jueves, 24 de marzo de 2016

24 de marzo.


Hoy es un día muy triste, para algunos, sobre todos los nacidos en las décadas de 1940 en adelante. Para los nacidos entre 1960 y 1970, es el día de la memoria y es bueno que se hagan cargo de hechos que no vivieron, el que olvida su historia está condenado a repetirla. Para otros, que en esa época éramos muy jóvenes, es un recuerdo que nos atraviesa el corazón. Cada lunes por la mañana miro el muro en la Facultad de Psicología, en el que están escritos los nombres de los asesinados por la dictadura genocida y un "sunami" de recuerdos me envuelve y atrapa y me lleva en un vertiginoso momento a los años de plomo, aun antes del 24 de marzo de 1976. En ese muro están los nombres de jóvenes con los que hablábamos de la revolución en el "Iberia" por las tardes y en el "Odeón" por las noches, los días de tomas de Facultad reclamando igualdad y libertad, contra toda restricción al ingreso, los pizarrones atravesados por calle Entre Ríos para cobrar "peaje" a los vehículos y con esos recursos sostener la toma. Las largas charlas sobre el carácter de la revolución en el hall de la Facultad, en las que cambiaban los interlocutores, pero los debates se sostenían por horas, las interminables asambleas en las que para discutir la necesidad de un aula más empezábamos analizando la situación internacional, la nacional, la local, la de la universidad y de la facultad. Claro a las tres de la mañana los quince o veinte que quedábamos seguíamos el debate en la calle. Los tiroteos de los parapoliciales que cada tanto atacaban a balazos el frente del "Iberia" porque allí estaban los zurdos. Veo los nombres de Amaru Luque, Irma Montenegro, Juan Carlos Vicario y tantos otros con los que compartí grandes discusiones y mucho afecto y solidaridad y se me hace un nudo en la garganta. Otros no están porque se fueron en democracia como Ricardo Falcón el mítico historiador de Política Obrera (así se llamaba antes el actual Partido Obrero) que nos deleitó con sus rigurosas investigaciones de historia del movimiento obrero, o María de los Ángeles Yannuzzi que fue rigurosa en sus trabajos sobre análisis políticos, ambos formaron un conjunto de investigadores que hoy siguen sus pasos tratando de utilizar la historia como forma de reconstrucción de la memoria. Otros grandes personajes de los años 70´ como Cari Portesio eligieron otras latitudes para radicarse sin olvidar que fueron parte de esa juventud maravillosa que fue capaz de enfrentar las dictaduras sangrientas de los 60, 70, y 80. Algunos compañeros se fueron por enfermedades traicioneras, pero hoy también vaya para Cuasi Taglioni, Guillermo Ryan y el Chino Vives mi recuerdo. De todos ellos recuerdo las discusiones a la salida de la Facultad de Derecho frente a lo que hoy es el museo de la memoria (antes Comando del II cuerpo de Ejército) pasada la medianoche. Eran tiempos de lucha y de fronteras tangibles, la izquierda era izquierda y la derecha. No había espacio para tibiezas, se estaba con la revolución o se era contrarrevolucionario. Los señoritos como Platero (Macri) por aquellos años eran bebes de pecho (en 1970 tenía 11 años) pero seguramente ya despuntaba en su vida privilegiada el odio a los trabajadores y el deseo avaro de riquezas que le inculcara su padre. Los radicales eran un partido burgués conservador con veleidades de centro izquierda pero atados a la ideología capitalista y el peronismo como siempre se repartía en un ala izquierda en la que militaban la juventud peronista, el peronismo revolucionario y las formaciones especiales y un ala de derecha integrada por la burocracia sindical, el aparato político derechista del peronismo que entronizó a Isabel Perón, López Rega, las tres A y dio el puntapié inicial (con la orden de exterminar la subversión) al genocidio posterior. Los 60¨y los 70¨ fueron años de lucha en las calles, muchos con armas en la mano en la utopía de derrotar al ejercito de los militares genocidas mediante la guerrilla urbana y rural. Pudimos equivocarnos en los métodos, pero de lo que estoy muy seguro, es que las ideas eran correctas, buscábamos la igualdad, la ampliación de la democracia, la reivindicación de los trabajadores por siglos sometidos a la explotación y la represión sangrienta. No claudicábamos ante la burguesía, no entregábamos nuestros principios para tener cinco minutos de fama en la radio o la tele, éramos rigurosos en nuestros análisis, y teníamos ilusiones de verdad y de justicia. Siguiendo el mandato constitucional enfrentamos a los usurpadores del poder que se fotografiaban con los representantes del imperialismo (especialmente el norteamericano) y les otorgaban suculentos contratos a empresas transnacionales a cambio de jugosas dádivas que pagaba el pueblo trabajador con su sacrificio y sangre. Muchos de los señoritos que hoy están en el poder gozaban de la vida loca con lujos y placeres, muchos de los periodistas que hoy se tildan de objetivos adoraban a los dictadores, sino pregúntenle a Van Der Koy, a Bonelli, a Majul, a Ruiz Guiñazú, a Morales Solá, a Nelson Castro, y otros como Lanata, claudicaron y se corrompieron una paga más que jugosa de los dueños de los medios y del poder, y muchos políticos actuales como Carrió, Gerardo Morales, Sanz y tantos otros, a cuantos militares adularon durante la dictadura genocida, a cuantos les sonrieron mientras los compañeros eran masacrados en los campos de exterminio. Y hoy, al ver que algunos argentinos se fascinan con Obama, lo veneran cual síndrome de Estocolmo, cuando el país que representa y al cual preside fue ejecutor intelectual y material del genocidio, con sus embajadas, la CIA, la escuela de las Américas, formadora de militares genocidas y torturadores, de las intervenciones militares directas como en la Guatemala de Arbens, los contra el Nicaragua, Bahia de Cochinos en Cuba, del asesinato de Allende en Chile, del asesinato del Che en Bolivia, de los genocidios de Irak, Palestina, Siria, El Líbano, donde los pueblos no eran culpables de las dictaduras asesinas que estaban en el poder, y nunca pidió perdón por sus crímenes por el contrario, Obama ahora, quiere enseñarnos la moral de la paz y la concordia que EE.UU. no practica, Obama viene a hacer publicidad de Platero, como el amo que da una palmadita al burro para que obedezca. A Obama debemos decirle que se equivoca, la izquierda y la derecha son categorías vigentes. En Argentina tenemos un régimen de derecha y las consecuencias las padecemos los trabajadores, y él es cómplice y socio de la explotación y represión que el gobierno del PRO-RADICALISMO somete a los trabajadores en nuestro país. Por eso hoy, mi recuerdo a los amigos asesinados por la dictadura genocida y por dictaduras anteriores como los mártires de Trelew o por gobiernos burgueses como la matanza de la semana trágica o la Patagonia rebelde, con complicidad de EE. UU., se une al repudio de la presencia del amo imperial y sus lacayos internos el gobierno de PRO-RADICALISMO y la supuesta oposición de Masa y demás partidos burguesas opresores.

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