lunes, 29 de diciembre de 2014

Análisis de coyuntura.


Estamos inmersos en una crisis generalizada del capitalismo mundial. Es tal vez la crisis más importante de los últimos 70 años. El capitalismo pudo salir de la crisis del 30 mediante una combinación de recetas keynesianas y con la confrontación bélica que destruyó millones de vidas humanas y gran parte del aparato productivo de los países beligerantes. En lo que va de 1945 a 2007 aun con las periódicas crisis sistémicas el capitalismo pudo tener índices de crecimientos importantes. Esto se debió a que, en general, las crisis de los países más desarrollados se pagaron con el esfuerzo y sacrificio de las naciones más pobres del mundo. En este sentido se replicó a escala global lo que ocurre al interior de cada uno de los países capitalistas, las crisis afectan con mayor intensidad a los sectores más vulnerables, y son estos lo que deben sacrificar condiciones de vida para solventar el despilfarro de los capitalistas. Ninguno de los economistas que aparecen en la pantalla, haciendo gala de un “supuesto saber económico”, desliza siquiera demagógicamente, la necesidad de estabilizar las economías con mayores esfuerzos de los capitalistas. En todos los países del mundo, desde 2007 se le exigen esfuerzos cada vez más ingentes a los sectores de los niveles más bajos de la pirámide social, pero no se les pide ningún aporte a quienes son responsables de la situación de la economía mundial, a saber, los banqueros, los accionistas y directores de los grandes conglomerados empresariales. Por el contrario, el Estado en los grandes países capitalistas, lo primero que hizo fue socorrer a los grandes bancos, que eran precisamente los responsables de la gestión financiera que llevó a la economía mundial a la situación en que se encuentra. El capitalismo como sistema, desde que se consolidó en los siglos XVII y XVII ha mostrado dos características, por un lado una gran flexibilidad que le ha permitido adaptarse a las situaciones cambiantes de la sociedad, y por el otro se ha manifestado como un sistema de crisis periódicas en las que se destruyen grandes cantidades de medios de producción (ya sea por destrucción directa mediante guerras, o por destrucción indirecta por quiebras u obsolescencia de las empresas. Marx afirmaba que el capitalismo a la vez que diariamente destruye en el mundo miles de empresas, crea nuevas oportunidades de negocios para otras miles. Permanentemente pequeñas y medianas empresas deben cerrar sus puertas porque no logran adaptarse los vertiginosos cambios del mercado mundial. Sin embargo son las pequeñas y medianas empresas las que se constituyen en el capitalismo actual en el motor de desarrollo y sobrevivencia del sistema capitalista. Estas empresas son las que ocupan la mayor franja de trabajadores que se encuentran en el mercado laboral, a pesar de la llamada globalización, su supervivencia está relacionada con las condiciones del mercado local, su mayor capital es el capital social, el que se diferencia del capital en sentido genérico, porque constituye una forma de capital que se basa en el aprovechamiento de las ventajas competitivas que tienen estas empresas por su emplazamiento territorial, por los vínculos que establecen con los actores de la comunidad de la que son tributarias, y por la fuerte flexibilidad que tienen al poseer estructuras de producción relativamente simples. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) no requieren para su funcionamiento de las pesadas estructuras burocráticas que deben organizar las grandes empresas internacionales (Autopartistas, entidades financieras, grandes monopolios productivos, entidades de servicios globales, etc) Las organizaciones como Adidas, Nike, Ford, General Motors, Bank of América, City Corp., etc., requieren de verdaderos ejércitos de colaboradores para afrontar la operatoria a nivel global, ellas diseñan estrategias de negocios generales que aplican localmente sus respectivas filiales, mientras que en una PYMES la estructura administrativa es muy sencilla, en general en manos de un empresario, que se ayuda de su familia o de algunos colaboradores técnicos. Mientras que las grandes empresas transnacionales no dependen de los mercados internos y basan su expertis organizacional en sistemas de administración y logística que se diseñan en sus casas centrales y se aplican rigurosamente en los países en las que han penetrado, las PYMES, son extremadamente dependientes de los