En el pensamiento social es frecuente que debamos renovar nuestro lenguaje. Las palabras, son mucho más que ello, son herramientas comunicacionales con las cuales definimos nuestros proyectos.
La derecha ha cooptado nuestras palabras, históricamente ha tomado palabras fuertes de la izquierda y las ha bastardeado al punto que las ha vuelto obsoletas como herramientas de transformación del pensamiento.
Un ejemplo muy claro de lo que estoy diciendo es la palabra cambio, por décadas los partidarios del cambio eran aquellos que aspiraban a una sociedad más equitativa, más justa, durante de la debacle de la Unión Soviética, asistimos a una curiosa paradoja, los revolucionarios, el partido del cambio, estaba constituido por los partidarios del retorno al capitalismo salvaje, mientras que aquellos que resistían ese pasaje, eran llamados conservadores, los conservadores en la Unión Soviética eran los comunistas, y por el contrario, los revolucionarios, los partidarios del cambio eran los pro-capitalistas (es obvio que en la Unión Soviética desde la NEP -nueva política económica de Lenin- existía un capitalismo monopolista de estado, por lo que volver al capitalismo no era otra cosa que ajustar las relaciones de producción con las instituciones, es decir salir del partido único y pasar a un multipartidismo burgués), los que se oponían a ese cambio eran los viejos cuadros estalinistas que soñaban con una gloria que no fue.
Esta paradoja permitió a las derechas visualizar el potencial de la palabra cambio y comenzaron a utilizarla a menudo, el ejemplo más claro es en Argentina, donde el partido del orden burgués es un movimiento denominado Cambiemos, los argentinos se enteraron demasiado tarde el cambio al que se refería el presidente Macri y lo pagaron con hambre, desocupación, pobreza e indigencia.
Otra palabra que fue bastardeada por los partidos del orden capitalista es la palabra progresismo.
El progresismo, constituyó, durante los años de la dictadura genocida, el ropaje con que revistieron otras palabras, tales como socialismo, revolución, etc., con lo que se buscaba evitar las consecuencias del estado terrorista autoritario.
El retorno a la democracia no reinstalo estas palabras, los partidos de izquierda y centro izquierda continuaron reivindicándose progresistas, y también, en este caso, la derecha y el centro-derecha cooptaron este término para instrumentarlo en sus desarrollos ideológicos.
Ser progresista implicaba ser partidario del progreso, el que era visto como el desarrollo social progresivo, es decir, el progresista militaba en el partido de la búsqueda de la equidad, la libertad, la cooperación y la solidaridad, hoy decirse progresista no define nada, porque la derecha ha bastardeado a tal punto este concepto, que ser progresista puede significar estar a favor de la inequidad, el orden burgués, el capitalismo salvaje, etc., solo que desde que se concibió la teoría del derrame, este es el camino de espinas por el que los pueblos deben transitar para que en un futuro lejano puedan gozar de las mieles del derrame que los ricos harán cuando les sobre lo que acumulan, claro, el derrame nunca llega y el progreso es solo para algunos, las mayorías populares se mantienen siempre en estado de postración económica y social.
Es por estas razones que los que somos del partido del cambio, del progreso social, de la igualdad, de la ampliación de derechos, debemos periódicamente acuñar nuevos términos y definirlos con una gran precisión para impedir que nuestro pensamiento sea violado por nuestros enemigos, los partidarios del orden burgués.
En este momento tenemos que reinventar nuestro discurso, como forma de diferenciarnos claramente de aquellos que explotan y oprimen al pueblo en sus manos, y como modo de aportar al desarrollo del pensamiento transformador de nuestro pueblo, como modo de aportar a los trabajadores herramientas conceptuales que les permitan construir una nueva identidad de clase en tiempos en que la propia estructura del trabajo está mutando aceleradamente, con su consecuente impacto sobre los procesos de construcción de subjetividad e identidad en curso.
Quiero hacer mi pequeño aporte a la discusión de un tema tan importante como lo es la construcción del pensamiento social avanzado, sin pretender arrogarme el rol de constructor de ese pensamiento, ya que considero que ese pensamiento es una construcción colectiva en la que participan todos los actores sociales sometidos por la burguesía depredadora, que, según el diario El País de España del 13/10/2015, constituye el 0,7% de la población mundial (34 millones de personas), que concentra en su poder más del 45,2 % de los bienes mundiales, es decir que la mitad de los bienes mundiales está en manos del 1% de los habitantes del planeta, mientras que el 71% (3.386 millones de personas) que cuentan con menos de 10.000 dólares solo paseen el 3% de la riqueza global. Solo en los últimos 10 años los más ricos acumularon casi un 5% superando el 50% de la riqueza global en sus manos
Cuáles son, a mi entender, las principales características de lo que denomino, un pensamiento social avanzado.
