jueves, 29 de septiembre de 2016

Educación y calidad de educación.


Durante la década del ochenta y parte de los noventa desarrollé un proyecto de investigación que se vio plasmado en una obra en dos tomos, (Bonantini C., (1994, 1996) Educación y Sociedad. Historia social de la educación media argentina. Tomos 1 y 2 UNR Editora, Rosario.) en la que realicé un estudio comparativo entre el desarrollo económico social de Argentina y las diferentes propuestas educativas. De la investigación surgió que no existe una correspondencia absoluta entre los momentos socio-históricos y las propuestas educativas, situación que denominé relaciones de interdependencia y asimetría. La educación fue un tema central desde los orígenes de la nacionalidad y a lo largo de nuestra historia se desarrollaron diferentes proyectos educativos. Han existido notables proyectos, como los de Sarmiento y Alberdi, que buscaban el desarrollo de los hábitos industriosos en un momento en que la industria en Argentina era casi inexistente. También, es un dato importante, el hecho de ser la educación considerada a lo largo de estos años, como un motor de igualación social. Tuvimos un Congreso Pedagógico a fines del siglo XIX impulsado por Sarmiento y presidido por Onésimo Leguizamón que fue capaz de debatir la educación y elaborar la ley 1420 de educación universal, laica y gratuita, ley señera en América Latina y tal vez en el mundo. Cuando en 1993 terminé el proyecto y me reorienté a otros temas, en Argentina el 27% de la población se encontraba en algún punto del sistema educativo formal. Con tasas de analfabetismo muy bajas (no eran superiores al 3%) Argentina constituía junto a Cuba, Uruguay y Costa Rica los países con mayor nivel de alfabetización de América Latina. Otro dato importante está determinado por las características estables (podría decirse de inmovilidad) de las curriculas de formación en nuestro país. Solo a modo de ejemplo, la currícula de formación de bachilleres prácticamente no sufrió modificaciones entre 1863 año de la fundación del Colegio Nacional de Bs. As y la década del 70 en el siglo XX cuando empezaron a realizarse cambios. Es que el desarrollo de la ciencia y la tecnología tenían largo tiempos. Después de la segunda guerra mundial, los desarrollos tecnológicos fueron cada vez más acelerados, de manera tal que las tecnologías de uso frecuente comenzaron a acortar sus tiempos de vida. Por dar un ejemplo, el sistema de discos de pasta tuvo una duración de más de 70 años, su sucesor no tuvo tanta suerte, poco más de una década. En la actualidad hemos ingresado en lo que muchos estudiosos denominan la era exponencial, es decir, los cambios tecnológicos se aceleran cada vez más y las tecnologías de uso frecuente duran cada vez menos. Este dato es muy importante porque los cambios científicos y tecnológicos impactan en forma directa sobre el mercado de trabajo y las demandas educativas que interpelan a la educación. Muchos empleos que parecían eternos, hoy son inexistentes, por ejemplo, los fabricantes de sulkys ya no existen, los artesanos que realizaban los relieves de los edificios tampoco, más cercano a nuestros días, están desapareciendo lo letristas y cartelistas y podríamos citar muchos más, el detalle es que estas ocupaciones eran, en muchas oportunidades, heredadas por los hijos y constituían tradiciones familiares que perduraron a lo largo del siglo XX, en cambio, las profesiones que hoy existen y las que están apareciendo tendrán mucho menos suerte, y por lo tanto una vida más corta. Según los expertos, de las profesiones que hoy existen en menos de 50 años, muchas habrán desaparecido, se calcula que alrededor del 80% las profesiones actuales dejarán de existir. La característica de la sociedad exponencial es que los cambios son tan vertiginosos que resulta muy difícil al actor poder introyectarlos, se trata de una sociedad de cambios violentos, que se complejiza a cada momento y cuyo signo es la incerteza. Mientras que en las cómodas sociedades pastoriles e industriales de los siglos XVIII, XIX y XX podíamos planificar nuestras vidas con horizontes de visibilidad de 50 o 60 años, hoy ello ya no es posible y por lo tanto necesitamos ir transformando nuestro expertis al ritmo de la sociedad. A comienzos del siglo XX un obrero solo necesitaba para poder trabajar algún conocimiento de lecto-escritura (no determinante) conocimientos rudimentarios de las operaciones matemáticas y algún que otro conocimiento cultural (conocer la letra del himno, por ejemplo), en la actualidad el mismo trabajador no podría conseguir empleo y necesita para poder desempeñarse en la producción conocimientos de computación, si es posible de idiomas, conocimientos de tecnologías automatizadas y conocimientos culturales más amplios. Esta situación es de suma importancia a la hora de pensar la educación en Argentina, dado que es frecuente que los diferentes gobiernos hablen mucho de educación y hagan poco por ella. En primer lugar, es necesario cambiar la matriz neoliberal que piensa a la educación como un gasto y no como una inversión, la educación junto a la ciencia y la tecnología son las inversiones más importantes que puede realizar un país que pretende crecer y ubicarse entre los más desarrollados, es por ello que nunca existirá un presupuesto adecuado en educación, ciencia y tecnología, siempre se requerirá más. En segundo lugar, es necesario pensar que se entiende por educación y por calidad de educación. Si se observan los discursos de los políticos y funcionarios en el área de educación, necesariamente uno tiene que colegir que la calidad de la educación consiste en tener 180 días de clase al año, es un número mágico y nadie podría decir porque no 179 o 181. Medir la calidad de la educación por la cantidad de días de clase es un verdadero desatino. Un alumno puede pasar 365 días dentro de la escuela y ello no es indica que reciba una buena formación. La calidad de la educación está en relación con la capacidad del sistema educativo de dar respuestas a los desafíos que impone la sociedad en materia de formación de recursos humanos. Una educación será de calidad cuando forme profesionales en las diferentes áreas capaces de brindar los servicios necesarios que la comunidad requiere. Por ejemplo, si formamos albañiles, el resultado de la formación que brindamos deberá constituir a los beneficiarios en profesionales de la albañilería capaces de desempeñarse en la construcción con los conocimientos necesarios para realizar edificaciones (conocimiento de los materiales, de las normas de seguridad, de las operaciones necesarias para construir, etc.). También la calidad de la educación tiene que ver con las características de formación desde el punto de vista de la subjetividad de los educandos, y este es un punto de vista muchas veces ignorado. Cuando hablamos de subjetividad nos referimos a la manera que tienen los grupos humanos y sus unidades elementales de vincularse socialmente, de reconocer el ambiente en el que se mueven, de tomar decisiones basados, tanto en las normas, como en los usos y las costumbres. La calidad de la educación guarda relación con la estructura y funciones del sistema educativo. En nuestro país lo dominante es la estructura formal, organizada por niveles (pre escolar, primario, medio y superior -universitario y no universitario-) Es una estructura muy rígida que no permite ingresar a la misma por ningún punto que no sea el primer nivel y exige al educando tener el nivel anterior completo para acceder al siguiente. Esta rigidez del sistema educativo formal tiene una fuerte función expulsiva del sistema, ya sea porque por características de vulnerabilidad el educando debe abandonar el sistema para ganarse la vida o porque directamente no resiste las condiciones de disciplina exigente que el sistema tiene. Muchos autores han desarrollado las críticas a lo que se denomina el sistema bancarizado, en el cual los alumnos son dispuestos de manera tal que solo pueden ver