mercados internos y las normas de protección con que los diferentes Estados pretenden regular los mercados nacionales. En Argentina, según datos del Ministerio de Industria, hay 603.000 PYMES que constituyen el 99% de las empresas existentes, ocupando el 60% de la mano de obra, tienen el 45% de las ventas realizadas, y solo en la última década fueron creadas 229.000 empresas. La contrapartida es que estas empresas poseen un grado de mortalidad muy alto, según muestra un estudio de Rafael Regalado Hernández, de cada 100 empresas creadas 90 no llegan a los 2 años y se les dificulta la retención del capital intelectual que capturan para que colaboren con ellas. Cuando un gobierno impulsa políticas basadas en el desarrollo del consumo, la expansión del crédito, programas de ocupabilidad de la mano de obra, políticas de sustitución de importaciones se constituye en un fuerte promotor de este sector empresarial. En el capitalismo actual es falso que los Estados nacionales no tengan importancia en el desarrollo de la economía, por el contrario quienes se hacen cargo del Estado por un determinado período son los encargados de diseñar el modelo de acumulación económica que pretenden los integrantes de una determinada comunidad de ciudamos. Cuidar y promover el mercado interno constituye una de las políticas de Estado más importantes para el desarrollo de relaciones más equitativas en una sociedad capitalista. Las grandes empresas transnacionales no están interesadas en el crecimiento humano en las distintas sociedades, mientras que a las PYMES si les interesa el crecimiento del mercado interno porque allí se encuentran sus oportunidades de negocios. Cuanta menos desigualdad exista en una sociedad, mayores serán las posibilidades de desarrollar sus planes de expansión. Existe una manera de medir la desigualdad, es el coeficiente de Gini, un economista italiano que elaboró una medida de la desigualdad, si este coeficiente se acerca a 0 habrá mucha igualdad y si se aproxima a 1 habrá mucha desigualdad. El coeficiente es más cercano a 0 en los países más desarrollados o con políticas de desarrollo del mercado interno como Canadá, Australia, Países Bajos, Alemania, Francia, etc. Argentina pasee un coeficiente que oscila entre el 0,35 y o,39, lo que le permite estar en el lote de países con un nivel aceptable de igualdad, y esto se ha debido a las políticas de los últimos doce años orientadas a desarrollar el mercado interno, mediante la incentivación del consumo y las políticas de protección de las PYMES. Quienes se oponen a esta estrategia de desarrollo son los representantes de las grandes corporaciones transnacionales, de los grandes conglomerados como el Grupo Clarín, los sectores más concentrados del capital financiero, o las grandes empresas transnacionales como Ford, General Motors, Nike, etc., precisamente quienes buscan oportunidades de negocios basados en los menores costes de la mano de obra, son los mismos que invierten en paraísos asiáticos en los que sobre-explotan a los trabajadores con salarios que en no pocas oportunidades son levemente superiores al dólar diario. Por supuesto que para lograr hacer negocios estos actores de la producción necesitan requieren de complejas operaciones de prensa, intelectuales a su servicio, políticos corruptos, etc. En el próximo año en Argentina estaremos dirimiendo la pugna entre estos sectores, cuyas representaciones políticas son los Masa, los Macri, los Cobos, los Sanz, los Carrió, etc., que son los políticos al servicio de las recetas neoliberales que en los noventa saquearon el estado argentino y nos sumieron en el mayor default de nuestra historia. Son los adalides del ajuste que caerá pesadamente sobre los trabajadores argentinos para continuar garantizando la rentabilidad de los sectores más concentrados de la industria, el campo y las financieras de nuestro país. Mucho es lo que falta para lograr que nuestro país sea un espacio de igualdad y crecimiento humano, es necesario que se forje una fuerza política auténticamente representativa del proyecto igualitario y solidario al que debemos aspirar, mientras tanto tenemos como socios privilegiados de esa construcción a quienes desde los albores del tercer mileño han demostrado tener una estrategia de crecimiento económico y humano que tiene como punto de partida la necesidad de reivindicar a los más humildes. Recuérdelo a la hora de votar. Hasta el próximo año.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Norma.