Se trata de una forma de concebir el desarrollo de las ideas desde una perspectiva crítica-autocrítica. La autocrítica constituyó en la tradición de izquierda una herramienta fundamental para la evolución de su propio pensamiento y acción, considerando que, como todos los sectores políticos sociales, la izquierda puede equivocarse, errar sus diagnósticos, equivocar su rumbo, requiere tener una actitud mucho más atenta, someter todas sus ideas u presupuestos a su propia crítica. Sería algo así como considerar que la izquierda debe presumir el error en sus planteos, debe analizar con detenimiento cada problema que formula y luego de llevar a la práctica su programa, someter nuevamente a la crítica los resultados.
Para la acción política oportunista de la burguesía no existen errores, un político burgués puede decir una cosa y al día siguiente lo contrario, puede acusar de bandido a otro político y meses después aliarse con él (en Argentina esto, entre los políticos burgueses es moneda corriente, por ejemplo Margarita Stolbizer defenestró a Masa y hoy lo pondera a cada rato, o Lilita Carrió dijo que Macri era poco menos que un delincuente y hoy es su más fiel aliada), puede prometer algo en campaña y cuando accede al gobierno hacer lo contrario (los ejemplos más paradigmáticos son Menem y Macri). Parafraseando a Marx que decía que las revoluciones proletarias van de éxito en fracaso a diferencia de las burguesas que avanzan de éxito en éxito, podemos decir que para los oportunistas políticos burgueses sus acciones de gobierno van de éxito en éxito, ellos nunca se equivocan y cuando hay alguna crisis o debacle se debe a otro y nunca a su acción de gobierno.
Si la autocrítica es una herramienta de control de la propia acción de los revolucionarios, la crítica es la herramienta fundamental para señalar los intereses que defienden las políticas vigentes y sus consecuencias. El prestigio de los revolucionarios se asienta en lo acertado de sus críticas a la burguesía, las que se deben basar en sólidos análisis que permitan realizar proyecciones predictivas ciertas y verificables en el tiempo. La crítica debe ser responsable, a diferencia de los políticos oportunistas burgueses que ven solo los errores de sus oponentes y sus propios aciertos, los revolucionarios deben aceptar y aplaudir los aciertos de los gobiernos, aun cuando sean burgueses. Ejemplo, en la Argentina de 2002 al 2015 el sector de la burguesía en el gobierno obtuvo una serie de logros (sería árido repetirlos ya que los he descripto en numerosas entradas) que favorecieron a los sectores más vulnerables tanto en lo económico, como en lo político y lo social. Una actitud sectaria sería negar esas políticas, argumentando que todo lo que realizan los gobiernos burgueses es malo, algunas cosas pueden ser buenas, y por cierto en los últimos 12 años en la Argentina, hubo muchas cosas buenas.
Para poder utilizar estas herramientas, el pensamiento revolucionario necesita despojarse de dogmas y asumir en sus análisis una actitud reflexiva, es decir, utilizar el método científico que consiste en separar el todo caótico en sus partes, analizar cada una de las partes con detenimiento, despojado de toda ideología y reconstituir por vía de la síntesis al todo, solo que esta vez aquel todo caótico del comienzo se constituye en un todo organizado y comprensible.
Un punto fundamental del pensamiento social avanzado es que no contiene dentro de sí presupuestos de fe. Esto es muy importante, en algún momento la defensa del socialismo de parte de los comunistas, fue más una cuestión de fe que el resultado del análisis racional. Esta postura nos llevó a defender situaciones indefendibles como negar los crímenes que en nombre del socialismo realizaron los gobiernos del llamado socialismo real (Stalin, Mao, etc.) dejando un gigantesco flanco débil a los políticos burgueses que se apoderaron de la lucha por los derechos humanos y salieron a criticar a esos estados como ilegítimos porque no respetaban los derechos humanos y señalarnos a los revolucionarios como cómplices de esos crímenes por no denunciarlos, solo algunos fueron capaces de criticar, por ejemplo al estalinismo por sus crímenes de lesa humanidad como el archipiélago de Gulag.
Los revolucionarios no tenemos ni fe, ni verdades absolutas, ellas son para ser utilizadas en otros planos, como por ejemplo, el religioso, que está conformado por un pensamiento mítico y fantástico, que envuelve misterios que no son develables para los legos y que sostienen en muchos casos el sometimiento de los pueblos al injusto orden capitalista, como por ejemplo la fe en la existencia de otra vida que redime a los pobres y desventurados de este mundo, con lo cual no importa cuento sufran por la inequidad e injusticia capitalista, porque de los pobres será el reino de los cielos.
