lunes, 22 de julio de 2013
Lanata, ¿un topo de la dictadura?
Hagamos un poco de ficción, imagine el lector que está en su casa cómodamente instalado frente al televisor, en la pantalla aparece un connotado periodista, con mucho rating, que, mientras fuma un cigarrillo, dice: “En este programa te vamos a hacer una revelación sin precedentes, algo que no imaginás, vamos a decir toda la verdad sobre Jorge Lanata”.
Viene la tanda publicitaria, los títulos del programa, y nuevamente aparece el periodista que luego de una larga editorial en la que habla de ética, de moral, de periodismo para todos, de objetividad, etc., etc., se pregunta porque Lanata nunca fue perseguido por la dictadura y no tuvo que exilarse, y luego larga a boca de jarro la denuncia: “Jorge Lanata fue un soplón menor de los servicios de inteligencia de la dictadura”
El auditorio se queda estupefacto, el periodista hace un largo silencio y luego dice: “después del corte te vamos a contar toda la verdad del vínculo de Lanata con el terrorismo de Estado y vamos a dar pruebas”
Las prueba son un testigo que afirma haber sido agente de la SIDE cuando Lanata era soplón, el que cuenta con lujo de detalles los informes que daba Lanata y hasta muestra un papel en el que figura una nómina de soplones de la dictadura.
El programa continúa, aparece una joven periodista que dice ser objetiva y cuenta una serie de hechos demostrados. Se muestran imágenes de Lanata donde afirma que está harto de que se hable de los crímenes de la dictadura, que dejen de romper las bolas con el pasado, asegura que no le importa a nadie los juicios a los genocidas.
En otro video Lanata afirma que los Montoneros eran jóvenes asesinos que mataban a gente desarmada, vulgares criminales, sin decir que la gente que los Montoneros mataron eran funcionarios militares o civiles de la dictadura que había usurpado el poder en nuestro país, avasallado la constitución y perseguido y asesinado a militantes políticos, obreros, estudiantes, etc .
Se muestra otro video en el que Lanata incrimina a Estela de Carlotto en el delito de no pedir disculpas a Ernestina de Noble por haberla denunciado como apropiadora de bebés durante la dictadura, y en ese video se hace notar que nada dice Lanata del rol que jugó Ernestina de Noble y el Diario Clarín en el genocidio, del robo de Papel prensa, de los continuos elogios de todo el staff de Clarín a los genocidas, de los premios que les dio la dictadura a periodistas jóvenes como Van Der Koy, etc.
En otro significativo video Lanata cuenta la corrupción K, del lavado de dinero por parte de Báez y otros supuestos allegados al gobierno y nada dice del lavado de dinero que realizaron Magneto y otros dueños del diario de la dictadura con empresas fantasmas en Panamá, silencia los atentados contra el medio ambiente en la Mesopotamia que llevan adelante las empresas de Aranda, otro de los dueños de Clarín..
El periodista argumenta, para demostrar los vínculos de Lanata con la dictadura, que éste critica y se mofa grotescamente de renombrados intelectuales de izquierda que participan del proyecto kirschnerista como Gonzales, Foster, Moca, etc. y nada dice de los vínculos con la dictadura de Joaquín Morales Solá. De Magdalena Ruiz Guiñazú, Krischbaum, Van Der Koy y tantos otros, y como broche de oro argumenta que Lanata ataca ferozmente a Horacio Verbistsky que es uno de los principales militantes de los derechos humanos, con una vasta obra de denuncia de los militares genocidas y de sus cómplices civiles, director del principal centro de defensa de los derechos humanos como lo es el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), etc.
