martes, 9 de abril de 2013
Pompeya y más allá la inundación……
La burguesía y pequeña burguesía porteña deben estar añorando los tiempos en que la inundación era un problema de las barriadas humildes de Buenos Aires.
Mi tía veneranda decía “Se inundan porque van a vivir a tierras bajas o aledañas a los ríos porque cuando llueve y se les llena la casa de agua reciben subsidios…” El lector debe recordar todavía algunas significaciones sociales imaginarias tales como esta, en las que los sufrientes sectores populares recibían el castigo adicional a su pobreza por vivir en lugares anegables.
Los sectores burgueses más recalcitrantes decían que se inundaban porque así conseguían subsidios, igual que la tía Veneranda que decía “van al mismo lugar en que estaban en la inundación anterior porque cuando se les llena el rancho de agua les dan algo”.
Hoy la burguesía porteña sufre las consecuencias de su desprecio por la ecología, por el saneamiento ambiental, lo que se inunda no es solo las barriadas populares, hoy se anegan bastas latitudes de la ciudad.
Tal vez ahora empiecen a entender el significado de las palabras ecología, pobreza, medio ambiente, aunque lo dudo. Los sectores de la pequeña y mediana burguesía que apoyaron a Macri, que salieron en noviembre a despotricar contra el gobierno popular, son los mismos caceroleros del 2001 clamaban contra el corralito y luego votaron a sus verdugos financieros, solo que esta vez en lugar de De La Rua o Cavallo, o Menem apoyaron a Macri, Rodríguez Larreta y su séquito de tirifilos, señoritos prometedores y poco cumplidores.
La burguesía porteña comienza a experimentar en carne propia las consecuencias de malas gestiones de gobierno, agudizadas por el daño que la sociedad burguesa en su afán de lucro sin medida le está causando al medio ambiente.
Pero este no es el único daño ecológico, también se daña la ecología económica condenando a millones de seres humanos a la miseria y a la explotación, y muchos de los que adhirieron al sálvese quien pueda, comienzan a darse cuenta que el capitalismo es un camino de ida y que cuando te caes de los bordes ya es demasiado tarde para gritar.
Tomo el tema de la inundación porque es un analizador muy interesante de lo que ocurre en nuestro país, sus efectos ya no recaen solamente sobre los sectores marginales, o los pobres, la ecología está trepidando por las tensiones a las que sometemos al planeta y los efectos del descuido del medio ambiente comienzan a tener efectos cada vez mayores sobre sectores más amplios de la sociedad.
No basta con la solidaridad que mostró la sociedad en estos días para socorrer a quienes sufrieron la devastación de las últimas lluvias, el problema no se resuelve con más solidaridad, sino con más ecología.
Es cierto que el macrismo ha abandonado la labor preventiva de implica la realización de obras de infraestructura para prevenir este desastre, pero no es menos cierto que estamos pagando las consecuencias de más de un siglo de crecimiento de las ciudades de manera disarmónica, sin realizar obras de infraestructura, agrediendo de continuo el medio ambiente, sin planificación de los espacios urbanos, etc.
Todos los errores que cometimos a lo largo del siglo XIX y lo que va del XX la naturaleza comienza a cobrarlos, y es necesario que repensemos el tipo de sociedad que pretendemos.
Hasta ahora dejamos desarrollarse una sociedad en la que el lucro y la ganancia eran las metas de los ciudadanos, sin importar el daño que realizábamos a la sociedad o al medio ambiente.
Déjenme decirles una perogrullada, la pobreza también es un atentado al medio ambiente, y los porteños comienzan a comprenderlo.
Las sociedades fuertes, sólidas, son aquellas en las que se ha intentado disminuir el impacto que la existencia de la pobreza tiene sobre el medio ambiente. Son sociedades cuidadosamente planificas, donde el mercado no constituye el único dato, que cuidan a sus habitantes, que los desarrollan, que les brindan condiciones de vida humanas.
