La política se rige por ideas, a mi entender, equivocadas.
La mayoría de los analistas políticos, y por lo tanto los políticos que siguen sus consejos, piensan que la conducta de las personas es una estructura fija e inalterable, por lo menos en determinados intervalos de tiempo.
Esta idea que es incorrecta cuando pensamos al sujeto aislado, lo es mucho más cuando pensamos en términos de masa.
Veamos un poco la cuestión, cada uno de nosotros es uno mismo y otro diferente a la vez, esto es así porque nuestro aparato psíquico, como propiedad emergente de la materia, el sistema nervioso, no responde a los estímulos de una manera uniforme, sino en función de los diferentes contextos en los que tiene que tomar decisiones.
En otro lado hemos afirmado que, los seres humanos nos constituimos en lo que nuestras decisiones nos conforman, en cada decisión modificamos parte de lo que la filosofía clásica ha denominado el ser.
El ser es un concepto que nos remite al instante, somos lo que en cada instante decidimos, y en cada instante nuestro ser muta.
Por ejemplo, es frecuente escuchar a las personas decir que tal o cual suceso les cambió la vida, en realidad todos los sucesos que nos involucran nos cambian la vida, solo que algunos lo hacen de una manera perceptible y la gran mayoría produce cambios imperceptibles, aun hasta para nuestra conciencia.
Hemos afirmado en otro lugar que la identidad que sostenemos es el resultado de la memoria, la ex, la experiencia y la percepción. La memoria es lo que construye la unidad de lo que pensamos que somos, solo que como la misma es fluctuante, por eso nuestra identidad también lo es.
Aclaremos un poco este intríngulis. La memoria no es una copia física de la realidad, la realidad que percibimos es reconstruida por la memoria, tanto a la entrada como a la salida, y lo que denominamos recuerdo deja de ser fielmente lo que percibimos para convertirse en rememoración, reconstrucción subjetiva, realizada por el aparato psíquico de la realidad percibida, en función de las experiencias vividas (presentes o pasadas).
En la rememoración intervienen nuestras emociones, intereses, sentimientos, etc., que utilizamos como cristal para observar y guardar en la memoria un determinado suceso. Cada vez que evocamos un recuerdo, alteramos su contenido, y esta acción no es plenamente voluntaria, sino que es el producto del contexto en el que nos hallamos al recordar.
El recuerdo interactúa con nuestras precepciones e intereses presentes y tomamos decisiones desde esta particular manera de constituirnos en cada momento. Si a esto le agregamos la influencia de los contenidos inconscientes en la percepción y en la subjetividad, que todo ser humano tiene, podemos entender porque, el ser, es un ser momentáneo, que se construye y reconstruye a cada momento.
Veamos un ejemplo, en la guerra las personas dejan de ser lo que son, y ante las situaciones límites que la batalla determina, hasta el más pacifista y humanista puede constituirse en una máquina de matar a un otro con el cual el único punto de encuentro, es tal vez, el acto de quitarle la vida.
Durante la guerra civil en Bosnia, vecinos que tenían una gran amistad y que compartían desde hacía años muchas vivencias, se convirtieron en enemigos irreconciliables, y se mataron sin piedad unos a otros solo por ser parte de comunidades enfrentadas en la guerra,
En algún momento creíamos que las decisiones individuales y de masa eran tomadas en función de la acción de las estructuras económico-sociales en la cual se desenvolvían. Teníamos la creencia de que las actitudes de las masas eran racionales, o por lo menos, tenían una alta cuota de racionalidad.
Lenin pensaba que las revoluciones se producían en momentos en que las sociedades cumplían con una serie de condiciones. Que los de arriba no pudieran continuar viviendo como vivían, que los de abajo no quisieran continuar viviendo como vivían, que existiera una situación de crisis económica, y la cuarta condición que existiera en los explotados conciencia en sí, conciencia que además de ser una clase, eran la clase destinada a liberar a todas las clases de la opresión.
Este razonamiento hoy no podría sostenerse, porque la Psicología ha podido socializar la comprensión que, a partir de Freud y otros pensadores, ha resignificado el concepto de lo psíquico y que nos dice que ni las decisiones individuales, ni las de masa son enteramente racionales, ni mecánicamente dependientes de lo social.
Esto no significa negar la importancia que la estructura económica tiene sobre los comportamientos colectivos e individuales, solo supone pensar que cuando un sujeto toma una decisión lo hace en función de múltiples aspectos y no solo determinado por los intereses de clase.
Un obrero puede acompañar a sus patrones en la defensa de la fuente de trabajo sin cuestionar el derecho a la propiedad o la explotación de la cual es sujeto.
Muchas veces tomamos decisiones que van en contra de nuestra subjetividad, que contradicen todo aquello que creemos ser, por ejemplo una persona puede estar muy apegada a normas éticas y morales, tener un alto sentido de la responsabilidad y de la solidaridad, y sin embargo ante una situación límite, un accidente en la ruta o en las calles de una ciudad, responder irreflexivamente a los mandatos internalizados y abandonar a la persona que atropelló.
