martes, 27 de septiembre de 2011

Sobre la política y la acción política.


Días atrás en un artículo periodístico, el candidato presidencial Hermes Binner se quejaba del estado actual de la política argentina y decía que era peor que la borocotización y que los particos políticos hacían cualquier cosa para tener un diputado más.
En el diario “La Capital” de hoy (27/09/2011) sale una interesante noticia sobre el voto positivo del partido socialista a la ley de jubilación docente del año 2005. Sería una loable actitud la de este partido que en el 2005 estaba preocupado por la salud docente, el desgaste que sufren los mismos en su trabajo y por ello votó una propuesta para bajar la edad jubilatoria; si no fuera que los que votaron aquella ley en tiempos del gobierno peronista de Obeid, incluidos Lamberto (actual presidente de la Cámara de Diputados Provincial) Bonfatti (Ministro de gobierno actual y gobernador electo) son lo que hoy le niegan a los docentes ese beneficio y llevan a la provincia a un conflicto gremial por no querer acceder  a bajar la edad jubilatoria de los mismos, con el argumento que no es sustentable en el tiempo.
Pregunta ¿tanto cambió la situación de la provincia para que sí lo fuera en el 2005 y no ahora? Y si era posible en el 2005 y considerando cuatro años de gobierno socialista con los logros que dice ese gobierno haber tenido, ¿la situación no sería tal, que hoy es más posible que el 2005 otorgar el beneficio a los docentes?
Hace algunos años una encumbrada dirigente de San Pablo del Partido de los Trabajadores decía que los socialistas debíamos saber que muchas de las críticas que habíamos hecho a la derecha cuando éramos oposición, al llegar al gobierno nos dimos cuenta que eran injustas.
Es un importante valor reconocer esto ante un auditorio poblado de intelectuales de izquierda, no debería tal vez el Partido Socialista hacer una autocrítica respecto a su política opositora o a su gestión de gobierno.
Creo que  este suceso da pié para que pensemos en conjunto lo que es la política y la acción política.
Etimológicamente el término deriva del vocablo griego πολιτικος (politikós) que significa ciudadano, civil o relativo a la organización de la ciudad. Genéricamente podríamos decir que es una de las tantas actividades de la vida cotidiana cuya especificidad consiste en tomar decisiones en la esfera del estado orientadas a lograr el bien común. El político en la sociedad actual es un profesional que vive de hacer política, que dedica su vida a la política. Es interesante saber que algunos autores atribuyen el origen del concepto a Aristóteles, quien en su libro “Política” define al ser humano como un animal fundamentalmente político.
Desde otro punto de vista, no antagónico, sino tal vez complementario, la política es el conjunto de estrategias y tácticas orientadas a ganar poder en un determinado colectivo humano con el fin de incidir en el rumbo del mismo.
La política es el arte de lo posible define un viejo dicho, pero además la política es un modo de comunicación con el fin de convencer y obtener poder.
La política no es hoy lo que fue en los años setenta, en la actualidad la política se ve mesclada con la farándula, el jet set, tiene lazos de intereses con los más media y se juega en un escenario ajeno a su origen.
En la antigua Grecia habían tres grandes espacios: el Oikos o esfera privada, la Ekklesia o asamblea del pueblo que era el espacio de lo público y el Ágora o espacio semi público de debate entre los ciudadanos.
En la Ekklesia cualquier ciudadano podía presentar sus problemas, ideas, propuestas, era un espacio de participación colectiva y la política era entendida como la acción en pro del bien público.
En los setenta, tanto en la Universidad como en los sindicatos se dispararon fuertes debates en relación a la acción política, se entendía la misma como la necesidad de generar una discusión que permitiera a las masas esclarecerse acerca de sus condiciones de vida y de los efectos de estás sobre su salud y vida cotidiana. La acción política no era la búsqueda de poder inmediato, no se pretendía obtener un puesto en el parlamento o un lugar (chapa) en algún órgano ejecutivo, era un proceso de acumulación en el seno de una clase orientado a desarrollar la conciencia para sí, y por ello los partidos políticos trabajaban con dos herramientas fundamentales: la agitación que se basaba en el principio de pocas ideas para muchos y buscaba en un determinado conflicto la comprensión súbita del problema concreto y de las soluciones inmediatas; la propaganda en cambio era la presentación de las ideas más estratégicas del partido, es decir muchas ideas para pocos y se orientaba a desarrollar en la vanguardia de los actores sociales en conflicto la comprensión lenta y profunda de las causas más ocultas del estado de situación social.