la nuca de su compañero y todos ven a la maestra. Por el contrario, la maestra, a la manera de un panóptico, puede ver a todos los alumnos, con lo cual se coloca en una posición de poder, que desde el comienzo, nos brinda una excelente explicación de cuál es el objetivo fundamental de la educación formal, disciplinar. Pavlov hablaba de lo que denominaba el reflejo de investigación, reflejo que los seres humanos tenemos desde nuestro nacimiento y que nos permite conocer el mundo circundante y lograr nuestra individuación. El niño, desde el nacimiento, desarrolla un interés por conocer todo y lo realiza de la manera más simple, con la experiencia, sus manos, su boca, sus pies, su cuerpo en general se constituye en una caja de herramientas en la aventura del conocer. Por lo tanto, el desarrollo del conocimiento no requiere como principal elemento de la disciplina, sino de la libertad. Solo en un ambiente de libertad, el niño puede crear sus propios programas de conocimiento, realimentarlos con sus logros y formalizar nuevos programas, el educador (padre, maestro) se constituye en un guía, que no otorga el conocimiento, por el contrario, genera alternativas para que el educando pueda escoger en libertad sus propios caminos de conocimiento. Es la familia la encargada, por medio de la represión, de iniciar el largo camino de cercenamiento de este reflejo de investigación, por ejemplo, los niños reconocen su sexualidad a través de tocarse los genitales, esta actividad, lejos de ser algo malo, se constituye en una vía de conocimiento eficaz que generalmente es reprimida por las figuras parentales o familiares cercanas. La escuela continúa esta represión sistemática sobre el niño, en la escuela encontramos todo un arsenal de medidas punitivas destinadas a amedrentar al educando que van desde las sanciones (amonestaciones) a la extorsión mediante los sistemas competitivos de evaluación. Al poner nota desarrollando la competencia entre pares y discriminando a los más vulnerables, la evaluación es desnaturaliza en su carácter esencial, dado que la misma constituye un momento más del aprendizaje en el que el educando reflexiona sobre el porqué y para qué de los conocimientos adquiridos. En cambio, la prueba, el examen, esos curiosos instrumentos de tortura que posee la escuela moderna, no buscan determinar los conocimientos desde la perspectiva de su utilidad y uso, sino desde la posibilidad repetitiva de un discurso enunciado por el docente que sacraliza un cierto saber existente sin posibilidad de ser cuestionado. Imaginemos que un alumno realiza un profundo cuestionamiento a lo que el docente desarrolló en las clases, y más allá de si lo que el alumno dice es correcto o incorrecto, lo importante es que ese alumno ha desarrollado su pensamiento reflexivo y crítico, y aunque ahora se equivoque, en el futuro seguramente tendrá muchos logros. En nuestra escuela, la crítica es vista desde una perspectiva negativa, el alumno que critica incomoda el saber sacralizado y es reprimido, y se le dejan dos caminos, continuar con su rebeldía siendo castigado por ello, o adaptarse a las exigencias represivas de la escuela repitiendo aquello cuyo significado ignora. Un ejemplo, (a+b)2=a2+2ab+b2, esto es un binomio cuadrado perfecto, sé que es correcto, pero no sé porque, no entiendo que es lo que hace que sea así, y ello porque en la escuela me enseñaron repetitivamente ese dato. Mi promedio en Análisis Matemático era 10 en la escuela secundaria, sin embargo, hoy no sé qué es un límite, una derivada, una integral, todos ellos contenidos esenciales de análisis matemático. La calidad de la educación sería una función que permite al sistema la flexibilidad para poder facilitar el desarrollo del pensamiento reflexivo y crítico, en definitiva, para incentivar la autonomía del educando en la construcción de su propio conocimiento. Por supuesto que desarrollar una calidad desde esta perspectiva exige una mayor inversión que la que se dedica en los sistemas bancarizados actuales, en los cuales el principal objetivo es disciplinar la futura fuerza de trabajo, y facilitar a los trabajadores actuales (los padres) el desarrollo de sus actividades productivas mediante el encierro disciplinar del educando en la escuela. Una propuesta de libertad implicaría necesariamente romper el sistema educativo formal, o por lo menos flexibilizarlo para que pueda servir a las diferentes subjetividades en juego en la escuela. Esto no es una utopía, en algún momento, en el gobierno de Carlos Menem, durante la gestión de Susana Decibe, se trataron de implementar los Trayectos Técnicos Pedagógicos (TTP) propuesta que pretendía introducir alguna flexibilidad en el rígido sistema formal, dado que estos trayectos, dirigidos a trabajadores en actividad, no requerían del secundario completo y como se organizaban por módulos, el alumno podía acreditar uno o más módulos sin tener que hacer todo el trayecto. En general en los diferentes países europeos se implementan formas de educación de este tipo, orientadas a formar a las subjetividades que por diferentes motivos no resisten el disciplinamiento escolar (cantidad de horas por día, cargas de trabajo, necesidad de acreditar todos los conocimientos, etc.), donde el alumno, en muchos casos, es el que determina su propia trayectoria de aprendizaje. Porque se sostiene la obsolescencia de un sistema educativo rígido y tan poco eficiente, simplemente porque para la burguesía la educación es un gasto y desde esa perspectiva fija límites a ese gasto. La perspectiva renovadora que estoy comentando requiere el desarrollo de infraestructuras mucho más onerosas que las ruinosas existencias edilicias actuales. Las escuelas públicas son noticia frecuente en la prensa, pero no por la excelencia de sus servicios, sino por los accidentes producto de instalaciones eléctricas defectuosas, mamposterías en mal estado, vidrios rotos, falta de calefacción. En la Universidad Nacional de Rosario, durante más de veinte años asistimos a clases en un ambiente degradado en el que en invierno pasábamos frio y en verano calor, con aulas que eran viejas construcciones precarias, techos de asbesto y sin ningún tipo de recursos tecnológicos para el dictado de clases. El anterior gobierno construyó un nuevo edificio, pero no es suficiente. La calidad de la educación requiere de un ejercicio docente renovado tanto en lo técnico, como en lo pedagógico. Este es otro punto al que los gobiernos no prestan atención. No son pocas las oportunidades en que los docentes para asistir a cursos de formación deben hacerlo en horas extra clase porque los 180 días de clase impiden licencias formativas. Pero además estos cursos son enlatados que no responden a las necesidades regionales, ni prestan atención a las características y determinantes subjetivos de los alumnos. Por lo general, en el burocratizado sistema de administración de la educación, los cursos no son la búsqueda de nuevos conocimientos, sino la búsqueda de certificados que acrediten puntos en la carrera docente. Los cursos de formación docente no interpelan el conocimiento existente, no constituyen al docente en un actor de producción de nuevos conocimientos, solo reproducen la conservadora relación áulica entre el docente y sus alumnos, solo que acá el docente es el alumno que asiste pasivamente a exposiciones que en la generalidad de los casos no le sirven para mejorar su práctica profesional. Y si la formación docente deja mucho que desear, mucho peor es las condiciones y medio ambiente de trabajo, que además de un hábitat lamentable, como señalamos más arriba, implican cargas psíquicas onerosas que someten al trabajador de la educación a un intenso sufrimiento psíquico. Existen una multiplicidad de estudios realizados en nuestro país referidos a este tema. Malestar docente, accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares, burn out, síndrome de desgaste por empatía, gastroenterocolitis, cefaleas frecuentes, etc., son algunas de las causas por las