En esta segunda parte quiero discutir la actitud de los intelectuales ante el actual proceso histórico.
Como se puede deducir de nuestra exposición en la primera parte de este artículo, en general, podríamos decir que existen dos posiciones definidas en el campo intelectual: Carta Abierta y Plataforma 2012, es decir, el grupo de intelectuales que apoya críticamente al movimiento kirschnerista, y que con diferencias internas podría situárselos en lo que históricamente se ha denominado el campo nacional y popular, y por el otro lado el colectivo intelectual que desde siempre ha asumido la política desde una perspectiva liberal de izquierda y que se sostiene detrás de la trinchera de la lucha contra el autoritarismo y la corrupción.
En el medio transitan una multitud de actores intelectuales, que sin acordar con las posiciones de unos u otros, tratan de definir su propio perfil ideológico-político.
Ahora bien, lo interesante de la situación planteada, es que ambos grupos intelectuales comparten más de lo que ellos piensan.
Para ejemplificar mi afirmación voy a tomar algunos documentos, tales como la declaración de Plataforma 2012, las críticas de algunos integrantes de Carta Abierta a ese documento y las posiciones en torno a la creación del Instituto de Nacional de Revisionismo .Histórico “Manuel Dorrego”
Tanto el grupo de historiadores que se oponen al mencionado Instituto, que genéricamente podríamos considerar en el campo de la historiografía liberal de izquierda o de centro (José Luis Romero, Hilda Sábato, por nombrar algunos) como los que defienden la necesidad de contar con un instrumento de análisis de la Historia desde una perspectiva distinta a la historiografía clásica (Mitre, la historia que se construyó para la formación de los sujetos en el plano de la educación en los siglos XIX y XX) coinciden en la necesidad de desarrollar, lo que ellos denominan la verdad histórica, o una historia objetiva, o la historia desde la mirada de los de abajo.
En una nota de Tiempo Argentino un grupo de estudiantes acomete contra los que definen, como los que poseen el monopolio sobre la historia, y del conocimiento científico de la historia.
Desde el comienzo discrepo con la idea de que es posible formular una verdad histórica, o en todo caso construir una historia objetiva, la historia no es mas que un relato, en el que lo único seguro que existe, es que ese relato se halla anclado a las concepciones ideológicas de quien lo enuncia. Como decía en otra oportunidad, la historia no es más que una novela con pretensiones de ciencia. Quien enuncia construye su propia historia, recorta información, pone en simultaneidad datos escogidos arbitrariamente, formula apreciaciones y saca conclusiones.
Esto es válido tanto para unos como para otros. Tomemos un ejemplo, frecuentemente se acusa a Roca de haber cometido un genocidio con los pueblos originarios, de haber usurpado sus tierras, de haberle quitado sus derechos. Si aceptamos este argumento sin realizar la contextualización histórico social del momento en que ocurrieron los hechos, debemos considerar que todos los argentinos habitamos un suelo que no es nuestro, y la máxima de Proudhon, “la propiedad es un robo” es una regla que nos cabe a todos, ya que cada uno de nosotros tiene una casa, un departamento, una finca construida en un terreno que nos pertenece por la “rex nullius” de los romanos, el derecho de conquista.
Lo que hizo Roca, es lo que hicieron todos los conquistadores a lo largo de la historia (Romanos, Griego, Cartagineses, Franceses, alemanes, Rusos, Mongoles, Hunos, Españoles, Anglosajones, etc.) apoderarse por la fuerza de lo que poseían comunidades mas débiles, y por supuesto cometiendo genocidio (como lo hicieron los romanos con los pueblos conquistados, los turcos con los armenios, los rusos con los pueblos avasallados, los americanos con las naciones originarias del norte, los Aztecas y los Incas con los aborígenes americanos, etc.)
Que le propondríamos a los matacos, los mapuches, los guaraníes, etc., desalojar a quienes ocupan las ciudades de Argentina y devolverles las tierras usurpadas.
Algunos hablarán del descubrimiento d América, otros del choque de culturas, otros de la conquista, pero curiosamente muchos de los que se rasgan las vestiduras por los pueblos originarios, no tienen nada que ver con ellos, son descendientes de los europeos que entre los siglos XIV y el XX se dedicaron al pillaje de América, algunos con mas suerte, otros con menos, esa es una mirada histórica, aunque reconozco que no la única.
Lo que existe entre quienes reivindican a un personaje oscuro de la historia argentina como lo Fue el Brigadier Don Juan Manuel de Rozas, que gobernó desde el oscurantismo colonial y en defensa de lo intereses de los terratenientes de Buenos Aires, y quienes defienden e rol educador de la generación del 37´ (Echeverría, Sarmiento, Alberdi) es la intención de construir un relato hegemónico de la historia según los intereses de cada grupo, pero tanto un relato como otro, esta sesgado por los intereses actuales desde los que se pretende elucidar la verdad histórica.
