En
el 2001 vimos una interesante alianza entre la llamada clase media argentina y
los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. En ese momento, me refiero al
20 y 21 de diciembre, los sectores medios se movilizaron tras la consigna “que
se vayan todos”, reclamando por sus ahorros aprisionados en el famoso corralito.
Los piqueteros, que en ese tiempo período histórico (me refiero al menemato) se
movilizaron insistentemente por pan y trabajo, convergieron en la Plaza de Mayo
con los sectores medios, tanto en la consigna, como en el interés de imprimir
un nuevo rumbo a la trayectoria decadente que afrontaba la Argentina.
Surgieron
las asambleas populares, como muestra de la voluntad de algunos sectores
(fundamentalmente intelectuales y sectores de izquierda) de construir nuevas formas
de representación política.
Es
un momento instituyente en el desenvolvimiento social de nuestro país, que duró
muy poco, rápidamente los sectores tradicionales de la burocracia política,
recompusieron su soberanía sobre las masas rebeladas y reinstauraron la
democracia representativa.
Allí
los caminos de los piqueteros y la clase media argentina se bifurcan. Deja de
escucharse en las calles la consigna “piquetes y cacerolas, la lucha es una
sola” y los sectores medios retoman la senda cómodamente reaccionaria que siempre
transitaron.
Poco
tiempo después, si uno marchaba por las calles porteñas, era común escuchar la
queja de estos sectores, movilizados con la música de las cacerolas, para
increpar los piquetes por los inconvenientes que les ocasionaban la
movilización de aquellos, para los que, la solución a sus problemas, no estaba
en que el banco les devolviera sus dólares a 1,40 mas SER, sino que debieron
continuar la lucha reivindicativa por pan y trabajo.
Luego
vino el kischnerismo, que retomó muchas de las banderas populares abandonadas
por los pequeña burguesía revolucionarista, como el juzgamiento a los militares
asesinos, la intervención del Estado como instrumento de ampliación de derechos
económicos y sociales, la consigna de mayor distribución de la riqueza, etc.
La
reacción de la derecha tradicional argentina, representada fundamentalmente por
las patronales agrarias, los sectores financieros concentrados y sus medios de
comunicación monopólicos, no se hizo esperar, y utilizando la excusa de la
resolución 125, enfrentó a un gobierno que claramente no orientaba el rumbo
económico y social en función de sus intereses.
Allí,
los sectores medios reaccionarios de la sociedad argentina, los mismos que años
atrás se movilizaron con las cacerolas, volvieron a la calle, ahora para
retomar su alianza estratégica con la derecha tradicional, y el sonido de las
cacerolas se volvió escuchar en defensa de
los intereses mas espurios que desde los albores de nuestra nacionalidad,
expoliaron a la clase obrera y a los sectores populares, el viejo bloque
histórico que durante años gobernó en la Argentina de la mano de los militares
Volvía a reconstituirse la entente reaccionaria, ahora con el apoyo de los
partidos tradicionales como el radicalismo, y con la beligerante clase media
urbana porteña como fuerza de choque reaccionaria.
En
los años siguientes años, los índices de crecimiento económico, la implantación
de nuevos derechos sociales, la ampliación de ciudadanía, parecieron acallar a
las fuerzas de la reacción burguesa, pero en los últimos días hemos visto
resurgir a las huestes fascistas pequeño burguesas, que parecieran haber elaborado
la derrota histórica que les propinó el kischnerismo en las elecciones de año
pasado y vuelven por sus fueros destituyentes.
Es
importante aclarar porque hablo de huestes fascistas, al referirme a los que
cacerola en mano se movilizaron en los últimos días. Para ello, y para mostrar
lo peligroso que pueden ser estos sectores, utilicemos a la historia. Las S. A.
de los hermanos Röhm no
estaban integradas por obreros, ellas constituyeron la fuerza de choque del
nazismo, y estaban formadas mayoritariamente por los sectores pequeño
burgueses, y burgueses medios desesperados de las ciudades, que veían peligrar
su estilo de vida ante el avance del “peligro comunista”.
Este
sector social tiende a ser coaptado, por las ideas mas reaccionarias ya que es
muy conservador en sus creencias y muy beligerante cuando siente amenazado su “tradicional
estilo de vida burgués”.
Históricamente
ha sido el que ha puesto número a las movilizaciones de la iglesia contra el
matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, la despenalización del
consumo de drogas, y la principal fuerza de apoyatura de los partidos de
derecha, en su momento la Nueva Fuerza o la U.C.D. de Alsogaray, y hoy al
P.R.O. de Macri.
