El tema de la inseguridad es uno de los caballitos de batalla del monopolio mediático para atacar al gobierno en los últimos años, y a juzgar por las últimas elecciones, en las que el oficialismo logró tener la presidencia, el control de las cámaras y de la mayoría de las provincias, lo seguirá siendo en el futuro próximo.
Los argentinos hablamos de la inseguridad sin atender al significado del término, casi lo hacemos por un acto reflejo construido meticulosamente por los medios de comunicación, que representan los intereses de la burguesía conservadora de nuestro país.
Al tocar este tópico deberíamos pensar en diversos factores relacionados con él, a saber, de que inseguridad estamos hablando, en qué contexto hablamos, quienes son afectados por la inseguridad, a quien beneficia generar el estado de pánico frente al hecho de sentirnos inseguros y finalmente la inseguridad existe o sería mejor hablar también de sensación de inseguridad.
Vamos por partes, cuando pensamos en inseguridad lo hacemos predeterminados por el concepto construido por los medios de comunicación, nos referimos casi excluyentemente a la inseguridad vinculada a la comisión de delitos. Estamos inseguros porque somos vulnerables a sufrir la agresión de un robo, un homicidio, etc. Nuestra afirmación se verifica en el hecho que la mayoría de los hogares argentinos se hallan rodeados de rejas.
Aunque no es el motivo principal de este diálogo, es conveniente dejar expresado que existen otras formas de inseguridad, con efectos más desvastadores que la que instituye el delito.
Por ejemplo la inseguridad laboral que sufre un trabajador que al no estar protegido por una adecuada legislación, puede perder su empleo en cualquier momento, por las decisiones que toma el empresario. El grupo Clarín-Nación sabe mucho de ésto porque frecuentemente usa el arma del terror para someter a sus periodistas y empleados, recientemente La Nación despidió a un periodista por hacer una buena crítica de una película. Este despido, como los de los delegados de Clarín, tiene un efecto directo, desplazar de la organización a alguien que no sigue la línea ideológica del diario y no hace o escribe lo que se le indica, y un efecto secundario, disciplinador sobre el colectivo de trabajadores, si no obedecés podés ser despedido, es usar la inseguridad laboral con fines de dominio y hegemonía al interior de las organizaciones.
Existe una inseguridad económica, que es la que padecen millones de argentinos que todos los días viven al límite de sus posibilidades alimentarias, en viviendas precarias o directamente sin vivienda, con sistemas de salud deficientes o en el peor de los casos sin posibilidades de atender su salud por falta de medios económicos, etc.
Existe también la inseguridad de quienes viven en situación de vulnerabilidad a las catástrofes (terremotos, inundaciones) y que exponen sus vidas ante la calamidad. Cuando hay una inundación (y la ciudad de Santa Fe es un ejemplo) los más afectados son aquellos que tienen menos herramientas (recursos) para afrontar el riesgo y si se verifica serán los más aquejados.
Todas estas formas de inseguridad, que existen, poco están contenidas en el discurso de la que baten a diario los medios de comunicación hegemónicos sobre este problema.
Luego tenemos la cuestión del contexto en que hablamos de la inseguridad. En primer lugar, en el contexto actual, podemos ver que existe una alta crispación en la sociedad, en términos del viejo marxismo setentista diríamos un auge de la lucha de clases.
La burguesía argentina se halla dividida en por lo menos dos fracciones importantes, por un lado el sector especulativo financiero y prebendarlo, vinculado a la especulación financiera y a la renta agraria, para el cual el desarrollo del mercado interno no es el objetivo principal de las políticas económicas. Este sector que tuvo el domino de la economía argentina en la mayor parte de nuestra historia, es un sector muy vinculado a la escuela económica cuyos mayores referentes son la Escuela de Chicago y el Consenso de Washington, y que tiene como instrumento fundamental de regulación económica al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Su interés está puesto en la especulación financiera y cambiaria (jugar en la bolsa, agitar el tipo de cambio, lucrar con los intereses cuando el tipo de cambio se mantiene estable, etc.) y el rédito que produce usufructuar las exportaciones de “comódities” (exportación de petróleo, cereales, etc.). Este ha sido a lo largo de la historia un sector económicamente fuerte y políticamente débil, allí reside su impronta autoritaria que lo ha llevado a sostenerse en el poder mediante gobiernos autoritarios (por lo general dictaduras militares o en algunos casos gobiernos surgidos de las urnas).
