viernes, 7 de abril de 2017

El político y la democracia.


El término política tiene varios significados, deriva de “politeia”, para los griegos, teoría de la polis. También se relaciona con “politiké techné”, es decir al arte de vivir en sociedad, arte social o de las cosas de estado. Para Aristóteles el hombre es un “zoom politikon” un hombre social. Siguiendo a Cornelius Castoriadis, quien creo, era uno de los mayores conocedores del mundo griego antiguo, la ciudad (polis) no era un concepto referido a la estructura física, en la antigua grecia la polis era el cuerpo social, y todos los ciudadanos eran responsables de las decisiones que se tomaban. Es importante distinguir ciudadanos de habitantes, dado que en las ciudades griegas no todos los habitantes eran ciudadanos, los esclavos, los metecos, las mujeres, los niños no eran ciudadanos en sentido estricto y por ello no participaban de los asuntos de la polis). En cada ciudad, por ejemplo Atenas, se consideraba ciudadano a aquella persona que tenía al menos sus padres atenienses. Para los griegos, lo importante era la participación en el espacio para la toma de las decisiones, la ekklesía o asamblea del pueblo, en ella podían participar todos los ciudadanos. Por supuesto que este criterio de participación varió entre los siglos X y IV a.c. Solón establece los derechos políticos de las diferentes categorías de ciudadanos estableciendo un régimen timocrático, es decir derechos políticos en función de la riqueza. Los más pobres, los tetes se veían afectados en sus derechos políticos hasta aproximadamente el año 450 en que solo se les vedó tener el cargo de arconte. Es interesante ver como en Grecia antigua los miembros de las clases superiores los pentakosiomédimnoi y los hippéis tenían obligaciones extras como la de suministrar elementos a la ciudad como por ejemplo una nave o armamento. La clase más numerosa era la de los hoplitas que por los recursos que tenían podían poseer armas y participar en las acciones bélicas como soldados, los tetes en cambio solo participaban en el ejército como siloi armados con hondas o flechas. En Grecia la democracia era concebida por la oposición entre el pueblo (demos) y los aristoi (los mejores) vs. los oligoi, los pocos numerosos (oligarquía) y la política estaba referida a la toma de decisiones, el colectivo de ciudadanos era autónomo, en el sentido en que se dotaba de sus propias leyes. Para Aristóteles el ciudadano era aquel que toma parte en el juicio, en el sentido judicial (krisis) y es parte del poder (arkhé). El Estado entre los griegos tenía una significación diferente a la que tiene la actualidad, en donde el estado está constituido básicamente por los administradores de justicia, los servidores públicos y la burocracia. En Grecia, la mayoría de estas funciones eran ejercidas por los esclavos, porque para el ciudadano griego el horizonte era la trascendencia, que obtenía en su participación política, lo importante eran sus dichos y hechos. Las actividades puramente productivas eran banausicas (de banauso hombre grosero y sin cultura) y de allí el cierto desprecio que los griegos tenían por el trabajo manual. La democracia es el imperio de la libertad (eleutheros=libre) y la igualdad (isonomía, igualdad de ley para todos) para los ciudadanos, y lo que la define es el principio de participación de todos. Todos los ciudadanos podían hablar y votar en la ekklesía que se reunía por lo general en días fijos en el Pnyx, montaña situada en el Aerópago. En los otros órganos como la Boulé (consejo) que estaba constituida por quinientos ciudadanos, los arcontes (magistrados) que eran 9, los estrategos (grado equivalente al de un general del ejército) que eran 10, la heleia (tribunal ateniense de jurados) constituida por 6000 atenienses, los ciudadanos que ocupaban esos cargos eran elegidos por sorteo, y por lo general una o dos veces en su vida un ciudadano ocupaba uno de esos cargos. Los grandes reformadores de Grecia fueron Clístenes y Pericles que le dieron forma a la democracia e introdujeron muchas de estas reformas que ampliaron la participación. Pero esta participación además de un derecho era un imperativo, los ciudadanos que no se ocupaban de los asuntos públicos eran parásitos. Tenemos un concepto de democracia en el que prevalece la participación y la autonomía, en la que el ciudadano