que los docentes se ven obligados a pedir licencias frecuentes en el mejor de los casos, tareas pasivas en casos más problemáticos y en el peor de los casos observamos hasta muertes por esas condiciones de trabajo. La pobreza y la indigencia desvirtúan la finalidad de la escuela, la que se transforma en un espacio de sobrevivencia de los niños que concurren a la misma más por la necesidad de la copa de leche o una comida diaria que por el afán de conocimientos. Algún antropólogo recogió en sus registros de campo una frase nítida de la situación, una maestra decía que antes los padres preguntaban al niño, cuando este regresaba de la escuela, que aprendiste hoy, en cambio ahora le preguntan qué comiste hoy. El docente siente en su sensibilidad más profunda esta situación (que por cierto no está lejana de su propio deterioro económico, producto de los salarios miserables que recibe) y sufre tanto la violencia de un entorno desesperado por las necesidades básicas insatisfechas, como la presencia en el aula de niño que violentados ejercen violencia, el bulling se enseñorea de las relaciones entre los educandos. Estos son temas que nunca se discuten en los ministerios de educación, o si se lo hace es solo como formalidad, porque la realidad nos indica que no se destinan recursos para remover las causas del deterioro de la salud de los docentes. Calidad de educación implica curriculas construidas por todos los actores del proceso educativo, es decir considerando las características y necesidades regional y local. En cambio la discusión de las reformas educativas son discutidas hoy de manera centralizada por los “expertos” que poco saben de los problemas reales de la educación, y son convidados de piedra en ese debate los padres, los actores territoriales, y hasta los propios docentes y alumnos. Hace muchos años la Red Cualitativa de Investigaciones en Educación desarrollo un importante instrumento que permitía a los docentes investigar su propia práctica, los talleres de educadores, en lo que el saber técnico solo aportaba conocimientos para el debate de las condiciones y medio ambiente de trabajo y de la práctica docente. No he vuelto a escuchar de ellos. Calidad educativa también supone la apertura del aula, que debe extenderse más allá de los muros de la escuela y poner a los educandos (sobre todo a los más pequeños) en contacto con la naturaleza, a comprender y amar el ambiente, a reconocer el valor de las redes solidarias, a tener una experiencia viva de su entorno inmediato y mediato, a valorar a todos los seres vivos, a reconocer sus derechos y los de los demás, aun de aquellas criaturas que no portan conciencia. Calidad de educación es formar al niño en nuevos y viejos valores, como la cooperación para el logro de objetivos comunes, la no discriminación por razones de sexo, etnia o capacidades diferentes, la solidaridad expresada en la vocación de servicio al que lo necesita y la lucha contra las expresiones de violencia, cualesquiera que sean. Pero no, para nuestros políticos conservadores, radicales, liberales, socialistas, lo más importante son los 180 días de clase, no importa que durante ellos el niño se comporte como un salvaje metropolitano, que se destruyan unos a otros para subir un video a las redes sociales, que se desfigure a la compañerita porque es más linda (como si la belleza fuera un valor único e inmutable), que la violencia se dé entre pandillas juveniles que ni siquiera saben cuáles son sus diferencias, lo importante son los 180 días de clase, para que los padres puedan amontonar a sus hijos en ese hospicio en que se convierte la escuela, mientras ellos son explotados y oprimidos por los capitalistas. Es hora de realizar un debate profundo sobre la educación y la calidad de educación, porque en ello se nos va el futuro de las próximas generaciones. Hasta la próxima.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Un fantasma recorre América Latina.


Un fantasma recorre América Latina, pero no es el fantasma del comunismo al que hacía referencia Carlos Marx en relación a la situación europea de 1848, cuando redactó el Manifiesto Comunista, América Latina es recorrida por el fantasma del neoliberalismo. Este fantasma no cabalga solo, lo hace junto a los cuatro jinetes del apocalipsis, desparramando a su paso hambre, miseria, enfermedades y muerte. Cuando pensábamos que los latinos habíamos comprendido que el neoliberalismo es la expresión del capitalismo salvaje que pretende arrasar con todas las conquistas logradas por los más vulnerables, pareciera, que estas sociedades no pudieron o no les permitieron llegar a comprender que el capitalismo salvaje determina el empobrecimiento real de todos aquellos que se hallan por debajo de los estratos más altos de la pirámide social. El capitalismo salvaje constituye un proyecto hegemónico que utiliza los principios económicos del neoliberalismo para construir los privilegios aberrantes y antiéticos de la gran burguesía comercial, industrial y financiera. Hace poco tiempo publiqué en una entrada las características del cambio de estrategia de dominación de los EE.UU., días después de esta publicación tuve oportunidad de ver un reportaje de Telesur, en el que informaban con mayor precisión lo que, en mi texto había descripto. En el reportaje se agregaba un dato que faltó en mi apreciación, la presencia en América Latina de USAID (United States Agency for International Development).Esta agencia sería el relevo de la CIA (Central Intelligence Agency) y opera con una lógica diferente, mientas que la CIA contactaba y organizaba militares para dar golpes de estado cruentos, la USAID trabaja a nivel de base, con ONG (Organizaciones no gubernamentales) con un discurso engañoso, según el cual vienen a ayudar a los sectores más vulnerables, pero en los hechos, tras el relato de la cooperación, el amor, la solidaridad se trafica ideología desestabilizadora contra los gobiernos latinoamericanos considerados opositores a los proyectos de pillaje diseñados por la burguesía norteamericana. La USAID constituye un complejo entramado organizacional fundada por John F. Kennedy el 3 de noviembre de 1961 y que responde a las directrices del departamento de estado americano y su objetivo es el de reforzar la política exterior estadounidense. Sus objetivos en lo explicito son de carácter cooperante en áreas de políticas agrícola, humanitaria, económica y sanitaria, pero sus reales objetivos es realizar trabajo de base en los diferentes países en los que interviene con el objeto de cooptar líderes sociales, políticos, empresariales, sindicales y personas de influencia comunitaria. USAID responde, en los países en los que actúa, de manera directa a las embajadas, concretamente, si uno busca USAID, por ejemplo, en Guatemala, la encontrará en. la página de la Embajada de EE.UU. en ese país. Allí, los objetivos de la organización, aparecen definidos como “programas destinados a lograr impactos significativos en: promover la justicia y la transparencia; mejorar los servicios básicos de educación y de salud; incrementar los ingresos de las familias de escasos recursos; afianzar la seguridad alimentaria; y, proteger el ambiente y los recursos naturales y culturales”. Cuando uno recorre las diferentes páginas en los distintos países latinoamericanos siempre encuentra los mismos objetivos, referidos a promover la paz, mejorar la situación de los sectores vulnerables, mejorar la calidad de la justicia y de la democracia, objetivos que encubren, como dijimos al verdadero objeto de esta organización, modelar las conciencias de los ciudadanos más desamparados de los sistemas capitalistas salvajes con el fin de desarrollar formaciones ideológicas afines a los intereses de los EE.UU. Porque hago hincapié en los nexos de USAID con las embajadas de EE. UU, simplemente porque, por ejemplo, la embajadora actual de EE.UU. en Brasil Liliana Ayalde, a quien Atilio Borón, politólogo de la Universidad de Bs. As., definió como experta en organizar