lunes, 12 de enero de 2015

Quien es Cesar González.


Si cada lector se pregunta a si mismo: ¿Quién es Cesar González? Creo que le pasará lo mismo que a mí hasta este domingo cuando tuve oportunidad de conocerlo en una entrevista de Víctor Hugo Morales, la respuesta es que no sabía quién era ni a que se dedicaba. Si el conductor del programa hubiera anunciado a Wanda Nara, a Vicky Xipolitakis o a cualquiera de las vedetongas que salen a diario, y a veces varias veces por día mostrando la miseria de su ignorancia, de su falta de moral, de su inescrupulisidad, etc., que las lleva a contar su vida y sus miserias porque es negocio y “vende” (por algo hay tantos programas de chimentos en la T.V., seguramente que mi lado cholulo hubiera contestado al instante quien era y hasta podría haber hecho una descripción física y una biografía de la vedetonga en cuestión. Cuando se lo anunció en el programa como cineasta y poeta esperaba ver en la pantalla a un señor de al menos cuarenta años, vestido informalmente y atendiendo en su casa de algún barrio porteño de clase media. Mi primera sorpresa fue que la entrevista se realizó en el frente de la casa en la villa en la que vive. La segunda fue que se trataba de un joven que no creí que superara los 30 años, la tercera que es un intelectual que conoce mucho de filosofía (cito entre otros a Espinosa, Marx, Deleuze, stc.) y que ha enlazado sus lecturas con su propia experiencia de vida en la villa. Cuando lo googlee para tener más información me enteré que nació el 28 de febrero de 1989 (es decir que no cumplió aun los 25 años) y con sus pocos años tiene dos libros publicados: “La venganza del cordero atado” y “Crónica de la libertad condicional” y ha filmado dos películas “Diagnóstico esperanza” (2013) y “¿Que puede un cuerpo?” (2014), además de varios cortos como “Truco”, “Gauchines” y “Corte rancho” y numerosos poemas de muy buen estilo (datos del blog: http://camiloblajaquis.blogspot.com.ar/), en esta página hay una breve biografía que menciona que fue adicto a las drogas desde el poxiran, pasando por el rivotril y llegando a la cocaína. Desde joven se constituyó en un joven en conflicto con la ley realizando robos a mano armada y a los quince años en un asalto fue herido en el estómago por un policía. Moribundo, ingresó al Hospital Posadas con un paro cardíaco. Tuvo que ser intervenido e internado en terapia intensiva. Dado de alta, salió en libertad por no existir denuncia en su contra y continúo con su carrera de pibe chorro. Nuevamente herido, a los 16 años un juez lo puso bajo tutela de la abuela materna (su madre Nazarena también era drogadicta). Poco después estuvo involucrado en el secuestro de un empresario brasilero, internado en un instituto de régimen cerrado estuvo preso 5 años en diversos institutos y a los 19 años fue a parar al penal de Ezeiza y a la cárcel de Marcos Paz. Su vida cambio cuando conoció a un docente que dictaba talleres de magia en los pabellones de la prisión, Patricio Montesano, quien lo introdujo en la lectura de temas políticos, filosóficos y poéticos. A través de la lectura creció en forma geométrica el vocabulario de Cesar y su capacidad de análisis. En 2007 Cesar construye una revista y en esto también lo ayudó Patricio Montesano y pronto salió la revista “Todo Piola”, donde Cesar escribía con el seudónimo de Camilo Blajaquis en honor al revolucionario cubano Camilo Cienfuegos y al militante sindical Domingo Blajaquis asesinado en Avellaneda en 1966 e inmortalizado por otro mártir, el periodista Rodolfo Walsh en “¿Quién mató a Rosendo?. Cesar era un preso crítico con afán de cambio que incomodaba a carceleros, psicólogos, psiquiatras con sus impugnaciones al conservador sistema carcelario, por ello sufrió torturas y castigos “por hacerse el artista” según decian sus captores. Cuando fue liberado se anotó en la carrera de Filosofía y a los 21 años publicó “La venganza del cordero atado” libro integrado por 90 poemas que presento en la feria del libro junto a Roberto Matini ex PRT-ERP y a Noé Jitrik. Luego vinieron “Crónica de una libertad condicional y demás escritos. Aunque profusamente relatada por diversos medios como Rolling Stone, Veintitrés, Hecho en Bs As, Página 12, Tiempo Argentino y otros medios su historia no es conocida por el gran público. Luego viene la pasión por el cine con tres cortometrajes y dos películas. La historia de Cesar es apasionante porque implica la voluntad de cambio de una persona aun con las cadenas a las que es sometido por el sistema, que son no solo los muros de cárceles y reformatorios, sino también, y estas son las cadenas más importantes, la estigmatización por su pasado y por ser parte de un colectivo a veces ignorado, a veces vituperado, como lo son los villeros. En Cesar encontramos pasión por el conocimiento, capacidad crítica y posibilidad de unir lo que lee con su propia experiencia interior. Es alguien que reconoce su origen y sin tratar de negarlo u ocultarlo, logra redimir sus errores a través de un recorrido que muy lejos de la sumisión y la vergüenza que sienten muchos adictos tratados en esas inmensas lavadoras de cerebro que son las organizaciones religiosos, que los transforman en monigotes al servicio de sus verdugos, Cesar es capaz de elevarse por encima de esos errores, pero pudiéndolos analizar en su relación con el contexto que le tocó vivir. Se reconoce parte de la villa y puede realizar una interesante lectura de la discriminación y el racismo presente en los argentinos que ven en los villeros a los vagos, a los que viven del Estado, los que se cuelgan de la luz, los que no pagan impuestos. En un viaje en taxi en Rosario el taxista comenzó a hablar de los villeros y dijo más o menos algo así, y ellos reciben subsidios, se embarazan para cobrar alguna platita (discursos típicos de la derecha argentina como el PRO), no les gusta trabajar y además no pagan nada, la luz, el agua, nada, en cambio yo tengo que estar 12 hs en el taxi para llevar el pan a casa. Le pregunté si la vida de los villeros es tan buena porque no dejaba el taxi y se hacía villero, obvio, no contesto. Cesar expresa en lenguaje sencillo pero contundente lo que es la vida del villero, el que hace aquellas tareas que la clase media no quiere hacer, hay que tener valor y tenacidad para salir todos los días a cartonear, a limpiar la mugre de otros, a buscar la vida y a veces perderla en un colectivo, en una esquina de Bs. As. o lavando las copas que otros ensucian pletóricos de alegría en los bares, a estar en las calles esperando la moneda que le da un automovilista por cuidar del auto, a hacer malabarismos para esperar que alguien le tire un guijarro, a salir todos los días a vender algo que uno sabe que nadie quiere comprar pero que alguno por compasión compra, a salir con la cara sucia y los piecitos descalzos para conseguir alguna moneda o que te den un pedazo de medialuna para mitigar el hambre, y a veces cuando no se encuentra salida como Cesar lo hizo alguna vez, drogarse porque la realidad te invade y te aniquila o salir a “chorear” a riesgo de tu vida. Esto lo sabe Cesar por las cinco balas que entraron en su carne y la desgarraron, sabe de estar en una sala de operaciones luchando por su vida, sabe que solo cuando alguien tuvo la capacidad didáctica de trasmitirle que otra vida era posible, pudo comenzar a pensar en el cambio. Sabe que no todos eligieron el camino más peligroso, en sus propias palabras el 99% sale a la madrugada a trabajar, “básicamente elegí el carro y un cartonero porque hay todo un discurso instalado en la sociedad de que los villeros somos vagos, que vivimos de los planes, que no nos gusta trabajar, y es una mentira muy cruel. Son palabras que hieren en el corazón al habitante de una villa, a ese albañil que se levanta a las 4 de la mañana, a ese obrero que ingresa en la fábrica a cada amanecer…….(o el) cartonero que cada día y noche está yendo y viniendo por la ciudad, ayudando a reciclar material que si no se perdería de recuperar. Y en vez de que la sociedad valore dicho esfuerzo, al cartonero se lo hostiga, se lo mira con asco” dijo en una entrevista. Hoy Cesar es más que un villero, es un intelectual de fuste que ha leído a Espinoza y de allí sacó el título de su última película ¿Qué produce un cuerpo? en una referencia al desgaste corporal al que son sometidos los sectores más vulnerables de la sociedad, aquellos que son marginados de ella, arrastrados a los bordes, tal vez para olvidarlos y solo requeridos cuando se los necesita para hacer tareas consideradas por la