El otro sector está constituido por una burguesía productora, estrechamente vinculada al mercado interno y para el cual, su posibilidad de desarrollo está dada por la capacidad de expansión del mismo. Esta capacidad de expansión se relaciona con la posibilidad de poder desarrollar una sociedad económicamente más nivelada ya que los sectores sociales que se hallan en la base de la pirámide económica, que consumen todos sus ingresos y tienen baja o nula capacidad de ahorro, son un componente importante de ese mercado interno. Las políticas económicas de este sector de clase se orientan a mejorar el consumo, ampliar la ciudadanía social, lograr un trasvasamiento de clases de tipo ascendente, mejorar el nivel educativo como herramienta del desarrollo de las posibilidades laborales, atender las necesidades elementales de los sectores más rezagados económicamente (alimentación, salud, vivienda, educación, esparcimiento, etc.) etc.
Es lógico que si se expande el gasto social, se aumenta el consumo, se realizan obras de infraestructura para promover la activación de la economía, se controlan las tasas de interés y de cambio, se promueve la democratización de la cultura y la comunicación mediática, se orienta el sistema social hacia la igualación social (matrimonio igualitario, derechos de la mujer) se amplía los efectos de la justicia (mayor igualdad jurídica y juzgamiento de delitos de lesa humanidad) y se defiende a rajatablas los derechos humanos; el resultado es un Estado fuerte, más igualitario, más democrático, que actúa sobre una población que desarrolla progresivamente hacia una actitud reflexiva y crítica por tener satisfechas sus necesidades elementales.
A este segundo sector burgués le interesa estas cuestiones porque al ser económicamente más débil que el anterior necesita de la fortaleza política que le permita solidificar sus intereses económicos.
La explicación al debate entre los diferentes sectores de la oposición (Macri, Duhalde, De Narváez, etc.) sus soportes mediáticos La Nación, Clarín, Editorial Perfil, Ámbito Financiero y sus intelectuales orgánicos de clase, economistas, comunicadores, sociólogos etc., como Sarlo, Lanata, Aguinis, Grondona, López Murphi, Cavallo, etc., con el oficialismo, no reside en problemas personales o partidarios, es un debate económico social, una expresión de la lucha de clases y su impacto sobre la clase dominante en argentina: la burguesía.
En términos de inseguridad, por un lado al sector concentrado de la burguesía le afecta el delito, pero lo más importante es que el robo, la agresión delictiva, etc., afecta más a la clase media (pequeños empresarios, comerciantes, sectores más acomodados de la clase trabajadora (desde funcionarios de empresas a obreros calificados) y, por lo tanto, más sensibles a los problemas derivados de la inseguridad y proclives a adoptar el discurso autoritario y represivo. Esto es muy importante para erosionar el poder de un gobierno que privilegia el respeto a los derechos de las personas, las garantías individuales, el uso del diálogo social, y que trata de evitar la represión violenta a la cual son tan afectos los sectores neoliberales (véase en Chile la represión a los estudiantes de parte del gobierno derechista de Piñera).
Y ya estamos hablando del siguiente elemento de la inseguridad que usan los medios concentrados de comunicación, a quién beneficia el acicateo de la inseguridad y desarrollar el miedo frente a ella.