golpes suaves (parlamentarios) lo fue antes en el Paraguay que destituyó a Lugo, en el Ecuador del golpe contra Correa y otros países latinoamericanos contrarios a los intereses de los norteamericanos. Ayalde, con una larga experiencia, fue directora de la USAID en Colombia, también estuvo en Guatemala, en los años ochenta, y en Nicaragua, en los noventa, fue también subsecretaria de estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, que cubre Cuba, América Central y el Caribe. En síntesis, EE.UU. coordina las campañas de desestabilización desde sus embajadas con personajes expertos en golpes suaves como Ayalde quienes utilizan USAID para sus oscuros intereses. Veamos algunas de las actividades de USAID en américa Latina. Tomo una extensa cita de Pablo Ruiz en Resumen Latinoamericano del 7/9/2016 en http://www.resumenlatinoamericano.org, y le pido desde ya disculpas por hacer uso de su material sin autorización, pero considero a este artículo de una claridad meridiana para el estudio de este tema. Dice Ruiz y cito textualmente: “De acuerdo a la abogada Eva Golinger, “el 12 de julio de 2005, el jefe de comunicaciones de la División Estratégica de Desarrollo de la USAID en Ecuador envió un correo electrónico a los otros representantes de la USAID en Quito, expresando su preocupación por la influencia ´chavista` en Ecuador”. “El 22 de marzo de 2012, en una ceremonia en el Palacio Nacional, otro director del programa Umbral, el estadounidense Matthew Langhenry, recibió una medalla al mérito de la Policía Nacional paraguaya de manos de su comandante, Paulino Rojas, que durante un año y medio trabajó cerca de USAID en el programa Umbral” que donó 2 millones de dólares en equipamiento a la policía”. “La influencia norteamericana –dice el reportaje de CIPER- en Paraguay no es sólo un asunto diplomático. A través de donaciones administradas por USAID de más de 100 millones de dólares (en cinco años) a empresas, ONGs y órganos gubernamentales dificilísimos de monitorear, los norteamericanos se garantizaron su proximidad a diversas esferas de poder en Paraguay” “Actores políticos de todos los espectros nos buscan para oír consejos”, resumió la ex embajadora Liliana Ayala en la misma relatoría confidencial. “Y nuestra influencia aquí es mucho mayor que nuestro rastro”. Podría agregar muchos ejemplos a los dados por Ruiz ya que las actividades enmascaradas de USAID bajo el disfraz de cooperación han sido ampliamente develadas por Wikileaks, pero creo que con estos son suficientes para no cansar al lector. La tercera pata de las desestabilizaciones a gobierno populares opuestos a los intereses americanos es, como dije en otro artículo, la internacional de prensa reunida en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) bajo la dirección de la CNN. Si uno observa las matrices de los ataques de la prensa a gobiernos populares en Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia, etc., siempre son similares, furiosas campañas de prensa donde periodistas inescrupulosos empleados de los grandes medios difaman, mienten, hacen operaciones de prensa contra los gobiernos populares. Se los ataca por ser blandos con el delito, por ser corruptos, por ser autoritarios, etc., y cuando acceden gobiernos entreguistas como el de Temer en Brasil, el de Macri en Argentina, el de Cartez en Paraguay, que son realmente corruptos, autoritarios, vinculados a mafias, etc., guardan prudente silencio y tratan de tapar los desaguisados de esos gobiernos. Para ellos cuentan con la complicidad de los sistemas judiciales que persiguen con la intención de proscribir a líderes populares como Lula en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, etc. Las maniobras de este trípode desestabilizador que pretende imponer los intereses americanos y de las grandes burguesías comerciales, financieras e industriales de América Latina no podría hacerse sin cómplices internos en los países afectados. Por un lado, las organizaciones políticas de la derecha criolla cada vez más organizada para operar en el marco de las democracias representativas, pero por el otro, la complicidad consciente o inconsciente de las masas pequeño-burguesas que han accedido a lo que se denomina clase media de la mano de las políticas inclusivas de esos gobiernos populares y que luego sufren un proceso de identificación con sus verdugos (la gran burguesía) y que en función de la falta de una identidad propia y la labilidad de sus intereses, se movilizan contra quienes fueron los propiciadores de su ascenso social. La falta de identidad y de intereses claros hace que estos sectores sean muy proclives a aceptar acríticamente el mensaje de los medios de comunicación de masas, mientras en el nivel de los sectores más bajos de la pirámide social, el trabajo sucio está organizado por USAID y las ONG que son corrompidas por las dádivas de esta organización entregadas bajo la forma de subsidios. El resultado de esta gigantesca operación liderada por los Estados Unidos en sociedad con las burguesías latinoamericanas es la inversión de la curva de distribución de los ingresos en los países de la región con la emergencia de mayores niveles de pobreza e indigencia. Este es el resultado del fantasma aterrador que amenaza a los sectores populares en América Latina. Hasta la próxima.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Safyta.


Desde su lejana ciudad en Siria, SAfita,llegaron a la Argentina Elisa Hadad que junto a su compañero Miguel Diab tuvieron una ilusión, recrear un espacio que les permitiera el anclaje a la nueva sociedad sin olvidar los lejanos terruños originarios. Porque escribo sobre Safyta, porque en Rosario existen muchos lugares en los que yo mismo siento que están anclados mis recuerdos, son lugares de residencia temporaria, en las que un café caliente y alguna exquisitez convoca a pensar en algún artículo o a compartir una charla amena con Adriana, que lleva el mismo nombre que la ciudad italiana bañada por el mismo mar cercano a Safyta, solo que por razones extrañas cambia su nombre por el de Mar Tirreno. Desde hace algunos años, Safyta fue el sitio indicado para compartir con Adriana, la que viene del mar, la que baña con sabiduría mis costas sedientas de conocimientos. De a poco, sin pretenderlo, Safyta, y sus maravillosos integrantes, nos adoptaron, y fuimos como una parte más de ese mobiliario que invita al afecto, y motiva el pensamiento. Safyta era para nosotros como un todo terreno ubicado en la intersección de dos calles importantes de Rosario, un punto cercano donde podíamos estar sin sentirnos extraños, sintiendo que éramos algo más que clientes. Safyta era el desayuno matinal, acompañado de deliciosas medialunas o de unas tostadas gigantescas de pan de campo junto a generosas porciones de dulce y manteca, durante el cual gozaba de la compañía dulce de Adriana. Pero también Safyta era parte de esos almuerzos frugales que solíamos degustar, Adriana, pidiendo sus torrejas de perejil, yo engullendo un tarator de pollo acompañado de un inigualable pan árabe caliente. Safyta era también la amena plática con sus coquetas camareras siempre dispuestas a contarnos algo de su vida o a aconsejarnos algo de su menú. Safyta eran largas horas con la computadora, donde desde el teclado, con la mirada ausente puesta en la distancia sideral, surgían mis ideas para un nuevo blog, mientras el cajero miraba a ese plomo profe, como me llamaba, que solía quedarse hasta la hora de cerrar. Safyta era la paciencia condescendiente de sus miembros con aquellos que intentábamos reconstruir en el espacio público una porción de nuestros propios espacios. Safyta eran las largas miradas a la vitrina que le brindaba a Adriana una pista para engalanar su mesa con esos dulces atractivos, con sus empanadas de tamarindo, o con su pan negro y que tenían que resignarse a ser silenciosos ocupantes de la bolsita a la que se las destinaba antes de ser llevadas a la mesa familiar de la calle Catamarca. Safyta fue también lugar