sábado, 26 de julio de 2014

La religión como alucinación y estructura de poder.

Partamos de un hecho concreto, que Dios no existe. La inexistencia de Dios ha sido demostrada hasta el hartazgo por diferentes científicos ateístas, La primera premisa que vamos a tener en cuenta es que Dios es una creación del hombre, y no al revés, que el hombre es una creación de Dios como pretenden las diferentes religiones. Por lo tanto la expresión bíblica “Dios creó al Hombre a su imagen y semejanza”, debe reformularse con otra que diga “El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza”. Esta científicamente demostrado por las teorías evolucionistas que el Universo es el producto del Big Bang o gran explosión inicial, de una masa concentrada que existía antes de la explosión. Luego de la gran explosión, el universo comenzó a expandirse, del polvo cósmico fueron surgiendo los planetas, estrellas, satélites, etc. En nuestro planeta, como posiblemente en otros planetas del universo, por la conjugación fortuita (recordemos que Engels había dicho en el siglo XIX que el azar, la casualidad, o lo fortuito es aquello cuyas causas desconocemos) de diversos factores, se desarrollaron condiciones para la vida orgánica, y de aquél primer micro organismo simple surgieron diferentes formas de vida que se fueron complejizando hasta llegar al homo sapiens. No tengo pensado desarrollar la teoría evolucionista, solo me interesa indicar que el conocimiento científico demuestra a través de diversas disciplinas como la naturaleza es una autocreación, sin necesidad de la intervención de ninguna fuerza externa a ella, por decirlo de alguna manera, la naturaleza es un sistema autopoiético que se desenvuelve dentro de sus límites de operación. Es importante esta aclaración porque, desde tiempos cercanos a los comienzos de la aparición de la especie humana en la tierra, nuestros ancestros se han formulado la pregunta por el origen. Existen dos preguntas que no tienen respuesta, por lo menos en el terreno de lo científico, la primera es la que indicamos arriba, la pregunta por el origen, la segunda es la pregunta por el más allá de la vida individual. Estas preguntas están presentes en las culturas de la antigüedad, y al día de hoy, los seres humanos continuamos formulándonos los mismos interrogantes. Por este agujero negro del conocimiento humano, que no es infinito, sino que tiene límites, es por donde se cuela el pensamiento religioso. La angustia frente a la muerte, y la imposibilidad de conocer el origen hasta sus últimas consecuencias, han desvelado a nuestros ancestros y continúan desvelándonos a nosotros. Para poder soportar la angustia, fue necesario buscar explicaciones, y allí surgen los mitos religiosos. El mito, palabra que proviene del griego mythos es un relato de hechos maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses, monstruos) o extraordinarios (héroes). Los mitos forman parte del sistema religioso y de la cultura. Según Levi Strauss el mito tienen tres atributos: 1) se trata de una pregunta existencial, 2) está constituido por contrarios irreconciliables y 3) proporciona la reconciliación de esos polos para poner fin a la angustia. Desde mi modesta opinión, los mitos son relatos fundamentales en cualquier sistema religioso (monoteísmo, politeísmo, etc.) porque permiten explicar aquello que no resiste el análisis racional. El mito no es ni verdadero, ni falso, el mito es, y se despliega como un relato que solo puede ser aceptado o rechazado, según el observador este dentro o fuera del campo de visualización de la creencia. Los antiguos respondían al interrogante del origen con un mito, por ejemplo el mito de Prometeo encadenado que relata Esquilo, o los diversos mitos que encontramos en el origen de las diferentes culturas. El mito moderno es la existencia de Dios, si no podemos explicar el origen, situemos algún ser sobrenatural que es quién ha creado todo lo existente. Dios, o los dioses, constituyen la manera en que las diferentes culturas enhebraron sus creencias y sus conocimientos para explicar aquello que no conocían y que para comprenderlo no contaban con las herramientas de conocimiento necesarias. Todo creyente, para fundamentar la existencia de Dios, lo que hace es preguntar por el antes, de manera que en la cadena explicatorio lleguemos a un punto ciego, donde el creyente nos dirá, ves antes estuvo Dios, y cuando nosotros preguntemos ¿y antes de Dios que hubo?, nos responderá, Dios es eterno, antes de Él no hubo nada, una respuesta que no explica nada, ya que el no creyente podría decir que la Naturaleza es eterna y tendría el mismo viso de veracidad. La siguiente pregunta que debemos formularnos es ¿los humanos siempre tuvimos creencias religiosas? La arqueología tiene una respuesta negativa para este interrogante. Los estudios arqueológicos sobre los restos humanos prehistóricos demuestras que la costumbre de sepultar a los muertos primero y con enseres y armas después no fue una costumbre que existió siempre, se han encontrado restos de seres humanos que simplemente quedaron tapados por sedimentación. ¿Que nos demuestra esto?, que la humanidad tuvo un período pre-religioso, un período en el cual los