Esto ocurre más aun cuando analizamos el comportamiento de un sujeto inserto en una masa. En la masa liberamos nuestros deseos más inconscientes y tendemos a constituirnos en uno más, en el anónimo hombre masa, abandonando las determinaciones de nuestro aparato psíquico, y asumiendo la subjetividad colectiva como propia. Se produce una identificación colectiva del hombre masa con todos los integrantes y a la vez una identificación del líder que en ese momento ocupa el lugar del padre/conductor.
La irracionalidad se potencia en el comportamiento de masa, la identificación horizontal solidifica las creencias, las acrisola, y los sujetos asumen como propios intereses que a veces están muy distantes de sus prácticas pero que en el imaginario colectivo de la masa visualiza como propios.
Por ejemplo alguien puede ir a una movilización para exigir que vendan dólares a todos y no tener la capacidad de comprar billetes de esa moneda, puede pedir más seguridad y no haber sido víctima de un delito nunca, puede repudiar al gobierno que le brinda asistencia y ponderar a los que siempre los han sojuzgado y explotado.
Un ejemplo concreto es la actual situación política en argentina. Tenemos un gobierno popular que otorgó el beneficio de la jubilación a casi el 100 % de los beneficiarios, que incrementó los salarios reales desde 2002 en forma concreta, que otorgó la movilidad jubilatoria, que recuperó empresas como Aerolíneas Argentinas e YPF, que recuperó los ahorros de los trabajadores que eran sistemáticamente saqueados por las AFJP, que dictó leyes de democratización de los medios de prensa, de matrimonio igualitario, que juzgó y condenó a militares, empresarios, jueces, etc., cómplices del genocidio, que ha puesto en marcha un plan para recuperar la red ferroviaria beneficiando a millones de ciudadanos que podrán viajar más barato y mejor, sin embargo sectores en estado de pobreza o muy poco por encima de ella, sectores medios beneficiados con planes de viviendas como PROCREAR, sectores que son beneficiados por la asignación universal por hijo, etc., salen a enfrentar al gobierno por el llamado impuesto a las ganancias, impuesto que solo paga un 5% de los trabajadores, aquellos que están en la cima de la pirámide salarial.
Las formaciones políticas de izquierda, que supuestamente luchan por mejorar las condiciones de vida y de existencia de las masas oprimidas, en lugar de convocar a enfrentar a los opresores que postulan las mismas políticas neoliberales que desde casi los comienzos de la democracia se vienen aplicando por mandato de los organismos financieros internacionales, se alinean con esos sectores en contra del gobierno que propone un modelo de acumulación diferente basado en el neokeinesianismo, y que a ojos vista ha beneficiado a los más vulnerables. Basta con observar que la pobreza y la indigencia que en Argentina habían superado más del 50% la primera y más del 20% la segunda, hoy hasta los más acérrimos opositores sitúan a la pobreza por debajo del 30 % y a la indigencia en un solo dígito.
Es escena frecuente observar en los programas televisivos de entrega masiva a opositores diciendo que el gobierno es autoritario, que no respeta la libertad, etc. Más aún, mientras afirman que no hay libertad y si hay autoritarismo (algunos hablan de fascismo) despotrican, insultan, critican a la presidenta y los miembros del gobierno, como dice un amigo mío, hasta en arameo, y los que acusan de autoritarios.
En los diferentes programas televisivos se anula la palabra del que está a favor del gobierno con gritos, insultos, descalificaciones de todo tipo (como ocurre en el programa Intratables), o se trata de ignorantes, idiotas, débiles mentales a quienes apoyan las políticas del gobierno y más aún a los que lo votan y al mismo tiempo se habla de la grieta que separa a los argentinos (como lo hace Lanata y su grupo de acólitos en radio y televisión).
Existe pues una gran irracionalidad en los comportamientos de masas que contaminan aún los comportamientos individuales de las personas y construyen formas intolerantes de relación que no son solo producidos por los actores sociales integrantes de la masa, sino que toman como propios la agenda con que los medios de comunicación de masas que los coloniza, generando en ellos una forma de enajenación social, que destruye el pensamiento reflexivo y crítico.
Solo con este argumento se puede entender a un vulnerable social que vota a Macri, cuando es notorio que en el gobierno su comportamiento será igual al comportamiento económico de la dictadura, de Menem, de la Alianza, es decir se basará en los postulados del neoliberalismo que nos empobreció por años y que hoy hunde en la pobreza y el sufrimiento a los sectores más vulnerables de la vieja Europa.
Para cambiar la sociedad y transformarla en un colectivo más igualitario, solidario, cooperativo, es necesario comprender las conductas de sus integrantes, analizar las relaciones entre la estructura económica y las formas de conciencia de los diferentes sectores, pero debemos hacerlo en forma autogestionaria, sin líderes fantásticos que nos prometen el paraíso y cuando son gobierno nos hunden en el infierno, reconociendo quienes son los verdaderos amigos de los más vulnerables, porque es necesario que mientras cumplimos con la utopía, construyamos con los más rezagados un presente de mayor bienestar y más oportunidades laborales educativas y sociales.
Hasta la próxima.
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