de encuentro con inesperados amigos que nos decíamos: “y vos que haces acá” antes de enfrascarnos en una retahíla de recuerdos que rememoraban experiencias vividas. Safyta era la atención pequeña pero inestimable de quien te ofrece que pruebes el fruto de su trabajo para que sepas por tu propia experiencia que es rico, no solo por la palabra del comerciante, sino por el desgranamiento de sensaciones etéreas en tu boca. Safyta es uno de esos tantos lugares enclavados en la geografía ciudadana en los que se encuentran tradiciones y sueños disímiles de inmigrantes que llegaron a estas costas para forjarse un mundo mejor, es un espacio que representaba lo que el país es, un crisol de razas que amablemente comparten espacios comunes con recuerdos ancestrales. Por eso Adriana y yo amábamos a Safyta, porque en ese espacio podíamos sintetizar el calor de nuestros encuentros con la tibieza del lugar producida por un combustible necesario para nuestra convivencia, el cariño de quienes hacen las cosas con amor, permitiendo que el amor se expanda al infinito porque se siente con placer. Safyta era un espacio en el que con Adriana tejíamos nuevas redes para sentirnos más apretados, más juntos cada día. En Safyta pasamos fríos inviernos y calurosos veranos, cobijándonos de las inclemencias del tiempo mientras sentíamos mil olores y mil sabores, que como en las mil y una noches, desgranábamos cada día esperando el siguiente relato con ansiedad. Sin quererlo Safyta aparecía en nuestros paseos con Adriana y nos desilusionaba cuando estaba cerrado, porque ese día no viviríamos la intensa experiencia de estar en un pedacito del medio oriente en Rosario, con la extraña sensación de estar sintiendo los bailes ancestrales, los monumentos históricos de una Siria tan lejana y tan cercana. Hoy cuando concurrí a Safyta interrogué a la empleada sobre el porque nos habían arrebatado el sano placer del desayuno dominical y me contestó que se debía a que una de las odaliscas que nos traían el desayuno se había ido y que como no sabían si estarían después de octubre porque dudaban de renegociar el contrato, no tomaban nuevas dependientes, ya no estarían en Salta y Alvear, tal vez en otro lugar, no en esa esquina. Sentí que estaba mirando una cruel postal de la crisis que nos arrebata a Adriana y a mi otro espacio mágico en el que ya nos sentíamos como en un Ágora suave que cobijaba nuestros arrumacos, el sueño de Elisa y Miguel parecía cambiar de derrotero, se sostenía en su contenido, pero en otro lugar. A veces no nos damos cuenta como las vicisitudes de la economía (Adriana además de dulce es economista) nos arrebatan espacios que creíamos que eran para siempre, que eran nuestros, que representaban una parte de nuestra experiencia de pareja, y sin embargo es así, ya no podremos estar en nuestro mundo mágico de las mil y una noches enclavado en el corazón de Rosario, no podremos ver a esos jóvenes árabes y las odaliscas migrarán en su labor cotidiana, migrarán con sus inmaculados atuendos blancos a otras latitudes, ni tan lejanas, ni tan cercanas, distintas. Podremos tal vez sentir el calor humano de los que construyeron y sostuvieron Safyta de Salta y Alvear, pero no será lo mismo, dentro del alma de Adriana y de la mía durante algún tiempo persistirá el desasosiego de la pérdida de un espacio tan nuestro, tan cercano, tan social. Solo queda poco tiempo para encerrar en nuestros recuerdos, bajo la llave inviolable de la memoria, a ese pedacito de Siria en Rosario, para recordar que dos mujeres que vivieron en tiempos y espacios diferentes, en ciudades distintas pero bañadas por las mismas aguas, de distintas tradiciones y culturas, un día, imaginariamente, se encontraron en Rosario para entablar un ameno diálogo sobre los orígenes, mediado por mil sabores que recordaban a las mil y una noches como si cada tarator o cada torrejita de perejil fuera un relato inconcluso con los que la princesa deleitaba a su impío rey. Hasta la próxima

sábado, 10 de septiembre de 2016

El pensamiento social avanzado.


En el pensamiento social es frecuente que debamos renovar nuestro lenguaje. Las palabras, son mucho más que ello, son herramientas comunicacionales con las cuales definimos nuestros proyectos. La derecha ha cooptado nuestras palabras, históricamente ha tomado palabras fuertes de la izquierda y las ha bastardeado al punto que las ha vuelto obsoletas como herramientas de transformación del pensamiento. Un ejemplo muy claro de lo que estoy diciendo es la palabra cambio, por décadas los partidarios del cambio eran aquellos que aspiraban a una sociedad más equitativa, más justa, durante de la debacle de la Unión Soviética, asistimos a una curiosa paradoja, los revolucionarios, el partido del cambio, estaba constituido por los partidarios del retorno al capitalismo salvaje, mientras que aquellos que resistían ese pasaje, eran llamados conservadores, los conservadores en la Unión Soviética eran los comunistas, y por el contrario, los revolucionarios, los partidarios del cambio eran los pro-capitalistas (es obvio que en la Unión Soviética desde la NEP -nueva política económica de Lenin- existía un capitalismo monopolista de estado, por lo que volver al capitalismo no era otra cosa que ajustar las relaciones de producción con las instituciones, es decir salir del partido único y pasar a un multipartidismo burgués), los que se oponían a ese cambio eran los viejos cuadros estalinistas que soñaban con una gloria que no fue. Esta paradoja permitió a las derechas visualizar el potencial de la palabra cambio y comenzaron a utilizarla a menudo, el ejemplo más claro es en Argentina, donde el partido del orden burgués es un movimiento denominado Cambiemos, los argentinos se enteraron demasiado tarde el cambio al que se refería el presidente Macri y lo pagaron con hambre, desocupación, pobreza e indigencia. Otra palabra que fue bastardeada por los partidos del orden capitalista es la palabra progresismo. El progresismo, constituyó, durante los años de la dictadura genocida, el ropaje con que revistieron otras palabras, tales como socialismo, revolución, etc., con lo que se buscaba evitar las consecuencias del estado terrorista autoritario. El retorno a la democracia no reinstalo estas palabras, los partidos de izquierda y centro izquierda continuaron reivindicándose progresistas, y también, en este caso, la derecha y el centro-derecha cooptaron este término para instrumentarlo en sus desarrollos ideológicos. Ser progresista implicaba ser partidario del progreso, el que era visto como el desarrollo social progresivo, es decir, el progresista militaba en el partido de la búsqueda de la equidad, la libertad, la cooperación y la solidaridad, hoy decirse progresista no define nada, porque la derecha ha bastardeado a tal punto este concepto, que ser progresista puede significar estar a favor de la inequidad, el orden burgués, el capitalismo salvaje, etc., solo que desde que se concibió la teoría del derrame, este es el camino de espinas por el que los pueblos deben transitar para que en un futuro lejano puedan gozar de las mieles del derrame que los ricos harán cuando les sobre lo que acumulan, claro, el derrame nunca llega y el progreso es solo para algunos, las mayorías populares se mantienen siempre en estado de postración económica y social. Es por estas razones que los que somos del partido del cambio, del progreso social, de la igualdad, de la ampliación de derechos, debemos periódicamente acuñar nuevos términos y definirlos con una gran precisión para impedir que nuestro pensamiento sea violado por nuestros enemigos, los partidarios del orden burgués. En este momento tenemos que reinventar nuestro discurso, como forma de diferenciarnos claramente de aquellos que explotan y oprimen al pueblo en sus manos, y como modo de aportar al desarrollo del pensamiento transformador de nuestro pueblo, como modo de aportar a los trabajadores herramientas conceptuales que les permitan construir una nueva identidad de clase en