domingo, 19 de enero de 2014

La hipocresía neoliberal.

En otras entradas, he desarrollado la confrontación teórica de los economistas que básicamente se agrupan en neoliberales y neokeinesianos. Lo he hecho desde el punto de vista de sus presupuestos económicos, hoy quiero enlazar los presupuestos económicos de los neoliberales con sus postulados políticos y tratar de definir porque pienso que los economistas neoliberales son fundamentalmente hipócritas y políticamente de derecha. En lo más elemental el neoliberalismo, término que proviene de la abreviación de liberalismo neoclásico, constituye una teoría económica en sintonía con el llamado Consenso de Washington, y tiene su mayor soporte en la denominada “Escuela de Chicago”, partidaria del libre mercado pero con base en un régimen monetario estricto. Su principal exponente es Milton Friedman y constituyó, tal vez, el mayor oponente al keynesianismo. Sus principios fundamentales son: la liberalización económica, los mercados abiertos, la desregulación del mercado y la disminución del sector público; la base en la vieja ilusión burguesa del Estado barato al cual Marx había criticado ácidamente en el siglo XIX. Esta teoría, en los países emergentes fue completada con la denominada “teoría del derrame”. Dicha constructo teórico presupone una distribución hacia los sectores económicos más vulnerables cuando una economía crece y se produce un derrame de los excedentes. Además, este presupuesto fundamental se articula con otro nuevo ícono: considerar al mercado como el único regulador social, para lo cual el Estado deberá reducirse a su mínima expresión. Para esta concepción económico-política, el Estado solo deberá de atender funciones de seguridad, educación y salud (en épocas de dictaduras se redujeron a la primera, considerada en términos de represión salvaje al libre pensamiento). Las experiencias más relevantes de dicha teoría fueron los “laboratorios” desarrollados por las dictaduras genocidas de Chile, Argentina y en menor medida Brasil. Posteriormente, aparece una segunda ola en la década del noventa con la aplicación de teorías neoliberales en el marco de un Estado representativo. Si analizamos históricamente la aplicación de las teorías neoliberales en la Argentina vemos que todas terminaron en rotundos fracasos que le costaron hambre, desocupación y miseria a los trabajadores, además de constituir prácticas de desmantelamiento del aparato productivo favoreciendo la apertura de las aduanas para que el mercado interno argentino se vea inundado de productos “importados” tan inútiles como caros. Otro rasgo del neoliberalismo en Argentina (en mayor medida durante la dictadura genocida) es el crecimiento de la especulación financiera y cambiaria (recordemos la tablita de Martínez de Hoz que permitía a los capitales golondrinas especular y obtener ganancias en dólares mayores al 100%, dólares que pagamos hoy los argentinos con una deuda externa espuria), llegando en épocas de la dictadura a existir más de 300 entidades bancarias en el país. Luego del mayor fracaso de la doctrina neoliberal, la década infame que va de 1990 a 2001, que dejó un saldo de índices de desocupación superiores al 20% y subocupación con guarimos muy cercanos al 20%, un 23% de indigentes y casi un 60% de pobres y una reducción dramática de la producción y el mercado interno nacional llevando a gigantescos déficits provinciales y nacionales con emisión de cuasi monedas (o monedas truchas) como el patacón, el lecor, el lecop etc.; se inició un nuevo período en nuestro país en el que la orientación económica cambió radicalmente orientándose a neokeinesianismo. Los cambios operados en la economía argentina no implican que el neoliberalismo esté muerto, muy por el contrario se encuentra en un momento de reconstitución y ha comenzado a sembrar sigilosamente su prédica destituyente entre nuestros conciudadanos de la mano de un inestimable compañero de ruta, los medios masivos de comunicación, monopólicos y concentrados. Veamos una muestra del pensamiento neoliberal. En el diario La Capital del domingo 19 de enero de 2014, en página 30, en una columna de opinión, el periodista Pablo Díaz de Brito habla de la lucidez económica de Hollande el premier francés. Este representante de la ultraderecha, enemigo de todos los regímenes populares que se han desarrollado en América Latina nos viene a decir que la crisis europea no es una crisis del capitalismo, (entonces que hay en Europa, ¿socialismo?) sino de un Estado hipertrofiado, tal como hablaban los neoliberales de la dictadura genocida o en los 90´. La crisis actual, vale recordar, explotó en el país de economía neoliberal por excelencia, EE.UU, como consecuencia de las maniobras especuladoras del capital financiero con las hipotecas basuras, siendo la primera en detonar la banca Lehman Brothers, generalizándose a los países más débiles de la comunidad europea. Es una crisis típica del capitalismo neoliberal que pretende resolverse con más neoliberalismo, genera como consecuencia la persistencia de la crisis en el tiempo (empezó, para ser exactos el 15 de septiembre de 2008 o sea hace más de un lustro). El dato nuevo de la crisis, es que constituyó una crisis global de los países que se mostraban como paradigmáticos del neoliberalismo. Pero Díaz de Brito va más allá y denuncia que Europa está sobre endeudada, ¡vaya novedad!, le diría que no solo la comunidad europea, el país más endeudado de la tierra es EE.UU. el paraíso de los neoliberales, pero no aclara porque y cuando, a consecuencia de que políticas, ocurre lo que ocurre. No es precisamente la aplicación de las ideas de Paul Krugman que tanto denosta Díaz de Brito, o del neokeynesianismo o del marxismo, sino precisamente por la teoría económica que él defiende, el