martes, 3 de marzo de 2015

Los unos y los otros.


Entre el 18 de febrero y el 1 de marzo la argentina vivió un duelo de manifestaciones. La oposición, tras la mascarada de una movilización en memoria de Alberto Nisman, convocada por un grupo de fiscales y jueces denunciados por corruptos, encubridores, afectos al prevaricato, jueces de la servilleta, conservadores, reaccionarios, etc., con el apoyo de toda la oposición política. Esta marcha fue el comienzo de campaña de un sector de la burguesía argentina, el sector más concentrado de la misma, conformada por el gran capital financiero, la Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina, etc., que se lanzó a la conquista del poder tratando de desalojar por la vía electoral al gobierno popular de Cristina Fernández de Kirschner. Este es en sí un dato auspicioso, la gran burguesía apuesta a la lucha electoral y no a las bayonetas con las que durante décadas hizo valer sus intereses a sangre y fuego. No es de extrañar que en la movilización estuvieran Macri y el PRO, Masa y el Frente Renovador, Biondini y sus grupos nazis, Cecilia Pando defensora de militares genocidas y apropiadores. Lo desajustado de la marcha fue ver a Hermes Binner, Margarita Stolbizer, Victoria Donda, Pino Solanas, Humberto Tumini quienes desde una supuesta definición de izquierda y progresista desfilaron junto a estos personajes nefastos de la Argentina. Lo interesante no solo estuvo en quienes participaron de la marcha que se parecía a lo que un viejo amigo de los 70’, el Mono Pepe trágicamente asesinado por la dictadura cerca del monumento a la bandera en Rosario denominaba el “Comutac” un movimiento de derecha e izquierda que englobaba todas las ideologías. Comutac venia de Comunistas y Tacuaras los dos partidos de izquierda y derecha de los 60’ y su consigna era “Izquierda y derecha unidas en la brecha”. Como todo movimiento clandestino nadie se conocía en el Comutac, pero como todos eran de derecha e izquierda todos estaban integrados al Comutac, y para adherir al Comutac solo bastaba con pensarse Comutac. Hoy pareciera que para ciertos sectores de la política Argentina, que genéricamente se denominan “progresistas” comparten la teoría de mi amigo, es así que vemos encarar políticas conjuntas a Claudio Lozano que en la sesión del 1M se suma a Berta Arenas la conservadora y reaccionaria diputada por San Luis por el Partido Compromiso Federal en la demanda con carteles sobre la Amia. Vuelve a imponerse la sagacidad de Enrique Santos Discépolo, cuando en “Cambalache” nos dice “siglo XX cambalache problemático y feliz, el que no llora no mama y el que no afana es un gil, que falta de respeto, que atropellaba la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, mezclao con Stavisky va Don Bosco y "La Mignon", Don Chicho y Napoleón Carnera y San Martín, igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida”, yo diría se ha mezclado la política y hoy para algunos políticos todo es lo mismo con tal de alcanzar sus espurios intereses personales y el poder, total después hacen lo que les antoja y no nos dan cuenta de nada a nosotros los ciudadanos. Lo interesante decíamos, son los comentarios de los periodistas de derecha al servicio del grupo Clarín y La Nación luego de la marcha. Fernando Bravo, del que sería un hipócrita si dijera que es un periodista lúcido, en su barbarie dijo lo que otros disfrazaron, que los que fueron a la marcha fueron llevados, pagados, por el choripán y la coca, arriados como ovejas. Digo interesante porque ya no es maldito el kischnerismo, es decir los dirigentes del Frente para la Victoria con la Presidenta a la cabeza, ahora también son maldecidos, injuriados, vituperados quienes asisten a las convocatorias de ese sector político. No importa que no militemos en el kischnerismo, que hagamos críticas a ese movimiento, solo basta que reivindiquemos su labor de gobierno, que consideremos que los más vulnerables de la sociedad nos vimos reivindicados por Cristina y Néstor, para que automáticamente nos convirtamos en los “otros”, esos otros que por supuesto somos una especie inferior a los “unos”. Mi Tía Veneranda, que tenía ínfulas de señora de Alcurnia pero que pertenecía a la clase media baja como toda mi familia solía decir que estábamos los “unos” y los “negros de