miércoles, 10 de abril de 2013
Periodismo y política
La relación entre periodismo y política no es nueva, a lo largo de su desarrollo esta profesión estuvo estrechamente vinculada con las luchas por el poder.
En general, desde el marxismo siempre se utilizó el periodismo como herramienta de propaganda.
El propio Marx colaboraba con diferentes medios de prensa tanto en Alemania como en Inglaterra. Escribió en la Gaceta Renana de Colonia, en los Anales Franco Alemanes en Francia y en otros medios de prensa a ambos lados del atlántico . También Lenin participo en medios periodísticos y los partidos revolucionarios siempre consideraron una de las armas más importantes de lucha política, a la prensa obrera que editaban. En Rusia, los bolcheviques editaban Iskra que era su órgano de difusión.
En Argentina existieron periódicos importantes al servicio de las luchas obreras como
“El obrero negro”, “El obrero” órgano de la Federación Obrera, o los periódicos socialistas “El socialista” o “La vanguardia”.
Es que la lucha política se nutre de la comunicación social, y los periódicos fueron durante el siglo XIX y XX medios de comunicación social por excelencia.
No está mal que el periodista tenga una posición política, tampoco que los medios de prensa tengan una línea editorial.
En nuestro país los grandes representantes políticos e ideológicos de la burguesía desarrollaron actividades periodísticas. Sarmiento debatió y criticó a Rosas desde diferentes medios de prensa, más aún, en 1836, fundó un periódico “El Zonda” para luchar contra Rosas, escribió para los periódicos “El Mercurio”, “El Heraldo Nacional “y “El Nacional”; y fundó “El Progreso”.
Mitre fundó un periódico para apoyar su lucha política “La Nación” y en general las diferentes clases sociales y sectores de clases han tenido a lo largo de la historia sus periódicos de clase.
Entonces, el problema no es que los periódicos tengan posiciones editoriales que se vinculan con sus intereses partidarios o de clase, el problema surge cuando se nos quiere hacer creer que esos periódicos son independientes de la política o que son “periodismo independiente”.
El segundo orden de problemas surge cuando se trata de instalar como significación social imaginaria que el periodismo es objetivo, veraz e independiente.
Ningún medio de prensa es objetivo, por empezar todos los medios de prensa responden a un interés determinado, el interés de quien es dueño de ese medio. Sería ridículo pensar que podemos llegar a leer en el Diario Clarín una denuncia contra Magneto o Ernestina de Noble. Más aún, si un periodista de un medio escrito, oral o televisivo hiciera críticas a sus propietarios seria cesado inmediatamente de su trabajo. Recordemos cuando el democrático “De Narvaez” fue reporteado en su canal, América, por Setecasse, Montenegro y Rozin, y no porque estos periodistas le realizaron críticas, sino porque algunas preguntas le resultaron incómodas, el programa fue levantado del aire y los periodistas debieron ir a buscar trabajo a otros medios.
En los medios de comunicación privados existe una línea editorial a la que los periodistas deben apegarse, no hay lugar para el disenso, se debe decir lo que los propietarios de los medios quieren que se diga, por lo tanto la objetividad en el periodismo es una falacia.
Respecto a la segunda cuestión, la problemática de la verdad en los medios de prensa, ocurre algo similar a lo que pasa con la objetividad, la verdad es tan solo una versión interesada de las noticias según el interés y las necesidades de los dueños de los medios.
Ya hemos realizado en otras comunicaciones la discusión sobre la verdad y hemos propuesto la noción de Castell de verosimilitud, en el mejor de los casos los medios de prensa pueden tener mayor o menor verosimilitud, pero decir que escriben la verdad es cuanto menos un disparate y una postura ideológica.
En nuestro país siempre hemos tenido periodismo más o menos “objetivo”, diarios o programas políticos que intentaban sostener una cierta distancia de las diferentes posturas políticas que se desenvolvían en la base de la sociedad, y aun con los límites que las adscripciones políticas imponían a los medios de prensa, muchos de los grandes medios tanto escritos como orales supieron sostener una ética periodística que implicaba una responsabilidad en la difusión de las noticias y un cierto decoro en el tratamiento de los temas.
El detalle novedoso de la prensa en los últimos cuarenta años es que paulatinamente ha ido perdiendo todo decoro y se ha transformado en un partido más, o en una herramienta interesada y falaz al servicio de intereses que están mucho más allá del intento informativo que supondría un medio de comunicación masiva.
