La “reforma” educativa disparó una serie de controversias entre el oficialismo y la oposición, o más precisamente entre el kischnerismo y el antikischnerismo dado que ambos sectores dividen a la sociedad y generan actitudes simétricas (en espejo) que no admiten el intercambio de ideas.
Desde hace algunos años asistimos al combate entre dos bandos que no admiten que del otro lado puede haber razón, que todo lo que el “otro” hace no necesariamente está totalmente equivocado.
Si el gobierno hiciera, como dicen los antikirschnerista, todo mal, ¿podría el país haber resistido tantos años de consumo, de crecimiento, de elevación del nivel de vida, de disminución del desempleo, de la pobreza y de la indigencia?
Sinceramente dudo que ello hubiera sido posible, creo que la intolerancia no le corresponde al gobierno, o por lo menos solo a algún sector importante del gobierno, creo que la oposición antikirschnerista, o por lo menos una parte importante de ella, es profundamente intolerante, que no le importan los sufrimientos que impongan a los sectores más vulnerables con su prédica destructiva, con tal de destruir la obra de gobierno de Cristina.
Son los que hacen manifestaciones para gritar su odio a Cristina, los que agreden como lo hacen periodistas que tildan de oficialistas, o periodistas como Lanata, Bonelli, Alfano, Grondona, Castro, Van der Koy, Blank, Lomgobardi, Majul, Fontevecchia, etc., cuyo único objetivo es destruir al gobierno y para ello todo vale, mentir, injuriar, falsificar la realidad, difamar, etc.
También están los ciudadanos de a pie, (no son políticos o periodistas) que se ubican en el campo antikirschnerista y que se valen de cualquier argumento, verdadero o falso para desacreditar al gobierno.
En el caso de la reforma tomo las palabras de un cineasta (creo que está enojado con el gobierno porque no le vendieron dólares a precio oficial para ir al Perú) me refiero a Juan José Campanella, quien dijo “Cuanto menos exigente la escuela, más burro el alumno, Cuanto más burro, más dócil. Cuanto más dócil, más fácil de dominar, ese es el plan.”
Campanella puede ser un gran director de cine y ha hecho películas memorables que me gustaron mucho, por ejemplo “Luna de Avellaneda”, pero en materia de educación no tiene noción de lo que dice, y debería hablar de lo que sabe y no destilar odio gratuito con bestialidades como la que transcribimos.
El problema no es la exigencia de la escuela, sino la escuela misma, que es un producto del siglo XIX (esto lo desarrollamos en otro blog) que está en vías de agotarse. La escuela surge en Prusia y el modelo fundacional es profundamente autoritario dado que está inspirado en la doctrina militar y buscaba disciplinar al joven para que sea obediente y sumiso en su vida laboral.
La esencia de la escuela es la represión, no solo busca docilizar al niño/joven, la escuela continúa la tarea de ahogar el espíritu creativo e investigativo que comenzó la familia (otra institución de represión).
Criticar la escala de evacuación, y asignar a su supuesta flexibilización un programa de dominación de la sociedad es como tapar el sol con la mano.
Al Sr. Campanella le tenemos que aclarar que no se libera el espíritu creativo y la rebeldía de los jóvenes haciendo más exigente la educación. Ningún estudio científico demuestra que la exigencia tiene un carácter formativo, que a partir de ella se logra aumentar los conocimientos del alumno.
No sabe el Sr. Campanella que las escalas de evaluación son aleatorias, que muchos sacan un 9 o un 10 sin estudiar, o estudiando de memoria sacan la nota sin saber lo que escriben, o a veces los docentes ponen un 8, 9 o 10 según su subjetividad. Además decir que el que tiene 7 supera la exigencia más que el 6 o el 5, o el 1, o el 2, o el 3 es una burrada. Las escalas numéricas en la escuela solo son formas de exaltación de la competencia, el saber real no se logra cuando se tiene 10 o cuatro o cualquier nota, se obtiene cuando se articula el conocimiento con la experiencia interna del sujeto y su proyecto de vida.
El Sr. Campanella que como decíamos, es un buen director debería saber que a veces pueden ser más dominables los que tienen más títulos porque tienen más que perder en la vida que los que nada tienen. Ser dominado, o crítico depende de la estructura de personalidad, de la experiencia de vida, no de cuanto se sabe o el bagaje cultural que se tiene. El que sabe de cine debería volver a ver “la Patagonia rebelde” y observar como allí se narra la épica de obreros rurales analfabetos que se levantaron contra la opresión y la explotación capitalista, eran analfabetos pero no los pudieron dominar, murieron luchando por lo que creían, se derrumba la tesis del Sr. Campanella.
Pero además el Sr. Campanella debería hacer una autocrítica de sus dichos discriminadores, porque a esos obreros de la Patagonia, como a todos los obreros que no han podido asistir a la escuela, los tilda de burros, es decir que no son inteligentes.
La inteligencia no tiene que ver con la educación, la inteligencia es parte del equipamiento biológico del sujeto que se desarrolla en el intercambio con el medio ambiente. Le recomendaría al Sr. Campanella la lectura del libro “Inteligencias Múltiples” de Howard Gardner, porque me parece que tiene una visión muy limitada de lo que es la inteligencia.
Decía que el problema no es la evaluación en la escuela, es la estructura actual de la escuela misma la que se constituye en la actualidad como problema y obstáculo del desarrollo humano.
La sociedad de las TICS no tiene nada que ver c on la sociedad industrial, y la escuela fue pensada para satisfacer las demandas de mano de obra de aquella sociedad, la escuela fue imaginada para que los burgueses tuvieran mano de obra calificada y obediente y el sistema de evaluación (además de otros sistemas escolares) es una parte importante del sistema de disciplinamiento de los jóvenes instituido en y por la escuela.