mierda”, claro que en la Tía Veneranda con su tosca formación cercana al analfabetismo y formada en años de racismo familiar esto podría haber sido entendido, en donde yo vivía se solía decir que cuando alguien hacía algo mal era “cosa de negros”, y un Tía real no la ficticia Veneranda, la entrañable Tía Anita, que cada quince días o un mes llegaba cargada de regalos que compraba en Casa Tía (la ex-empresa del explotador De Narváez) desmentía mi anterior afirmación, ya que con solo su primaria incompleta y su dignidad de trabajadora del servicio doméstico era capaz de enojarse cuando alguien decía esto, ella luchó toda su vida contra el racismo (real o en el lenguaje). Para los “unos” los “otros” nunca tuvimos el derecho a pensar,. A tener emociones, a sentir que somos tan humanos como la gran burguesía, cuando nos movilizamos somos el aluvión zoológico, cuando protestamos somos los piqueteros de mierda, cuando desesperados robamos un mendrugo de pan (parafraseando “los miserables de Víctor Hugo) somos delincuentes, pervertidos drogadictos y asesinos. Alguien decía en mi pueblo que un pobre embriagado era un borracho de mierda, mientras que un rico borracho estaba alegre y divertido. Pero lo más importante es que esta manera colonizada de ver las cosas es creada por los medios de comunicación monopólicos, al servicio del interés de la gran burguesía, pero enunciada en la calle por la burguesía pequeña y la pequeña burguesía “ilustrada”. Al igual que en la Alemania de los treinta los grupos de choque contra la clase obrera son integrados por sujetos de la pequeña burguesía. Nunca escuche a ningún periodista de los grupos mediáticos concentrados decir que los que concurrieron a la marcha del 18F fueron pagados o por el choripán y la coca. Se llega al ridículo de decir que habían miles de colectivos que transportaron a los manifestantes del 1M, claro en su concepto racista esos periodistas piensan que los compañeros que se movilizaron desde Salta, Jujuy, Catamarca, el conurbano debían hacerlo a patacón por cuadra como la abuelita de 91 años que está yendo caminando de Tucumán a Lujan para cumplir una promesa. Tal vez no saben que no todos los argentinos tenemos Mercedes Benz, Audi, BMW como tienen los “unos” y todavía el gobierno no logró el milagro de que todos los sectores vulnerables vivan en palacios y anden en Mini Couper, muchos andamos de a pie y tomamos colectivos. Existe una argentina dividida entre los “unos” y los “otros”, los capitalistas y los trabajadores, los democráticos y los fascistas, y existe una gran diferencia entre las movilizaciones de los millones que sufren la discriminación, la marginación, la explotación, el ultraje, la violencia verbal y no verbal, y los que discriminan, los que explotan, los que ultrajan, los que violentan, mientras que los primeros marchamos con alegría, sabiendo que para nosotros un día democrático es una fiesta, sobre todo si tenemos un gobierno que trata, más allá de los límites que impone el capitalismo, de lograr más equidad e igualdad aplicando políticas re distributivas y sociales y los “unos” que bajo el mando de ese Atila moderno (Héctor Magnetto) que pretende que donde edita un medio de comunicación no vuelva a crecer el pensamiento crítico y reflexivo, concurren a sus demostraciones llenos de odio y violencia, insultado a los que no piensan como ellos, agrediendo a los periodistas sospechados de ser oficialistas, que buscan a jóvenes pobres y vulnerables para lincharlos en plena calle sin juicio previo. Gritan desaforadamente, insultan a los funcionarios y a todos los que son distintos, dicen todo tipo de barbaridades, como por ejemplo hablar de Milagros Salas como esa negra de mierda ladrona cuando ni siquiera la conocen o nunca estuvieron en Jujuy y luego hablan de que vivimos en una dictadura, que tienen miedo a expresarse, que hay persecución. Existe una grieta entre los “unos” y los “otros” pero esa grieta fue cavada por el odio y la discriminación de los “unos” por el terror que los medios de comunicación les metieron en sus toscos esquemas de pensamiento de que si no cavan esa grieta van a ser parte de una sociedad total, en la que no hayan diferencias en la que todos vivamos en paz y con felicidad. Hasta la próxima.

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