En ambos casos el debate se deba en el seno de la sociedad, en la clase, en el taller, en la calle, era una relación directa del militante político con los actores sociales, no estaba mediatizado ni por la televisión ni por la radio, no se leían encuestas, ni se dibujaban los perfiles más aceptados de los candidatos, más aún no se conocía uno de los principales actores políticos de la actualidad, las consultoras de opinión e imagen.
La política era una acción de propuestas reunidas en programas y no era la acumulación de sufragios obtenidos por campañas publicitarias bien hechas. Alguna vez escuche a un político decir que ellos prometen muchas cosas que no van a cumplir y una vez que ganan hacen cosas que nunca prometieron. Esto es posible porque el ciudadano está cada vez más ausente del debate social. En el mundo la falta de participación es generalizada y su contraparte la falta de principios en la acción política es cada vez mayor, esto ha sido recientemente verificado en los EE.U. una de las más importantes sedes de la democracia liberal, donde artículos e prensa denuncian que los inquilinos del capitolio están cada vez más mediatizados del ciudadano y toman decisiones en función de sus intereses y el de las corporaciones.
Si uno analiza el programa del Partido Socialdemócrata Alemán en la década del 70´puede visualizar que constituye un extenso programa, que es un contrato con los ciudadanos, esa cultura política que suponía que se constituía un contrato con la sociedad civil ya casi no existe, y no es solo inexistente en la Argentina sino en el mundo, la democracia liberal ha evolucionado a una forma de práctica política en la que solo intervienen en la vida pública los miembros de una nueva oligarquía de orden burocrático que son los integrantes de los partidos políticos.
Estas corporaciones casi no tienen vida interna, solo se desperezan durante los períodos electorales para tratar de posicionar a los candidatos que se han adueñado del aparato partidarios. No existe un debate al interior de las mismas, que suponga discutir tácticas y estrategias y que se resuma esa discusión en programas consensuados que impliquen una acción de gobierno.
El último momento de la democracia liberal, a mi entender fue el retorno a la república representativa en 1983, en ese año la Argentina se volcó a las calles, debatió proyectos y castigo a aquellos que volvieron con el discurso del peronismo de derecha de los 70´. A partir de ese hito democrático liberal, los argentinos asistimos lentamente a un declive de la participación política de amplios sectores de la población, y los proyectos colectivos fueron cediendo a la presión de un modelo de confrontación que alineaba a candidatos antes que propuestas. La acción política se mediatizó de las calles y comenzó a tener como escenario excluyente los set de televisión.
Progresivamente la mal llamada clase política (que no es otra cosa que una burocracia de gestión al servicio de los intereses de los sectores más concentrados de la burguesía) se fue mimetizando con la farándula, y son notorios los históricos papelones de muchos de ellos, siendo el más sobresaliente tal vez, el de  De La Rúa en el programa de Tinelli. Es lo que muchos autores han denominado la tinelización de la política.
En lugar de confiar en sus bases para lograr sus objetivos de poder, centraron sus expectativas en los asesores de imagen que dibujaron sus discursos, cambiaron su fisonomía y determinaron sus propuestas. Los paridos pasaron de ser actores colectivos de producción de ideas a mero continentes de individualidades que buscaban dentro de las estructuras partidarias determinar la mayor influencia de sus proyectos personales.
En la medida en que los dirigentes políticos se mediatizaron de la sociedad y se mimetizaron con la farándula fueron cada vez más dependientes de su exposición mediática y su perfil exitoso en la política estuvo en relación con la cantidad de minutos en el aire.
Los grupos mediáticos hegemónicos pudieron cooptar a la mayoría de los dirigentes proclives a sus intereses estratégicos y usarlos tácticamente como si fueran peones en un gigantesco tablero de ajedrez en el cual el Rey determina la ubicación de las piezas y les exige sacrificios en aras del interés corporativo.
No responder al Rey (el CEO del multimedios) significa lisa y llanamente perder el favor real y desaparecer del único escenario que puede proyectar al político hacia el reconocimiento, aun cuando sostenerse en la pequeña pantalla sea al costo de sacrificar sus ideales e ideología, aceptando la dirección de los patrones sobre las decisiones políticas y teniendo que defender lo indefendible (por ejemplo negar todas las tropelías realizadas por los grupos mediáticos).
Pero al sacrificar la autonomía de la acción política estos políticos aceptaron ser sacrificables ellos mismos, y van desapareciendo de las pantallas en la medida en que dejan de ser útiles a la estrategia de sus patrones (por ejemplo la inimputable Carrió que fue prácticamente borrada de las pantallas después de aquella aciaga noche de agosto en la que no sacó más que el 3% de los votos).
Pero también estos políticos mediáticos farandulescos van desapareciendo de la escena política porque no han podido leer un fenómeno importante en la escena argentina, y que sin ser exagerados podríamos denominar de la reinvención de la política de masas. Fue tal vez Néstor y Cristina Kirchner quienes mejoren leyeron la necesidad de cambiar la acción y el curso del desarrollo de América Latina y avanzaron en un proyecto de renovación capitalista que transita por los senderos del neokeinesianismo activo que propone un capitalismo de mercado que pone el eje en la demanda con grandes inversiones públicas, reconstrucción del aparato asistencial del estado y un fuerte apoyo al consumo, la educación y la producción científico tecnológica.
Como todo modelo capitalista es insuficiente para resolver las contradicciones más profundas del sistema, tan solo logra atenuar las disparidades sociales  y fortalecer una política más inclusiva de la mano de una situación económica favorable.
Pero lo que debemos ver, quienes estamos interesados en ir más allá del reformismo, en reconstruir el tejido social desde una perspectiva solidaria, igualitaria y autónoma, es que el colectivo que tiene en su poder el sistema político ha desarrollado una serie de acciones  que favorecen el desarrollo del debate y la participación social, como por ejemplo el matrimonio igualitario, la ley de medos, el paso del sistema jubilatorio a manos del Estado, el mejoramiento de los haberes jubilatorios, el aporte al desarrollo del sector científico, la construcción de una red de tolerancia a la protesta social, el desarrollo de obras de infraestructura y el mejoramiento de las oportunidades de trabajo, por lo tanto es necesario lograr que se fortalezca ese rumbo de acción que la derecha reaccionaria está interesada en detener y más aún retrotraer a épocas anteriores.
A pesar de lo que digan los medios masivos de comunicación hay un estricto respeto a libertad de expresión, todos podemos decir lo que queremos sin temor a la represalia, esos mismos medios que denuncian la falta de libertad no respetan la libertad de expresión al interior de sus organizaciones. Hoy cualquier profesor, ciudadano empresario sabe que nadie lo persigue por sus convicciones, en Argentina no hay hoy presos políticos o de conciencia.
Quienes pretendemos honestamente trabajar para el cambio social, no desde la perspectiva de las sectas políticas mal llamadas de izquierda que existen, sino desde el interés de mejorar las condiciones de existencia de los ciudadanos en el aquí y ahora, sin tener que esperar a un reino fantasioso de igualdad en un futuro lejano (a imagen y semejanza de la creencia religiosa en el paraíso)sabemos que hoy es necesario empujar a este tibio gobierno de reformas a transitar el sendero de los cambios profundos que la argentina necesita.
Hasta la próxima

viernes, 23 de septiembre de 2011

Cuando el Clarín no suena lo suficiente, la CNN aumenta el volumen.


Es sabido el rol político opositor que ha jugado el monopolio mediático como soporte y difusor del pensamiento conservador de derecha. Esta línea editorial le ha costado al monopolio el creciente descrédito que se ha traducido en una reducción de su tirada diaria en más de 50.000 ejemplares.
Las elecciones primarias de agosto, en las que el oficialismo obtuvo más del cincuenta por ciento de los votos, demostraron que la persistencia de tapas negativas en contra del gobierno ya no tienen efecto sobre el voto popular, por el contrario, pareciera que la principal víctima de esta política editorial tramposa del grupo Clarín y de otros medios como La Nación, y diversos canales de televisión abierta y por cable, son aquellos a los que supuestamente debería ayudar el monopolio mediático, es decir los opositores.
Ningún opositor pudo pasar el 13% de los votos, lo cual es un hecho inédito en la política Argentina, ni siquiera el viejo líder carismático Juan Perón pudo superar a su inmediato perseguidor por casi 40 puntos.
En la medida en que la derecha conservadora va tomando nota de la potencia electoral del kischnerismo, su soporte mediático declina en credibilidad a pasos agigantados.
Frente a esta situación, hoy podemos observar un cambio de estrategia en la política mediática de los sectores más reaccionarios de la sociedad argentina.
El nuevo actor mediático que comienza a pretender ser un actor de peso para limar el poder electoral del oficialismo no es una organización local, sino uno de los principales jugadores mediáticos de la internacional conservadora del mundo globalizado, la CNN.
En su edición de hoy, 23 de septiembre de 2011, este monopolio internacional lanzó su cobertura periodística de las elecciones en Argentina.
El periodista en argentina, Montero, informó de una cobertura extraordinaria de las elecciones en nuestro país la que que tendrá invitados “de excelencia” en vivo.
Van a analizar la realidad política argentina avezadas políticologas como Susana Giménez y Mirta Legrand, periodistas de “prestigio”  definidos por el conductor de CNN como el mejor periodista argentino  Jorge Sanata (supongo que mi baja audición me hizo escuchar mal y se trata de Jorge Lanata) y analistas políticos ”independientes” y encuestadores de fuste como Enrique Zuleta Puceiro.
Comencemos por el último, Puceiro hace un análisis de las últimas elecciones en Argentina y menciona dos, la de Corrientes y la de la Ciudad de Córdoba, pone de manifiesto el triunfo de la oposición y si bien acepta que la suerte de la misma está echada para octubre desliza que estas elecciones pueden marcar un rumbo distinto al de las primarias en octubre. Continúa con la perorata del ataque a la prensa y pone de relieve la negativa de la Presidente a dar el debate a la oposición y el ignorar a la prensa como estrategia de acumulación electoral. El detalle fundamental es que en la mirada de este reaccionario analista político la presidenta basa su campaña en una fuerte línea política internacional que tiene como ejes la defensa de la soberanía en Malvinas ante la Asamblea General de la ONU y con un reclamo enérgico para que el Reino Unido entre en el diálogo, y el apoyo al Estado Palestino como miembro de las Naciones Unidas.
Interesante análisis el de Zuleta Puceiro, ya que habló de dos elecciones que ganó la oposición (una de legisladores provinciales y la otra una elección municipal) y no mencionó el casi 70% de los votos que sacó el Frente para la Victoria con Capitanich en Chaco. No es acaso más importante una elección a gobernador que elecciones municipales o legislativas provinciales?
Como parte de la estrategia conservadora Zuleta Puceiro trata de decirle a la Presidenta como hacer su campaña, obviamente para favorecer a su cliente político la oposición a la Presidenta.
Pero lo que importa como dato en este discurso es que un analista experimentado como Zuleta Puceiro comienza a ver que la Argentina y su gobierno empiezan a instalarse en el escenario mundial como punto de la mirada, con un fuerte prestigio que hace que importantes diarios como New York Times o Times de Londres comenten como ejemplo a estudiar el camino de argentina para salir de la crisis. Pareciera que la Internacional conservadora comienza a sentir a la política argentina como una piedra en el zapato y allí aparece el nuevo rol de la CNN que de golpe comienza a darle espacio a la política argentina y a generar una corriente informativa en este monopolio contra el gobierno de nuestro país.
Si no es así, como debe leerse que una cobertura internacional postule para sus entrevistas a desprestigiados comunicadores o conductoras televisivas de escasa inteligencia e información política y cultural y de clara adhesión a lo más conservador y reaccionario de la sociedad argentina como Giménez, Legrand y Lanata. Hay un viejo refrán que dice “dime con quién andas y te diré quién eres” y en este caso estas personas junto a la CNN en contra del gobierno no dejan lugar a dudas.
La CNN es el ariete mediático de la burguesía conservadora y reaccionaria de EE.UU., defensora del Tea Party, justificadora del golpe en Honduras, crítica feroz de los gobiernos de “izquierda” en América Latina como el populista  venezolano Chávez o Correa y Evo Morales, comienza a interesarse en la política del sub continente de la mano de su cómplices internos los monopolios mediáticos de estos países y usando como instrumento la asociación de patrones periodísticos (la SIP).
En Argentina políticos corruptos y comprados por el monopolio denuncian a diario la persecución a los periodistas “independientes” de los monopolios mediáticos y montan campañas de prensa denunciando persecución y listas negras, como recientemente lo han hecho en relación a un hecho judicial en el que un Juez solicita la dirección de periodistas a los medios en una causa sobre el manejo de consultoras leales a esos medos, para solicitarles que declaren.  “Periodistas independientes” como Magdalena Ruiz Guiñazú, que callaron y no denunciaron las desapariciones de sus colegas durante la dictadura mientras posaban frente a su admirado Videla, salen desaforadamente a denunciar supuestos ataques a la prensa.
Digámoslo de una vez por todas, a este gobierno se le puede criticar mucho, pero de lo qué no se puede decir nada es de su compromiso con los derechos humanos, de la persecución judicial a los genocidas, del aporte a una justica independiente y del compromiso con la libertad de prensa evidenciada en la Ley de Medios Audiovisuales, la abolición del delito de desacato o del castigo con cárcel por calumnias e injurias, todos estos hechos orientados a lograr una mayor libertad de prensa.