Si uno compara Suecia, Noruega, Canadá, Dinamarca. Holanda, etc., con EE.UU., los países africanos, muchos países asiáticos, lo primero que nota es la importancia que tiene para los primeros el medio ambiente tanto ecológico como social, el valor de la vida humana, del desarrollo humano sustentable, en cambio donde impera el capitalismo salvaje como en EE.UU., países de África. Asia, encontrará que la vida no tiene ningún valor, que lo único que importa es la ganancia. No es casual que en los países más neoliberales es donde más extendida está la corrupción, donde matar a un ser humano constituye una moneda corriente, sea por medios legales (como las ejecuciones en EE.UU.) o por matanzas indiscriminadas como en África y Asia.
En nuestro país en particular y en Latinoamérica en general hemos vivido el imaginario neoliberal que nos prometió el mejor de los mundos y nos sumergió en el peor de los infiernos. Recién en las últimas dos décadas comenzamos a despertar del largo letargo al que nos había sumido el neoliberalismo, y comenzamos a creer que otra América Latina es posible.
Cambiar la sociedad no es solo obra de economistas o gobernantes, es necesario que cada uno de nosotros se posicione de otra manera frente al dolor ajeno, el de los que menos tienen, ese cambio de paradigma abona otro imaginario, el que define que otra argentina es posible, que no es necesario ver hermanos vagabundeando por las calles sin techo y mendigando comida, que no tenemos que vivir solo para trabajar entendiendo que trabajamos para vivir. Es necesario que cambiemos el significado de la vida, que rompamos la significación social imaginaria que nos define como homo faber en contraposición al homo ludens, herencia estoica que persiste en someternos al rigor de la tarea como contrapuesta al placer del juego. Los seres humanos tendemos emocional y hasta diría pulsionalmente a la búsqueda del placer y el trabajo solo es una satisfacción cuando al realizarlo nos constituimos en creativos en libertad, pero cuando lo hacemos por imposición sufrimos las consecuencias del desgaste mental que implica el hacer alienado. Es necesario romper esa brecha porque si no lo hacemos corremos el riesgo de constituirnos en el homo sacer del mundo romano.
Volviendo a nuestras reflexiones anteriores sobre las condiciones de vida y ecología en los distintos países, un punto de partida de la ecología es la igualdad, la posibilidad de que todos los seres humanos tengamos las mismas posibilidades y oportunidades en la sociedad.
Existen derechos que deben ser inalienables y no declamativos, el derecho a la vivienda digna, al esparcimiento, a la salud, a la ecología (aire puro, alimentos sanos, acceso gratuitos a la atención medico sanitaria también son parte de la ecología).
Es por ello que cuando los sectores más acomodados de la sociedad porteña que hoy sufren los efectos de la embestida de las aguas, salen desesperados por ayuda del Estado a todos nos impacta, porque todos tienen derecho a la seguridad, pero es necesario que esos sectores exijan más de sus gobernantes, que no les permitan como lo hace la derecha reaccionaria dejar caer una lágrima por la pobreza y luego hundirse en el despilfarro de bienes y recursos para su goce personal.
Estoy de acuerdo en que Macri, Rodríguez Larreta y demás funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires tienen derecho a tomar vacaciones, a lo que no tienen derecho es a no cumplir con sus deberes de funcionarios públicos, a no realizar las obras que son fundamentales para la seguridad medioambiental, a no preocuparse por los padeceres de los sectores de menores recursos, en definitiva, no tienen derecho a ser indolentes con el sufrimientos de los más vulnerables, pero eso es mucho pedirle a estos señoritos burgueses que nunca padecieron las condiciones de vulnerabilidad psicosocial en las que se encuentran inmerso una importante mayoría de los porteños.
La inundación trajo algo más que agua, trajo un dato nuevo, en las actuales condiciones ecológicas y con el actual sistema de capitalismo salvaje, sus efectos pueden recaer sobre cualquiera, aun aquellos sectores que se creían exentos de estos padeceres, puede ser que ahora lo porteños comiencen a reflexionar con mayor cuidado sobre las características de aquellos sectores de la anti política que dijeron que la inundación era falta de gestión y que resolvían el problema de que algunos barrios porteños se inundaran haciendo las obras necesarias en cuatro años.
Hace seis que gobiernan Buenos Aires y lograron la igualdad social, ahora todo Buenos Aires es inundable.
Hasta la próxima.
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