neoliberalismo. Pero lo interesante de la opinión de Díaz de Brito es que alaba un programa de ajuste que propone una reducción del gasto público de 50.000 millones de Euros en un trienio y el recorte de 30.000 millones de Euros en los aportes patronales. ¿Cuáles serían las consecuencias de estas medidas? Por un lado la cesantía de miles de empleados públicos, el recorte del gasto social y de los programas de desarrollo, ¿todo para que?, para reducirle los impuestos a la burguesía francesa por vía del recorte de sus aportes a la seguridad social y reducción de su tributación. Esto llevará al aumento de la pobreza y a mayor inequidad social, aumentando la vulnerabilidad de quienes no pueden acceder a la atención privada de la salud, o el recorte de la ayuda social a quienes la necesitan imperiosamente. Además para Díaz de Brito el déficit fiscal francés y la cuantiosa deuda pública se debe a los socialistas, cuando en Francia, excepto los últimos 18 meses, ha gobernado la derecha desde 1995, es decir el causante de la debacle francesa no es la derecha que gobernó los últimos 17 años, sino los socialistas que están en el gobierno desde hace 18 meses. La crisis no se debe a políticas neoliberales que permitieron la fiesta financiera de estos años, que implementaron una de las más crueles políticas de mercado, de alto contenido anti obrero (lo primero que hizo Sarkozy fue flexibilizar las 35 horas semanales de trabajo, una conquista inconmensurable de los trabajadores franceses) y favorable a los intereses concentrados de lo más rancio de la burguesía francesa. Tomemos un ejemplo del propia Díaz de Brito, Hollande comenzó a gobernar en la segunda mitad del 2012, él dice que la deuda pública aumentó en 41.911 millones de Euros, llegando a 1.912.205 millones de Euros, entonces si Hollande es “responsable” (porque hay que tener en cuenta intereses mensuales que genera tamaña deuda) del incremento de 41.911 millones de Euros, quien es responsable de los otros 1.870.294 millones de Euros de deuda preexistente y si la deuda era el 91,90% del PBI francés en el primer trimestre de 2013, cuando los socialistas asumieron el gobierno, quién es el responsable de ese exabrupto de deuda, no es acaso el plan neoliberal de Chirac y Sarkozy. Evidentemente o Díaz de Brito, usando su propia metodología discursiva cuando denosta a Krugman, es un economista de opereta, o un militante de la derecha más reaccionaria y corrupta de la Argentina. Esa misma derecha que en lo discursivo trata de aparecer como defensora de los pobres y desposeídos diciendo que la inflación genera pobreza, o que Hollande no va a desmantelar el Estado de bienestar. Si señor Díaz de Brito, si Hollande toma ese rumbo económico va a desmantelar el Estado de Bienestar y va a generar más pobreza e indigencia entre los franceses. El discurso social de la derecha (Macri, Sanz, Cobos, Masa, Carrió, Solanas) económica, política o moral, es hipócrita porque señala en lo discursivo lo que sabe que no va a hacer en lo práctico, más aun recordemos al caudillo de derecha Carlos Saúl Menem cuando dijo que un político cuando está en campaña dice todo lo que sabe que no va a hacer, y cuando gana hace todo lo que dijo que no iba a hacer, porque sino no se ganaría ninguna elección. El discurso hipócrita de la derecha y desde la oposición en general, habla de los pobres, de disminuir la pobreza etc., pero si llega a estar en el gobierno va a hacer lo que hicieron Menem o De la Rúa, aumentar la indigencia y la pobreza, la desocupación , llevando al país a la más grave crisis política y social. Pero existe otra hipocresía, la de aquellos que mienten a sabiendas sobre la realidad económica y social, como lo hace la oposición en Argentina, atacando en la generalidad de los casos las medidas de gobierno con falsos argumentos. Veamos un caso, el Partido Socialista dice que la inflación en Argentina es del 30% anual, o los socialistas mienten o miente el IPEC (Instituto Provincial de Estadísticas Censos de Santa Fé) ya que este organismo controlado por el Partido Socialista afirma que la inflación en los primeros 11 meses de 2013 fue del 13%. La oposición, socialistas incluidos, denosta las afirmaciones de que en Argentina la línea de indigencia se sitúa en los 1500 pesos. Sin embargo en La Capital del domingo 19 de Enero de 2014 en la nota “En pleno verano 29.000 chicos van a la escuela a comer”, se dice que la Provincia de Santa Fe gasta por almuerzo $ 3,85, y por merienda $ 1.30. Con estos números la provincia gasta para dar de comer a una persona en el mes (3,85+1,30)x30= $ 154,5 por mes, con lo que gastaría para dar de comer a una familia tipo $ 618. Considerando que la línea de indigencia se establece cuando una familia no puede comprar con sus ingresos los productos de la canasta básica y suponiendo que agreguemos gastos de luz y gas y otras necesidades básicas (unos $500 más) estamos en $ 1.118 por mes para no ser indigente, la oposición para poder decir que la indigencia aumentó sitúa esa cifra en $3.000. No se trata de defender las políticas del gobierno nacional o los postulados de la oposición. Tampoco de pensar que un salario mínimo debe estar en los $ 3.600 en que está situado en la actualidad, se trata de usar datos reales, como por ejemplo un diario insospechado de oficialismo que nos dice que el salario mínimos creció tanto en dólares como en pesos en términos reales (La Nación, 25 de julio de 2013). Se trata de no apostar al fracaso de los gobiernos, porque en el fracaso los primeros que somos ajustados somos los pobres, los asalariados. En definitiva se trata de debatir con lealtad, sin hipocresía y de defender lo mucho o poco que hemos logrado en la última década. Hasta la próxima.

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