En Argentina todos los ciudadanos podemos decir lo que queremos sin temor a la censura, sin ser perseguidos por nuestras ideas, sin ser reprimidos, y lo podemos comprobar viendo los programas de televisión de los monopolios mediáticos que critican de todas las maneras posibles  al oficialismo, muchas veces con mentiras, ocultamientos, campañas mediáticas, etc., y ninguno de los periodistas que están en esos medios ha sido nunca censurado por el gobierno o citado a los estrados judiciales en calidad de acusados.
En los setenta si alguien hubiera dicho que Altamira, el dirigente del Partido Obrero, sería entrevistado por los principales programas televisivos y podría hacer campaña por televisión, hubiéramos dicho que era un disparate porque nadie con ideas de izquierda podía acceder a los medios, y si hubiera accedido los desaparecían a la salida del canal y luego los asesinaban, hoy Altamira expone sus ideas con entera libertad, cabe preguntarle a la oposición ¿Dónde está la censura y persecución a periodistas y políticos? En el Estado que defiende u derecho a decir lo que quieran o en los medio monopólicos que si tienen listas negras de periodistas afines al kischnerismo que no son entrevistados o no les permiten que entrevisten a políticos y los rechazan con ironías o silencio cuando un periodista sospechado de oficialista los entrevista.
Hasta la próxima

domingo, 18 de septiembre de 2011

De periodistas, mercenarios y opineros.


Es sabido que el periodismo siempre tuvo un fuerte lazo con la política. Desde que surgió, el respondió a una determinada fracción de la sociedad y expresó los intereses de la misma.
Moreno, Sarmiento, Mitre, Echeverría, además de educadores, literatos, profesionales, fueron políticos, se lanzaron a la arena política y el periodismo, constituyó para ellos una herramienta para difundir sus ideas y dar la lucha contra las ideas de sus oponentes. Todos ellos fueron fundadores de periódicos o gacetas.
El periodismo es una actividad que consiste en recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar información relativa a la actualidad.
Ahora bien, no es lo mismo el periodismo hoy que en el siglo XIX. En sus albores, el periodismo, si bien era un poderoso medio de difusión y un organizador de la vida política, no tenía el peso que han adquirido en la sociedad de las TICs, los medios de comunicación de masas, que tienen un papel muy fuerte como instrumento de información y que además construyen y modelan la realidad en la que nos desenvolvemos cotidianamente.
Es por ello que hablar de periodismo independiente constituye una falacia total. Los mass media son empresas que además de tener un fin de lucro, siempre están ligadas a un determinado sector de la sociedad.
Es por ello que Lenin, que también ejerció el periodismo, escribió en las páginas de Iskra que era el periódico d los socialdemócratas rusos, para Lenin el Partido Revolucionario debía contar con un periódico, el que, además de ser un medio de difusión de las ideas, constituía un organizador de los obreros. En nuestro país desde comienzos del movimiento socialista, estos contaron con un periódico, los militantes del Partido se reunían en casas obreras a leer y discutir las ideas expuestas en los mismos.
El periodismo es por lo tanto un formidable medio de organización y de colonización política. Cuando alguien habla de periodismo independiente, a que se refiere, ¿a una cierta independencia del gobierno?, ¿a una independencia de opinión de los sectores sociales que pugnan en un determinado país?
Decimos que hablar de periodismo independiente es una falacia, porque el periodismo siempre se ejerce desde un determinado interés político, ideológico y económico.
Para profundizar esta idea quiero citar a Lenin, quien afirmaba que la libertad de prensa en el capitalismo, no es otra cosa que la libertad de los dueños de los medios de prensa.
Si un determinado periodista escribe o difunde algo en un periódico que no esté dentro del marco de la línea editorial del medio, es casi seguro será que quedará fuera del medio, será despedido.
Ejemplos hay muchos, Setecase, Montenegro, Rozin, Cuñado, Del Frade son periodistas que sufrieron el despido, o el levantamiento de un programa por decir cosas que no les gustaban a los dueños del medio, o que tocaban sus intereses.
En nuestro país no existe un estatuto del periodista que le garantice la estabilidad laboral al trabajador de prensa y ellos son despedidos de los medios cuando al propietario no les gusta lo que dicen o juzga que no le son de utilidad.
Los periodistas que pretenden ser leales a sus principios o decir lo que contiene componentes de veracidad se ven enfrenados a la contradicción de ser honestos o perder su empleo, o como ocurre muchas veces a trabajar dentro de ciertos límites impuestos por los dueños de los medios.
La otra falacia que acompaña a la del “periodismo independiente” es la que afirma que el periodista dice la verdad.