Pero la sociedad industrial es cosa del pasado, las relaciones laborales, el expertis exigido en las organizaciones empresariales se ha modificado sustancialmente, mientras que la escuela ha sufrido pocos cambios en su estructura. El sistema continúa siendo jerárquico, autoritario, centrado en la figura del docente como el lugar supuesto saber, donde la libertad de creación de los alumnos es aplastada antes que motivada y además forma para una sociedad inexistente.
Ese es el real problema de la escuela, que fue creada para ser una organización que fortaleciera el imaginario de dominación de la burguesía y nunca se rebeló contra ello, sino, lean los trabajos que en la década del 70 escribieron el obispo de Cuernavaca Iván Ilich “Contra la escuela” o los trabajos de Cirigliano en Argentina continuando esa línea de investigación.
No se construye un mejor ciudadano, más rebelde, más crítico, más comprometido aumentando la exigencia en la escuela y menos con los sistemas evaluativos que se utilizan allí.
O el Sr. Campanella no sabe que la calificación es un dato profundamente subjetivo y aleatorio, alguien obtiene una buena nota porque tuvo suerte, porque le tocó un tema que sabía, porque fue lo suficientemente seductor como para agradar al docente, o por mil factores que tienen que ver con las relaciones interpersonales o el azar más que con el conocimiento adquirido.
La demanda de exigencia tiene que ver con cuestiones con mayor cercanía con la movilización de mecanismos de dominación y represión que con un intento serio de formar profesionales o trabajadores idóneos.
No es casualidad que los que arremetieron contra la reforma bonaerense sean los destacados periodistas y comunicadores de la derecha vernácula, cuando el rio suena……
La demanda de una educación exigente no es sinónimo de una educación de calidad, una educación que forme seres humanos comprometidos con su prójimo y con su país, cooperativos, solidarios. Está más cercana de la consigna que invita a disminuir la inseguridad aumentando la rigurosidad (exigencia) en el trato a los “delincuentes” (que pareciera no tienen el derecho de los ciudadanos) con aumento de las penas, disminución de la edad de punición, etc., con lo cual la inseguridad seguirá pero con cárceles más superpobladas que lo que están en este momento.
Hay que formular proyectos y avanzar en el desarrollo de formas educativas para los sectores que no resisten la disciplina prusiana de la escuela.
No puede haber un único sistema educativo, el formal gradualizado, sino que deben existir diferentes modalidades de desarrollar los servicios educativos que se les brinda a los ciudadanos.
No existe una receta única, una pedagogía universal aplicable a todas las demandas de los ciudadanos, debe desarrollarse un menú amplio de ofertas educativas, basado en la pluralidad de pedagógica, que tenga en consideración la multiplicidad de situaciones que tiene la población de nuestro país.
En la formulación de ese menú es necesario considerar que cada grupo social tiene diferentes formas de vida, diferentes culturas, distintos intereses y diferentes posibilidades laborales, por lo tanto para determinar la formación que necesita se deben tener en cuenta todas esas variables.
Doy un ejemplo, mucho jóvenes abandonan la escuela, no porque sean vagos, o malos, lo hacen porque no resisten las condiciones de encierro y disciplinamiento de la escuela.
Estando en Honduras puede tomar contacto con el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP) que utilizando un modelo alemán diseñaron una organización de formación orientada a satisfacer la demanda educativa de los jóvenes más arriba indicados. La propuesta consistía en la creación de un aula taller a la que asistían los jóvenes, en ella se los formaba en conocimientos teóricos (matemáticas, lengua, por ejemplo) en función de los requerimientos del expertis en el que se estaban formando. Con una mayor flexibilidad que las exigencias de la escuela común el INFOP lograba contener a los jóvenes que habían abandonado el secundario y los dotaba de una herramienta de trabajo.
Otro ejemplo de flexibilidad es el desarrollo de los “Trayectos profesionales” durante el gobierno de Menem que eran carreras ofrecidas a trabajadores, pero que contaban con una elemento flexible, si algún trabajador quería cursar solo un módulo del trayecto podía hacerlo. Además no era necesario tener el secundario completo para cursar un trayecto.
Otro elemento a considerar es que la escuela debe abandonar la intención de un aprendizaje repetitivo y monótono que por lo general lleva a saber “algo”, pero no a saber el porqué de ese “algo”. Con las nuevas teorías de las competencias educacionales que establecen que para saber hay que saber hacer y para ello, conocer las condiciones que posibilitan el saber, conocer cómo funciona el dispositivo de conocimiento. Por ejemplo no basta que Ud. sepa manejar un auto, una competencia educacional indica que Ud. debe saber que ocurre para que el auto funcione y si se le avería en un paraje desolado Ud. tenga oportunidad de solucionarlo.
Una cosita más en el campo de lo aleatorio hubiera bastado que el gobierno de Bs. As. cambiara el sistema numérico por otro sistema de evaluación, por ejemplo aprobado/no aprobado y el debate no hubiera tenido lugar. A los que plantean la exigencia evaluatoria les recuerdo que en muchos países (creo que en Francia, Suecia o Islandia si no me falla la memoria) los alumnos tienen promoción automática y solo tienen una evaluación al final de la carrera. Ello permite mantener los grupos de compañeros, sostener el trabajo en equipo y evitar el sufrimiento psíquico de quienes al repetir pierden sus grupos de referencia.
Por lo tanto yo le recomendaría al Sr. Campanella que siga haciendo buen cine y deje de decir “burradas”, en sus propios términos, sobre la educación.
Hasta la próxima.
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