Michel Foucault, un filósofo francés de notable agudeza de pensamiento decía que en el siglo XIX, periódicamente la burguesía agitaba el fantasma de la inseguridad (miren si es viejo el argumento) para poder generar políticas persecutorias contra los militantes sociales. Recordemos que éste es un siglo de grandes conmociones sociales y de irrupción de la clase obrera como tal en la arena política de la mano de grandes filósofos como Marx, Engels, Blanc, Bakunin, etc.
El interés de la derecha conservadora por la inseguridad, tiene pues dos sentidos, por un lado agitar un fantasma que siembre el pánico entre los sectores medios de la sociedad que tienen algún bien material que pueden perder, con el fin de tornarlos enemigos del gobierno y proclives a su segundo interés, el de desarrollar políticas represivas que cierren la débil apertura democrática de los últimos años.
Para ellos es necesario, además, de impedir que nuestra sociedad crezca en términos humanos, más democrática, más crítica a la desigualdad social y al autoritarismo político, más extensa en la inclusión ciudadana de las minorías oprimidas (homosexuales, extranjeros, discapacitados, etc.) como lo demuestran las leyes recientes de matrimonio igualitario y de democratización de los medios de prensa. Es importante resistir leyes democráticas como la despenalización del aborto que le da a la mujer el control de su propio cuerpo, o de despenalización del consumo de droga, que permite desjudicializar al adicto y desarrollar tratamientos preventivos, o leyes que vayan más allá y cuestionen las bases del poder burgués por vía de la ampliación continua de la democracia y abren el camino a la autogestión social.
El último punto es ver si lo que existe es inseguridad o sensación de inseguridad. La sensación de inseguridad es la percepción psíquica que las personas o colectivos de personas tenemos frente a un riesgo. La misma se crea en el intercambio social y hace que sobre la base de un dato cierto, se potencie la percepción del riesgo con el concomitante desarrollo de conductas anómalas en el colectivo.
Por ejemplo, si yo desarrollo un discurso mediático que picanee sobre la posible devaluación de la moneda puedo generar una corrida al dólar aun cuando no haya motivo para ello. Si digo que un banco está por quebrar puedo generar una corrida bancaria de ahorristas que tratan de sacar sus depósitos. Si los medios de comunicación dicen que el delito se expande como una epidemia y es cada vez más feroz, sin decir porque es una epidemia, ni presentar series históricas de crecimiento del delito, o comparativas con otras causas de muertes como los accidentes de tránsito o con otros países como México, es posible que permee la conciencia delos sectores ideológicamente más proclives a sufrir este tipo de agresión y genere, como existe hoy, una psicosis de inseguridad, una fuerte sensación de ser o estar inseguros.
El delito y el delincuente existen desde siempre, no obstante, podríamos discutir si el delito actual es más o menos violento que el de hace años, pero como decía Foucault cada tanto la burguesía magnifica sus efectos en pos de intereses propios.
La base del delito es la inequidad social, la existencia de una pirámide social con muchas diferencias en cuanto a ingresos y derechos. La ausencia de políticas inclusivas tiene mucho que ver con el delito joven, pero cuidado, que existe otro delito del cual no hablan mucho los medios, y es el de los políticos corruptos al servicio de los intereses de las corporaciones empresariales, las coimas que pagan los empresarios para mejorar sus negocios, la violencia de las corporaciones que roban a sus clientes diariamente aprovechando la falta de legalidad en ciertos aspectos, como por ejemplo el robo menudo de las telefónicas a sus clientes, la súper explotación a través del trabajo en negro sobre todo de las patronales agrarias, el acoso social de los empresarios y cuadros intermedios a sus empleadas, el acoso laboral de jefes o colectivos sobre sujetos más débiles o expuestos, la impunidad de miembros de fuerzas de seguridad que favorecen el delito creando zonas liberadas a cambio de prebendas económicas, etc.
Como vemos el problema de la inseguridad existe, pero también existe la sensación de inseguridad que permite a determinados sectores reaccionarios hacer un uso político y económico de este problema; estemos atentos, seamos reflexivos y críticos y no seamos aliados de nuestros enemigos.
Hasta la próxima.