A lo largo del programa se muestra como Lanata intenta constituirse en un fiscal de la república denunciando la corrupción del gobierno nacional y de algunos gobiernos provinciales afines al kischnerismo, pero como evita cuidadosamente referirse a la corrupción en el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la foto de Macri con tratantes de blancas, los procesos que tiene Macri, la represión salvaje del gobierno macrista en el Borda. Se indica como Lanata evita analizar los actos de corrupción en el gobierno de la Provincia de Córdoba, frecuentemente denunciados por el senador Luis Juez entre otros, y se deja constancia que Lanata nada dice del avance de las organizaciones narcos en la Provincia de Santa Fe, donde los narcos venden droga en lujosas 4x4 en el centro de la ciudad a la vista de todos, conde existen solo en Rosario 400 bunkers de venta de droga, donde una gran parte de la fuerza policial es denunciada por trabajar para las bandas narcotraficantes y donde un jefe de la policía provincial debió ser dado de baja por supuestos vínculos con el narcotráfico, notándose el doble estándar de Lanata que denuncia al General Milani y lo “condena” por supuesto vínculo con la represión ilegal cuando este tenía 21 años y estuvo cuarenta días en Tucumán en un batallón de ingenieros y nada dice de Tognolli que es denunciado como socio del narcotráfico, tampoco registra Lanata la inseguridad en la provincia de Santa fe con casi 200 muertos en tiroteos entre bandas narcos rivales.
Con este caudal de pruebas el periodista que ha juzgado a Lanata lo sentencia y conmina a los jueces a dictar una dura pena, por sus vínculos con la dictadura, contra el “periodista” estrella del grupo Clarín.
Se cierra el programa mientras la audiencia comienza a debatir sobre la sorpresa de que Lanata fue un soplón menor de la dictadura.
En los días siguientes para reforzar la campaña, diferentes programas en distintos canales del grupo mediático monopólico levantan las denuncias sobre Lanata y las reproducen, de manera tal que una opinión pública poco crítica tiende a aseverar que son ciertas, con comentarios del tipo “Lanata fue soplón menor de la dictadura, no viste las pruebas que mostró el periodista X, además tiene un testigo clave que trabajó en la SIDE que lo afirma”.
Para cerrar la operación de prensa un abogado amigo del periodista X radica una denuncia ante los tribunales federales, y en el mismo momento el “testigo de la SIDE” presenta una denuncia en el juzgado de Jujuy en la que asevera que Lanata fue soplón menor de la SIDE, de manera tal que esa denuncia hecha lejos es mostrada como prueba irrefutable de la culpabilidad de Lanata sin importar la calidad humana o personal del testigo, ni si dice la verdad o miente.
Algunas semanas después como ocurrió con el caso Báez, o el caso Infran, o las muchas denuncias que hace todos los domingos el opio de los argentinos Jorge Lanata, ya no se habla del tema, pero el daño está hecho, como decía Goebbels una mentira repetida hasta el cansancio se vuelve verdad para los espíritus acríticos poco acostumbrados a dudar de lo que les dicen los mercenarios de los medios de comunicación.
Por supuesto que este relato no es en absoluto cierto, es una ficción que he desarrollado para que el lector pueda entender cómo funciona el periodismo amarillista y falaz que encarna Jorge Lanata, como desarrolla con su grupo de jóvenes aventureros en busca de fama a cualquier precio programas televisivos o radiales en los que falsifica la verdad, la deforma, tergiversa algunos hechos, oculta otros, todo ello para defender los intereses de su patrón Magneto y el monopolio multimedios Clarín.
Hoy Lanata reivindica a conocidos periodistas de la derecha como Neustadt, Gómez Fuentes o Grondona porque frente a él aquellos eran nenes de pecho en el arte de falsificar la realidad y mentirle a la gente, lo que Lanata hace no es periodismo para todos, es solamente una militancia a favor de los sectores más reaccionarios de la sociedad argentina como la Sociedad Rural, los grande grupos financieros, los monopolios mediáticos, los representantes del pensamiento que define la necesidad de la represión al pueblo, del adormecimiento de las conciencias, del sostenimiento de los privilegios, es por ello que a Lanata le duele tanto Verbitsky, porque a diferencia de él, Verbitsky supo mantenerse una línea de conducta democrática y hacer un periodismo independiente, honesto y comprometido con los derechos humanos, cosa que Lanata abandonó hace mucho tiempo cuando quemó el manual de ética periodística, se separó de la verdad por incompatibilidad de caracteres y decidió ser un mercenario a sueldo de Magneto, como dice Rial, con una correa un poco más larga pero perro faldero al fin.
Lanata, como dijo Estela de Carlotto le hace mucho daño al país y su gente, es un provocador que solo está interesado en fomentar el odio entre los argentinos y ganar dinero por aquello de que a río revuelto, ganancia de pescadores.
Hasta la próxima.
viernes, 12 de julio de 2013
La política en tiempos bizarros.
Comencemos por ponernos de acuerdo en los términos, etimológicamente política proviene del latín “politicus” y ésta del griego “πολιτικός” (“politikós”), que significa “de los ciudadanos” o “del Estado”, siendo el adjetivo de “πόλις” (“pólis”) que significa “ciudad” pero también “Estado” ya que la ciudad en la Grecia clásica era la única unidad estatal existente. El término hace alusión a las ciudades griegas que formaban estados donde el gobierno era parcialmente democrático. Cabe señalar que es en esta cultura donde intenta formalizarse esta necesidad humana de organizar la vida social y los gobiernos desde tiempos ancestrales.
Conceptualmente, la política sería una actividad social orientada a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos. También puede pensársela como una forma de ejercer el poder, intentando resolver o minimizar los conflictos de intereses antagónicos que se producen en el seno de la sociedad. La utilización del término ganó popularidad en el siglo V a.c., cuando Aristóteles desarrolló su obra titulada justamente “Política”.
Por lo tanto la política comprende una acción socialmente determinada, colectivamente ejercida por diferentes grupos que confrontan sus respectivos proyectos de cómo organizar la sociedad.
Para llevar adelante sus proyectos los ciudadanos se agrupan en partidos, es decir colectividades de ciudadanos con ideologías compartidas y métodos y técnicas consensuadas para lograr sus objetivos.
Para el marxismo el término “partido” es de una enorme importancia, por cuanto presupone que alrededor de él se organizan los intelectuales revolucionarios que responden a los intereses de transformación de la clase obrera.
Gramcsi afirmó que los intelectuales respondían a los intereses de las diferentes clases, en general todos los seres humanos son intelectuales, pero solo una fracción de estos vive de sus habilidades discursivas.
De estos, solo una parte se agrupan en los partidos, son los que Gramcsi denominaba los intelectuales orgánicos, que se reunen para defender los intereses de clase. En la dinámica política encontramos intelectuales orgánicos de las diferentes clases que pugnan en una sociedad (burguesía, campesinado, obreros, pequeña burguesía, etc.)
Considero que un momento importante de la política es la revolución francesa, en la cual los partidos se agruparon en defensa de los intereses de las diferentes clases sociales. Los Girondinos y los Jacobinos, con Danton como cabeza de los primeros y Robespierre de los segundos, expresaban a las distintas fracciones de la burguesía (la naciente burguesía industrial, el burguesía comercial, pequeños propietarios agrícolas, los pequeños burgueses de las ciudades -fundamentalmente los profesionales-). Los sectores más radicalizados, los sans culotes que se integraban con trabajadores independientes, pequeños comerciantes y artesanos (carpinteros, sastres, etc.) tenían como cabezas visibles a Jacques René Hebert y Jacques Roux eran el ala izquierda de la revolución, más allá de ellos estaban los pobres que ni siquiera eran ciudadanos por no poseer bienes que los acreditaran como tales.
Estos sectores tenían programas muy definidos que se expresaron en las consignas de la revolución, mientras la burguesía luchaba por la libertad dando origen al liberalismo político y económico, los desposeídos se encolumnaban tras la igualdad. Estos dos programas continúan vigente en las agendas políticas de la modernidad.
Durante el siglo XIX las diferentes clases y sectores de clase que interactuaban en la sociedad construyeron distintas propuestas de organización. En general podemos decir que en este convulsionado período de la historia de Europa los partidos se agruparon en torno a dos grande categorías, los partidos burgueses y oligárquicos y los partidos obreros y pequeños burgueses. Los primeros constituyeron los programas liberales que sostenían el interés de acumulación capitalista de la burguesía que avanzaba a paso veloz y firme en la construcción de su hegemonía de clase en todo el mundo “civilizado”, los segundos se organizaron en la agenda de las luchas obreras y comenzaron a definir el programa socialista de transformación social.
Mientras esto ocurría en Europa y EE.UU. la Argentina, a lo largo del siglo XIX, soporta una larga guerra civil. En nuestro caso no se trata de enfrentamientos interclases, sino solo de una disputa de la burguesía, que, a partir del lustro que va de 1810 a 1816 decide tomar en sus manos la gestión de las Provincias Unidas del Río de la Plata sacudiéndose la tutela del Rey de España.
A lo largo de todo el siglo podemos observar largas contiendas armadas entre dos sectores de la burguesía, la burguesía ganadera de Buenos Aires y del Litoral, aliada a la burguesía comercial porteña que enfrenta una serie de tareas programáticas para consolidar su poder territorial.
En primer lugar debe confrontar con los caudillos provinciales que representaban los intereses de las economías artesanales del interior que pugnan en la vana tarea de sobrevivir a la modernización capitalista y las oligarquías territoriales atrasadas.
En segundo lugar debe lograr la unión nacional con un solo gobierno central para poder desarrollar su proyecto agrícola ganadero. Esa unión que se logra en la batalla de Caseros y se consolida después del combate de Cepeda el 23 de octubre de 1859 a pesar de la derrota de la burguesía porteña, en el mismo las fuerzas de la Confederación derrotan al ejército de Bs. As., con lo cual se consolida Argentina como país mediante la incorporación de Bs. As. a la confederación tras la firma del pacto de San José de Flores.
El tercer punto de la agenda de la burguesía porteña, que se consolida en el poder tras la derrota de Urquiza en Pavón a manos de Mitre el 17 de septiembre de 1861, consagrando la integración definitiva de Bs. As. a la República Argentina como estado dominante, rasgo que conservará a lo largo de todo el siglo XX, es la conquista del desierto.
Desalojando a los pueblos originarios de sus tierras mediante una política de conquista y genocidio brutal la burguesía extiende las fronteras nacionales hasta el rio Colorado ganando la Patagonia que en esos tiempos era deseada por los chilenos.
Mediante el fraude y la represión la burguesía completa su programa socio económico y establece el dominio a lo largo y lo ancho del territorio.
Recién el 10 de febrero de 1912 con la sanción de la Ley Sáenz Peña de sufragio universal, secreto y obligatorio el país comienza a transitar el lento y escarpado camino de la construcción de una democracia moderna representativa y federal.
Pero a lo largo del siglo, que es notable en la cantidad de reformas democráticas, se va construyendo una cultura de liderazgos caudillistas que está representada en la conformación de grandes movimientos de masas en lugar de partidos burgueses modernos. El primero de estos movimientos es la Unión Cívica Radical que a lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX construye una representación política reformadora con base en la pequeña y media burguesía del campo y de la ciudad bajo el liderazgo de su caudillo Hipólito Irigoyen.
El segundo gran caudillo será Juan Domingo Perón que en la década del 40 y comienzos de los 50´funda un movimiento popular que perdura como actor central de la política argentina hasta nuestros días.
El radicalismo que tras la muerte de Irigoyen se constituye en un intento de partido burgués liberal, no logra competir con el peronismo. Ambos movimientos son los representantes de la burguesía pequeña y media ligada al mercado interno, mientras que la gran burguesía agraria e industrial financiera se organiza alrededor de “entidades gremiales” como la Sociedad Rural, Coninagro, C.R.A. y la Unión Industrial Argentina, etc., pero sin representaciones políticas, por lo que para la defensa de sus intereses utiliza el brazo armado de la burguesía, el ejército, como su partido del sector de clase.
En la segunda mitad del siglo XX asistimos a un enfrentamiento entre dos sectores burgueses, los unos accediendo al poder mediante elecciones, los otros gestionando el aparato del estado mediante golpes cívico-militares.
Ambos sectores tienen una agenda programática muy definida y se diferencian notablemente, la gran burguesía agraria, industrial y financiera vinculada fundamentalmente al mercado externo pugna por la apertura de la economía, la subsidiariedad del Estado y el mercado como regulador de la vida social y económica. La burguesía media, pequeña y la pequeña burguesía ensayan acciones de un proyecto nacionalista, estatista, que busca ampliar el mercado interno, dotar al Estado de mecanismos reguladores y atendiendo a urgencias sociales de los sectores más vulnerables. Los primeros se apoyarán en los organismos de crédito internacionales y tendrán como teoría económica de referencia al neoliberalismo que toma fuerza luego del consenso de Washington, con la constitución de la Trilateral Comisión y el desarrollo de las ideas económicas neoliberales de la Escuela de Chicago. Los segundos impulsarán políticas apoyadas en el neokeinesianismo, con un fuerte sector estatal, proveyendo al mismo con mecanismos reguladores muy potentes.
Este esquema que funcionó con cierta claridad tanto en las propuestas económicas como en las representaciones políticas entra en crisis en la última década del siglo XX cuando los movimientos populares como el radicalismo y el peronismo son colonizados por las propuestas de la gran burguesía y la teoría neoliberal.
El menemismo no es otras cosa que el abandono, de parte de la gran burguesía, del partido militar, la abdicación de gestionar por la fuerza y el intento de modernizar la democracia argentina gobernando la gran burguesía con la complicidad de políticos populares como Menen, Duhalde, Sanz, etc.
Durante toda la década se instala en el país el imaginario neoliberal del uno a uno, con la ilusión de que un peso podía valer un dólar, se rematan las empresas públicas, se realiza un potente ajuste neoliberal que sume a la población en la pobreza, la indigencia, la desocupación, culminando con los hechos trágicos del 19 y 20 de diciembre de 2001 con la caída del gobierno neoliberal del radical Fernando De La Rúa.
El kischnerismo vuelve a instalar algunas ideas que tratan de revivir el proyecto de la pequeña y mediana burguesía, pero solo lo hace desde una perspectiva neokeynesiana sin construir un proyecto global de país. El error que comete es la tentación del liderazgo caudillista que no confía en la participación activa de las masas y que basa el poder en un conductor del movimiento (el caudillo: Kirschner, Fernández de Kirschner) pero sin una estructura participativa basada en la democracia como sustancia y no como procedimiento.
Pero el dato nuevo es que la política deja de ser lo que debía ser y se constituye en una confrontación de personalidades sin un proyecto acabado. Los gobernantes ganan las elecciones en base a su carisma y no a un programa de transformaciones y una vez instalados en el poder actúan secundados por un ejército de amanuenses y alcahuetes que les rinden pleitesía.
En el campo de la oposición la situación es peor aún, la falta total de ideas y programas lleva a los políticos a rejuntarse en una amalgama viscosa y sin principios donde los enemigos de ayer son íntimos amigos de hoy en alianzas que solo duran el hasta el día de las elecciones.
Por detrás de la escena las corporaciones fogonean estos enfrentamientos estériles, sin contenidos para poder utilizar el poder que les da la propiedad de los medios de comunicación y la concentración económica y territorial que les permite comprar las voluntades de eso que no son más que harapos de políticos sedientos de unos minutos de popularidad en la televisión o en la radio, pero con una militancia política sin principios, sin programa y sin ideas.
Es la política en tiempos bizarros.
Hasta la próxima.
sábado, 6 de julio de 2013
Sobre la democracia.
En la Argentina se está comenzando a desarrollar un importante debate político. Se trata ni más ni menos, de las características y el contenido que debe tener la democracia.
El debate por la reforma de la justicia se relaciona directamente con esta cuestión.