tiempos en que la propia estructura del trabajo está mutando aceleradamente, con su consecuente impacto sobre los procesos de construcción de subjetividad e identidad en curso. Quiero hacer mi pequeño aporte a la discusión de un tema tan importante como lo es la construcción del pensamiento social avanzado, sin pretender arrogarme el rol de constructor de ese pensamiento, ya que considero que ese pensamiento es una construcción colectiva en la que participan todos los actores sociales sometidos por la burguesía depredadora, que, según el diario El País de España del 13/10/2015, constituye el 0,7% de la población mundial (34 millones de personas), que concentra en su poder más del 45,2 % de los bienes mundiales, es decir que la mitad de los bienes mundiales está en manos del 1% de los habitantes del planeta, mientras que el 71% (3.386 millones de personas) que cuentan con menos de 10.000 dólares solo paseen el 3% de la riqueza global. Solo en los últimos 10 años los más ricos acumularon casi un 5% superando el 50% de la riqueza global en sus manos Cuáles son, a mi entender, las principales características de lo que denomino, un pensamiento social avanzado. Se trata de una forma de concebir el desarrollo de las ideas desde una perspectiva crítica-autocrítica. La autocrítica constituyó en la tradición de izquierda una herramienta fundamental para la evolución de su propio pensamiento y acción, considerando que, como todos los sectores políticos sociales, la izquierda puede equivocarse, errar sus diagnósticos, equivocar su rumbo, requiere tener una actitud mucho más atenta, someter todas sus ideas u presupuestos a su propia crítica. Sería algo así como considerar que la izquierda debe presumir el error en sus planteos, debe analizar con detenimiento cada problema que formula y luego de llevar a la práctica su programa, someter nuevamente a la crítica los resultados. Para la acción política oportunista de la burguesía no existen errores, un político burgués puede decir una cosa y al día siguiente lo contrario, puede acusar de bandido a otro político y meses después aliarse con él (en Argentina esto, entre los políticos burgueses es moneda corriente, por ejemplo Margarita Stolbizer defenestró a Masa y hoy lo pondera a cada rato, o Lilita Carrió dijo que Macri era poco menos que un delincuente y hoy es su más fiel aliada), puede prometer algo en campaña y cuando accede al gobierno hacer lo contrario (los ejemplos más paradigmáticos son Menem y Macri). Parafraseando a Marx que decía que las revoluciones proletarias van de éxito en fracaso a diferencia de las burguesas que avanzan de éxito en éxito, podemos decir que para los oportunistas políticos burgueses sus acciones de gobierno van de éxito en éxito, ellos nunca se equivocan y cuando hay alguna crisis o debacle se debe a otro y nunca a su acción de gobierno. Si la autocrítica es una herramienta de control de la propia acción de los revolucionarios, la crítica es la herramienta fundamental para señalar los intereses que defienden las políticas vigentes y sus consecuencias. El prestigio de los revolucionarios se asienta en lo acertado de sus críticas a la burguesía, las que se deben basar en sólidos análisis que permitan realizar proyecciones predictivas ciertas y verificables en el tiempo. La crítica debe ser responsable, a diferencia de los políticos oportunistas burgueses que ven solo los errores de sus oponentes y sus propios aciertos, los revolucionarios deben aceptar y aplaudir los aciertos de los gobiernos, aun cuando sean burgueses. Ejemplo, en la Argentina de 2002 al 2015 el sector de la burguesía en el gobierno obtuvo una serie de logros (sería árido repetirlos ya que los he descripto en numerosas entradas) que favorecieron a los sectores más vulnerables tanto en lo económico, como en lo político y lo social. Una actitud sectaria sería negar esas políticas, argumentando que todo lo que realizan los gobiernos burgueses es malo, algunas cosas pueden ser buenas, y por cierto en los últimos 12 años en la Argentina, hubo muchas cosas buenas. Para poder utilizar estas herramientas, el pensamiento revolucionario necesita despojarse de dogmas y asumir en sus análisis una actitud reflexiva, es decir, utilizar el método científico que consiste en separar el todo caótico en sus partes, analizar cada una de las partes con detenimiento, despojado de toda ideología y reconstituir por vía de la síntesis al todo, solo que esta vez aquel todo caótico del comienzo se constituye en un todo organizado y comprensible. Un punto fundamental del pensamiento social avanzado es que no contiene dentro de sí presupuestos de fe. Esto es muy importante, en algún momento la defensa del socialismo de parte de los comunistas, fue más una cuestión de fe que el resultado del análisis racional. Esta postura nos llevó a defender situaciones indefendibles como negar los crímenes que en nombre del socialismo realizaron los gobiernos del llamado socialismo real (Stalin, Mao, etc.) dejando un gigantesco flanco débil a los políticos burgueses que se apoderaron de la lucha por los derechos humanos y salieron a criticar a esos estados como ilegítimos porque no respetaban los derechos humanos y señalarnos a los revolucionarios como cómplices de esos crímenes por no denunciarlos, solo algunos fueron capaces de criticar, por ejemplo al estalinismo por sus crímenes de lesa humanidad como el archipiélago de Gulag. Los revolucionarios no tenemos ni fe, ni verdades absolutas, ellas son para ser utilizadas en otros planos, como por ejemplo, el religioso, que está conformado por un pensamiento mítico y fantástico, que envuelve misterios que no son develables para los legos y que sostienen en muchos casos el sometimiento de los pueblos al injusto orden capitalista, como por ejemplo la fe en la existencia de otra vida que redime a los pobres y desventurados de este mundo, con lo cual no importa cuento sufran por la inequidad e injusticia capitalista, porque de los pobres será el reino de los cielos. El pensamiento social avanzado puede sostener estos análisis porque es un pensamiento materialista, supone que la realidad es una realidad material y no acepta la dualidad humana fundamentada por las filosofías idealistas, según las cuales el hombre es materia y espíritu, es poseedor de un alma inmortal que nadie ha visto nunca, que nadie ha podido sintetizar pero que es muy apropiada para sostener las creencias religiosas que son parte de las configuraciones sociales imaginarias del capitalismo y otros ordenes sociales de clase. El pensamiento social avanzado se caracteriza también por ser parte de una corriente creativa de la humanidad, él no se detiene nunca, lo existente solo le sirve de base para el desarrollo permanente. En el pensamiento dogmático de la burguesía, lo central es la repetición, tanto en la política como en la ciencia y en las artes, el conocimiento social es de carácter rumiante, siempre vuelve sobre sí mismo. Los cientistas burgueses viven repitiendo lo que otros han dicho, que a la vez repitieron lo que sus antecesores habían formulado. En el discurso seudo científico ideológico de la burguesía aparecen siempre los mismos autores que son recitados a veces sin tener en cuenta los contextos en los que formularon su pensamiento. Boudieu, un pensador marxista afirmaba que es necesario tener la perspectiva de auctor (derivado de autorictas, autoridad), es decir, a diferencia de los que, para formular su pensamiento, necesitan repetir a los autores reconocidos en la disciplina, los pensadores materialistas, si recurren a un autor es para utilizarlo como medio de la reflexión y no otorgándole un contenido de verdad absoluta, dado que, por definición, en ciencias sociales no existen verdades absolutas. Precisamente en esta perspectiva se basa la creatividad del pensamiento social avanzado, en la posibilidad que utilicemos a los textos como punto de partida de la reflexión, pero también reconociendo la posibilidad del error en esos mismos textos. Cada