como parte de la polis o cuerpo de ciudadanos tiene el imperativo de participar y donde todo es definido por todos en un ámbito de democracia directa y en el que las funciones administrativas son delegadas a los esclavos y los magistrados y demás funcionarios de lo que denominaríamos la justicia son elegidos por sorteo entre los miembros de la ekkesía. La política lejos de ser una función de unos pocos, era una obligación de todos. Este concepto contrasta con el concepto moderno y hegemónico de democracia, en la que la política bajo el reino de la burguesía lejos de ser una cuestión de todos, es una función de una minoría, “la clase política”, que es quien toma las decisiones al margen y sin consultar al cuerpo ciudadano. En la sociedad capitalista actual existen deferentes formas de “democracia” entre las dos grandes concepciones que son la democracia directa y la democracia representativa. En Suiza rige un sistema de democracia directa, en el que todos los ciudadanos pueden intervenir directamente en la toma de decisiones, ya que toda revisión de la constitución, toda adhesión a organizaciones supranacionales (Ej.: Unión Europea) y todas las leyes federales declaradas urgentes, deben ser sometidas al voto del pueblo. El principado de Liechtenstein, es el que, luego de Suiza, tiene mayor grado de implantación y de uso de las herramientas de la democracia directa. Los ciudadanos tienen acceso a la iniciativa popular legislativa, al referéndum abrogativo y al referéndum obligatorio en caso de reforma constitucional. En muchos países europeos existen formas de democracia directa como Italia que posee el referéndum abrogativo (sirve para derogar leyes de igual o menor rango que la propuesta). Lituania dispone del referéndum constitucional obligatorio, de la iniciativa popular legislativa (cualquier ciudadano u órgano puede iniciar una ley aun sin ser miembro del poder legislativo) y del referéndum abrogativo. España y Eslovenia poseen iniciativa legislativa, aunque no vinculante y referéndum abrogativo. Dentro de lo que se denomina democracia se establece la distinción entre democracia plena, imperfecta, régimen híbrido y regímenes autoritarios. En un estudio realizado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, EIU por sus siglas en inglés (publicado en https://es.wikipedia.org/wiki/’Indice_de_democracia) en 2016 notamos que solo 28 países contaban con democracia plena, entre ellos los escandinavos, Noruega, Islandia, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Canadá, Irlanda, Suiza, Finlandia, Australia figuran entre los 10 primeros en ese orden, en el orden 19 ubicamos a Uruguay que es el último catalogado como con democracia plena, en el 20 y 21 a Japón y EE.UU. considerados como los primeros con democracia imperfecta, Argentina ocupa el número 49, y los últimos de democracia imperfecta son Senegal, 74, Papúa Nueva Guinea 75 y Moldavia 76, el resto se los define como régimen híbrido, desde los que ocupan los puestos 77, 78, 79 que son Zambia, Georgia y Honduras, hasta los que están en los puestos 114, 115 y 116, Irak, Mozambique y Haití. Por último, son considerados régimen autoritario desde Mauritania 117, Jordania 117, y Níger 117, hasta Chad 165, Siria 166 y Corea del Norte 167. Son observables formas de democracia directa en períodos revolucionarios como los Soviets de la Revolución Rusa de 1917, en la revolución francesa de 1789, los consejos obreros en Alemania en 1919, etc. La diferencia entre democracia directa y representativa es la que va de las sociedades autónomas a las heterónomas. Mientras que las primeras se caracterizan por decidir sus propias leyes y normas, en las segundas los sujetos con determinados por normas que han sido formulados por fuera del colectivo social, aun en otras épocas históricas. En más de una oportunidad hemos afirmado que por la Constitución en Argentina el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes. Esto ha lleva a que en nuestro país las decisiones que determinan la vida diaria, la fortuna o no fortuna, las normas de vida, la propiedad, etc., del colectivo de ciudadano sea gerenciada por un grupo muy pequeño de personas a la que se ha dado en llamar clase política. Además de “el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”, para ser representante, por las normas electorales Ud. debe pertenecer a un