el desarrollo y la
estructura del mismo deja a todas luces la imagen de un periodista cómplice con
la dictadura Uruguaya.
Neustadt usaba a Doña Rosa, un personaje mediocre de la clase media
argentina (que él había creado) que pretendía representar al saber del sentido
común. Pero que portaba un acervo impresionante de ideología neoliberal.
En este caso Sanata, usa el libro de dos ignotos periodistas uruguayos, con
ambición de chupar un poco de la notoriedad de Víctor Hugo, aún a costa del
disparate, para hacerles decir lo que él no se atreve a enunciar, ya que en
innumerables ocasiones, en la época que no era un mercenario a sueldo de Magnetto,
defendió y alabó a Víctor Hugo Morales.
El interrogante es pues, ¿Porqué Sanata ataca a Víctor Hugo?
A mi modesto entender existirían
varias razones, algunas importantes, otras banales y egoístas.
Empezaré por las últimas, ya que también reflejan a las primeras.
Víctor Hugo Morales, representa la crítica sin concesiones al monopolio
mediático que ya no cuida las formas en su metodología fascista. Y digo
fascista, porque el monopolio ha tomado la máxima de Joseph Goebbels, Ministro
de Propaganda del gobierno de Adolf Hitler en la Alemania Nazi, quien decía: “Miente,
miente, que algo quedará, cuanto mas grande sea una mentira, mas gente la
creerá” y “”Mas vale una mentira que no pueda ser desmentida, que una verdad inverosímil”.
Víctor Hugo Morales, representa la imagen del periodista serio, tenaz,
crítico autocrítico, que Sanata intentó tener en algún momento de su “carrera
periodística”, antes de venderse por unos morlacos (como solía decir mi tía
Veneranda) transmutándose de periodista a escriba[ii]
a sueldo de Magnetto, cumpliendo las órdenes sin filtrarlas, como también lo
hacen Bonelli, Tenenbaum, Castro, Van der Kooy, etc.
A Sanata lo irrita, que a pesar de su prédica injuriosa y cobarde, a Víctor
Hugo lo reconozca todo el periodismo, tanto de Argentina como de Uruguay, y
ello ocurre porque Víctor Hugo no trepida en criticar tanto al monopolio
mediático como las medidas del gobierno que no comparte, cosa que Sanata no
hace, solo critica al gobierno, mejor dicho ve todo mal en el gobierno, y todo
bien en el grupo Clarín, claro, con la patronal no se juega, a ver si perdemos
ese mediocre pedacito de pantalla de los domingos.
Como hace el monito para atacar al león.
Un paréntesis para el solaz, un viejo cuanto narra que un monito se
hallaba en la selva, debajo de un árbol, con una cortapluma sacando punta a un
palo. Cuando paso la jirafa le preguntó al monito que hacía, y el monito le
respondió, sacando punta a un palo para hacer cagar al león autoritario, que
nos gobierna. Cuando paso el elefante le pregunto al monito, ¿Qué hacés
monito?, acá estoy sacando punta a este palo para hacer cagar al león
autoritario que nos gobierna. El diálogo, palabras mas, palabras menos, se repitió
tantas veces como pasaron el cocodrilo, el tigre, la boa, etc., etc.
En un momento pasó el león, quien también intrigado, interpeló al monito
sobre lo que estaba haciendo, y el monito respondió, acá estoy, hablando al
pedo y boludeando con un palito.
Para la historia, la gran historia, que se cuenta por siglos y milenios;
no por días o segundos, Sanata, hace lo mismo que el monito, esta al pedo y boludea hablando mal
del gobierno, lo que le permite gozar del momento de notoriedad ficticio que le
otorga la cámara de canal 13 los domingos.
Para Sanata, ese momento vale oro, porque para poder gozarlo vendió su
alma al diablo (Magnetto) y la cobra en cómodas cuotas mensuales en forma de
sueldo de esclavo.
Otro ejemplo parecido al de Sanata, es el de Van der Koy, el famoso joven
brillante premiado por la dictadura, que le diera la mano y agradeciera a
Videla por el premio recibido.
Eduardo Van Der Kooy, venia de Rosario y estaba en Clarín en la sección
deportes, luego pasó a la sección Política del diario y se destacó como uno de
los jóvenes brillantes descubiertos por Videla. Un par de años después, Van Der
Kooy pudo subirse al avión que llevaba al dictador con destino al Vaticano.
Ahora disfrazado de “progre” escribe lo mismo pero de manera mas
solapada. Continuando sus ataques contra todo lo que tenga un tinte de
izquierda, en la editorial de Clarín deslizó que “La Campora” comparte una supuesta
práctica de Montoneros que hacía acuerdos con bandas de delincuentes que le
aportaban la logística en sus asaltos a bancos, secuestros y ajusticiamientos.
Van der Kooy resucita la famosa teoría de los dos demonios, demostrando
ser mas reaccionario y canalla de los que podríamos pensar, desprestigiando a
aquellos jóvenes de hoy, por participar en política y pensar de una manera
diferente a de él.
Por cierto, Van der Kooy y Sanata, deberían enterarse que los jóvenes de
los setenta, Montoneros incluido, aunque muchas veces estuviéramos equivocados,
luchábamos por un mundo mejor, cosa que ellos, lacayos y escribas de los
monopolios capitalistas, nunca hicieron, y se preocuparon de aclarar, como lo
hizo Sanata, que él nunca fue de izquierda, sino un “liberal” americano, un
librepensador, que ahora vendió su pluma a Magnetto, dejando de ser libre,
porque solo es libre quien escribe lo que siente, aun cuando ello vaya contra
sus propios intereses.
Aunque sé que no lo van a necesitar, porque son vasallos del poder, no
los veo a Sanata, Van der Kooy, Castro y demás, tomando cianuro como lo hizo
Sócrates, antes de claudicar en sus principios; mas los veo como Marx (Groucho)
cuando decía “tengo estos principios, y si no les gustan, tengo muchos otros
para ofrecer.
Sanata sufre porque ve que hay periodistas, como Víctor Hugo, que además
de tener principios, no los cambian por dinero o poder, y él no puede decir lo
mismo con respecto de sí.
El otro tema que guía a los falsarios, entre los que no debemos olvidar
de incluir a Nelson Castro o al impresentable compañero de correrías mediáticas
de Sanata, Luis Majul, es su interés por que la sociedad Argentina retorne a el
período histórico del menemismo delarruismo, y vuelva al estado de aguas
tormentosas de políticas neoliberales de derecha, en las que ellos navegaban cómodamente,
apareciendo como falsos periodistas “progres”, tiempos en que su palabra
parecía ser lacerante, pero que no dejaba ni huella en el cuerpo robusto del
capitalismo monopólico y financiero, al que siempre veneraron.
La historia es implacable, y estos falsarios lo saben, ellos, con el
correr de los años serán arrojados al basurero del periodismo canalla, como ya
ocurrió con Gómez Fuentes, Grondona, Neustadt y tantos otros, mientras tanto,
los argentinos somos cada vez mas críticos y no nos comemos los amagues de los sinvergüenzas
del monopolio.
Frente el ataque artero de los falsarios a Víctor Hugo morales, hagamos
consigna la bronca, digámosle a los medios y sus escribas que lo atacan “Hoy, todos
somos Víctor Hugo Morales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario