Tengo el honor de haber conocido un periodista, de esos que es necesario escribir su nombre con mayúsculas, porque no solo son maestros de la profesión, sino son un ejemplo de vida.
No tenía el nombre de Lanata, Van de Koy, Morales Solá, Blanco, Eliaschev, Leuco, Castro, Majul, y demás mercenarios a sueldo de los monopolios mediáticos pero, poseía algo mucho más valioso que cualquiera de los nombrados desearía nunca haber perdido, la dignidad y la ética profesional.
Se llamaba Carlos Vilarrodona, con él compartí a lo largo de cuatro años un pequeño programa de una F.M. de Rosario “La Tango”.
Era tal vez eso que podríamos llamar un pequeño gran programa, ya que a lo largo de la semana le brindaba espacio a una multitud de intelectuales y profesionales para que brindaran su opinión a lo largo de la hora que se extendía la emisión, de 12 A 13 Hs.
Carlos había organizado su programa para que cada día se tratara un tema distinto, y la calidad de los contenidos quedó demostrado cuando Volvo decidió premiar el esfuerzo de este programa otorgándole el 1er Premio Categoría Radio a Carlos Vilarrodona por su emisión "La Revista Vial". Esta era la tercera edición del premio Volvo de "Seguridad en el Tránsito". La nota periodística afirma que “El concurso instituido por Volvo Trucks & Buses Argentina tiene el fin de promover una mayor conciencia social para un "tránsito más humano", y así reducir las altas tasas de accidentes viales que se registran en el país”.
Carlos, compartió con nosotros la alegría del premio y tácitamente viajamos con él a Suecia.
No preguntaba a quienes participaban en el programa respecto a su filiación política o ideológica, solo le interesaba invitar a destacados especialistas para que socializaran sus saberes con la gente común, muchos de ellos taxistas que sintonizan el programa en el meridiano de su trabajo.
No tomaba parte en la feroz y encarnizada batalla que desde hace años los medios monopólicos que marcan agenda mediática en nuestro país han inventado para lograr sus espurios intereses, mucho escándalo, persecución a los que no opinan como el monopolio, difamación, mentiras, ultraje a quienes no se someten a su línea editorial, con el fin de doblegar a intelectuales, a las autoridades políticas y a la sociedad en general, para poner los medios de comunicación al servicio de sus intereses económicos.
Como decía el inefable Chiche Gelbung (insospechado de kirschnerista), en una entrevista de Menem con Magnetto, el primero le preguntó si deseaba su lugar y el Zar de los medios le contesto “puesto menor”.
De nada vale poseer un emporio mediático si ello no le otorga a la burguesía propietaria poder sobre la sociedad, y menos aún se tiene poder para nada, sino que se lo tiene para hacer negocios, y Clarín, La Nación, y demás medios opositores lo saben.
Seguramente Carlos, mucho más mesurado que yo se hubiese enojado por esta opinión, el respetaba mucho a todos sus colegas, nunca le escuché una diatriba contra otro periodista, siempre trataba de tener una opinión propia, la que se formaba de las largas lecturas que tenía y mediante el tratamiento cuidadoso de grandes volúmenes de noticias.
Tenía un espíritu crítico, podía estar a veces a favor del gobierno, otras a favor de la oposición, creo que tal vez esta independencia de criterio no le permitió llegar a la altura profesional de reconocimiento mediático que se merecía.
Junto a un grupo de amigos conformamos lo que era el grupo de los lunes, desfilaron prestigiosos intelectuales que concurrían cada lunes a hablar de un tema social. En el elenco estable hubo de todo, desde el último gran bolchevique, José Luis Comas, versátil comunista convencido y genuino que cada lunes arrimaba su escepticismo de izquierda, al punto tal que supo participar de un grupo cuyo nombre era “Dudemos del progreso”, o una brillante historiadora local Hebe Viglione, cuyo conocimiento de la Historia Argentina, nos enseñó las cosas más extrañas y significativas de nuestra historia, con una capacidad didáctica impecable, o una conocida y querida antropóloga, que es una de las mejores investigadoras de la Universidad Nacional de Rosario y la más destacada en su disciplina, Marta Schapira y una de las docentes más prestigiosas de las Facultades de Humanidades y Artes y de Odontología a quién recuerdo en los programas tomando minuciosa nota de lo que decíamos y elaborando criteriosos comentarios y síntesis. También participaba uno de los analistas políticos más inteligentes que he escuchado, Guillermo Molina, quien es poseedor de un background de conocimientos en lo referido a lo político pero con un enraizamiento en la historia, lo que hacía más interesante sus comentarios. Un analista equilibrado y sagaz, con independencia de criterio y capacidad crítica autocrítica que cada programa deshilvanaba su retahíla de comentarios provechosos.
Supimos compartir el espacio con el actual decano de Ciencias Médicas Miguel Farroni que nos brindó sus conocimientos en el área de la salud, luego por responsabilidades profesionales dejo de gratificarnos con tanto saber.
Una joven economista, Verónica Mussio dio un toque femenino e interesante al programa tratando temas económicos con solvencia y profesionalidad.
Por el programa desfilaron muchos especialistas nacionales y extranjeros, de algunos no recuerdo los nombres, de otros sí, porque eran más cercanos a mi y puedo mencionarlos. A los primeros les pido disculpas por mi involuntaria falencia mnémica, de los segundos recuerdo al Dr. Gregorio Gómez Jarabo, a la Doctora Emilia Domínguez Rodríguez, el Dr. Manuel Foufré, todos de la Universidad Autónoma de Madrid, el Dr. Ovide Menin, la Decana de Psicología Laura Manvella, la Vice Decana de la Facultad de Ciencias Médicas Dra Graciela Simonetti y tantos otros que le daban al programa un nivel de calidad acorde a su conductor.
Al final ya no era un programa, era un grupo que tenía en Carlos su team líder, y también un grupo de amigos que los fines de años se reunían en algunas de las casas de Funes para compartir un asado y muchos comentarios, noches largas pero acogedoras que se extendían hasta avanzada la hora y en las que reinaba la concordia y la camaradería.
Pero Carlos no solo fue su pequeño gran programa de “La Tango”, fue un profesional reconocido en el medio de Rosario, respetado y querido por todos sus colegas, su paso por las radios dejo admiradores y amigos, tuvo una larga trayectoria en las radios de Rosario, desempeñándose durante muchos años como productor de Evaristo Monti. Trabajó en LT8, LT3 y ultimamente –además de su labor de productor y columnista en Radio 2– conducía el programa La revista de la tango (FM Tango) y un envío sobre Ciencias Médicas, en Radio Universidad de Rosario.
Creo que si algo tenía de importante Carlos, además de la integridad moral y profesional que mencionamos anteriormente, era un elaborado concepto de lo que constituye ser periodista, de las características profesionales y humanas que debe tener un trabajador de los medios, tal vez por eso Carlos no fue rico en dinero, aunque sí en afectos y amistades.
Quienes trabajamos con él en estos últimos años nos sentimos un poco huérfanos.
Tal vez todos los lunes entre las doce y la trece evoquemos los gratos momentos que pasamos junto a él, de las enseñanzas recibidas y cada vez que lo evoquemos recordaremos las palabras de otro gran hombre de Rosario que se fue casi al mismo tiempo que Carlos, Ovide Menin quien ante la pregunta de Ángel Tulio Sof de cómo podía ser él un maestro si apenas había llegado a sexto grado, el gran docente le contesto “El término latino magister habla de hombre o mujer que son ejemplo en su trabajo, en sus quehaceres que no son solo los que se refieren a la educación formal o escolar, así entendido Ud. en lo suyo y yo en lo mío hemos sido maestros” y en este sentido creo que Carlos Vilarrodona fue un gran maestro del periodismo de Rosario.
Sea este pues, un humilde homenaje, que creo compartimos todos los que en estos años tuvimos el privilegio de compartir la aventura periodística del mediodía de “La Tango”
Hasta la próxima.
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