domingo, 5 de mayo de 2013

Volvió la Liga de la Decencia.

En Argentina, a veces uno no sabe si el disparate está a la orden del día, o si hay señoras gordas que producto del aburrimiento o el exceso de alcohol, u otro estimulante salen a militar por los disparates. En La Capital del domingo 5 de mayo de 2013 se lee una noticia que realmente supera todos los límites del absurdo. Una ONG llamada Red de Contención Contra la Violencia de Género ha iniciado una campaña que seguramente dejaría mudas a las linajudas señoras y señores de “la Liga de la Decencia” o de “Tradición, Familia y Propiedad” las legendarias organizaciones del control moral que la derecha Argentina supo construir para reprimir los deseos sexuales de los argentinos durante el siglo XX. Hoy la mojigatería se disfraza de organizaciones de defensa de género, pero en lo sustancial es tan o más retrógrada que aquellas organizaciones moralistas que solo pretendían convertirnos a los jóvenes en puros y castos, en seres humanos que no debíamos tener sexo hasta el matrimonio. El tabú de la virginidad nos obligaba a reprimir nuestros deseos porque ello era pecado, por supuesto que los aprietes en los zaguanes, campitos, asaltos juveniles que recorrían todo el espinel de actos sexuales orales, franelas, etc., terminaban siendo válidos siempre que no existiera penetración. También se nos vedaba la lujuria de asistir a los cines a ver las tetas de la Coca Sarli y de Libertad Leblanc, porque era pecado, la mujeres no podían mostrar sus pechos en las playas, debían llevar los vestidos hasta la rodilla o más, para no incitar el instinto sexual de los hombres. Los padres hablaban del sexo como “la porquería”, si alguien embarazaba a la novia era porque le había hecho la porquería, y hasta el tango se unía a esta mojigatería, recuerde el lector la letra de la canción “ha visto vecina casarse de blanco después que pecó”. Todo se orientaba a reprimir el contenido liberador de la sexualidad, no era posible instalar la hipótesis de que cuanto más se satisface el deseo sexual, más libre y sana es la vida de los hombres y las mujeres. Más aún una mujer no podía experimentar deseo hacia los hombres porque era una “puta”, y si se acostaba con más de un hombre era una perdida total, generalmente estas chicas que ejercían la libertad sexual eran conocidas como la loca tal o cual. Después vinieron los sesenta y los setenta, la sociedad implosionó con tanta carga sexual arrastrada desde la época victoriana, y los jóvenes comenzamos a rebelarnos contra tanta mojigatería, contra tanta represión y ejercimos libremente nuestra sexualidad. Los espacios que ocuparon los estudiantes universitarios se constituyeron en lugares donde todo comenzó a permitirse y si una compañera se acostaba con uno o varios compañeros, no solo no era mal visto, sino que se lo comenzó a ver como natural. El tabú de la virginidad comenzó a perder su fuerza represiva y ya nadie se planteaba llegar virgen al matrimonio, la virginidad solo fue desde entonces lo que debía ser, un estado (del hombre o la mujer) que se perdía con la primera relación sexual. El cine, como caja de resonancia de la sociedad comenzó a expresar esta nueva realidad sexual y muy pronto comenzamos a acostumbrarnos a ver en la pantalla a mujeres y hombre desnudos, que hacían el amor frente a nosotros, escenas de relaciones homosexuales (tanto de hombre como de mujeres), y las tetas de la Coca o de Libertad solo tuvieron el carácter precursor de la novedad prehistórica, las pantallas mostraban a los jóvenes y adultos la sexualidad en todas sus expresiones y siendo lo que era, solamente un acto de placer inherente a la condición humana, tan necesario como comer o cagar. No digo que sea lo mismo, sino que los seres humanos no podemos prescindir de nuestra sexualidad como tampoco podemos dejar de respirar, de comer o de cagar. La reacción de la derecha clerical y embrutecedora siguió presente, en los ochenta intentaban frenar la educación sexual en las escuelas, cuando un funcionario impulsó la educación sexual y organizó cursos para docentes se lo denunció mintiendo, se decía en un importante diario de Buenos Aires que esos cursos incluían las clases prácticas que se realizaban en el Ministerio de Educación. Pero la sociedad civil continuó batallando contra el flagelo de una moralina burguesa que trata de prohibir a las clases populares aquello que ella se permite disfrutar en privado, y perdonen que no sea original, esto no lo digo yo, lo afirma Freud en Psicopatología de la vida cotidiana en los albores del siglo XX. Y como dice Sabina, “crecimos, vaya si crecimos”, maduramos y tratamos de sacarnos de encima esas ideas totalmente ajenas a lo que la bestia humana es, un ser para el que, como dice Castoriadis, la sexualidad no tiene solo que ver con la satisfacción de órgano, sino que el ser humano tiene fundamentalmente una sexualidad a-funcional, es decir puede experimentar placer más allá del placer de órgano. Somos seres que podemos experimentar placer a través de nuestra imaginación, para los cuales el acto concreto y físico de la sexualidad no es lo más importante, sino