La verdad es un concepto engañoso, en general el diccionario de la Real Academia nos informa que la verdad es la conformidad de las cosas con lo que pensamos de ellas, por lo tanto es un hecho subjetivo.
A lo largo de la historia los humildes ciudadanos de a pie hemos visto como se falsifica la verdad, y aunque no se llega a los niveles expresados por George Orwell en “1984”, libro en el cual la burocracia gobernante falsificaba cada día los diarios anteriores para que la información guardada coincidiera siempre con lo dicho o los intereses de la burocracia gobernante[1], es una buena actitud dudar de lo que nos dicen los medios de comunicación de masas.
Una curiosidad es que en este libro el autor nos habla de que el Ministerio de la Paz era el que planificaba la guerra, el ministerio de Salud era el lugar donde se torturaba a los opositores, etc., etc. Digo curiosidad porque durante la guerra de Malvinas, existió un noticiero conducido por Gómez Fuentes, que se llamaba “La hora de la verdad” y al igual que en el libro de Orwell era la hora en que se nos mentía a los argentinos sobre lo que ocurría en la guerra.
Muchos comunicadores hoy cumplen la función d organizar los hechos para difundirlos de manera tal que reflejen lo que los dueños de los medios de prensa quieren que se difunda.
Hoy no está Gómez Fuentes y la Dictadura, pero están los Lanatta, Majul, Bonelli, Blank, Ruiz Guiñazú, Morales Solá, Van Der Koy  y tantos otros que son los encargados de falsificar los hechos de la realidad, desdibujarlos, u ocultar una parte de ellos, para presentar como cierto aquello que les interesa a los Magnetto, Saguier, Mitre, De Narvaes dueños de los medios concentrados o los empresarios más reaccionarios como los miembros de La Rural, de la UIA y demás centrales empresariales.
Estos “periodistas” están dentro lo que llamaría el campo de los periodistas mercenarios, que venden su pluma a sus patrones sin importar los intereses que defienden, muchos de ellos fueron comunicadores de la Dictadura militar, otros, a medida que pasaron los años decidieron sacarse el mote de progresistas o liberales y sumarse a la nómina que pagan los poderosos.
Un segundo grupo lo constituyen aquellos que dicen llamarse periodistas, pero que ni siquiera pueden llegar a serlo en la categoría anterior. Son lo que podríamos decir, los bufones del régimen, personas que ni siquiera relevan hechos, sino que crean aparatosas notas en las que desfilan vedettes pulposas, payasos mediáticos, actores mediocres en busca de popularidad o propaganda y hasta políticos en campaña, no daré nombres para no herir susceptibilidades, pero todo el mundo los conoce, son los chimenteros del mundo del espectáculo, esos que están por la tarde hablando del vida privada  de personas muy interesadas en que no se revele su intimidad pero que hacen lo posible para exponerla en esos programas. Estos programas tienen una función ideológica muy importante en el proceso de construcción de sujetos acríticos y adormecidos por el dominio del capitalismo.
Su función es ocultar las espantosas condiciones de vida a que nos somete el sistema, adormecer nuestra conciencia para que no pensemos en cómo vivimos, en la fragmentación social en la que se desenvuelve nuestra existencia. Ellos aportan a que los que los miran sientan que es más importante la pelea bizarra y lamentable entre dos desprejuiciadas e ignorantes vedettes, o las infidelidades de una pareja, que la situación de miseria a las que somete el sistema a millones de nuestros compatriotas, o la destrucción del ambiente realizada por las mineras a cielo abierto.
Pero también hay en nuestros medios periodistas profesionales, que no claudican en sus ideales, que tratan de ser honestos, de exponer sus ideas como las sienten y las viven, son los Verbitsky, Del Frade, Morales, Russo, Aliverti, Granovsky, Wainfeld, Caballero y tantos otros, ellos sufrieron el exilio, la desocupación y otros sinsabores por tratar de ejercer con honor su profesión.
Son los que hoy trabajan en medios del Estado (y no del gobierno como pretende hacer aparecer la prensa canalla del “periodismo independiente”) porque la verdadera censura es la que ejercen los dueños de los medios hegemónicos de la ”prensa independiente” impidiéndoles ejercer su profesión o aparecer en esos medios porque se negaron a pasar por las horcas caudinas de los monopolios mediáticos.
Para comprobar lo que digo basta con pasear la mirada por T.N, Canal 13, Canal 11, y demás medios al servicio de la restauración conservadora en Argentina y ver que ninguno de estos periodistas aparecen en sus pantallas. Tampoco se los nombra en Clarín o La Nación, se los ningunea, se los invisibiliza, porque como dijo un Director de tesis español del Opus Dei a su tesista que había citado críticamene a un pensador socialista, sáquelo, a estos tipo no se los critica porque para nosotros no existen.