No
sale a las calles porque ve amenazada su existencia por falta de alimentos, o
porque teme perder su vivienda o por mas y mejor salud y educación, se moviliza
para que le vendan dólares, para poder ir de turismo a Miami, contra el avance
de las políticas estatales en favor de relaciones sociales igualitarias, etc.,
no es casual que en estas últimas manifestaciones hayamos visto a Cecilia Pando,
el arquetipo de la lucha para lograr la impunidad de los convictos en delitos
de lesa humanidad durante la última dictadura.
Pero
la defensa de los intereses reaccionarios no es lo más importante que notamos
en estas últimas movilizaciones de los “caceroleros”. Lo importante es como
reclamaron que les vendan dólares, el grado de violencia y agresividad que
manifestaron, las características discriminadoras de sus discursos.
En
la televisión vimos expresiones del tipo “hay que sacar a esta yegua que la
votan los negros”, “los militares tendrían que haber matado mas Montoneros y
nos salvábamos de estar gobernados por ésta”, o las afirmaciones de quienes,
estando con su cacerola y creyendo que estaban ante un micrófono dela CNN
pedían ayuda a los Estados Unidos (el eterno aliado de lo golpes militares de derecha)
o mostraban sin pudor sus galas de señoras ricas.
Violencia
y agresión contra la prensa que definen como oficialista, que llegó hasta los
golpes y lesiones, ¿se diferencia acaso esa metodología de la que implementaban
los nazis contra los sectores políticos diferentes a ellos? Esa agresión de los
“caceroleros” habla del espíritu democrático de estos sectores, los mismos que
luego reclaman a través de sus intelectuales orgánicos (Sanata, Sarlo,
Tenenbaum, Morales Solá, Ruiz Guiñazú, Castro, Blanc, etc.) por democracia y se
rasgan las vestiduras por el supuesto autoritarismo del oficialismo.
Mientras
veía en la televisión las imágenes de los “caceroleros” desaforados, gritando
barbaridades contra el gobierno e insultando a nuestra presidenta, agrediendo a
periodistas, me pregunté: ¿Qué le dirán estos tipos a sus hijos cuando regresan
a sus casas?, se reirán junto a ellos por las hazañas de sus padres violentos.
Cuando
los especialistas buscan las causas de la violencia en las escuelas, deberían
prestar un poco de atención a las consecuencias que sobre los niños y jóvenes
tiene ver sus padres casi en estado de
enajenación, gritando todo tipo de improperios contra los que tienen un
pensamiento diferentes al de ellos, lastimando salvajemente a trabajadores de
prensa por el mero hecho de trabajar en un canal estatal.
Y
entonces me vino a la memora la imagen del querido y encumbrado periodista
liberal Jorge Sanata, patoteando un
humilde trabajador hotelero en el sur de nuestro país, haciendo uso y abuso de
la asimetría de poder existente entre él y su cámara con respecto al trabajador,
amenazándolo con que si no le decía lo que quería lo iba a escrachar en todo el
país, y no pude menos que pensar, la maquinaria fascista ha comenzado a
construirse en nuestro país, con el apoyo de muchos “periodistas progres” que
no condenan la violencia salvaje de estos sectores.
Porque
rápidamente los medios monopólicos salieron a encubrir el carácter fascistoide
de la movilización, Tenenbaum llevó a su programa a algunos participantes de la
movilización, para mostrar que los que fueron violentos solo eran unos pocos y
que los “caceroleros” eran democráticos y humanos (derechos y humanos se decía
en tiempos de la dictadura), y lejos del
clima salvaje que primó en las movilizaciones que agredieron a los periodistas
de “678” y de “Duro de domar”, presentó a tres energúmenos que se esforzaron
por hablar “civilizada y democráticamente”, pero que no pudieron ocultar su
simpatía (los tres) por el PRO. Es decir, gracias querido Tenenbaum por mostrarnos
que la movilización de los “caceroleros” fue una movilización del PRO para
apoyar los reclamos de las patronales agrarias y para pedir que les den dólares,
pero tené cuidado, que, si sin querer seguís deschavando al aparato de tu jefe Magneto
y del monopolio mediático para el que trabajás, te pueden dar una patada en el
tuje y mandarte a la puta calle.
Quiero
cerrar este diálogo con una reflexión, muchos liberales democráticos, muchos miembros
de la izquierda, que acosaron sin piedad ala república de Weimar, no combatieron
con la misma decisión a los sectores fascistas que se movilizaba a favor de
Hitler, y al no darse cuenta que al no ser inclaudicables en la lucha por
destruir el huevo de la serpiente, terminaron siendo devorados por ella.
Hasta
la próxima.