Hace años el garante del orden burgués era el ejército, que era el brazo armado de la burguesía para ejercer su poder y gozar de todos los privilegios de clase que le permite el capitalismo.
Pero el ejército en la década del 50’ podríamos decir que hizo una opción de fracción de clase. Esta opción, que había sido ensayada en la década del 30’luego del golpe a Irigoyen, se consolida con el golpe a Perón. No es casual que ambos mandatarios hayan sido destituidos por las fuerzas armadas, los dos presidentes, aunque con diferencias de matices, representaban los intereses de un sector de la burguesía argentina, la burguesía industrial y comercial fundamentalmente ligada al mercado interno y que se organizaba en torno a la Confederación General Económica (CGE) y que incluía a sectores del pequeño y mediano empresariado comercial, a las industrias PYMES, a las pequeñas industrias reunidas en torno a APYME (Asamblea de Pequeñas y Medianos Empresarios) a un sector del empresariado rural nucleado en torno a la Federación Agraria Argentina y los campesinos de movimientos de comunidades originarias y de micro propietarios territoriales.
En el año 30’ y fundamentalmente en el 50’el ejército deja de estar en una posición de bonapartismo frente a los diferentes sectores burgueses y se enrola decididamente con los intereses de la gran burguesía terrateniente, el capital financiero local e internacional, las grandes corporaciones internacionales, todos estos sectores con intereses compartidos con el mercado internacional.
Por esos años el ejército se constituye en el aparato represivo más importante del país y luego del golpe de 1976 en un ejército genocida al servicio de los intereses de una fracción concentrada de la burguesía.
Con la caída del muro de Berlín, los grandes cambios en las democracias occidentales que implican la implementación de sistemas representativos de gobiernos con uso de un cierto estado de derecho y el avance de las tecnologías informáticas y las telecomunicaciones, el modelo de dominio de la burguesía comienza a sufrir una metamorfosis.
Por otra parte el ejército se mostró en la década del 70’y comienzos de los 80’como una estructura de poder que se separaba netamente de la sociedad y que se constituía en una estructura autopoiética que operaba al margen de los propios estamentos e intereses de grandes sectores de la burguesía.
Las relaciones de dominación mutaron esencialmente y en lugar de la represión abierta que la burguesía había utilizado a lo largo del siglo XX, comienzan a establecerse nuevas formas de control social basadas en el control de las personas a través de la información,
Aunque no lo sepamos, somos espiados cotidianamente, nuestros correos electrónicos, teléfonos y demás medios de comunicación son intervenidos por las grandes computadoras que operan a nivel internacional y nacional.
Hoy ya no es necesaria la represión abierta, basta con que los medios masivos tengan una presencia importante al interior de nuestras casas para que instalen sucesivas agendas de debate doméstico y construyan realidades que frecuentemente aceptamos sin poner en interdicción.
Aun así, se hace necesario tener algún reaseguro para garantizar el dominio burgués. No contando con el partido militar, y no confiando decisivamente en la acción de los medios de comunicación de masas, la gran burguesía ha instalado en nuestro país una nueva superestructura dominante, el sistema judicial.
El sistema judicial, es una estructura que no es electa por la voluntad popular, tampoco puede participar en el mismo cualquier persona, solo los abogados pueden hacerlo.
Es un sistema de carácter oligárquico antidemocrático, que, a diferencia del poder legislativo y el ejecutivo que son electos por la voluntad popular y donde solo pueden sobrevivir los cómplices de la dictadura genocida si los gobernantes que elegimos lo permiten, ha protegido entre sus filas a conspicuos jueces designados por los genocidas y a lo largo de casi 30 años no se ha depurado.
No pretendemos decir que los jueces designados en democracia sean la mar de la rectitud y que tengan una franca vocación igualitaria, recordemos que muchos de ellos fueron designados durante los gobiernos de Menen y de De La Rúa, quienes se subordinaron a los dictados políticos y económicos de la derecha neoliberal que conjugaba con el consenso de Washington y la Trilateral Comisión.