que su importancia se liga al placer que sentimos cuando reproducimos por vía de nuestra imaginación el placer sentido durante el acto físico. El amor, si alguna definición puede tener es precisamente la capacidad de sustentar la satisfacción sexual más allá de lo físico y poder repetir ese momento sublime del acto sexual a los largo de todos los momentos que lo continúan, no recordamos a la persona amada solo porque es buena, inteligente, etc., lo hacemos porque mantenemos en nuestra psiquis el placer de haber tocado sus pechos, haber besado sus labios, su vagina o sentido los labios de la mujer en nuestro pene, porque recordamos el éxtasis de la eyaculación mutua y lo reproducimos con nuestra imaginación. Porqué estaría mal que una mujer se acueste con un solo hombre si desea a otro, porque una mujer que desea tener múltiples experiencias sexuales se convierte en algo malo. Acaso una mujer, o un hombre que pertenece solo a otra persona no la “engaña” porque reprime su deseo, aun cuando quisiera ser penetrada por ese otro, aun cuando tiene esa relación sexual en su imaginación. Y hablando de género, una mujer que se acuesta con solo un hombre no es acaso una forma de propiedad privada de su marido o pareja, lo mismo el hombre. Es más humillante ver a muchos hombres suspirar porque pasa una mujer joven y linda por la calle y decir “que polvo que me echaría con ese minón” y no hacerlo porque se reprimen que si realmente pudieran hablarlo con su pareja y hacerlo libremente, porque un hombre o una mujer puede tener una relación sexual con otra persona y seguir amando a su pareja, o amarla más. Una aclaración importante, considero que no es menos válida la actitud de un hombre o mujer que no se acuestan con otro porque no tienen ganas, porque les gusta el sexo que experimentan con su pareja, porque se sienten plenos y no desean hacerlo con otro. Es tan bueno una cosa como la otra. Dicho esto voy a esta nueva forma de tratar de reprimir nuestra sexualidad, ahora, como ya no pueden hacerlo de manera directa lo disfrazan de lucha por la mujer y sus derechos. La ONG que mencioné al principio ha denunciado el programa de Francella por un gags en el que Francella se pone loco por una compañerita de su hija, digo yo, cuántos hombres se han enloquecido por alguna compañerita de su hija, seguramente que miles de millones, este gags no es acaso una cruda expresión de lo que ocurre en la realidad social. Más aun conozco casos de hombres de 50 años que se separaron y formaron pareja con alguna compañerita de su hija. Censurar un programa, y más aún un programa cómico por esto es tratar de censurar la sexualidad y ocultar lo existente. Pero la ONG no se detuvo allí, como nadie criticó su accionar reaccionario, de derecha y sus intenciones de censura (un nuevo renacer del tristemente célebre censor Tato durante la dictadura), ahora quieren criticar y censurar otro programa de Francella. Tras el ridículo argumento, propio de una mente pobre atribulada por sus propia tensión sexual, los representantes de esta organización dicen que es violencia de género presentar el personaje de Luisana Lopilato en Casado con hijos. Dicen textualmente “La caracterización de una adolecente ligerita de ropa y rápida con los hombres es una ofensa contra las mujeres y genera riesgos para los adolescentes”. Si no fuera por lo ridículo y grotesco del argumento realmente me causaría estupor. Que ofende a las mujeres, que les guste tener sexo, o como decía mi primo el Pocho que les guste coger. Recuerdo a un taxista correntino que decía “coger es tan lindo que ni a mi hija se lo prohíbo”, es peligroso que las mujeres anden ligeritas de ropas, entonces en las calles de Rosario estamos en peligro extremo, sobre todo en verano porque a las mujeres se les ve hasta el vello púbico. Es ofensivo que una mujer o un hombre quiera tener diferentes experiencias sexuales, que opinan estas viejas gordas mojigatas, cuyos maridos a lo mejor asistirían gustosamente a los clubes de swinging que existen en todo el mundo. Recuerdo que en un congreso de Alternativas a la Psiquiatría de 1987 Zafaroni hablando de la represión sexual y otras yerbas habló de la penalización del adulterio y preguntó: si hay en esta sala (había más de mil personas de ambos sexos) alguien que nunca tuvo una relación extramarital y solicitó que si había alguien que levantese la mano. Nadie levantó la mano. El sexo, la libertad sexual, la diversidad sexual, la búsqueda del placer, etc. ., existen porque son condición del ser humano, y seguirán existiendo hombres que se acuestan con muchas mujeres, mujeres que tienen sexo con muchos hombres, que lo hacen porque aman al otro o porque buscan nuevas experiencias, etc., y está bien que así sea. Lo que está mal es que alguien, Liga de la Decencia o ONG Red de Contención contra la violencia de género, pretendan imponernos como realizar nuestro placer, lo que tenemos que ver, o lo que tenemos que hacer. Y mucho menos de la manera tramposa y aviesa como lo hacen, eso sí que es pernicioso para nuestros jóvenes. Hasta la próxima.

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