martes, 8 de enero de 2013

Tras el diluvio.

Recientemente asistimos a un “revival” de los saqueos del 2001. Incluso, estos saqueos a supermercados, ocurrieron en la misma fecha en que acontecieron en el 200 (19 y 20 de diciembre) . Es necesario analizar cuidadosamente lo que ocurrió, desde una perspectiva crítica, tratando de entender las razones del movimiento que llevó a estos saqueos, tratando de no caer en los atajos de dejar todo la responsabilidad en supuesto instigadores. Es posible que hayan existido actores políticos que trataron de medrar con las necesidades y deseos de los sectores mas vulnerables, con especulaciones políticas que desde un oscuro y mezquino interés llevan a los sectores que se oponen al gobierno (cualquiera sea su color) a tratar de erosionar las bases de sustentación de quienes dirigen un país con el ilusorio fin que les indica que si el gobierno fracasa ellos triunfan. Nada más alejado de la realidad, a todos los actores políticos les conviene gobiernos exitosos, que cumplan con las metas de menos pobreza, indigencia, mas ocupabilidad, mayor educación, más seguridad, viviendas para todos, educación de calidad universal, acceso a la salud en condiciones de igualdad, crecimiento económico, etc. Si un gobierno es exitoso, quien lo suceda se encontrará con óptimas condiciones para hacer mejores gobiernos, esto implica que en un país es necesario que todos nos comprometamos con el logro de las metas enunciadas y la oposición debe tener la creatividad de realizar ofertas electorales inteligentes para capturar la atención de la sociedad, esto es lo que ocurre en sociedades avanzadas como Suecia, Dinamarca, Canadá, etc. Teniendo en cuenta la asimetría de poder que existe entre los gobernantes y los sectores económicos de poder interesados en lograr el máximo beneficio sin importarles el sufrimiento y el hambre de la gente, la labor de política consiste en el logro de la mayor autonomía del colectivo de gestión con respecto a esos sectores de poder. A riesgo de parecer ingenuo, diría que la política requiere de la solidaridad y la cooperación entre todos los actores que se encuentran dentro del espacio de lo público, sean gobernantes u opositores. Para ello es necesario que en Argentina la política realice una doble transformación, por un lado debe dejar de ser cosa de algunos para ser cada vez mas de interés social, para ello debe aumentarse los márgenes de ciudadanía facilitando la participación de sectores cada vez más amplios de la población. La segunda transformación es que la política debe abandonar el sesgo clientelar que atraviesa a todos los partidos (de izquierda a derecha) y adoptar una mirada técnica de la gestión. Esto implica que por el hecho de que tal o cual puntero de un partido tenga la capacidad de recolectar votos ellos no le da la capacidad de gestionar lo público. En Argentina existe una significación social imaginaria a partir de la cual todos piensan que puede hacer cualquier cosa en el espacio de lo público, así vemos transitar ministros, secretarios de estado, funcionarios de todo rango por los más diversos puestos de gestión, una ministra puede hoy gestionar acción social y mañana educación o ciencia y tecnología, con el agravante que una vez que es ungida como tal, designa a sus seguidores en los diferentes puestos del ministerio, tengan o no tengan el expertis que requiere el puesto de gestión para el cual se los designa. Veamos un ejemplo, en Francia un presidente designa un ministro de educación, ese ministro solo puede designar su secretario, puesto que los cargos técnicos del ministerio son desempeñados por funcionarios de carrera, que entraron por concurso y que poseen el expertis necesario para tomar decisiones en sus ámbitos de influencia. He realizado esta introducción porque creo que uno de los principales déficits de la función pública en nuestro país es la idoneidad, cuando quien ocupa la responsabilidad de gestionar la seguridad en una provincia no tiene la capacidad de hacerlo, el resultado es el manejo de la policía por comisarios corruptos vinculados al narcotráfico, áreas liberadas en los que se pueden levantar autos, arrebatar carteras, robar con violencia a los ciudadanos, etc., porque los delincuentes saben que no les pasa nada mientras paguen el “diego” a los policías corruptos. Doy un ejemplo, frente al Shopping Altos de Rosario un par de delincuentes en moto asaltaron a las 17 hs a un grupo de jovencitas que esperaban el transporte con toda tranquilidad mientras realizaban su raid delictivo frente al shopping. Otro ejemplo, en las calles del centro de Rosario se trafica droga en 4x4 de alta gama sin que nadie haga nada para evitarlo, una de dos, o el cuerpo de policía es absolutamente ineficiente o está comprometido con estos delitos. Y vamos a los saqueos, se ha afirmado que ellos fueron posibles por la falta de presencia policial, en televisión se pudo ver que donde aparecía la policía cesaba el acoso a los supermercados. Pero la policía no es la única causa de los saqueos, es una causa de orden instrumental, existen causas que tienen que ver con lo más profundo del desenvolvimiento social. Los “saqueadores” en general eran jóvenes marginales menores de 30 años. Una de las características de estos jóvenes es su percepción socio-temporal. La percepción socio-temporal de los seres humanos depende de las condiciones socio-históricas en las que se desenvuelven, no son iguales para los jóvenes marginales que viven en asentamientos precarios que para los jóvenes de clase media. Mientras que estos últimos están atravesados por las significaciones de pasado, presente y futuro, lo que les permite en base a su historia comprender su presente y proyectar un futuro, los jóvenes marginales viven casi exclusivamente en la categoría de presente, sin poder proyectar un futuro posible. Esta situación destituye una condición fundamental del proceso de igualación social, cual es la igualdad de oportunidades. La igualdad de oportunidades solo es posible cuando todos los actores sociales cuentan