El pensamiento social avanzado puede sostener estos análisis porque es un pensamiento materialista, supone que la realidad es una realidad material y no acepta la dualidad humana fundamentada por las filosofías idealistas, según las cuales el hombre es materia y espíritu, es poseedor de un alma inmortal que nadie ha visto nunca, que nadie ha podido sintetizar pero que es muy apropiada para sostener las creencias religiosas que son parte de las configuraciones sociales imaginarias del capitalismo y otros ordenes sociales de clase.
El pensamiento social avanzado se caracteriza también por ser parte de una corriente creativa de la humanidad, él no se detiene nunca, lo existente solo le sirve de base para el desarrollo permanente. En el pensamiento dogmático de la burguesía, lo central es la repetición, tanto en la política como en la ciencia y en las artes, el conocimiento social es de carácter rumiante, siempre vuelve sobre sí mismo. Los cientistas burgueses viven repitiendo lo que otros han dicho, que a la vez repitieron lo que sus antecesores habían formulado. En el discurso seudo científico ideológico de la burguesía aparecen siempre los mismos autores que son recitados a veces sin tener en cuenta los contextos en los que formularon su pensamiento. Boudieu, un pensador marxista afirmaba que es necesario tener la perspectiva de auctor (derivado de autorictas, autoridad), es decir, a diferencia de los que, para formular su pensamiento, necesitan repetir a los autores reconocidos en la disciplina, los pensadores materialistas, si recurren a un autor es para utilizarlo como medio de la reflexión y no otorgándole un contenido de verdad absoluta, dado que, por definición, en ciencias sociales no existen verdades absolutas. Precisamente en esta perspectiva se basa la creatividad del pensamiento social avanzado, en la posibilidad que utilicemos a los textos como punto de partida de la reflexión, pero también reconociendo la posibilidad del error en esos mismos textos. Cada uno de nosotros puede conocer a través de la bibliografía el pensamiento de los otros (contemporáneos o no), el texto es una herramienta de diálogo con otro no presente, distanciado del lector tanto en términos de espacio, como de tiempo, pero de ninguna manera es un dogma a recitar, cada uno de nosotros debe reconocer en sí mismo la posibilidad de formular nuevos pensamientos, nuevas ideas, y tiene la obligación de intentar construir nuevas arquitecturas conceptuales que ayuden a la evolución del colectivo humano.
Esa creatividad es posible si en el mismo movimiento somos capaces de reconocer que la construcción no es individual, sino colectiva, es el producto del entrelazamiento de miles de millones de ideas que se produjeron en la historia y en la actualidad y que las ideas no son una propiedad del que las formula, sino que constituyen un patrimonio de la raza humana, dado que en cada idea podemos encontrar el aporte de siglos del desarrollo del conocimiento social.
Otra característica del pensamiento social avanzado es la consideración de la transformación social, pero sin modelos preexistentes, aceptando que siempre lo que tenemos son principios en los que debe basarse la acción política y social.
Estos principios son la equidad, la libertad, el interés colectivo, la solidaridad con los que menos tienen, la cooperación entre los miembros de un colectivo social, la justicia como medio de igualación social, la educación como instrumento de desarrollo humano, la igualdad de derechos en todos los aspectos de la vida social (salud, trabajo, educación, etc.), la no discriminación por razones de sexo, raza, religión, etc.
Uno de los pilares del pensamiento social avanzado está dado por la crítica al pensamiento conjuntista identitario en los términos en los que lo definió Castoriadis, Esta crítica es una impugnación a la sociedad heterónoma e hipócrita que basada en su carácter heterónomo impone a sus miembros valores y normas que no son producidos por los mismos, a veces ni siquiera en la contemporaneidad de los actores, sino que los miembros de una comunidad deben someterse a procedimientos determinados por actores externos a las mismas. Un ejemplo clásico de esta heteronomía que invade la intimidad de los actores es la aceptación de normas y creencias que se les impusieron a las comunidades originarias luego de la llamada conquista de América por los occidentales.
Muchas veces los pueblos resisten la colonización heterónoma, proveniente tanto del interior como del exterior porque perciben que la destrucción de sus identidades étnicas conlleva el sometimiento y el sufrimiento de esas comunidades.
