lunes, 7 de mayo de 2012

La curiosa postal televisiva del PRO y el P.O., o la izquierda alemana y la República de Weimar.


Días atrás, en el programa de Maximiliano Montenegro (Plan M) en uno de los bloques, coincidieron, un militante del P.O. y uno del P.R.O., para debatir sobre la expropiación de Repsol-YP.
Esto no tendría importancia, sino fuera por lo que se pudo ver en la pantalla chica, a lo largo del bloque. Primero el representante de la derecha mas rancia y elitista de la Argentina (el P.R.O.), cuestionó la expropiación de Repsol-Y.P.F., desde su punto de vista neoliberal, que sostiene que el Estado no debe intervenir en la economía y que todas las empresas deben estar en manos privadas.
Luego, el representante del trotskismo argentino, comenzó una larga perorata, oponiéndose a esta expropiación de la empresa petrolera, dado que según sus decires, ello significaba que continuara en manos de los capitalistas y demás argumentos de este sector de la izquierda.
Lo interesante fue que, al enfocar la cámara al representante del P.R.O., este asentía con alegría y aprobaba todo lo que decía el miembro del Partido Obrero.
Lo que acabo de narrar es una muestra palpable de la falta de política en Argentina, tanto en la izquierda como en la derecha, ya que la política es el arte de organizar los recursos para lograr obtener espacios de poder que se traduzcan en capacidad de toma de decisiones.
Trataré de explicar lo que digo con un ejemplo histórico. En los fines de la segunda década del siglo XX, más precisamente el 11 de agosto de 1919, la Alemania derrotada en la guerra, proclamaba, en la ciudad de Weimar, una constitución democrática, que da origen a lo que se conocerá como la República de Weimar.
La agitación obrera que había comenzado en la Alemania derrotada y humillada en la gran guerra, con la proclamación en noviembre de 1918 del primer consejo de trabajadores y soldados (soviet) en Kiel, y luego se extendió rápidamente a las grandes ciudades como Berlín y otras, en demanda de sufragio universal y la abdicación del Emperador.
En el manejo del Estado estaba en manos del débil gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert. La Liga de los Espartaquistas, dirigida por Karl Liebknecht y Rosa de Luxemburgo se separa de los socialistas independientes (que a su vez constituían una escisión del Partido Socialdemócrata Alemán) negándose a participar en las elecciones del 19 de enero de 1919, iniciando el camino hacia la fundación del Partido Comunista Alemán (KPD) con un programa que incluía 24 proposiciones para la protección de la revolución, algunas de las cuales eran el desarme del ejército y la policía, la supresión del régimen parlamentario y la socialización de la economía a través de la confiscación de grandes fortunas, bancos, propiedades y fábricas, de los transportes y los medios de comunicación y la idea de colocar la producción bajo la dirección del nuevo Estado proletario.
A comienzos de enero los Espartaquistas iniciaron una aventura insurreccional en medio de un debate entre sus principales dirigentes, mientras Karl Liebknecht preconizaba la insurrección para derribar el gobierno de Ebert, Rosa de Luxemburgo se oponía a la aventura.
El movimiento terminó siendo aplastado por comandos parapoliciales (Freikorps) convocados por Gustav Noske para derrotar el levantamiento.
Un dato curioso de este período histórico es que Antón Drexler y Karl Harrer fundan el 5 de enero una organización que se llamó Partido Obrero Alemán, y que luego de la incorporación de Adolf  Hitler en octubre de ese año pasó a ser el Partido Nacional Socialista Obrero Alcmán de los Trabajadores.
Porque traigo a colación esta historia y que vínculo tiene con la anécdota televisiva.
La izquierda siempre tuvo la impronta, y podría decirse la fantasía, de una revolución rápida (de esto ya he hablado). Existe en su seno una fuerte tendencia espontaneísta que considera que el cambio social será el resultado de la acción decidida de un grupo (más o menos numeroso) de convencidos militantes, que se lanzan a la insurrección y acaudillan tras de sí a un fracción importante de la población.
Esta idea de cambio desconoce un dato fundamental de los procesos mentales de las masas, y es que estas no evolucionan rápidamente, sino que por el contrario su cambio de mentalidad acompaña desde atrás a lo grandes cambios que se van produciendo en la esfera de la producción social.
El capitalismo maduró durante mas de diez siglos para que la conciencia social pudiera generar un hecho histórico de ruptura a nivel dela superestructura político-ideológico que se sintetiza en la revolución francesa, pero cuyo pensamiento y cultura se fue construyendo a los largo de esos siglos en forma paulatina a través de grandes pensadores como Descartes, Bacon, Locke, Bruno, Diderot, Hobbes, Leibniz, Espinoza, Voltaire, Rousseau, Montesquieu, D´Alambert,  Adam Smith, Ricardo y tantos otros.
El pensamiento de los intelectuales no se trasvasa como por arte de magia a las masas, ellas deben hacer su propio proceso, en el que las ideas de los intelectuales tienen un papel importante.