con las mismas herramientas para poder construir su futuro, y en ello tiene que ver más el acceso igualitario a una educación de calidad, que los procesos de “distribución” de la riqueza. Construyamos un ejemplo, si a dos personas se les otorga la misma cantidad y calidad de bienes, por ejemplo un campo para labrar, es muy posible que aquella que tenga mejores herramientas conceptuales y prácticas prospere con mayor rapidez que la otra, llegando en un futuro, tal vez, a poder adquirir el campo del otro llevándolo a ser, tal vez, su empleado, rompiendo nuevamente el principio de igualdad. Si en cambio ambos sujetos poseen la posibilidad de acceso a bienes culturales y de conocimiento, ambos prosperarán en igualdad de condiciones y su futuro será el de la cooperación entre ellos y el resto de sus pares, con lo que el concepto de igualdad se convierte en una concepto sinérgico. El problema de los jóvenes vulnerables es aún mayor. Al no poseer bienes culturales y de conocimiento, tienen mayores dificultades para acceder a la elaboración de propuestas laborales significativas que les permitan tejer un futuro digno posible. Agregado a esto, crecen en un ambiente de violencia social y simbólica, con frecuentes agresiones de parte de la sociedad que los discrimina por cuestiones de fisonomía, color de piel, o aspectos culturales. Para dar algunos ejemplos, si un joven vulnerable se halla descansando en un paseo público junto a unos amigos en zona céntrica, es posible que la policía lo detenga por sospechas de ser un delincuente, si este joven desea concurrir a una discoteca top, es posible que el patovica de la entrada le aplique el derecho de admisión. Cuando las personas nos desarrollamos en ambientes carenciados, en los que el sentido de propiedad, los valores generales de la sociedad, etc., son diferentes, el resultado es que nuestros valores y modos de percepción serán diferentes. Veamos por ejemplo el caso de IRAR - Instituto de Rehabilitación del Adolecente Rosario (Instituto de Detención de Menores) (Rosario), que “alberga” a adolescentes que han cometido delitos, estos adolescentes son categorizados en una página web con los siguientes comentarios: “Detonen el edificio. Que se mueran como una rata. Son delincuentes en potencia, mentira que se curan. Esos tipos el día de mañana (si no es que ya lo hicieron) te matan por un celular o te violan tu hija. No nos engañemos nosotros mismos defendiendo lo indefendible”. “Es lo único que queda para la gente sin solución, pero es un lugar muy difícil para un adolecente, espero que no sea una experiencia tan mala”. "En este instituto se encuentra el asesino que asesino a un amigo que era como un hermano, y el asesino se llama Iván Pérez de 17 años. La verdad que tendría que estar muerto en vez de que este en esa cárcel, la verdad que hay mucha injusticia porque al negro de mierda lo dejan salir de mientras que todos sus familiares están con un dolor en el pecho que nadie puede curar, es un vergüenza esto”. En este instituto se encontraban los asesinos de mi marido Matías y Darío Acosta. Los dejaron en libertad y a los 15 días asesinaron a mi marido. Qué vergüenza tanta injusticia. Hay que matarlos a todos estos faloperos, chorros de mierda” En estos textos podemos ver lo que perciben estos jóvenes de la sociedad que debería ayudarlos. Algunos concurrentes de la carrera de Psicología de Rosario pudieron observar que los internos de IRAR en sus discursos manifiestan una ausencia de las nociones de bueno o malo, ellos están ahí porque los atraparon, deben pasarlo lo mejor posible para volver a la calle a seguir su vida, que es la vida del arrebato, el delito etc. La sociedad no les brinda contención, no tienen acceso a una educación de calidad que les permita poder obtener herramientas para construir futuro, se potencian en grupos de pares donde las nociones de violencia, respeto por el otro, por la vida, no tienen lugar. Por lo tanto, ven la vida como un continuum de presente en el que hay que vivir lo mejor que se puede, y del futuro solo esperan la muerte a manos de un policía o una víctima armada, o en las manos de sus propios pares. Estos jóvenes fueron reclutados tras la idea de realizar robos masivos a supermercados, pero para ellos no es delito, las nociones de delito, de robo, que tenemos las clases medias acomodadas no son las mismas que las que poseen ellos, sus códigos son diferentes y para peor la sociedad no los comprende y por lo tanto los discrimina con violencia, la misma violencia que ellos ejercen luego sobre los sujetos del cuerpo social. La prevención no es solo la saturación de policías que actúan sobre los hechos, es tal vez una mala forma de prevenir, cuando la policía debe ejercer la violencia sobre estos jóvenes vulnerables estamos por mal camino. El estado (nacional, provincial municipal) debe organizar acciones de contención sobre ellos, no con violencia, sino con educación, modificando el modelo relacional entre el Estado y los jóvenes marginales violentos, donde hay un policía debe haber un maestro, un educador, un psicólogo, un asistente social, alguien que les brinde comprensión, que les facilite el acceso a herramientas de trabajo, que los ayude a cambiar el “paco” por “el agua de la vida”. Esto no implica que el Estado no deba brindar recursos para mejorar sus condiciones de vida, sacar a los pequeños de las calles donde piden limosna, donde son maltratados por adultos indiferentes, y crear espacios de confort y alegría en los que estos niños realices aprendizaje de nuevos valores y formas de conducta. Y con los mayores, nuclearlos en talleres donde puedan analizar sus experiencias, poder conceptualizar que un futuro es posible, brindándoles herramientas de trabajo y creación. Mientras esto no se haga, mientras la sociedad continúe reclamando la mano dura, el asesinato de los jóvenes vulnerables judicializados, solo asistiremos a un genocidio de nuestros jóvenes hipotecando el futuro de nuestra sociedad. Hasta la próxima

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