Lo importante es que hoy existe un nuevo periodismo, un ejército de ciudadanos que desde Facebook, desde los Blogs, desde Twitter, se suma a la voluntad crítica y reflexiva para disputar a los medios hegemónicos al servicio de la restauración conservadora de derecha en el mundo, el monopolio de la opinión pública, somos los que decimos basta de dejar que otros piensen por nosotros, que nos mientan, que nos engañen, ahora es el tiempo nuestro, de todos los ciudadanos que no nos sumamos a ser simples maquinas a las que los mass media les dan forma y contenido en su pensamiento, y que estamos dispuestos a sumarnos al campo de los periodistas profesionales para dar un debate honesto y crítico sobre la realidad contemporánea.
Hasta la próxima.





[1] Por ejemplo si en un momento se hacía alianza con un determinado país y luego se entraba en guerra se modificaba el periódico anterior para crear la realidad de haber estado siempre en guerra. 

lunes, 5 de septiembre de 2011

Beatriz Sarlo: la decadencia del pensamiento joven.


Todos saben que Benito Mussolini fue un conspicuo dirigente del Partido Socialista Italiano y luego mando a que sus esbirros torturaran a sus ex compañeros, y uno de ellos Antonio Gramcsi,  pasó la mayor parte de su vida en las cárceles mussolinianas.
El pensamiento no envejece ni traiciona, somos las personas las que traicionamos a las ideas, olvidando nuestros ideales pasados, abandonando nuestras luchas y constituyéndonos en aliados de aquello que criticamos.
Es muy penoso ver envejecer a quienes admiramos, pero más angustiante es que no puedan envejecer con dignidad, sosteniendo lo que constituye la médula de nuestro pensamiento.
Los que vivimos los años de plomo y que en esos años abrazamos el ideario socialista, tenemos derecho a reformular nuestras metodologías y tácticas, pero no tenemos derecho a coaligarnos con aquellos que desde sus páginas fueron cómplices de la masacre de nuestros compañeros.
Tal vez, antes de defender al Grupo Clarín[1], a Joaquín Morales Solá, y tantos otros cómplices intelectuales de la dictadura, Sarlo debería reflexionar sobre la responsabilidad que les cupo a La Nación, a Clarín y a sus plumas más militantes de los años de la dictadura asesina en el asesinato en masa de “nuestra juventud maravillosa”.
Me siento defraudado por una pensadora tan insigne como Sarlo, alguien que en los ochenta organizó junto a Pancho Aricó, el Negro Portantiero, Altamirano y tantos otros el Club de Cultura Socialista, espacio intelectual de excelencia en el que se ventilaban los debates de la intelectualidad de izquierda.
Que distancia tan grande hay de “Punto de Vista” la revista de crítica cultural que editaba en esa época junto a Altamirano, o “La ciudad Futura”, revista de crítica política, que fundó Pancho Aricó y en la que Sarlo defendía el pensamiento de izquierda y criticaba al neoliberalismo publicando interesantes artículos como “El capitalismo democrático en la encrucijada” de A. Przeworski y M.Wallerstein en el que se defendía la construcción de izquierda de los países nórdicos; con este remedo de escriba al servicio de un diario oligárquico como La Nación, o un multimedio reaccionario como Clarín, al servicio de la derecha más recalcitrante y elitista.
Sarlo tiene derecho a abandonar el campo socialista y poner su pluma al servicio de los mismos medios que en los 80´denostábamos en el Club de Cultura Socialista por representar un proyecto diametralmente opuesto al que defendían los socialistas democráticos, pero, espero que por lo menos, nos respete el derecho que tenemos quienes compartimos esos debates a desilusionarnos por su cambio de campo político.
Es duro ver a una intelectual de su talla en el mismo diario que escribe Mariano Grondona, defendiendo a su compañerito de trabajo Morales Solá, acusando a jóvenes como Cinthya Otaviano, de atacar a Solá, querida Sarlo, a Solá, no es necesario atacarlo, todos los que participamos de las luchas de los setenta, de los inicios del proceso democrático de los ochenta, sabemos de la profunda esencia reaccionaria y de derecha de su pensamiento y su adhesión a las dictaduras militares.
Lo que ocurre es que a veces embestimos contra los jóvenes porque nos recuerdan lo idealistas que fuimos y ponen en evidencia nuestro espacio intelectual actual. Otaviano es una periodista crítica, comprometida y entusiasta como lo éramos los jóvenes de los setenta. En muchas cosas, cuando la escucho me recuerda a los jóvenes que escribían en Punto de Vista, defiende muchas de las ideas que se publicaban en esa revista.