Los cambios solo son duraderos y profundos cuando la masa realmente llega a interiorizarlos y tomar las ideas como una construcción que le es propia. Por ejemplo la noción legal de la propiedad es una noción que hoy no es cuestionada por ningún ciudadano en el marco capitalista, sin embargo la propiedad no siempre tuvo la impronta legal actual, en la antigüedad ella era producto de lo que los Romanos denominaban Rex Nullius o derecho de conquista. Cuando esta noción se convierte en parte del acervo intelectual del conjunto de los moradores de un territorio y es acompañada de una superestructura legal que la legitima, allí el cambio se consolida y por ello el capitalismo es hoy un modo de producción hegemónico en nuestro planeta.
Cuando la masa es arrastrada y una elite intelectual se arroga el derecho de procesar en términos de conocimiento y pensamiento en su lugar, el resultado son aventuras autoritarias que no tienen ni fin, ni destino, como ocurrió con la experiencia bolchevique en Rusia, la revolución china, el castrismos y los diversos ensayos de los socialismos reales que terminaron siendo dictaduras a imagen y semejanza de cualquier dictadura producida por la experiencia humana.
Por lo tanto, ¿debemos negar la acción del pensamiento de izquierda en la sociedad?, de ninguna manera, el pensamiento crítico y contestatario es un motor que ayuda al procesamiento de las masas, proveyéndolo de herramientas fundamentales. Muchos de los logros y  avances de la humanidad en materia económica, de derechos humanos y de derechos sociales son producto del aporte de intelectuales de izquierda que lucharon por la dignidad e los trabajadores, contra la explotación capitalista por los derechos de las minorías (homosexuales, inmigrantes, etc.), por la igualdad e la mujer y tantas otras reivindicaciones democráticas y sociales. El pensamiento de Marx, Engels, Rosa de Luxemburgo, Bakunin, y tantos otros permitió el desarrollo de la conciencia social y económica de las masas, haciendo cada vez más imposible el retorno  los períodos del capitalismo salvaje e impulsando las luchas contra el racismo, la discriminación, la injusticia, los genocidios, etc.
Ello no significa que la historia haya terminado, muy por el contrario, si los privilegiados aceptan los cambios es porque frente a sí tienen una masa consciente de sus derechos, porque se continúa construyendo nuevas formas de subjetividad que se rebelan contra el mandato de sumisión frente a los poderosos.
Ejemplo de ello es que la derecha, aun cuando secuestra palabras como lucha contra la pobreza, solidaridad, mejoramiento de la calidad de vida, mejoramiento de la calidad institucional, continúa denotado a las ideas de izquierda que preconizan una sociedad mas igualitaria y justa, y en se batalla, ellos tienen claro quienes son sus enemigos, y bajo las formas mas solapadas, arremeten contra aquellos que significan un peligro para sus privilegios por sostener y criticar la injustica y la desigualdad.
Una forma de esta crítica la vemos en lo que hace Ceferino Reato, que tras un disfraz democrático, trata de vituperar a pensadores íntegros como Eduardo Anguita, y como no lo puede atacar por sus ideas y por su honestidad, lo ataca diciendo que fue militante del P.R.T., como si ello constituyera un delito o una mancha para Anguita. Enarbolando la teoría de los dos demonios, este conspicuo miembro de la derecha salvaje argentina se esconde tras la mentira de la objetividad (soy un escritor objetivo), mientras publicita a genocidas como Videla que le otorgan graciosamente entrevistas.
Para Reato es lo mismo un error que un delito. Sr. Reato, Videla es un genocida, que asesino impunemente a miles de argentinos, mientras que las organizaciones guerrilleras de los setenta constituían formaciones políticas voluntaristas de jóvenes militantes que se levantaron contra el la dictadura de la llamada “Revolución Argentina” (Onganía, Levingston, Lanusse) primero y del “Proceso de Reorganización Nacional” (Videla, Viola Galtieri, Bignone) que instauró en Argentina un Estado terrorista y que creyeron, equivocadamente, que la vía armada constituía un camino al derrocamiento de los dictadores y a la construcción de una sociedad mas justa e igualitaria.
Los Reato, Grondona, Gelblung, Magnetto, Fontevecchia, y actualmente sus empleados especializados como Lanata, Tenenbaun, Castro, Van Der Koy, Blanc, Morales Solá y tantos otros son parte de la inteligencia del estáblisment que trata de sostener los lugares de privilegio conseguidos con siglos de sufrimiento y explotación de sus semejantes.
La izquierda si quiere contribuir al progreso social y humano, debe comenzar por entender que la política no es el enunciado de conceptos maximalistas, es la crítica permanente, el aporte constructivo a los procesos sociales que están en el sentido progresivo del cambio, reconociendo sus aliados (aun cuando no piensen ni hagan lo que ella piensa y hace), e identificar a sus enemigos, que son los enemigos de la democracia, el pensamiento libre y transformador, el cambio social, porque equivocarse en este momento histórico nos puede llevar a ser, como los comunistas alemanes, un aporte que pavimente el camino de la llegada al poder de lo peor de la sociedad, después de la socialdemocracia en Alemania no vino el socialismo y la democracia, vinieron Hitler y los nazis..
Hasta la próxima

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