uno de nosotros puede conocer a través de la bibliografía el pensamiento de los otros (contemporáneos o no), el texto es una herramienta de diálogo con otro no presente, distanciado del lector tanto en términos de espacio, como de tiempo, pero de ninguna manera es un dogma a recitar, cada uno de nosotros debe reconocer en sí mismo la posibilidad de formular nuevos pensamientos, nuevas ideas, y tiene la obligación de intentar construir nuevas arquitecturas conceptuales que ayuden a la evolución del colectivo humano. Esa creatividad es posible si en el mismo movimiento somos capaces de reconocer que la construcción no es individual, sino colectiva, es el producto del entrelazamiento de miles de millones de ideas que se produjeron en la historia y en la actualidad y que las ideas no son una propiedad del que las formula, sino que constituyen un patrimonio de la raza humana, dado que en cada idea podemos encontrar el aporte de siglos del desarrollo del conocimiento social. Otra característica del pensamiento social avanzado es la consideración de la transformación social, pero sin modelos preexistentes, aceptando que siempre lo que tenemos son principios en los que debe basarse la acción política y social. Estos principios son la equidad, la libertad, el interés colectivo, la solidaridad con los que menos tienen, la cooperación entre los miembros de un colectivo social, la justicia como medio de igualación social, la educación como instrumento de desarrollo humano, la igualdad de derechos en todos los aspectos de la vida social (salud, trabajo, educación, etc.), la no discriminación por razones de sexo, raza, religión, etc. Uno de los pilares del pensamiento social avanzado está dado por la crítica al pensamiento conjuntista identitario en los términos en los que lo definió Castoriadis, Esta crítica es una impugnación a la sociedad heterónoma e hipócrita que basada en su carácter heterónomo impone a sus miembros valores y normas que no son producidos por los mismos, a veces ni siquiera en la contemporaneidad de los actores, sino que los miembros de una comunidad deben someterse a procedimientos determinados por actores externos a las mismas. Un ejemplo clásico de esta heteronomía que invade la intimidad de los actores es la aceptación de normas y creencias que se les impusieron a las comunidades originarias luego de la llamada conquista de América por los occidentales. Muchas veces los pueblos resisten la colonización heterónoma, proveniente tanto del interior como del exterior porque perciben que la destrucción de sus identidades étnicas conlleva el sometimiento y el sufrimiento de esas comunidades. Frente a la heteronimia, el pensamiento social avanzado preconiza la autonomía, es decir, procesos de convivencia social en los que las normas que regulan la vida de los actores sean producto de la crítica y el análisis de los mismos actores que pueden aceptar o rechazar esas normas o formular nuevas formas de convivencia social. La autonomía como concepto se relaciona la conceptualización del poder, con la lucha de clases y con las herramientas de convivencia social, fundamentalmente con una de ellas que es la democracia. La democracia es sostenida por la burguesía como el medio de convivencia social y política más avanzado de la especie humana. El problema de la democracia es que, en la sociedad capitalista solo se concibe un modelo de democracia, la llamada democracia de procedimientos, según la cual, la manera democrática de convivir consiste en que cada tantos años los ciudadanos elijan a quienes los van a representar por un determinado período. El inconveniente de esta democracia representativa es que la representación es absoluta y el representante no debe rendir cuenta de sus actos al representado (por eso los políticos oportunistas burgueses prometen lo que no van a cumplir y cuando tienen el poder hacen lo que nunca prometieron). En este modelo democrático, por su propia estructura de representación absoluta, sin revocatoria de los mandatos por incumplimiento del contrato electoral, reside la corrupción generalizada del sistema político mundial, dado que este sistema de representatividad en el que está mediatizada la voluntad popular a través de los partidos políticos, permite que se encaraman a la gestión de lo público, mediante diversos mecanismos, políticos venales ávidos de riquezas que corrompen todo el sistema. No es la corrupción una consecuencia de un partido, es el producto de un sistema político venal, en el que los integrantes de la llamada clase política pueden ser comprados por empresarios corruptos tanto del país como del extranjero. La corrupción, en palabras de Marx, es una de las máximas construcciones del desarrollo capitalista mundial. Existen otras formas de democracia, como por ejemplo la democracia sustancial en la que los actores sociales son protagonistas de sus decisiones mediante diversos mecanismos que sería muy tedioso desarrollar, pero que podemos mencionar como referéndum, plebiscitos, revocatorias de mandatos, asambleas instituyentes, democracia directa, presupuestos participativos, etc. No existe un modelo democrático ideal, los modelos democráticos deben ser construidos autogestionariamente por los actores sociales y el resultado es siempre una resultante de las diferentes relaciones de fuerza presentes en la base de una sociedad determinada. Pero la idea que sostiene la construcción de nuevas formas democráticas debe asentarse en lo que Foucault denominó las reticularidades del poder, es decir, la consideración de que el poder en una determinada estructura social no está residente en un solo lugar, sino que es ubicuo, atravesando toda la malla social, con conformaciones de red en las que el poder reside en determinados nodos de poder que se construyen en algún momento en esas redes. A la manera de redes semánticas humanas, en las que esas redes se construyen y deconstruyen en cada momento de nuestras vidas de acuerdo a las experiencias significativas que vivimos, el poder social también muta a cada instante de la vida social, quien en algún momento fue un poderoso dictador, a veces, con diferencias temporales muy pequeñas, termina en un pelotón de fusilamiento o siendo juzgado por tribunales. Hace unos días pude escuchar una charla de un hombre sabio como lo llamaron en Rosario a Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, y el definió en pocas palabras lo que es la política para el pensamiento social avanzado, citando de memoria, dijo algo así, los políticos no deberían cobrar por ejercer cargos públicos, dado que para ellos es un honor administrar el bien común, deberían pagar por ser receptores de tan alto honor. Parafraseando la famosa ecuación de Marx D-M-D (es decir que el capitalista debe invertir dinero para producir mercancías que le permitan ganar más dinero) un político burgués me dijo cierta vez que se hace política para hacer dinero, lo que se podía representar en la fórmula D-P-D (o sea que el político burgués debe tener dinero para participar en política para ganar más dinero). La política, desde la perspectiva que la formulo, no es un instrumento de crecimiento social en términos dinerarios o de estatus, es un servicio que hacemos convencidos de que el avance social solo es posible si todos son beneficiarios de ese avance, y que como dijo Mujica, quienes participan en política no lo hacen por la mezquina posibilidad de ganar dinero o enriquecerse, sino por tener el inmenso placer de hacer lo que a uno le gusta, guiado por el objetivo de lograr una sociedad acorde a lo que es el pensamiento social avanzado. En este sentido estamos cumpliendo con los preceptos enunciados por los griegos antiguos, para quienes los hombres deben obran como piensan y no pensar como obran, gigantesca diferencia que nos obliga a ser fieles a los desarrollos de nuestra razón y no a ser oportunistas que obran de acuerdo a una ilusión. Hasta la próxima

viernes, 2 de septiembre de 2016

Las garras del águila en América Latina.