Esta degradación del periodismo se ha incentivado geométricamente en los últimos diez años. Desde el inicio del proyecto político del Kischnerismo, los medios de comunicación de masas han asumido una actitud cada vez más beligerante con el gobierno, lo que significó la pérdida total de la “objetividad” que decían tener.
Hoy son muchos los periodistas que siguiendo los pasos del inefable Bernardo Neustadt, han decidido defender la causa de la derecha burguesa y más reaccionaria de la Argentina. Y no hablo de conocidos colaboradores y panegíricos de la última dictadura militar genocida que hubo en el país como Van der Koy, Blanc, Ruiz Guiñazú, Morales Solá, Grondona, Gelblung, Alfano, Bonelli, Fontevecchia y tantos otros, sino que me refiero a los periodistas “objetivos”, “progresistas” y “veraces” como Lanata, Tenenbaum, Castro, Leuco, Majul, Eliaschev, y tantos otros, que tras el falso ropaje de periodistas no son más que propagandistas o agitadores del sector más reaccionario de la burguesía argentina.
Lo que irrita de estas personas es que, además de cobrar grande sumas por sus servicios a los medios más reaccionarios de la argentina, terminan siendo más papistas que el Papa.
La “verdad”, la “objetividad” ya no existen para estos políticos travestidos de periodistas, solo importa esmerilar la acción de gobierno, tratan de debilitar al kischnerismo, y ello a cualquier precio, aun usando los recursos más infames de la prensa amarilla, aun sabiendo que limando la acción de gobierno destruyen las posibilidades de grandes masas de sectores vulnerables de nuestro país que, como nunca en Argentina, han sido asistidos por el Estado.
Poco importa mentir descaradamente, son invariablemente irresponsables, dañinos con el tejido social y básicamente inescrupulosos. Asumen la máxima de los nazis que como Goebbels sostenían las palabras “miente, miente, que algo quedará”.
Como los piratas caribeños solo van detrás del oro, como los gurkas que usaron los ingleses en Malvinas su objetivo fundamental es destruir y ensuciar todo lo que el amo editor les pide que destruyan. No tienen autocrítica ni son capaces de reconocer ningún mérito en el gobierno actual.
Estos “periodistas progres” han desertado de la ética y de la verosimilitud y se han pasado con armas y bagajes a lo peor del periodismo argentino, y con solo hacer un simple ejercicio se puede ver la ilegitimidad de su acción “periodística”.
Podría un gobierno sostenerse diez años con apoyo popular si hiciera todo mal como estos señores pretenden difundir en los medios de prensa. Es acaso el pueblo argentino tan necio y estúpido que no puede ver lo que estas mentes lúcidas pretenden que vea y sistemáticamente insiste en votar al proyecto iniciado por Kirschner y continuado por Cristina.
Sus dichos son falaces hasta el ridículo, veamos un ejemplo, afirman que no existe libertad de prensa, que en nuestro país los periodistas no pueden decir lo que piensan, que el gobierno es autoritario, que no admite el disenso. Si esto es cierto caben dos posibilidades, una que ellos no dicen lo que piensan y se someten al gobierno, ya que gobiernos autoritarios como los de Franco, Hitler, Onganía, Videla, Pinochet, etc., encarcelaban o mataban a quienes los criticaban, otra, como ellos nunca son molestados, y se les permite decir lo que piensan sin ningún tipo de presión, o bien el gobierno no es autoritario y ellos mienten. Su disyuntiva es o son mentirosos o están sometidos al poder. En realidad creo que son mentirosos y se someten al poder económico que solo tiene como meta enriquecerse a costa de los sufrimientos de los trabajadores.
En realidad, lo que no quieren decir estos “periodistas” es que en la Argentina actual los periodistas dicen lo que se les antoja sin ningún tipo límites más de los que les imponen los dueños de los medios en los que trabajan.
Al gobierno se lo puede criticar por muchas cuestiones y se puede no coincidir con él en diversos tópicos, pero lo que no se puede decir es que en nuestro país no exista libertad de expresión.
Estos señores que como Lanata, Lomgobardi, Leuco y tantos otros se apresuraron a felicitar a Pablo Miceli por su polémica con el Cuervo Larroque, nada dijeron del hecho que en el canal estatal un periodista pudiera decir cosas contrarias al gobierno o a un militante de una agrupación oficialista sin que sufriera ninguna represalia de parte de las autoridades del canal.