La propuesta del ejecutivo de elegir por voto popular a los representantes del Consejo de la Magistratura, que es el organismo que evalúa a los futuros jueces y les realiza juicio político por incumplimiento de sus deberes, era un paso adelante, aunque no un avance definitivo en materia de democratización del sistema judicial.
Con su poder económico los sectores más concentrados de la burguesía han avanzado en la cooptación de la parte más importante del sistema judicial, la Corte Suprema de Justicia y han logrado establecer una estructura más útil y eficaz para el control social que los militares asesinos.
Votamos legisladores que nos “representan” pero esos legisladores solo pueden dictar leyes que no afecten los intereses centrales del sistema de dominio de la gran burguesía, si lo hacen esas leyes son declaradas inconstitucionales por este súper poder estructural.
Es interesante observar que la Corte en una acordada declaró inconstitucional a la propia constitución, en el artículo que establecía que los jueces que la integran se deben retirar a los 75 años. Ahora declara inconstitucional una ley votada por amplia mayoría de los legisladores, deberíamos preguntarnos cuanto falta para que declare inconstitucional a la presidenta y determine quién debe ocupar su lugar.
En otros diálogos hemos afirmado que el sistema representativo es un sistema que si bien es superador del autoritarismo de las dictaduras y de las monarquías, no constituye en esencia un sistema realmente democrático.
La participación del ciudadano se reduce a votar cada cuatro años a quienes lo deben gobernar, por fuera de ello no es consultado en ninguna de la determinaciones que los políticos toman y que lo afectan.
Pero esto no es todo, a la manera de la democracia griega en la que los ciudadanos que podían participar eran un grupo muy reducido (aquellos que habían nacido en Grecia y gozaban del derecho a ser ciudadanos), mientras que la mayoría (las mujeres, los metecos, los esclavos, etc.) no tenía ni voz ni voto en las decisiones, o en la Revolución Francesa de 1789 que en sus inicios solo permitía votar y participar del parlamento a los ciudadanos, y establecía que este carácter lo tenían aquellos que tenían alguna propiedad inmobiliaria, en nuestra democracia los que participan en la toma de decisiones también son un grupo reducido.
En estos treinta años se ha constituido una capa burocrática, que podríamos asimilar a una fracción de clase, que es la encargada de gestionar el Estado. Son los políticos, aquellos que usufructúan su participación en lugares de decisión de los partidos políticos más importantes. Por supuesto que para llegar no se requiere un origen de clase, ya que los mismos son controlados por los aparatos partidarios y cuando se apartan de los intereses de la burguesía, inmediatamente son removidos de la burocracia de gestión.
Es por ello que la principal lucha política en Argentina, y porque no decirlo en América Latina, es la lucha por la máxima ampliación de la democracia burguesa.
Esta lucha implica que cada día vayamos por más, apoyando a los sectores políticos o a las legislaciones que operan esa el sentido de la democratización de las relaciones sociales, económicas y políticas de nuestros países.
Así por ejemplo la ley de medios, el matrimonio igualitario, la estatización de los fondos de pensión, la estatización de Y.P.F., la reinstalación de una aerolínea de bandera, la asignación universal por hijos, el programa Conectar Igualdad, la creación del Mercosur y de la Unasur van en el sentido de la ampliación democrática y de los derechos sociales.
Falta mucho, lograr que las medidas y leyes fundamentales sean plebiscitadas, que en todo el país los mandatos de los representantes puedan ser revocados por el voto popular, que se implemente la autonomía municipal y territorial, etc.
Hoy a la hora de votar debemos ser cuidadosos. No es lo mismo un sector político que el otro, debemos elegir a quienes han demostrado que con sus errores, con sus arbitrariedades, con su falta de transparencia, han implementado un proyecto que es una base seria de sustentación para la real democracia en la Argentina. No nos olvidemos de la República de
Weimar en Alemania que al echar a los socialistas que eran una opción progresista, abrieron el camino a los nazis que sepultaron el país en el mayor de los horrores.
Hasta la próxima
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