Hoy escuchaba a otro respetable filósofo, Santiago Kovadloff, hablando con el puntero intelectual de la derecha, el amigo de cuanto golpe hubo en este país, Mariano Grondona. Este filósofo critica a los funcionarios por atacar a la prensa.
Lo interesante es que atacaba al gobierno, pero no hizo ninguna crítica a los medios, es que Kovadloff cree que Clarín y Nación son perfectos, no se refiere a cuantas veces estos multimedios mienten, ocultan información, distorsionan, ¿es que la filosofía tan original de Kovadloff se funda en la aceptación de la mentira, el engaño, el fraude. Es acaso una filosofía que se basa en el viejo principio de que el fin justifica los medios?
O tal vez su filosofía es prisionera de la lógica política que lleva a oponerse a todo lo que diga o haga el gobierno sin importar si es bueno o malo.
Quiero decirle a estos ilustres intelectuales que yo defiendo el derecho de cualquier funcionario a decir lo que piensa, a defender sus decires y a construir política, lo cual no quiere decir que comulgue con el o los funcionarios, un demócrata va a defender, aun a costa de su propia libertad el derecho que tienen todos a expresarse, sean periodistas o funcionarios.
Defender el derecho a que los demás puedan decir lo que quieran es defender mi derecho a opinar y criticar. Y si son honestos, deberán al menos reconocer que durante el Gobierno Kirschnerista todos pudieron decir lo que quisieron, aún aquellos que superaron los límites del buen gusto y entraron en el terreno de la deshonestidad.
No conozco ningún periodista que fuera preso por sus opiniones o críticas en los últimos años, no conozco ningún diario que haya sido cerrado, si conozco de la censura a la que algunos patrones de multimedios como De Narváez, sometieron a periodistas como Setecase o Montenegro por preguntar cosas incómodas, o el salvajismo político de Magneto echando a miembros de la comisión interna de trabajadores de sus empresas por opinar y defender  los derechos de los trabajadores.
Y dicho y sea de paso, me gustaría que Sarlo o Kovadloff me enviaran los artículos que publicaron en La Nación o Clarín defendiendo a estos periodistas o miembros de la comisión interna, con plumas tan insignes deben ser muy interesantes.
Es cierto que la juventud no es una cualidad, pero viendo el entusiasmo de los jóvenes que se vuelcan a la política, conociendo la garra con que defienden sus ideas, viendo la honestidad de sus planteos, no les da cosa ver que estos jóvenes representen lo que en un tiempo, allá lejos pretendimos representar los jóvenes críticos y revolucionarios de los setenta.
Pueden estar equivocados, como lo estuvimos en los setenta en muchas cosas, pero mi tía Veneranda decía, con esa inmensa sabiduría popular que la caracterizaba, “no se equivoca solo quien no hace nada”, ellos no tienen ni la lucidez, ni la experiencia que tienen ustedes, los intelectuales del establishment  y que desborda en cada entrevista con reaccionarios como Grondona, en comentarios en Radio Mitre o artículos de La Nación, ellos no están al servicios de personajes como los Sbarra Mitre o Herrera de Noble, ellos leen a Cinthia Otaviano en Tiempo Argentino doblado en dos (por eso el formato tabloide) en el subte o en el bondi y no a la Nación con los brazos extendidos en el sillón de cuero de su sala de diez metros por diez metros mientras un sirviente le alcanza él te con masas (por eso ese formato grande), pero tienen algo que tal vez nosotros hemos perdido , el romanticismo y la hidalguía de luchar por causas perdidas, de ser crítico y autocríticos, de defender a los vulnerables, a los abandonados por el capitalismo salvaje que encarnan los Duhalde, Macri, de Narváez, Magneto o Sbarra Mitre.
Esos jóvenes nos dicen con su lucha que los problemas fundamentales de la Argentina están irresueltos, que nosotros podemos vivir con comodidad, con lo que nos pagan los burgueses reaccionarios, pero que esa comodidad nos taladra la conciencia por haber dejado de ser lo que soñamos en los setenta, por representar hoy la decadencia del pensamiento joven y transformador que venía cambiar la sociedad y tal vez debamos volver a leer a Mafalda, sobre todo esa viñeta en la que le dice a sus compañeritos que cambiemos el mundo antes que el mundo nos cambie a nosotros.
Hasta la próxima.


[1] Que con el sinismo reaccionario Lanata define como unadefenza de los débiles, en este caso Clarín.