Un amigo de Carlos Müller (organizador del ciclo de cine Dynamo) encuentra un video por casualidad, en una caja perdida de pizza o tarta con una inscripción “San Perón”, y se lo entrega a Fernando Agustín Peña conductor de Filmoteca, uno de los grandes programas de Canal 7 quien lo exhibe desde la pantalla del canal estatal. Los realizadores del corto que tiene una duración de 20 minutos y que fue producido por la TV pública en 1973, fueron Walter Operto y Hector Aure, el canal estaba conducido por otro grande la cultura y el teatro, Juan Carlos Gené. El corto narra una historia simple, de una mujer sencilla que vive en la más profunda pobreza, pero que defiende su dignidad, “seré pobre pero no me voy a dejar llevar por delante” dice en un momento, está criando a 17 hijos (luego tendrá otro) y toda la familia vive del cirujeo en una casa humilde con pisos de tierra. Norma Cuevas de Aresta nació en 1936 y según su hijo mayor Miguel Ángel Aresta "mi madre falleció cinco años después de realizado ese video, el 5 de febrero de 1978” Una de las partes más emotivas es cuando esta mujer narra cómo alimenta y cría a sus 17 hijos, como consiguen recursos de vida vendiendo lo que recogen con un carro tirado por un caballo. El discurso de la mujer es un canto a la dignidad y su práctica de vida una muestra de la honestidad y la asunción de valores de vida aun en las condiciones en que vive. Se preocupa por mantener su casa y a sus hijos limpios y bien alimentados, los educa en valores como la honestidad y la dignidad del trabajo y logra conducir una familia más que numerosa con la ayuda de su entereza y su fuerza. Todos sus hijos (según relatan los que aparecieron en TV o en diarios) son trabajadores que tienen una vida digna con sus necesidades básicas cubiertas (algunos de sus nietos son estudiantes universitarios). Norma sueña con una casa de colores, uno de los cuales es el verde por significar la esperanza, con pisos de cemento y con flores y plantas. El gobierno peronista le otorga esa casa en Diamante donde ella muere cuatro años después de filmarse el corto. Su esposo la sobrevive hasta 1995 y es el que continúa criando a los hijos. A través de la película podemos ver las condiciones extremas de la pobreza en Argentina y a la vez la esperanza en un futuro mejor. Un líder político (Juan Perón) es visualizado como el constructor que puede hacer posible esa esperanza y aparece Evita como la gran madre de los pobres de Argentina. Hasta acá el corto, veamos algunas cuestiones. Dudo que la historia de Norma se vea en las pantallas de algún canal de la corporación mediática opositora, como decía mi tía veneranda, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Es que los periodistas del estáblisment como Lanata, Van Der Koy, Majul, Castro, Morales Solá, no pueden ver estas historias porque reciben su paga para mostrar otra realidad, otras historias, la de los pobres que son motochorros, que atemorizan y matan a los pequeños burgueses, los corruptos (que solo son los del partido oficialista, la opresión que no permite a los sectores medios comprar dólares y a los grandes burgueses y financistas llevárselos al exterior, o a la Sociedad Rural incrementar su renta agraria, la de una inflación que solo se debe al gobierno y no a las corporaciones comerciales que ganan más del 300% sobre el capital invertido, etc. La pobreza es solo para mostrarla cuando se ataca al gobierno y para mostrar como discursivamente los Massa, Carrió, Sanz, Cobos, Macri, Michetti, etc., la solucionarán con las viejas recetas neoliberales. Por supuesto que esas recetas triunfan o fracasan según la óptica desde la que se las mire. Si se las mira desde el interés de los más ricos, los más poderosos, triunfan porque la hegemonía de estas políticas ha permitido a lo largo de los años de nuestra historia no solo proteger el patrimonio de los ricos, sino aumentarlo al mismo momento que los pobres se convierten en mas pobres y viven en condiciones de abandono no solo económico sino en lo que respecta a su salud, educación, seguridad social, etc. Pero cuando una historia de vida como la de Norma muestra la lucha de los sectores vulnerables por tener condiciones de vida y existencia digna, cuando muestra el otro discurso, ese que no vemos en los canales del monopolio, que expresa la confianza en las propias fuerzas de estos sectores para conseguir lo que sueñan y hacer realidad sus sueños con el esfuerzo cotidiano y con la esperanza de que el Estado no sea ajeno a sus reclamos y los asista como debe hacer el Estado en una sociedad