La Central de Inteligencia (CIA), de EE.UU. ya está trabajando a full en América Latina. Nadie tiene alguna duda que, tras los golpes institucionales contra Dilma Rousseff en Brasil, Fernando Lugo en Paraguay, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Nicolás Maduro en Venezuela, están los agentes del servicio secreto norteamericano, que siguiendo órdenes expresas de su gobierno ha lanzado un plan de desestabilización contra los gobiernos populares de América Latina. Cambiaron los actores y las estrategias, pero el juego es el mismo que en la década del setenta, cuando la CIA organizaba golpes de estados para tener injerencia en el manejo de los países latinoamericanos. O nos hemos olvidado de la doctrina Monroe, que quedo sintetizada en la frase del presidente James Monroe en 1823: “América para los americanos”, aunque, en rigor a la verdad, la misma fue elaborada por el presidente John Quincy Adams. En el texto se establecía que cualquier intervención de los Estados europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. Pero la verdad oculta tras las palabras decía que EE. UU, había comenzado a considerar a América Latina como su patio trasero y que no permitiría más injerencia extranjera que la de ellos mismos. En el período de la post guerra EE. UU. intervino para derrocar gobiernos usando Mercenarios como Carlos Castillo Armas, quien con el apoyo de la CIA, en 1954 derrocó a Jacobo Arbenz Guzmán que encabezaba un proceso popular y nacionalista que afectaba los intereses de United Fruit Company. Otro ejemplo significativo, en el que claramente el gobierno de los EE.UU. usando la CIA derrocó un gobierno constitucional fue el de Chile, donde la agencia americana organizó y ejecutó el golpe sangriento nominalmente encabezado por el Dictador Augusto Pinochet. Un tercer ejemplo de la descarada política de intervención de los EE.UU. es la operación Urgent Fury, mediante la cual se invadió Granada y se derrocó a Hudson Austin que poco tiempo antes había derrocado y fusilado a Maurice Bishop, líder del movimiento New Jewel, que había tomado el poder mediante un golpe incruento en 1979. En 1969 Omar Torrijos tomó el poder en Panamá y encabezó una experiencia popular, a su muerte asumió el general Manuel Antonio Noriega, quien, en diciembre 1989, fue derrocado mediante una invasión directa del gobierno de EE.UU. en la llamada operación Just Cause. En este breve raconto no quiero olvidar las intervenciones para derrocar a Fidel Castro, como la de Bahía de Cochinos o las agresiones constantes de mercenarios de EE.UU. (llamados “los contras”) contra el gobierno revolucionario del sandinismo. Los años que van de la post guerra hasta fines de la década del 80’ fueron años en los que la intervención norteamericana en América Latina adquirió la forma de intervención militar directa y la doctrina Monroe se cumplió, América Latina fue para los (norte) americanos. En la década del 80’ los intereses del imperio se focalizaron en las zonas en que existían recursos naturales imprescindibles para la burguesía americana como el petróleo, minerales diversos- etc. La menor presencia de la CIA, con el consecuente menor apoyo de EE. UU, debilitó a las dictaduras latinoamericana y una a una fueron cayendo por el embate de las luchas populares y por sus propios errores y crímenes. Asistimos en este período al surgimiento de los llamados gobiernos populares (populistas para la derecha) y se constituye lo que en algún momento se denominó la nueva izquierda latinoamericana, referenciada en líderes populares de gran arraigo como Hugo Chávez en Venezuela, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Tabaré Vásquez y Pepe Mujica en Uruguay, Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Fernando Lugo en Paraguay, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia Alan García en Perú, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile, etc. En general estos líderes se orientaron a políticas económicas que buscaban abandonar las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI), buscando desde una perspectiva neokeynesiana disminuir la pobreza, lograr una redistribución más equitativa de la renta nacional favoreciendo a los sectores más vulnerables de la sociedad, asumiendo ideales como la unidad latinoamericana, que se expresaron en el Mercosur, la Unasur y el Parlasur. Se enfocaron en políticas de ampliación de derechos y creación de ciudadanía para todas las etnias que pueblan América Latina, desarrollaron la ciencia y la tecnología y fundamentalmente profundizaron el principio de la autodeterminación de los pueblos. Las grandes burguesías latinoamericanas no soportaron la pérdida de ganancias que estas políticas distributivas significaron para ellos y EE.UU. no podía aceptar la pérdida de negocios que implicaba el nuevo mapa político. Las grandes burguesías en alianza con el imperio, fueron las primeras en reaccionar, de la mano de los medios de comunicación de masas concentrados, liderados por la CNN de la que prácticamente son vasallos en la llamada Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), desarrollaron una profusa propaganda a través de los medios cuyo objeto era erosionar las bases populares de sustentación de los gobiernos latinoamericanos cooptando, paradójicamente, a los nuevos sectores de clase media que se vieron favorecidos por las políticas inclusivas de estos gobiernos. Estos sectores medios, generalmente asentados sobre bases económicas con fronteras tenues, que los llevan a adoptar imaginarios sociales instituyentes propios de la gran burguesía, con la que sueñan parecerse, se movilizaron masivamente en contra de los mismos actores que les permitieron el ascenso social. Tras consignas vacías, mentiras, injurias y campañas de prensa variadas, los sectores medios se movilizaron, por ejemplo, en Argentina, reclamando más seguridad, poder comprar dólares, contra una supuesta corrupción generalizada, etc. La matriz de ataque fue siempre la misma, los gobernantes son corruptos, autoritarios, nos gobiernan atacando a la prensa “independiente”, etc., lo que nos permite sostener con cierto grado de incertidumbre que estas consignas y difamaciones que instalan los medios de prensa tienen una usina común, la CIA y la CNN. Los últimos golpes en los que participaron las fuerzas de seguridad en forma directa fueron el de 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela y en 2010 contra Rafael Correa en Ecuador, ambos fracasaron por la movilización popular. Frente a los fracasos militares se ensayó una nueva estrategia conocida como golpes institucionales, la primera experiencia fue en 2006 con la asamblea secesionista de los estados de la media luna rica de Bolivia. Pero la primera operación exitosa de esta nueva modalidad desinstituyente fue Honduras, donde en 2009 el presidente Manuel Zelaya fue derrocado por un golpe militar disfrazado de golpe parlamentario. Luego el parlamento paraguayo destituyó a Lugo en 2012 y en 2016 fue el turno del gobierno del PT brasilero. El enemigo fundamental para los sectores de la reacción de derecha no son los gobiernos populares, ellos, a lo sumo, constituyen un obstáculo a sus planes de negocios basados en la confluencia del poder económico con el poder político mediante el control del estado. Lo que se busca con este plan desestabilizador en América Latina, es continuar la obra iniciada por las dictaduras de los sesenta y setenta, mediante la cual se retrasó el avance de la conciencia anticapitalista de los trabajadores por medio de la eliminación física de un sector importante de la juventud revolucionaria. Hoy, todavía no llegaron a la represión y muerte de los sujetos críticos y contestatarios, mientras la estrategia de lavado de cerebro de las clases medias que realizan los “mass media” y la represión abierta a los trabajadores, de resultados, posibilitando encausar el ajuste ideológico de los pueblos de nuestro sub continente, todo continuará bajo la mascarada democrática actual, pero si estas estrategias fracasan, como las actuales movilizaciones de masas permiten suponerlo, es muy posible que retornen horas de luto para las clases oprimidas que sufrirán la represión violenta de la gran burguesía, solo que esta vez se realizará con el “orden democrático” que implica el estado de sitio que permite a la policía violenta perseguir a los que no piensan como ellos y buscando el encarcelamiento de los líderes populares en el mejor de los casos y su desaparición física en el peor. No está lejos la represión radical de 2001, cuando, ante la crisis económica terminal y el avance de las movilizaciones de masas De La Rua utilizó como último recurso la represión y ello costó la vida de cientos de argentinos que reclamaban por sus derechos e intereses. No podemos esperar a guardar luto por nuestros muertos, debemos actuar antes que el gobierno salte a la fase superior de su plan siniestro de represión. Hasta la próxima.