partido político, lo que implica que su criterio está determinado por las normas de ese partido que en general anteceden al ingreso de los ciudadanos al mismo. Un ciudadano, digamos de a pie, no es consultado para tomar ninguna decisión. Ni aun aquellas que hipotecan el futuro de sí mismo y de sus descendientes como la toma de deuda externa y su pago, la venta de empresas del estado (que son de todos), los cambios previsionales, jurídicos, etc. El ciudadano no tiene ninguna injerencia en la constitución del sistema jurídico, que constituye una elite autónoma del colectivo social designada de por vida de acuerdo a los intereses familiares, amistosos o políticos del gobernante de turno. Muchos de los jueces y fiscales del sistema jurídico actualmente en vigencia fueron nombrados por la dictadura genocida. Además de lo dudoso de los nombramientos que se hacen por supuestos concursos en los que solo puede participar abogados, estos burócratas defienden intereses de clase o de sector sin tapujos, como, por ejemplo, el uso como herramienta de confrontación política que se le ha dado al sistema judicial, en el que más que impartir “justicia” el sistema jurídico argentino se ha convertido en un dispositivo de propaganda política, realización de operaciones mediáticas, persecución a opositores, etc. El poder ejecutivo se caracteriza por ser un sistema en el que los candidatos prometen el oro y el moro, para luego incumplir todas sus promesas de campaña, esto es tan así que el presidente actual, Mauricio Macri, sostuvo que si decía lo que pensaba hacer no lo votaba nadie. En la misma línea un ex presidente, Carlos Saúl Menem sostuvo que un candidato promete lo que nunca va a hacer y luego hace lo que nunca prometió. Ni siquiera esta democracia representativa permite que uno elija a sus representantes, dado que la elección se realiza por medio de listas sábanas que incluyen una cantidad de candidatos que nunca son conocidos por los ciudadanos. Un residente de Rosario en la provincia de Santa Fe vota a candidatos del norte de la provincia o del sur que figuran en las listas, pero de los cuales no tiene ninguna idea y esos candidatos que son electos sin que nadie los conozca, pueden levantar la mano para votar cualquier ley que se les antoje. El lector notará la diferencia que existe con la democracia griega y esta diferencia estriba en dos conceptos claramente diferentes, el de la representación y el de la participación. La representación, necesariamente conduce a la constitución de una elite no democrática que se perpetua personalmente o como cuerpo en la conducción de la sociedad, que toma decisiones al margen del colectivo y a la que solo le importan sus intereses de clase, de grupo o individuales. A esto se agrega que frecuentemente los representantes son cooptados por actores del sector privado, por dinero, para la toma de decisiones. Decíamos más arriba que un ciudadano ateniense por los menos una vez en su vida era designado para ser miembro de alguna de las instituciones de decisión (a veces más de una vez), en Argentina, la gran mayoría de los ciudadanos no ocupa cargos de gestión, los cargos electivos son 16508 en todo el país, es decir que sobre 42 millones de habitantes solo el 0,04% ocupa cargos, suponiendo que muchas personas se reeligen reiteradamente, la cifra de ciudadanos con posibilidades es mucho menor. Veamos otro punto, en Argentina según la Cámara Electoral Nacional existen 662 partidos políticos que reúnen un total de 8.371.967, es decir, un 21% de la población. Considerando que en los 34 años de democracia representativa nunca se superó el 30% de los afiliados que participan de la vida interna de los partidos eligiendo autoridades, candidatos, en convenciones, etc., podemos colegir que cuanto más, el 6 % de la población “participa” en política. Este modelo de representación se repite en universidades, organizaciones sindicales, organizaciones sociales, etc. Si la democracia griega era limitada porque solo podían participar los ciudadanos, y no podían hacerlo los metecos, las mujeres, los esclavos, etc., en la Argentina es mucho más limitada porque solo el 5% de los ciudadanos tienen participación, el resto son convidados de piedra y responsables a la hora de pagar los costos de la fiesta “democrática. Hasta la próxima

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