justa y solidaria, ya no es noticia para esos periodistas mercenarios e infames. Allí es cuando periodistas de fuste como Víctor Hugo Morales, hacen la diferencia, diferencia, que establece una línea divisoria entre un periodismo comprometido con las necesidades de los sectores más vulnerables y una periodismo mercenario (independiente se dicen a si mismo) que hace y dice lo que sus patrones les ordenan y lo que a los intereses de la burguesía concentrada y depredadora le conviene. A lo largo del video Norma no pide nada, solo habla de sus sueños, sueña con una casa humilde pero que permita vivir con dignidad a ella y a los suyos, sueña que haya trabajo para que sus hijos puedan tener un futuro, sueña con un país mejor. Diría que Norma es portadora de un discurso socialista silvestre, ese que crece en los campos y en las ciudades de nuestro país, que no necesita teoría, porque se hace teoría en la práctica y que luego es procesado por intelectuales en clave de estrategia de cambio, como lo hicieron Marx y Engels en el siglo XIX. Norma expresa con su lenguaje sencillo lo que grandes intelectuales argentinos escribieron a lo largo del siglo XX como Juan B. Justo, Juan F. Penelon, Liborio Justo, Alfredo Palacios, Aníbal Ponce, Enrique del Valle Ibarlucea, José Ingenieros y tantos más. Norma es peronista de Perón, como los millones que vieron en el general al caudillo mítico que podría mágicamente sacarlos de su pobreza e indigencia, pero a la vez en su discurso encontramos rasgos de conciencia propia de su clase, olfato ideológico que lleva a los más vulnerables a expresar en lenguaje llano y popular que solo se tienen a sí mismos para redimir su pobreza. Pero, y esto es muy importante, la historia de Norma muestra que la pobreza no se encuentra directamente asociada con la delincuencia, se puede ser pobre y trabajar y luchar para mejorar la condición de vida, manteniendo la dignidad de trabajador, sabiendo que cuando alguien desde el poder del Estado realiza políticas inclusivas de asistencia social, no les está regalando nada, está cumpliendo con la función del Estado que es velar por la integridad psíquica, física, moral y económica de los más vulnerables, que el político que gestiona no está regalando nada y menos de su patrimonio, está distribuyendo lo que los ciudadanos solidariamente aportamos con nuestros impuestos. Al otorgar una casa, un plan social, un plan de asistencia ocupacional, el Estado cumple con su función establecida en la Constitución Nacional, más aún no es aceptable que un gobernante no desarrolle estas políticas con la excusa de no tener recursos, si el Estado no tiene recursos, sobre todo en momentos de crisis o con gran desigualdad social, el gestor debe incrementar la presión impositiva sobre los que poseen grandes fortunas para asistir a los vulnerables, si un señor tiene una mansión empresas, activos financieros, activos inmobiliarios, y hay millones de ciudadanos que les falta todo, el Estado debe tener políticas que reduzcan las diferencias, y para ello puede aumentar la carga impositiva, reducir la renta del capital ocioso, aplicar políticas que limiten los márgenes de ganancias de las grandes corporaciones, y con ello generar recursos para asistir a los que más lo necesitan. Nuestra clase media colonizada por el pensamiento liberal, egoísta y material, que solo piensa en sus intereses individuales, en sus magras posesiones, pero que está enceguecida por el discurso de los grandes medios de comunicación ve en Norma una de “esas negras que solo quieren que le den todo servido y no quiere hacer nada, solo tiene hijos irresponsablemente para que mendiguen.:.”, si no lo cree el lector busque los comentarios de los Facebook en donde se debate el caso de Norma, y vea como destilan odio los “gorilas” de clase media. Son los que dicen que se dilapida el dinero cuando el Estado construye viviendas dignas para estos sectores, que ven en los pobres delincuentes y enemigos suyos, son los imbéciles que solo pueden pensar con una parte de alguna de sus neuronas ya que su cerebro hace rato que le fue chupado por Clarín, TN, La Nación, Perfil, etc. Por suerte existimos muchos, millones, en este país que no perdimos la capacidad de asombro ante historias de vida como la de Norma, que nos conmovemos cuando vemos esta historia y que reverenciamos la entereza, la humildad, los valores de esta noble mujer que expresa con su discurso y acción en la película, a millones de mujeres argentinas que sacrifican todo de sí para poder sacar adelante a sus familias. Hasta la próxima.