En los medios “libres” en los que ellos trabajan por mucho menos se han despedido trabajadores de prensa y muchas veces estos personajes se han llamado a silencio, no sea que peligrara su puesto de trabajo si criticaban la línea editorial que sus patrones les indicaban.
Por eso de los comunicadores de la derecha no digo nada porque ellos siempre blanquearon el lugar de donde hablaban y los intereses que defendían, los que si me tienen harto son los piratas y travestis del periodismo que vestidos de progresistas como en el carnaval nos quieren hacer creer que lo que no es, es y que nosotros somos tontos por no tener su lucidez. Leuco, Lanata, Castro, y demás tengan un poco de ética periodística, dejen de mentirle a sus lectores y oyentes o tengan un poco de vergüenza y cállense de una vez.
martes, 9 de abril de 2013
Pompeya y más allá la inundación……
La burguesía y pequeña burguesía porteña deben estar añorando los tiempos en que la inundación era un problema de las barriadas humildes de Buenos Aires.
Mi tía veneranda decía “Se inundan porque van a vivir a tierras bajas o aledañas a los ríos porque cuando llueve y se les llena la casa de agua reciben subsidios…” El lector debe recordar todavía algunas significaciones sociales imaginarias tales como esta, en las que los sufrientes sectores populares recibían el castigo adicional a su pobreza por vivir en lugares anegables.
Los sectores burgueses más recalcitrantes decían que se inundaban porque así conseguían subsidios, igual que la tía Veneranda que decía “van al mismo lugar en que estaban en la inundación anterior porque cuando se les llena el rancho de agua les dan algo”.
Hoy la burguesía porteña sufre las consecuencias de su desprecio por la ecología, por el saneamiento ambiental, lo que se inunda no es solo las barriadas populares, hoy se anegan bastas latitudes de la ciudad.
Tal vez ahora empiecen a entender el significado de las palabras ecología, pobreza, medio ambiente, aunque lo dudo. Los sectores de la pequeña y mediana burguesía que apoyaron a Macri, que salieron en noviembre a despotricar contra el gobierno popular, son los mismos caceroleros del 2001 clamaban contra el corralito y luego votaron a sus verdugos financieros, solo que esta vez en lugar de De La Rua o Cavallo, o Menem apoyaron a Macri, Rodríguez Larreta y su séquito de tirifilos, señoritos prometedores y poco cumplidores.
La burguesía porteña comienza a experimentar en carne propia las consecuencias de malas gestiones de gobierno, agudizadas por el daño que la sociedad burguesa en su afán de lucro sin medida le está causando al medio ambiente.
Pero este no es el único daño ecológico, también se daña la ecología económica condenando a millones de seres humanos a la miseria y a la explotación, y muchos de los que adhirieron al sálvese quien pueda, comienzan a darse cuenta que el capitalismo es un camino de ida y que cuando te caes de los bordes ya es demasiado tarde para gritar.
Tomo el tema de la inundación porque es un analizador muy interesante de lo que ocurre en nuestro país, sus efectos ya no recaen solamente sobre los sectores marginales, o los pobres, la ecología está trepidando por las tensiones a las que sometemos al planeta y los efectos del descuido del medio ambiente comienzan a tener efectos cada vez mayores sobre sectores más amplios de la sociedad.
No basta con la solidaridad que mostró la sociedad en estos días para socorrer a quienes sufrieron la devastación de las últimas lluvias, el problema no se resuelve con más solidaridad, sino con más ecología.
Es cierto que el macrismo ha abandonado la labor preventiva de implica la realización de obras de infraestructura para prevenir este desastre, pero no es menos cierto que estamos pagando las consecuencias de más de un siglo de crecimiento de las ciudades de manera disarmónica, sin realizar obras de infraestructura, agrediendo de continuo el medio ambiente, sin planificación de los espacios urbanos, etc.
Todos los errores que cometimos a lo largo del siglo XIX y lo que va del XX la naturaleza comienza a cobrarlos, y es necesario que repensemos el tipo de sociedad que pretendemos.
Hasta ahora dejamos desarrollarse una sociedad en la que el lucro y la ganancia eran las metas de los ciudadanos, sin importar el daño que realizábamos a la sociedad o al medio ambiente.
Déjenme decirles una perogrullada, la pobreza también es un atentado al medio ambiente, y los porteños comienzan a comprenderlo.
Las sociedades fuertes, sólidas, son aquellas en las que se ha intentado disminuir el impacto que la existencia de la pobreza tiene sobre el medio ambiente. Son sociedades cuidadosamente planificas, donde el mercado no constituye el único dato, que cuidan a sus habitantes, que los desarrollan, que les brindan condiciones de vida humanas.