Y hablando de Verdad y Memoria (así con mayúsculas) es otro de los espacios compartidos por estos colectivos intelectuales. La pretensión de que la Historia constituye el ejercicio de la Memoria que garantiza la emergencia de la Verdad de lo que ocurrió en la construcción social de nuestro país, ambos comparten lo que no es mas que un mito intelectual.
La verdad, según la etimología del término proviene del verbo latino veritas y significa conformidad de las cosas con el concepto que la mente se forma de ellas. Conformidad de lo dicho con lo pensado o sentido. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse inmutable.
Proposición o juicio que según la razón no se puede negar. Como podemos observar la verdad es lo menos objetivo que se puede enunciar, ya que su objetividad estará en relación a la subjetividad de quien la enuncia y de quién la recibe.
Si consideramos el concepto de Castoriadis, de Significaciones Imaginarias Sociales que son el modo de ser de una sociedad, que constituyen y hacen posible los objetos sociales, condicionando y orientando el pensar y hacer social. Son una posición primera que inaugura e instituye lo histórico – social precediendo al imaginario social instituyente. La verdad, es en realidad una de esas significaciones imaginarias sociales y es parte del magma de significaciones que produce las instituciones sociales imaginarias en un determinado momento histórico social, es una producción que construye un actor social y que en la medida en que es aceptada por el colectivo opera como referente de la práctica social.
La Memoria es también un concepto crítico, estamos acostumbrados a enunciar constructos tales como memoria colectiva, ejercitar la memoria, y asociamos Memoria con Verdad, sin poder considerar que lo que nosotros definimos como Memoria, es nuestro particular punto de vista, desde nuestros propios intereses individuales o grupales.
Tomemos la cuestión del genocidio de la dictadura, la Memoria me lleva a buscar que no se olviden los crímenes horrendos que le costaron la vida a treinta mil desaparecidos, todos ellos familiares, amigos, compañeros. Creo firmemente en que en Argentina se desarrollo un plan sistemático de genocidio en el que las principales víctimas fueron los jóvenes estudiantes y trabajadores de los setenta y ochenta con un fuerte compromiso social, pero mi punto de vista, no necesariamente es compartido por la sociedad argentina, existen muchas personas que niegan esos crímenes, o que consideran que no fue tan así, o que existieron motivos para que los militares asesinos obraran como lo hicieron, etc.
La Memoria y la Verdad existen en un punto de combate intelectual que damos en cada momento cuando discutimos estas cuestiones, pero desde una perspectiva democrática, ese debate se debe dar partiendo de la premisa que podemos estar equivocados y que no necesariamente lo que sostenemos es lo que ocurrió, no se trata de vencer en el debate, sino de convencer, de tratar de realizar un ejercicio de reflexión común que es permanente a lo largo de nuestras vidas y que será permanente a lo largo de la historia pasada, presente y futura de nuestro país.
La hegemonía no se discute dejando fuera de combate al contrincante sino incluyéndolo en el debate conjunto, tenemos que aprender a respetar las opiniones del otro, sin excluirlo por muy de derecha o hegemónicas que nos parezcan, sino estaremos debatiendo en el terreno que nos plantean los medios hegemónicos para los que lo importante no es el debate, sino la construcción de un relato único que les permita sostener su lugar de privilegio.
Tampoco podemos caer en lo que hacen los miembros del colectivo Plataforma 2012, que interpretan la historia y la realidad actual, no desde una mirada abierta, reflexiva y crítica, sino desde su cerrado odio y ceguera frente a un enemigo imaginario, que no es tal, y que les permite mantener sus conciencias tranquilas aliados a quienes realmente son enemigos históricos de los ciudadanos de nuestro país, la gran burguesía monopólica y financiera que construye la opinión pública desde sus medios masivos de información.
Cuando afirman que el actual gobierno es asesino, represor, y que quienes asumen una posición constructiva frente al mismo son “voceros” del kischnerismo, dejan de ser intelectuales críticos y comprometidos, para ser solamente un soporte de los sectores concentrados el poder.
A ellos debemos recordarles que cuando la izquierda atacó a los socialdemócratas sin piedad en la república de Weimar, lo único que hizo abrir las puertas al genocidio nazi. Es necesario debatir para lograr que ellos reflexionen acerca del triste papel que les puede caber si persisten en asumir el rol de la izquierda frente al peronismo que la llevó a estar con la Unión Democrática junto a los reaccionarios de todo pelaje.
Hasta la próxima