Frente a la heteronimia, el pensamiento social avanzado preconiza la autonomía, es decir, procesos de convivencia social en los que las normas que regulan la vida de los actores sean producto de la crítica y el análisis de los mismos actores que pueden aceptar o rechazar esas normas o formular nuevas formas de convivencia social.
La autonomía como concepto se relaciona la conceptualización del poder, con la lucha de clases y con las herramientas de convivencia social, fundamentalmente con una de ellas que es la democracia.
La democracia es sostenida por la burguesía como el medio de convivencia social y política más avanzado de la especie humana. El problema de la democracia es que, en la sociedad capitalista solo se concibe un modelo de democracia, la llamada democracia de procedimientos, según la cual, la manera democrática de convivir consiste en que cada tantos años los ciudadanos elijan a quienes los van a representar por un determinado período. El inconveniente de esta democracia representativa es que la representación es absoluta y el representante no debe rendir cuenta de sus actos al representado (por eso los políticos oportunistas burgueses prometen lo que no van a cumplir y cuando tienen el poder hacen lo que nunca prometieron).
En este modelo democrático, por su propia estructura de representación absoluta, sin revocatoria de los mandatos por incumplimiento del contrato electoral, reside la corrupción generalizada del sistema político mundial, dado que este sistema de representatividad en el que está mediatizada la voluntad popular a través de los partidos políticos, permite que se encaraman a la gestión de lo público, mediante diversos mecanismos, políticos venales ávidos de riquezas que corrompen todo el sistema.
No es la corrupción una consecuencia de un partido, es el producto de un sistema político venal, en el que los integrantes de la llamada clase política pueden ser comprados por empresarios corruptos tanto del país como del extranjero. La corrupción, en palabras de Marx, es una de las máximas construcciones del desarrollo capitalista mundial.
Existen otras formas de democracia, como por ejemplo la democracia sustancial en la que los actores sociales son protagonistas de sus decisiones mediante diversos mecanismos que sería muy tedioso desarrollar, pero que podemos mencionar como referéndum, plebiscitos, revocatorias de mandatos, asambleas instituyentes, democracia directa, presupuestos participativos, etc.
No existe un modelo democrático ideal, los modelos democráticos deben ser construidos autogestionariamente por los actores sociales y el resultado es siempre una resultante de las diferentes relaciones de fuerza presentes en la base de una sociedad determinada.
Pero la idea que sostiene la construcción de nuevas formas democráticas debe asentarse en lo que Foucault denominó las reticularidades del poder, es decir, la consideración de que el poder en una determinada estructura social no está residente en un solo lugar, sino que es ubicuo, atravesando toda la malla social, con conformaciones de red en las que el poder reside en determinados nodos de poder que se construyen en algún momento en esas redes. A la manera de redes semánticas humanas, en las que esas redes se construyen y deconstruyen en cada momento de nuestras vidas de acuerdo a las experiencias significativas que vivimos, el poder social también muta a cada instante de la vida social, quien en algún momento fue un poderoso dictador, a veces, con diferencias temporales muy pequeñas, termina en un pelotón de fusilamiento o siendo juzgado por tribunales.
Hace unos días pude escuchar una charla de un hombre sabio como lo llamaron en Rosario a Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, y el definió en pocas palabras lo que es la política para el pensamiento social avanzado, citando de memoria, dijo algo así, los políticos no deberían cobrar por ejercer cargos públicos, dado que para ellos es un honor administrar el bien común, deberían pagar por ser receptores de tan alto honor. Parafraseando la famosa ecuación de Marx D-M-D (es decir que el capitalista debe invertir dinero para producir mercancías que le permitan ganar más dinero) un político burgués me dijo cierta vez que se hace política para hacer dinero, lo que se podía representar en la fórmula D-P-D (o sea que el político burgués debe tener dinero para participar en política para ganar más dinero).
La política, desde la perspectiva que la formulo, no es un instrumento de crecimiento social en términos dinerarios o de estatus, es un servicio que hacemos convencidos de que el avance social solo es posible si todos son beneficiarios de ese avance, y que como dijo Mujica, quienes participan en política no lo hacen por la mezquina posibilidad de ganar dinero o enriquecerse, sino por tener el inmenso placer de hacer lo que a uno le gusta, guiado por el objetivo de lograr una sociedad acorde a lo que es el pensamiento social avanzado.
En este sentido estamos cumpliendo con los preceptos enunciados por los griegos antiguos, para quienes los hombres deben obran como piensan y no pensar como obran, gigantesca diferencia que nos obliga a ser fieles a los desarrollos de nuestra razón y no a ser oportunistas que obran de acuerdo a una ilusión.
Hasta la próxima