hombres no se preguntaban por el mas allá o por el origen, en el cual no enterraban a los muertos, simplemente los dejaban tirados, como ocurre en el caso de las diferentes especies animales. El desarrollo de la conciencia religiosa tiene que ver con la evolución humana. En la medida en que el ser humano comienza a dejar de ser un mero recolector o depredador y empieza a poder sintetizar nuevos conocimientos que le permiten desarrollar herramientas y armas, en su cerebro se va produciendo una profunda metamorfosis que da lugar a las diferentes áreas especializadas de su arquitectura neuronal, generando redes neurosemánticas que le permiten componer objetos abstractos y complejos. La idea de Dios, o de los dioses es uno de esos objetos. Si analizamos las diferentes configuraciones imaginarias de las religiones podemos ver que si bien no existe un recorrido lineal, en la historia el hombre fue desplazando sus ideas religiosas de objetos más o menos sobrenaturales, fantásticos y múltiples a un Dios único con forma humana. Ese Dios, como corresponde a una sociedad patriarcal como lo es la hebrea, necesariamente tenía que ser hombre, no podía ser mujer en tanto las mujeres eran en las sociedades antiguas sujetos de segundo orden sin derechos políticos o patrimoniales. Luego devino la construcción de los relatos sistematizados. Esa construcción tiene que ver con la estructuración de las clases sociales en la sociedad humana y el paso del derecho materno al derecho paterno consolidando el patriarcalismo como forma de organización social, la aparición de la monogamia y por lo tanto de un modelo de familia, y el comienzo de la acumulación primitiva que por vía de la herencia fortalece la división de la sociedad en clases opresoras y clases oprimidas. Al dividirse la sociedad en clases y estamentos comienzan a cristalizarse en ella los diferentes grupos sociales (militares, religiosos, trabajadores, esclavos, extranjeros. etc.) con el crecimiento de la desigualdad entre los componentes de la sociedad, desigualdad que se extenderá a los descendientes de esos mismos grupos sociales. En las sociedades primitivas existen una serie de actores tradicionales que ejercen el poder y gozan de privilegios, los militares, los sacerdotes, los nobles o patricios. Generalmente eran personas vinculadas a los fundadores originarios de los clanes donde el poder se había distribuido de manera no uniforme según el grado de influencia de cada grupo social. Uno de los grupos con mayor grado de influencia lo constituyeron los religiosos, encargados de sostener y a acrecentar el poder por vía del convencimiento de los explotados y oprimidos de la inevitabilidad de su destino y la esperanza de una vida mejor mas allá de la muerte. Mao Tse Tung, dijo una vez que con las bayonetas se puede hacer cualquier cosa menos sentarse sobre ellas, y este pensamiento es la síntesis de lo que los sectores dominantes de la sociedad han aprendido a lo largo de miles de años de desarrollo social inequitativo. El dominio no podía sustentarse sobre la exclusiva posesión del poder militar, porque los esclavos que ocupaban todos los niveles de la vida cotidiana se convirtieron en ejércitos de oprimidos que podían revelarse en cualquier momento. El pensamiento religioso que había surgido como una necesidad de enfrentar el miedo y la angustia que dominaban la existencia de los seres primitivos ante la inmensidad de fuerzas desconocidas que los amenazaban (los truenos, rayos, volcanes, maremotos) y frente a la ansiedad por el futuro, no terrenal, sino más allá de la propia vida, rápidamente se evidenció como una herramienta de control social, que se fue diseminando por el tejido societal y más tarde o más temprano terminó controlando todos los aspectos de la vida humana (sexualidad, libertad, formas de pensamiento, etc. .) Los enunciadores de estas verdades inmutables eran los religiosos, aquellos que poseían ese supuesto saber sobre los dioses y sus designios. Ellos pasaron a ser los interlocutores de esos dioses construidos por ellos mismos y a la vez se constituyeron en el estamento más “ilustrado” de la sociedad. Fueron los encargados de explicar porque los dioses se comunicaban solo con este sector social, crearon los instrumentos de ejercicio de su poder y de los estamentos privilegiados de la sociedad, en una palabra fueron los constructores privilegiados de la superestructura de dominación social. Así a lo largo de muchas generaciones fueron capaces de producir intelectualmente los instrumentos que garantizaron el sometimiento de la masa social a unos poco privilegiados. Estos instrumentos, con el paso del tiempo ganaron en sofisticación y capacidad de penetración en las mentes primitivas. Muchas veces constituyeron relatos infantiles que se combinaban con producciones intelectuales complejas, de ello dan cuenta tanto el Corán de los musulmanes como la Biblia de los cristianos. Libros que supuestamente expresan la palabra de un Dios, pero que fueron escritos por hombres de carne y hueso como nosotros. En mi próxima entrada desarrollare misa ideas sobre el carácter alucinatorio de la religión. Hasta la próxima

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