burguesía como indignas, como los griegos consideraban que el trabajo manual corrompía al ciudadano porque trabajaba con materiales corruptos propios de esclavos, o a Badiou cuando para explicar su fascinación por el cine lo cita el francés que dice: 'El cine es el único arte capaz de hacer un milagro, de mostrar ese milagro'. En definitiva es un intelectual que ha leído a los mayores intelectuales de los últimos siglos. Pero, cuál es la parábola de Cesar, que lo que da valor a su vida, esa fidelidad con sus orígenes, la actitud crítica del capitalismo, la denuncia del racismo, de la marginación a la que son sometidos sus iguales; lo hace poco potable a los intereses de la burguesía, más aún lo hace más peligroso que cuando era un pibe chorro. La burguesía admite la movilidad social y es capaz de aceptar en su seno solo a aquellos individuos vulnerables que se someten a su cultura y son capaces de reproducir el discurso que sirve a sus intereses de dominación, sino vean lo que le pasó a Tanguito y a tantos que como Cesar intentaron sobreponerse a sus duras condiciones de existencia criticando de alguna manera al sistema de explotación en el que vivimos y en cambio lo que ocurrió con Palito Ortega, a Leo Dan, y a tantos otros que desde su origen humilde se sometieron a los dictados de las discográficas, hicieron películas de apoyo a dictaduras, o al modo de vida burgués. Cuando los miramos vemos que con pocas luces y valores artísticos escasos pudieron escalar en la pirámide social, ni que decir de las vedetongas y meretrices de lujo que pululan en el yet set argentino. Pero lo que muestra además, y esto es muy importante, la vida de Cesar, son las características asesinas y reaccionarias del discurso de la seguridad. El discurso de la seguridad enunciado por cuanto político de derecha (y no tan de derecha), es el favorito de la llamada clase media (en realidad la pequeña burguesía y la burguesía pequeña de nuestro país) sector social que cree ser progresista, democrático, solidario, amplio y en realidad es retrógrado, esta contra la igualdad en los hechos, discrimina al que es distinto, capaz de asesinar en grupos a un pobre joven porque robó, que clama por la mano dura que significa que a los que estigmatiza como “delincuentes” hay que castigarlos, que se escandaliza porque a los presos se les paga un salario cuando trabajan y se les debe dar las mismas condiciones laborales que a cualquier trabajador, siendo en esto más reaccionarios que nuestra propia constitución que dice “las cárceles serán para resguardo y no para castigo de los reos”, y que se niega a ver o denunciar a los grandes y genocidas delincuentes poseedores de medios de comunicación que mienten y difaman, a los bancos que roban con intereses usurarios, a las empresas que contratan trabajo en negro, a los que evaden, a los que fugan capitales y que son los verdaderos responsables de la inseguridad, el delito y las muertes en Argentina, aun del narcotráfico con el que tienen intereses en común, le lavan el dinero y aceptan sus dólares en épocas de crisis. Si la mano dura hubiera sido exitosa con Cesar hubiéramos perdido una mente brillante, un militante de la vida, un poeta de excelencia, por suerte fracasó. No es la mano dura lo que nos dará seguridad, sino las políticas de igualdad, un Estado fuerte dándole a los que no tienen (vivienda, alimento, trabajo, educación, etc.) y una sociedad solidaria que como Montesano hagan de la solidaridad un valor real que ayude a las pobres víctimas de la sociedad, los pibes chorros, y como dice un político santafesino, educación, mucha educación, porque la educación es una herramienta de nivelación social por excelencia, pero una educación que no se remita solamente al sistema formal, sino que se adecúe a las necesidades de los jóvenes que están a la deriva, que los ayude a encontrar otro camino, a poder pensar sus condiciones de existencia y para la clase media también educación, una educación que realmente le permita incorporar a su vida cotidiana valores como la solidaridad, la igualdad, la honestidad, la ética, la moral bien entendida, valores que lamentablemente una gran proporción de nuestra reaccionaria clase media carece. Hasta la próxima.

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