Si uno compara Suecia, Noruega, Canadá, Dinamarca. Holanda, etc., con EE.UU., los países africanos, muchos países asiáticos, lo primero que nota es la importancia que tiene para los primeros el medio ambiente tanto ecológico como social, el valor de la vida humana, del desarrollo humano sustentable, en cambio donde impera el capitalismo salvaje como en EE.UU., países de África. Asia, encontrará que la vida no tiene ningún valor, que lo único que importa es la ganancia. No es casual que en los países más neoliberales es donde más extendida está la corrupción, donde matar a un ser humano constituye una moneda corriente, sea por medios legales (como las ejecuciones en EE.UU.) o por matanzas indiscriminadas como en África y Asia.
En nuestro país en particular y en Latinoamérica en general hemos vivido el imaginario neoliberal que nos prometió el mejor de los mundos y nos sumergió en el peor de los infiernos. Recién en las últimas dos décadas comenzamos a despertar del largo letargo al que nos había sumido el neoliberalismo, y comenzamos a creer que otra América Latina es posible.
Cambiar la sociedad no es solo obra de economistas o gobernantes, es necesario que cada uno de nosotros se posicione de otra manera frente al dolor ajeno, el de los que menos tienen, ese cambio de paradigma abona otro imaginario, el que define que otra argentina es posible, que no es necesario ver hermanos vagabundeando por las calles sin techo y mendigando comida, que no tenemos que vivir solo para trabajar entendiendo que trabajamos para vivir. Es necesario que cambiemos el significado de la vida, que rompamos la significación social imaginaria que nos define como homo faber en contraposición al homo ludens, herencia estoica que persiste en someternos al rigor de la tarea como contrapuesta al placer del juego. Los seres humanos tendemos emocional y hasta diría pulsionalmente a la búsqueda del placer y el trabajo solo es una satisfacción cuando al realizarlo nos constituimos en creativos en libertad, pero cuando lo hacemos por imposición sufrimos las consecuencias del desgaste mental que implica el hacer alienado. Es necesario romper esa brecha porque si no lo hacemos corremos el riesgo de constituirnos en el homo sacer del mundo romano.
Volviendo a nuestras reflexiones anteriores sobre las condiciones de vida y ecología en los distintos países, un punto de partida de la ecología es la igualdad, la posibilidad de que todos los seres humanos tengamos las mismas posibilidades y oportunidades en la sociedad.
Existen derechos que deben ser inalienables y no declamativos, el derecho a la vivienda digna, al esparcimiento, a la salud, a la ecología (aire puro, alimentos sanos, acceso gratuitos a la atención medico sanitaria también son parte de la ecología).
Es por ello que cuando los sectores más acomodados de la sociedad porteña que hoy sufren los efectos de la embestida de las aguas, salen desesperados por ayuda del Estado a todos nos impacta, porque todos tienen derecho a la seguridad, pero es necesario que esos sectores exijan más de sus gobernantes, que no les permitan como lo hace la derecha reaccionaria dejar caer una lágrima por la pobreza y luego hundirse en el despilfarro de bienes y recursos para su goce personal.
Estoy de acuerdo en que Macri, Rodríguez Larreta y demás funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires tienen derecho a tomar vacaciones, a lo que no tienen derecho es a no cumplir con sus deberes de funcionarios públicos, a no realizar las obras que son fundamentales para la seguridad medioambiental, a no preocuparse por los padeceres de los sectores de menores recursos, en definitiva, no tienen derecho a ser indolentes con el sufrimientos de los más vulnerables, pero eso es mucho pedirle a estos señoritos burgueses que nunca padecieron las condiciones de vulnerabilidad psicosocial en las que se encuentran inmerso una importante mayoría de los porteños.
La inundación trajo algo más que agua, trajo un dato nuevo, en las actuales condiciones ecológicas y con el actual sistema de capitalismo salvaje, sus efectos pueden recaer sobre cualquiera, aun aquellos sectores que se creían exentos de estos padeceres, puede ser que ahora lo porteños comiencen a reflexionar con mayor cuidado sobre las características de aquellos sectores de la anti política que dijeron que la inundación era falta de gestión y que resolvían el problema de que algunos barrios porteños se inundaran haciendo las obras necesarias en cuatro años.
Hace seis que gobiernan Buenos Aires y lograron la igualdad social, ahora todo Buenos Aires es inundable.
Hasta la próxima.
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